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LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS

 



            Aquí estamos de nuevo con una obra de Edgar Neville. Varias veces nos hemos ocupado de su cine y siempre quejándonos del trato que se le ha dado a su trabajo o al de otros buenos cineastas en función del pito que tocaran. El oportunismo de la izquierda y la torpeza de la derecha han permitido que al ciudadano se le hurte un cine que no por antiguo, o por estar rodado en blanco y negro, o por haberse hecho en una época en concreto o por ser su realizador un señor de derechas, merece ser ignorado. Tenemos películas hechas durante el franquismo que en otros países serían objeto de culto y orgullo, una deuda con el pasado que provocaría exhibiciones y homenajes de todos; pero aquí no. Aquí la cultura cinematográfica ha estado con frecuencia en manos de gente cuyo talante reunