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ANA MARISCAL, AVENTURAS URBANAS EN EL MADRID DE POSGUERRA.

 

       





             Aquí estamos de nuevo desempolvando la imagen de buenos cineastas españoles y alguno de sus mejores trabajos; gentes que hicieron un cine valiente en una época de tuberculosis, chinches, sotanas y tragaderas. Si el Cine es cultura -y hay quien no deja de dar la matraca con eso de "Somos Cine, cultura europea" el trabajo de los que abrieron camino con coraje no debería estar relegado a ese cuarto trastero que llaman Historia de nuestro Cine. La televisión pública, ese medio tan poderoso y de contenido a menudo frívolo, proyecta de vez en cuando alguna cinta de calidad y organiza una tertulia en la que se confunde la simpatía condescendiente de los participantes con el respeto debido a aquellos cineastas que sin tanta pamplina hicieron obras muy superiores a la mayor parte de la producción actual. A veces aparece todavía algún superviviente de aquellos críticos que negaron el pan y la sal a gentes como Jardiel Poncela, Miura o Edgar Neville, entre otros, o que quizá relegaron a Ana Mariscal por haber sido una estrella en Raza. Eso sí: bendicen sin ruborizarse toda esa colección de películas nacidas al calor de la gusanera del Dictador muerto: films que se sustentan a base de falangistas malvados y milicianas recién planchadas; así consiguen que las nuevas generaciones se enteren bien de quien era el bueno y quien era el malo. Buenos y malos, difícil reconciliación. A ver quién tiene lo que hay que tener para adaptar para el cine una obra como Madrid, de Corte a checa, de Agustín de Foxá. Pero ojo! se merece una calidad similar a Las bicicletas son para el verano o La lengua de las mariposas. ¿Cómo era aquello de la otra mirada                                          

        Mientras, esa misma televisión sigue exponiendo nuestras vergüenzas en un Cine de Barrio que llega implacable cada semana. Los que de verdad sacaron beneficio de aquel gallinero alborotado fueron los  Productores, Distribuidores y algunos Directores; se mantenían detrás de la pantalla contando el dinero mientras se proyectaban aquellos films vergonzantes. Para colmo, los expertos han tenido la desfachatez de etiquetar aquellos babosos productos como landismo, poniendo sobre los hombros de un único (y excelente actor) la responsabilidad de un cine pésimo y guarro, pasto de un público zoquete que, obligado a refrenar su sexualidad, terminó por convertirse en mirón. No fue Alfredo Landa el único que, para comer, hacía el ridículo persiguiendo en calzoncillos a mujeres inalcanzables: la lista sería tan larga, que no habría aquí sitio para tanto nombre y tanta actuación estelar. Todos lo saben pero injustamente -pluribus unum- a él le cargaron el muerto. 



  
        Comenzaremos hablando de Ana Mariscal y después de la película Segundo López, aventurero urbano, su debut detrás de la cámara. Los que lo saben todo, ya pueden dejar de leer porque todo lo que digamos ya se ha dicho antes y aquí simplemente se pretende divulgar y recordar. Esta mujer tan importante para el Cine español se llamaba Ana María Rodriguez-Arroyo Mariscal. Nació en 1923 y falleció en 1995. Se había retirado del Cine en 1968. En principio fue una estudiante de Ciencias Exactas, peroe en cierta ocasión acompañó a su hermano, el ya consagrado actor Luis Arroyo a las pruebas de rodaje de El último húsar (1940). Marquina, el Director, se fijó en ella y la animó a interpretar un papel femenino en la película. Su salto al modesto estrellato nacional lo propició poco después su actuación junto a Alfredo Mayo en la película Raza (1941). Por estas mismas fechas se subió al escenario del María Guerrero de la mano de Luis Escobar y durante la década de los 40 intervino en siete películas más. En el rodaje de la última (Un hombre va por el camino 1949)  conoció al que sería su marido, el fotógrafo Valentín Javier García-Fernández.


Ana Mariscal en un hombre va por el camino. 1949

     Llegada la década de los 50, funda su Productora, Bosco Films, y comienza su labor en la dirección espaciando sus apariciones como actriz. Ella intervenía activamente en el guión definitivo, producía y dirigía. Y ser mujer no fue ninguna ayuda. Después de las pioneras Helena Cortesina, Elena Jordi y Rosario Pi, fue la primera mujer que dirigió una película después de la Guerra Civil, y además neorrealista. En 1953 se lanzó, como se ha dicho, con Segundo López, aventurero urbano. Se casó al año siguiente con Valentín Javier y podemos concluir con unos datos contundentes: A lo largo de su vida fue actriz en 59 películas, dirigió 11, se ocupó del guión en 7 y produjo 9. Fue profesora del IIEC y publicó en 1984 el libro Cincuenta años de Teatro en Madrid y en 1992 Hombres. Terminaremos esta breve semblanza (en la Red encontrarán los curiosos muchos más datos) con una frase suya:"Yo tengo un hermano falangista y otro comunista. Y mi padre era republicano y ateo. O sea que yo, aunque no odio a nadie, tampoco me he decidido por una opción política concreta". "Porque para mí, lo más importante es eso, el ser humano. La vida del ser humano." Pues para que vean: a propósito de El Camino (1963) ahora se descuelgan algunos diciendo, que el gran público ha redescubierto esta película porque en Cannes, en 2021 pasaron una copia. ¿Qué es eso de redescubrir si la mayoría no la descubrieron nunca

    Y vamos con Segundo López. Es un film neorealista, castigado por el Régimen porque cuenta la verdad, la realidad social de un momento aunque con otra mirada, la que se recrea exponiendo los hechos a su modo, bien sea en forma de fábula o de cuento, y a menudo espolvoreando amargura, evidenciando el contraste entre los dos mundos reales que convivían en el Madrid de la postguerra. Se ha hablado siempre de lo que la opera prima de Ana Mariscal puede tener en común con Milagro en Milán (1951). Juzgue cada cual y mejor si considera ambas obras con el debido cariño. Nosotros pensamos que en ambas cintas el protagonista es el frío, la vida a la intemperie física y social que castiga a los personajes, chisteras aparte. El frío y el hambre.

       No hace falta decir que la película se hizo con escasos medios, (reuniendo el dinero de aquí y de allá, con préstamo de un amigo agraciado en la Lotería) y fuera del ala protectora de García Escudero, quien poco antes había dimitido por desavenencias con la Censura. Era un momento en el que, a la espera de nuevas normas, nadie producía, pero la Mariscal y su novio se lanzaron a rodar su Segundo López. Los dos principales protagonistas eran un contratista de obras de Cáceres (doblado por Eduardo Calvo) y un aprendiz de mecánico. Contó con la presencia de Carlos Fernández Cuenca, del Director Manuel Mur Oti, y de la propia Ana Mariscal que se reservó un personaje; también hizo su cameo el propio Leocadio Mejías, autor de la novela que inspira la película y que su autor calificó como "golfa, bonita, alegre y sentimental". 


Leocadio Mejías, autor de la obra.



Manuel Mur Oti.

Carlos Fernández Cuenca.



    Y vamos a encender el proyector. Será algo más que una sinopsis. Si prometen verla, salten al fotograma de "FIN" y el resto igual les interesa. Contaremos las andanzas de Segundo López en el Madrid de la postguerra. Bueno, las contará como un Flashback el autor de la novela quien además, pronuncia al final de la cinta un epílogo impuesto para autorizar la película. Nuestro hombre, un cacereño bueno, analfabeto y sentimental, aficionado a la botella para matar el aburrimiento, tiene 47 años. Jamás ha trabajado en nada, ni ha ido a ninguna parte, siempre cobijado por su madre, dueña de una verdulería. Al fallecer ésta, traspasa el negocio y con el dinero decide irse a Madrid, a conocer el mundo. 


Camino de Madrid. Comparte coplas y coñac con unos soldados
 a los que no quitan la alegría ni la larguísima mili de
 entonces ni los duros bancos de madera.

 
        Una vez en la capital de España, Segundo se compra un plano para "orientarse". El muchacho que vende los planos anuncia que su mercancía sirve "para saber las calles reformadas y las variadas de nombre". Casi de inmediato cae en las garras de un fotógrafo freelance (Tony Leblanc) que tiene más hambre que vergüenza: le lleva a un café donde se harta de leche con bollos mientras explica a nuestro hombre quien es quien en aquel establecimiento medio vacío por lo temprano de la hora. Segundo lleva un abultado sobre con el dinero obtenido en el traspaso de la verdulería. Con su contenido va invitando y pagando a diestro y siniestro.





    Es allí donde se asoman en sus mesas Carlos Fernández Cuenca y Leocadio Mejías y donde otros personajes se cruzan en el camino de Segundo. El primero de ellos es Chirri, un niño sucio y malvestido que sobrevive recogiendo colillas. Segundo lo tomará como secretario y compartirá con él lo bueno y lo malo. Hay en la actitud protectora  de Segundo hacia el muchacho una fuerte inspiración cristiana (y no es la única del film) un gesto de caridad y de compromiso (incluso de perdón, cuando el Chirri intenta robarle) que la facción eclesiástica perteneciente a la Censura debió valorar debidamente. La paradoja en este caso concreto es que la película, que nos cuenta las andanzas de unas buenas personas, será maltratada por los que predican exactamente lo mismo. 


Domingo Sánchez Cano, aprendiz de mecánico de Vallecas
 que interpretó a El Chirri con el nombre artístico de
 Martin Ramírez. Tenía 15 años y llegó a ser nominado
 para los Premios Anuales de Cinematografía.

     
        Segundo López permanecerá días varado en aquel café porque en él trabaja de fregona una mujer de la que se ha enamorado, una tal Francisca Minglanilla. Con ayuda de Chirri le escribe y entrega una misiva en verso declarándole su amor. Sólo consigue que ella le indique una Pensión donde alojarse que es la misma en la que vive ella; el corazón de Segundo galopa ya desbocado. De hecho la patrona les instala en la habitación contigua a la de ella. Las aspiraciones amorosas de Segundo, que trata de reforzar regalando a la Minglanilla una costosa máquina de coser, se verán hechas añicos cuando ella le rechace en plena calle por otro individuo al que llama "mi novio".



"Ay, Francisca Minglanilla,
 me tienes hecho unos zorros.."
 


  Prometer hasta pillar la máquina de coser....
        
    Las aventuras amorosas de Segundo, esta vez transmutado en Don Quijote, terminan cuando sorprende en plena calle a la Minglanilla con ese "novio". Segundo le suelta un mamporro al individuo, se produce un alboroto y terminan todos en la Comisaría.


       Y Segundo López pasa a dar la razón a Cervantes, sintiendo en su alma las palabras de Don Quijote: "Entre los pecados mayores algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento".

         Tras la noche en el calabozo vuelven a la Pensión donde la patrona les presentará a Marta, una muchacha enferma, postrada en la cama, que se gana la vida haciendo flores de papel por encargo. Con una Junta de Clasificación tan pacata, se nos revela que Marta había sido artista de variedades (se muestra brevemente una foto) lo que en la época equivalía a prostituta o algo similar, en cambio no se nombra su enfermedad, la terrible tuberculosis que pasó su guadaña en la posguerra para segar las vidas de los humildes mal alimentados. Sí se informa al espectador de que tenía un novio y que éste la abandonó cuando cayó enferma. Pero el corazón de Segundo se conmueve por segunda vez y toma cartas en el asunto:


A esta joven lo que le hace falta es comer
 mucho y hacer mucho ejercicio. 




    Vemos como Segundo cuida asiduamente de Marta -y de rebote de Chirri- comprando y compartiendo con ellos todo tipo de alimentos. En cuanto al ejercicio, se van en taxi hasta la Ermita de la Virgen del Puerto. Allí vemos a los tres rezando. 


 No está demasiado claro que esta secuencia
 apareciese en el guión original.

      De regreso, pasan por un bar de moda muy próximo a la Plaza de Santa Ana: el Gayango, donde Marta ha visto entrar al novio que la abandonó. Sin más explicaciones les dice a sus protectores que "quiere tomar algo allí". Segundo ordena detenerse al taxista y los tres se sientan en una mesa del mencionado bar. En efecto, el novio está en la barra con dos amigotes, se apercibe de la presencia de Marta y se marcha. Eso no impide que ella le siga hasta la calle en un gesto inútil porque, aunque consigue que él se detenga y hable con ella, no hay nada de qué hablar ni nada que se pueda recomponer.




 
    Cuando no están cuidando de Marta, nuestros héroes urbanos se van por ahí de juerga. La película tiene mucho de 
documental cuando nos muestra las churrerías abiertas para los noctámbulos, que toman allí "la última": una copa de cazalla, considerada el complemento ideal de los churros.
    También nos muestra en varias ocasiones la desprotección de la infancia. En uno de los bares que visitan, unos gitanillos improvisan un pequeño espectáculo bailando y haciendo palmas. Esa escena conmueve a Segundo, que no entiende de niños sin zapatos, sin escolarizar y sin cuidado de nadie.

 




         
    Más adelante, casi al final de sus aventuras y con algo de dinero en el bolsillo, Segundo le comprará a una gitanilla todas las flores que ésta vende en la puerta de Casablanca. "¿Y para qué quiere usted tantas flores?" pregunta Chirri. "Y yo que sé" responde él. "Para que esa pobre chica se vaya a dormir". "Es usted un poeta, jefe" concluye su secretario. Caminan unos metros y se cruzan con dos profesionales que van a buscarse la vida al mencionado cabaré. Segundo le regala las flores a una de ellas.





        Al final todo se termina, empezando por el dinero. Les echan de la Pensión, en la que todavía pasan una noche durmiendo cada uno en una silla. En la calle hace demasiado frío. Para el rodaje se utilizó como Pensión el domicilio en la vida real de Chirri. En el momento en que la patrona los echa, Segundo le asegura a Marta que volverá con un jamón en cada mano y con chistera. Sobreviven recogiendo colillas, arrancando anuncios de las paredes para vender a peso el papel, haciendo de maleteros o de aparca coches. 

 



 
  Se refugian en la azotea de un edificio medio derruido por los combates de la Guerra Civil en el Paseo de Moret (Parque del Oeste). Allí se le declara a Chirri lo que seguramente sería un severo enfriamiento o una gripe. Segundo lo deja al abrigo del agujero en que se habían instalado y se marcha a conseguir dinero.
 

Por el agujero bajo la escalera se accedía a una covacha,
 cedida para el rodaje por un matrimonio con un hijo que vivían allí.


  
     
        En su búsqueda desesperada para conseguir alimentar y socorrer a Chirri, Segundo se ve en medio de un rodaje en el ganará unas pesetas por hacer de extra. Para la película, en la que Mur Oti hace un cameo como Director, se rueda en ese momento un duelo y Segundo es un figurante más entre los testigos. Cuando disparen los duelistas y uno de ellos caiga mortalmente herido, el inocentón de Segundo corre hacia él creyendo que el tiro ha sido de verdad. Estropea la toma y le despiden. Pero tiene el sueldo del día y además se queda la chistera, que conservará el resto de la película. Por cierto, toda esa secuencia sí alcanza el mismo nivel de frío e intemperie que la italiana Milagro en Milán



Ana Mariscal durante el rodaje de la escena del duelo.


Segundo regresa junto a Chirri llevando consigo comida y bebida. Enciende un fuego y parece que el chico se recupera. Y otra vez a la calle. 





    Como en el Quijote, las aventuras parecen no tener fin. Segundo y Chirri, héroe y escudero, están junto a un portal, en las inmediaciones de la Plaza del Rey vendiendo cigarrillos sueltos de tabaco rubio, aunque en realidad se fuman la mitad porque "nosotros también tenemos derecho a la vida". Acierta a pasar por allí el ex-novio de Marta y Segundo le atiza una buena patada en el culo. La refriega que se origina zarandea de rebote a una frágil anciana de aspecto acomodado; Segundo la protege y ésta se los lleva en coche a su casa para recompensarles.


                           
 
    La abuela está como una regadera, pero es rica y no se priva de nada. Les obsequia con licores y cigarros y les propone que suban a casa de su vecino de arriba, que es un prestigioso médico y le den una buena paliza, pretextando que la quiere asfixiar echándole gas venenoso desde arriba; A cambio les gratificará con ¡mil pesetas! Suben nuestros héroes y, puestos de acuerdo con el médico, fingen una gran pelea con golpes y gritos. Cuando terminan y se disponen a volver de nuevo a casa de la señora, el médico les suelta una humorada: "la próxima vez tendremos que ir a medias con el dinero".






    Con las mil pesetas, Segundo y Chirri compran dos jamones, contratan a unos músicos callejeros y van a agasajar a Marta a la Pensión. La cruda realidad se ha impuesto y Marta ha fallecido. Segundo queda deshecho. 






    Todavía regresarán a Las Navas, el café en el que se unieron para correr sus aventuras. Leocadio Mejías está allí sentado, escribiendo. Segundo le invita "a tomar lo que quiera" a través del camarero y una voz en off nos permite escuchar sus pensamientos en un mensaje que, además de las escenas de la Virgen del Puerto, fue impuesto para que la película saliera adelante:

"acepté la invitación de aquel desconocido, él me relató todo esto que acabáis de ver. Pequeña historia vulgar pero (que) oculta en su sencillez la impenetrable justicia De Dios marcando el minuto exacto de cada suceso, ese minuto que puede ser para todos en cualquier momento el comienzo de una vida mejor. Y abandonamos aquí a nuestros personajes abiertas en su alma las puertas a una nueva esperanza."            

 

"Ya no queda nada que hacer aquí en Madrid. Mañana te vienes conmigo a Cáceres." "Lo que usted mande". "Mañana tomamos el tren".


        A Ana Mariscal le soplaron que la Junta de Calificación consideró su película "como un tiro e la barriga". En consecuencia, aquellos impresentables calificaron la película como de tercera categoría y limitada a "mayores de 16 años", que era un modo elegante de darle la patada y arruinar a su promotor. Además, imagínense, para rebajar la dureza de la calificación y que pasase a ser autorizada  "para todos los públicos", de once rollos hubo de ser reducida a nueve. Respecto a la imposición del añadido final y la visita a la Virgen del Puerto, lo escrito en el informe no ofrece dudas: "Se espera que de ese modo la película tenga otro mensaje, "elevando la tónica moral de los personajes y dándole un nuevo final más de acuerdo con nuestra moral católica." 




     Mientras tanto Severiano Población se volvió a Cáceres donde siguió como constructor. Su obra magna y que le llenó de orgullo fue la construcción en su ciudad de una sala de Cine. Tras muchos desvelos consiguió que se abriera al público el 13 de junio de 1963. Aquel fue el Cine de Verano de San Blas, en el barrio del mismo nombre. Y la primera película que se proyectó fue... la suya propia. ¡faltaría más!

        El estreno tuvo lugar en el cine Rex de Madrid, el 4 de Febrero de 1953 y después en el Postas, y el Cinema Chamberí, entre otros. ¿Y la crítica? Pues hubo de todo, pero en general más alabanzas que reproches, aunque se aprecia en los cronistas una sorpresa, desorientados ante algo que no se esperaban, que no saben cómo nombrar. En definitiva les gusta, porque es real y llama a las cosas por su nombre. Y toda la crítica, unánimemente, elogió la fotografía de Valentín Javier. Durante un tiempo, el matrimonio distribuía la película por Madrid y parte de España, del siguiente modo: él iba en moto a negociar la posible proyección; ella le seguía en el coche con las latas de la película. Ayudaba mucho el gancho de que en caso de ser contratada la proyección, Ana Mariscal hacía antes una presentación ante el público. Lo mismo sucedió en Cáceres, con la colaboración de Severiano Población.





    Y hasta aquí esta Entrada ¡que hace la número 60.! Muchas gracias a los autores de las casi 20.000 visitas y especialmente a los SEGUIDORES cuyo número proporciona ánimo y energía a la máquina que mueve el Blog. Esperamos que les hayan entretenido las anteriores Entradas y continuar con nuestra labor, para que no se olvide el buen Cine Clásico Español y aquellos que lo hicieron posible. 

         




 

             














   



LAS HERMANAS RUIZ

 

        

Tragicomedia policíaca sin mayor interés que el de
 reunir en la pantalla a las tres hermanas. 


           Esto de las tres hermanas ya lo sabía la mayor parte de los lectores, estamos seguros, pero el motivo de empezar por aquí, por esta singular conjunción de actrices y a la vez hermanas, era repasar sus carreras individuales tanto cinematográficas como teatrales y  también hablar -algo- de sus vidas privadas. La película es de 1963 y ya entonces supuso un fuerte reclamo el presentarlas por primera y única vez trabajando juntas; por aquel entonces las tres gozaban ya del favor del público.

     Las hermanas Ruiz Penella no fueron tres, sino cuatro. Emma Penella (Manuela Ruiz Penella) fue la mayor, nacida en Madrid en 1931; vino después Elisa Montés (Elisa Rosario Ruiz Penella) nacida en Granada en 1934 y la tercera de ellas, María Julia Ruiz Penella, nacida en 1937 entre Elisa y Terele Pávez (Teresa Marta Ruiz Penella), María Julia se mantuvo alejada de focos y bambalinas (y de España, porque casó con un militar estadounidense y marchó a los USA). La menor, Terele, nació en Bilbao en 1939. En el momento de escribir esta Entrada, únicamente sigue viva Elisa, a quien deseamos muchos años más entre nosotros.


De izquierda a derecha....Terele, Emma y Elisa.


         Existe una versión muy extendida sobre el origen de sus diferentes nombres artísticos: Al parecer no hay duda sobre la implicación de su padre, Ramón Ruiz Alonso, como denunciante de Federico García Lorca, propiciando así su detención y asesinato. Este hecho habría provocado que cada una de las hermanas, por vergüenza, tomase un nombre artístico bien diferente de aquel infamante Ruiz. No estamos muy de acuerdo con tan kafkiana explicación y aclararemos el porqué con un par de argumentos: Creemos que el motivo no fue la vergonzante conducta de su padre, sino el evitar llamarse todas Ruiz, como nombre artístico antepuesto a su nombre de pila. Difícilmente, habiendo nacido todas a caballo de la Guerra Civil española, hubiese supuesto lacra alguna llevar aquel Ruiz de apellido. Y tampoco en sus respectivos debuts artísticos, acaecidos todos ellos en los primeros 50. Además, hasta bien entrados los años 60 (siempre del pasado Siglo) no teníamos por aquí a Ian Gibson, cuyo estudio sobre la muerte del poeta tuvo que esperar mejores tiempos; nadie nombraba para nada el Barranco de Viznar y la voz de Ruedo Ibérico sonaba muy lejos. En todo caso, sí hubo gente con buenas intenciones y valor, como los -entonces- jóvenes juglares del grupo Aguaviva (Cada vez más cerca. 1970).  El hecho es que nuestras tres hermanas, revolviendo en el baúl familiar echaron mano de su abuelo materno Manuel Penella Moreno, compositor de música popular y concretamente de la célebre zarzuela El Gato montés.


Los abuelos maternos, Manuel Penella
Moreno
y Emma Silva Pávez.


        Hoy en día la Zarzuela no está de moda, pero en la juventud de nuestras protagonistas, sí. Y los nombres de obras y compositores eran tan populares como los del balompié en nuestros días. De este modo nacieron para la historia de nuestro cine Emma Penella, quien utilizó su segundo apellido igual al de sus abuelo y bisabuelo compositores; Elisa Montés (el Penella ya estaba pillado así que tiró mano del gato zarzuelero) y por fin Teresa, quien tuvo que conformarse con el segundo apellido de su abuela materna, la esposa del compositor, convirtiéndose en Terele Pávez. Ninguna de las tres se acogió al Silva, primer apellido de la citada abuela y nombre artístico de su tía, la célebre tiple cómica Teresita Silva o quizá por eso, su fama y personalidad debió influir en las tres. El siguiente argumento por el que no nos creemos esa explicación tan políticamente conveniente es que su tío Manuel Enrique Penella De Silva, fue un falangista de pro (en 1940 le enviaron a Berlín como Jefe de Falange en el país germano y fue corresponsal de El Alcázar). Después se desdijo, como es sabido, y se convirtió en un activo anti-nazi. De modo que esperamos haber despejado esas paparruchas. 

 

Teresita Silva.


        Empezaremos por Emma, la mayor. En 1949 y siendo una colegiala, además de conseguir meterse como meritoria en el María Guerrero, se puso por primera vez ante las cámaras como doble de luces de Amparito Rivelles en La duquesa de BenamejíLe llegó su debut profesional en una película de exaltación de los valores castrenses de La Legión (Truhanes de honor, estrenada en 1952). Sabemos por García Maroto, su director, que se rodó en Dar Riffien, en el entonces Marruecos español y que Millán Astray - visiblemente enojado por lo de "truhanes" y con el pistolón sobre la mesa- les entregó una cuartilla con las enmiendas que debían realizar en el guión. Al final hubo película, muy del gusto de la época, pero un incendio en Madrid Film destruyó años después los negativos de imagen, de sonido y positivo, privándonos para siempre de ella porque como es sabido, las copias que viajaban por toda nuestra geografía, de sala en sala, terminaban estropeadas y perdidas con los años. De modo que no podremos ver el debut de Emma a sus 21 años. A no ser que aparezca una copia por ahí...





        Su gran oportunidad surgió poco después, con un papel secundario en Los ojos dejan huellas (1952) de Sáenz de Heredia. Los protagonistas, además de nuestro Julio Peña, fueron los italianos Raff Vallone y Elena Varzi, quienes después contrajeron matrimonio. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió a la Película, al Director, al Guión...y a la mejor actriz secundaria: Emma Penella. También el Sindicato Nacional del Espectáculo premió el film; quien sabe si porque en el film se exhibió a los moros a caballo de Franco en un cambio de guardia a la española. 






          Y ha llegado el momento de hablar de la voz de Emma y los doblajes. Su voz, tan particular, estaba causada por unos nódulos en su garganta que la obligaron a pasar varias veces por el quirófano. Se ha repetido muchas veces que siempre la doblaban porque no gustaba su voz. No es del todo cierto: mayoritariamente, la voz de Emma que escuchamos en sus películas es la suya, pero sí hubo doblajes ocasionales impuestos por no sabemos qué motivos. Por ejemplo en esta su primera película: la dobladora fue María Teresa Campos. Elsa Fábregas lo fue en otras cuatro ocasiones, pero salvo en alguna  película más no llegaron a 10 los doblajes en una filmografía que pasa los 60 títulos. 
 
           Siguiendo su trayectoria profesional, y con varias -seis- películas por en medio, la volvemos a ver como Marga (y con su propia voz) en Cómicos (1954) de José Antonio Bardem. Esta película que nos recuerda el mal viajar de Luces de Variedades (1950 Fellini) o la encarnizada lucha por reinar en el escenario de All about Eve (1950 Mankiewicz) es además de lo mejorcito del hijo de Rafael Bardem. Hablando de otra cosa: en otra ocasión trataremos el tema de las traducciones, como ese hortera "Eva al desnudo".


Esta Marga que mira la función desde las bambalinas
 tiene ya toda la fuerza que imprimirá a sus personajes.


      
     


        No vamos a detenernos en todas sus películas, pero hay dos, inmediatamente posteriores, que nos muestran ya una Emma protagonista, en las que se evidencia su calidad interpretativa y la agridulce firmeza que imprimía a sus personajes. La primera de ellas es un policíaco de Nieves Conde: Los peces rojos (1955) para la cual se contrató como co-protagonista al mexicano Arturo de Cordova, figura importante del Cine internacional. En Julio de 1955 y a punto de regresar a su País, concedió una entrevista de dos páginas a Primer Plano, en la que nombra España por arriba y por abajo, nos cuenta que sus padres eran gallegos emigrantes, que Nieves Conde es un director estupendo, que el ayudante de Dirección y mozo para atenderle en todo momento durante su estancia de tres meses ha sido eficacísimo....pero no nombra a Emma Penella -ni a nadie del resto del equipo- para nada. Suponemos que entonces las cosas eran así. Por no nombrar, no dice ni el título de la película.   


Qué cara pondrían Productor y Director al leer la entrevista, llena de elogios hacia España y los españoles y ni una palabra sobre su trabajo.



    La siguiente película, ya en 1956, fue decisiva en la carrera de Emma Penella y un hito en el Cine español de la época. Hablamos de Fedra (dirigida por Mur Oti) con ella de protagonista. Oficialmente, la película era una revisión del mito de Séneca, Fedra, hija de Minos y Pasíafe, pero trasladado a un pueblecito de pescadores de la costa levantina. Rodada en Barbate, Fuengirola y Estepona, es en realidad una especie de matryoshka: Fedra-Estrella es una joven de exuberante belleza que vive en un pueblecito costero, acosada y piropeada por todos los machos en celo y a la vez criticada por todas las viejas...y esto sucedía en aquel 1956 dentro de un País en el que todos los varones hétero estaban más salidos que un balcón y si había una joven guapa y desenvuelta era acosada, deseada.. y víctima de todos los cotilleos seniles. El éxito de la película se basó en eso: Emma Penella atrajo a las salas del País a un montón de gente a la que importaba un bledo el Teatro, la Talía esa y los mitos griegos, el ya reputado actor Diosdado y el popular Vicente Parra. Lo que querían era comprobar lo maciza que estaba la Penella y lo tolerante que había sido la Censura. Pero sí: todo un éxito. ¡tiempos aquellos!





        Y cómo no: Emma tuvo el Premio a la mejor Actriz del C.E.C. por su interpretación. Película y actores viajaron a Grecia, País muy interesado en la recreación de sus mitos culturales, y la fama de la actriz creció como la espuma. Por cierto, Emma se llevó a su hermana Elisa. Las dos habían de coincidir en varias películas posteriores. 




                     
        
        En 1957 Emma lleva ya 13 películas. Antes de terminar los años 50 participará en cuatro producciones más. De entre ellas queremos destacar Un marido de ida y vuelta, del mismo 1957. Dirigida por Luis Lucia (por favor, no digan Lucía); esta obra de Teatro de Jardiel Poncela, con su particularísimo humor, ya había sido un éxito clamoroso antes de ser llevada al Cine. Además de una hábil dirección y el  desempeño de los protagonistas Emma Penella Fernando F. Gómez, es también una muestra del buen hacer de nuestros secundarios. Quizá ahora, que se respeta más la figura de Jardiel y parece que le han levantado el castigo por no ser bastante rojo, sea el momento de verla y disfrutarla. Emma está estupenda. 



 


        Hasta La cuarta ventana (1963) por la que nos hemos asomado  para hablar de las hermanas Ruiz, Emma participó en numerosos rodajes y con frecuencia en papeles protagonistas. No nos vamos a extender demasiado: Casi siempre eran papeles trágicos y quizá el más significativo fue el de Juana en El amor de los amores (1962), dirigida por Juan de Orduña (no lo puede negar) y que juntó de nuevo a Emma con el mexicano Arturo de Cordova, redondeando el reparto Jorge Mistral. Se trata de un drama rural al que no le faltan tintes religiosos;  nos presenta a una señora estupenda casada con un hombre mayor y además ciego. Aparece un aventurero y...se desatan las pasiones aunque, como era normal en aquella época y pese a que llegan a escapar juntos, terminan recibiendo su merecido castigo con los renglones torcidos y todo eso.



        El mismo año 1963 verá la luz una de las películas más populares y -entonces- controvertidas del Cine Español: El verdugo, dirigida como todo el mundo sabe por Luis Gª Berlanga. En ella, Emma   encarna a la perfección a Carmen, la hija de Amadeo (Pepe Isbert), el ejecutor. Por aquel entonces, gran parte de las jóvenes influenciadas por la sociedad y por la Iglesia, debían cazar o pescar marido; sólo como esposas y madres su vida continuaría teniendo algún sentido y la necesaria seguridad. Los otros caminos eran vías muertas: o el convento, o el lupanar, o una vida tras los visillos.  Aquí, la Penella recrea un personaje lleno de ternura, inocencia y también determinación: no es nada fácil para ella encontrar a alguien que la acepte como hija de un verdugo. No se trata, como en tantos y tantos papeles anteriores y posteriores, de una mujer que toma lo que quiere; aquí acepta feliz lo que la vida le ofrece. La película, multi-premiada dentro y fuera de España distinguió especialmente la interpretación de Emma. Valdría la pena dedicar una Entrada exclusivamente a este film. Fue también este 1963 el año de su accidente de automóvil con Paco Rabal, que dejó a éste con el rostro desfigurado de por vida. 
      




       

         Llega 1966 y con él dos películas que siguen sacando partido de esa Emma capaz de encarnar personajes duros como el pedernal. La primera de ellas La busca, dirigida por Angelino Fons que adapta la   trágica novela de Pío Baroja, ambientada en los desbaratados arrabales del Madrid de 1.900. Ni siquiera la presencia de una jovencísima Sara Lezana consigue romper la dureza de este film en el que, de nuevo, Emma Penella encarna a una desesperada más de los bajos fondos, revuelta con elementos de la peor extracción social.
 


 


        La segunda película de aquel año fue Lola espejo oscuro. Dirigida por el debutante Fernando Merino (con el apoyo de Sáenz de Heredia) adapta una novela de Darío Fernández Florez. En dicha obra se trataban las andanzas  de Lola, una prostituta de lujo en el Madrid de los años 60. Y para regocijo del morbo nacional la película venía que ni pintada. Una vez más, nuestra Emma tiene que sacar dureza y desparpajo en su interpretación, dando vida a un personaje al que lo único que le interesa es conseguir la pasta de sus clientes de altos vuelos. Tampoco era ni será la única. 

         En 1967, si no andamos errados, Emma Penella se casó con el Productor Emiliano Lapiedra, con el que tuvo tres hijas: Emma, Lola y Emiliana. Nuestra Emma siempre dijo que se había casado por amor y que Emiliano fue en todo momento el hombre de su vida.


Con su marido y sus hijas: Emma, Lola y Emiliana.

  

        Nos vamos a detener en 1970 con otra de sus películas. Se trata de Fortunata y Jacinta, una digna adaptación de la célebre novela de  Benito Pérez Galdós. La dirigió Angelino Fons y la produjo Emiliano Lapiedra, adelantándose 10 años a la célebre serie para TVE que dirigiera Mario Camus, muy bien hecha, por cierto. Con todo, recibieron tanto Emma como la película, numerosas distinciones.


                       

        La cinta de Angelino Fons, con todo su buen hacer y sin perder de vista que diez años de entonces eran mucho, quedó arrollada por la serie de Camus:  un formato serie de 10 capítulos da mucho más de sí a la hora de adaptar un novelón como el de Galdós; el reparto de la serie no pudo ser más acertado y los personajes/actores mejor escogidos, salvo en el caso concreto de Fortunata. Tal y como la describe el autor de la novela, Fortunata es Emma Penella. Demasiado tarde ya para dar la imagen que le venía como anillo al dedo en la película. 






Emma Penella (Fortunata) coincidió en la película
 con su hermana Terele Pávez (Mauricia"la dura")
  

        
        Para los límites temporales de este Blog poco más hemos de añadir. Ahí quedan las películas que fueron importantes y que ahora despiertan escaso interés. Hasta su muerte en 2007 con 76 años siguió trabajando, haciendo Cine y sobre todo Televisión, con trabajos adaptados a su edad y desempeñados impecablemente, entre los que destacan los 91 episodios de la serie Aquí no hay quien viva. Ese material resulta fácilmente accesible para cualquier aficionado. Por último, no podemos terminar su semblanza sin recordar que, además de los muchos premios que acumuló a lo largo de su carrera, se le concedió la Medalla de Oro a las Bellas Artes en 1997.       



Elisa Montés.

     
        Debemos seguir adelante y vamos con la segunda de las hermanas: Elisa Rosario Ruiz Penella, conocida en el mundo del Cine y el Teatro como Elisa Montés, nacida en Granada en 1934. Debutó en el Cine en 1954, con la película Elena. Ese mismo año se puso ante las cámaras en dos películas más: El mensaje y Once pares de botas. De su trayectoria profesional hemos de destacar varios aspectos: El primero de ellos, su proximidad al clan profesional de los Ozores que le proporcionó amor, cine y televisión; el segundo es su maleabilidad como actriz que la llevó muy temprano más allá de nuestras fronteras a participar en películas de variado género y en numerosos westerns; y el tercero su gran capacidad como actriz de Teatro. 
        Vamos con el clan de los Ozores. El primer contacto del que tenemos noticia se produce en la película La vida en un bloc, dirigida por Luis Lucia en 1956. En ella coincide, casi de refilón con José Luis Ozores. Ese mismo año viaja a Italia para hacer una comedia (Noi sismo le colonne) que aquí se tradujo como Adiós juventud.




     Por entonces, aquello de ser contratada para rodar en Italia no era cualquier cosa y además abría puertas, como se verá más adelante. Coincide en el film con Vittorio de Sica (al cual atraían poderosamente las españolas) y con Franco Fabrizi quien ese mismo año puso de los nervios a Berlanga durante el rodaje de Calabuch.
        Al año siguiente, Elisa coincide con su hermana Emma en el rodaje de El batallón de las sombras, un film machista presentado como todo lo contrario. Lo mismo sucederá con Eva 63 (1963). Y un año después, en 1958 bajo la batuta de Pedro Lazaga, protagoniza El aprendiz de malo, flanqueada por José Luis y Antonio Ozores.


Aprendiendo a lavar en el río...


         Parecido reparto presentó la película El puente de La Paz, pero esta vez ya con los tres hermanos. La dirigió Rafael J. Salvia, por lo que la presencia de Mariano fue la de mero actor. 


Elisa Montés y José Luis Ozores en una
 secuencia de El puente de La Paz.

        
        1959 será un año pleno en acontecimientos cinematográficos y sentimentales para Elisa. Por un lado, protagoniza el film Las dos y media y...veneno. Es una película clave porque ya la dirigió Mariano Ozores. El reparto reunió a Elisa con José Luis y Antonio Ozores y...con su hermana Terele Pávez.




         También será el año de su compromiso con Antonio Ozores, que  se materializó en boda al año siguiente. El público se quedó un tanto desconcertado, porque era Jose Luis -y no Antonio- el antihéroe eternamente enamorado de Elisa en todas las películas. De los dos hermanos, Antonio daba siempre la nota cómica de caradura desenvuelto, mientras que José Luis basaba su comicidad en la cortedad y timidez, con tartamudeo incluido si venía al caso.

 



        En 1960 otra película que solo podemos entender en la España de entonces. Vino un japonés -Toshio Masuda- y rodó un film que venía a ser una mezcla de samurais y toros de lidia. Por supuesto, salvo alguna excepción, se trajo todo el equipo y fueron escasas las contrataciones de actores y actrices españoles. Una de ellas fue Elisa.


"El hombre de los toros".


   
     Siguió trabajando en colaboración con el clan Ozores, ahora ya casada con uno de ellos. El siguiente film que salió de tan curiosa asociación familiar fue Salto mortal de 1962.


                        
  

           Dirige Mariano, actúan José Luis, Antonio y su joven esposa; también hay un papel de camarera para la hermana pequeña: Terele Pávez.
 La cinta viene a ser un drama circense de ambientación rural, con el proceloso trapecio, imán para el público pero fuente de rivalidades, y una muchacha en silla de ruedas. A destacar el papel de ilusionista cara dura de Antonio Ozores, brillante siempre en tantísimas películas. Unicamente Tony Leblanc podía disputarle aquella jeta hecha de profesionalidad e instinto aprendidos en la calle.
 

Terele y José Luis en Salto mortal.



        Uno de los últimos films que reunieron a Elisa con el clan Ozores fue Suspendido en sinvergüenza, en 1963. La película presenta la tesis de lo difícil que resulta a una buena persona comportarse como un sinvergüenza sin escrúpulos. Ejem...
 


            
          Hasta el final de la década de los sesenta, Elisa hará todo tipo de cine: producciones nacionales y mucho spaghetti western -unos 15 aproximadamente- fruto de sus contactos en Italia que la hicieron  allí muy popular. También estuvo rodando en Alemania películas de espías, aventura y misterio. Además, su presencia en TVE era cosa corriente. Durante esos años participó en la programación de Estudio 1, Teatro de siempre, Teatro de Humor, NovelaGran Teatro, y lo que es más importante: en la TVE supuestamente aperturista. Vamos a explicarnos: Durante los años 60 las gentes que hacían Televisión tenían la boca bien cerrada, pero se dieron unos casos que podemos agrupar bajo la denominación de bocanadas aperturistas: la Censura las permitía porque ofrecían al exterior una imagen liberal (incluso se las premió en algún Certamen fuera de España); sus avispados y sobrevalorados creadores alcanzaban altísimas cotas de popularidad entre los televidentes y éstos se iban a la cama pensando que algo estaba cambiando. Vienen a cuento porque Elisa estuvo en el reparto de alguno de ellos. Vamos a repasarlos, porque no fueron muchos: Historia de la frivolidad en 1967 y El irreal Madrid en 1969; algo más tarde, en 1972 y sin Elisa, La cabina, con su famoso mensaje subliminal.

Jefa del salero en el Irreal Madrid.
 Cortijera en Historia de la frivolidad.





        En 1968 sucedieron muchas cosas. El matrimonio con Antonio Ozores se deshizo. Por acuerdos o desacuerdos de la pareja, la hija de ambos, Emma Ozores, que contaba siete años de edad se fue a vivir con su padre. Aquí no hurgamos en los entresijos de las familias, pero la célebre coletilla de Antonio Ozores: "!No hija, no.!" debió ver la luz por aquel entonces. Coinciden numerosas versiones en que Emma era una niña difícil. Nosotros añadimos: "Cómo tantos otros"; Después crecen, cambian, y todo se olvida. No hace falta añadir lo que todo el mundo sabe sobre esta magnífica actriz y su trayectoria profesional, continuadora de la saga.


Emma Ozores.

            
        En mayo de aquel mismo año falleció José Luis Ozores, alias  Peliche, después de luchar durante mucho tiempo con una esclerosis múltiple que lo confinó en una silla de ruedas y se lo llevó poco a poco. Ojalá hubiese podido vencer a la enfermedad con un K.O. como el que propinara al boxeador Molina. Toda España lloró su pérdida.




         Dos años antes se había estrenado la película Hoy como ayer, que fue un poco de todo: su despedida de los platós actuando ya sentado en todas las secuencias, el trabajo de sus hermanos y la despedida de muchos actores que están en el reparto por cariño y amistad. Si deciden  verla, sean ustedes condescendientes; El guión es malo y a los dos hermanos -Antonio y Mariano- se les ve ya el plumero del cine casposo-baboso que harían más tarde en la Transición. Los actores, genial.


¡Querida Concha!
 También ella quiso salir y cantar en Hoy como ayer.



     José Luis dejó tres hijos: Adriana y los gemelos Mariano y Pelayo.  Al igual que su prima, Adriana también quiso ser actriz. Lo es. Y de las buenas.
 



        Vinieron después otras películas, con chulos, ambiciosas, fulanitas con y sin menganos, guateques y polvos mágicos; fue el cine que arranca un poco antes de la muerte del dictador, que se prolongó durante bastante tiempo después y que tanto nos avergüenza. En honor a la verdad no todo fue así: Elisa tuvo el papel de madre de Bea en Verano Azul, serie por la que se han interesado los servicios de espionaje de varios países como herramienta para hacer confesar a sus presos a base de hacérsela ver cien veces seguidas: En cuanto se escucha la sintonía, comienzan a largar. 

    Por último hablaremos del Teatro. Elisa Montés hizo Teatro y lo hizo muy bien. Ejemplos pueden ser El baile de los ladrones de 1960 o La noche de los cien pájaros en 1972. Pero hemos de referirnos a Las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos. En 1983, su autor el P. Martín Descalzo confió a Elisa y su Compañía la obra mencionada.
  


  
        
     En el momento de escribir esta Entrada, Elisa Montés, es la única de las tres que sigue viva con 88 años. A lo largo de su vida profesional recibió bastantes distinciones, pero queremos destacar los recibidos por el C.E.C. en 1954, el de Mejor Actriz en la Seminci de 1956, otro del Sindicato Nacional del Espectáculo en 1975 y un Premio Especial del Almeria Western Film Festival en 2017. 

        
    Y vamos con Terele (Teresa Marta Ruiz Penella), la menor de las tres hermanas.

Debut en Novio a la vista como Pecas. 1954

    

       Ya la tienen Vds. ahí: en el reparto de Novio a la vista. Había nacido 15 años antes en Bilbao. Al parecer comenzó haciendo Teatro y  una vez metida en ese mundo, tuvo una discusión con Miguel Narros: éste la abofeteó y ella le denunció obteniendo una sentencia a su favor. Sigamos con el Cine: Unos años más tarde -en 1959- fue Manuela en Quince bajo la lona, una comedieta sobre los amoríos, sueños y trapisondas de unos aspirantes a alférez durante su estancia en el campamento. Y ya tenemos a Terele lanzada, porque ese mismo año participa en dos películas más: Las dos y media y veneno, en la que coincide con su hermana Elisa y el clan Ozores y como Pili en Tenemos 18 años

Las dos y media y veneno: "chica morena en consulta veterinario".
Por aquel entonces podría hacerle sombra a sus hermanas.


Con Isana Medel (dcha) en Tenemos 18 años.



        En 1962 la encontramos de nuevo en Salto Mortal, compartiendo reparto con su hermana Elisa:


Camarera en Salto mortal.


        
          Tras La cuarta ventana, película de 1963 que ya hemos glosado aquí, comenzó la que sería una carrera dedicada a la Televisión. Hizo Primera Fila (1963), Estudio 1 (1966/1967), Fábulas (1968), Teatro de Siempre (1966), Juan y Manuela (1974) El Teatro (1974) Novela, Cañas y Barro (1978), Noche de Teatro, La barraca (1979), y un largo etcétera. No obstante, seguía haciendo cine y en 1964, por ejemplo, aparece en dos películas: El espontáneo y La boda era a las doce, protagonizada ésta última por Concha Velasco y Pepe Rubio

        En 1970 participa en el rodaje de Fortunata y Jacinta de Angelino Fons en papel de Mauricia "La dura", como ya ha quedado dicho más arriba al hablar de su hermana Emma


Mauricia "La dura" camelando a la monjita carcelera.

        
        Vinieron después varias películas, como El día de la bestia en 1995, y el año siguiente una Celestina que provocó los mayores elogios de la Crítica pero que no llegó a optar a los premios Goya. Hizo también varios capítulos de la exitosa serie Cuéntame cómo pasó, y en 2013 se puso ante las cámaras para hacer de Maritxu en Las brujas de Zugarramurdi. Para nosotros, la mejor Terele está hincada en el corazón de Régula, personaje de Los santos inocentes dirigida en 1984 por Camus. Su capacidad de encarnar el personaje es una cualidad más bien escasa en nuestros días. Y no hay ningún secreto: En cuanto sale en la pantalla te olvidas de que es Terele y es Régula


Régula (Terele) en Los Santos inocentes.

Ya los conocen Vds, pero por si acaso: de izquierda a derecha Terele, Camus, Juan Diego, Alfredo Landa y Paco Rabal. La foto se tomó en Cannes en 1984. Se les ve muy contentos porque se trajeron premios ex aequo al mejor Actor para Alfredo Landa y Paco Rabal. Desgraciadamente ya están todos muertos. ¿Quién tomará tan precioso testigo?

           

        Si examinamos la carrera de Terele, salta a la vista que ha brillado más en el Teatro y en la Televisión. Aunque madre natural del Teatro, la Dramaturgia también comparte, y mucho, con las series televisivas. También con el cine, pero menos. Durante los años 60 y 70, pisó las tablas en varias ocasiones, aunque seguía con apariciones esporádicas en TVE. En 1964 con Diálogos de la Herejía, de Agustín Gómez Arcos; en 1968 con La casa de las chivas, de Jaime Salom y ya en 1978 con La Celestina en la versión de Cela. 






Con Paco Valladares en La casa de las chivas.



        En cuanto a la vida privada de Terele, y teniendo siempre el respeto como inspiración de cuanto digamos, tenemos noticia de que mantuvo cierta relación con el pintor Ruiz Balerdi a mediados de los años 70. Poco después se casó con el editor José Benito Alique y tuvieron un hijo: Carolo, nacido en 1973 y tristemente fallecido en 2022. Madre e hijo estuvieron siempre muy unidos porque tras la disolución de su matrimonio, Terele lo crió sola. Su ex se volvió a casar, nada menos que con la entonces Ministra Cristina Alberdi, pero en los años 80 este hombre pasó a mejor vida. Poco antes del accidente vascular que se la llevó por delante en 2017, Terele había llorado el fallecimiento de su hermana Maria Julia (la de los Estados Unidos). Diez años antes, ya tuvo que decir adiós a Emma. Con todo, las vueltas de la vida le evitaron el doloroso trance de perder un hijo, porque Carolo apenas la sobrevivió cinco años, y no llegó a cumplir los 50. 



 
        Nos queda hablar de los galardones que Terele recibió a lo largo de su vida y que -se supone- premian los trabajos bien hechos. Vamos allá, y si nos dejamos alguno, seguro que ella nos lo perdona: de 6 nominaciones en los Premios Goya a la mejor actriz de reparto, se le entregó el del año 2013 por Las brujas de Zugarramurdi. La Unión de Actores fue más generosa: En 1996, premio a la mejor protagonista por La Celestina. En el año 2000 mejor secundaria (cine) por La comunidad. En 2002 premio a la mejor secundaria de televisión por Cuéntame cómo pasó. El C.E.C. la distinguió en 2013 como actriz de reparto por Las  brujas de Zugarramurdi. El mismo año e idéntico galardón le fue concedido en los Premios Sant Jordi. También, años antes, la distinguieron como mejor actriz española por su papel en La Celestina.

 

Teresa Marta Ruiz Penella. Terele Pávez. 



        Y hasta aquí casi toda la vida y obra de estas tres magníficas actrices. Un orgullo para nuestro Cine.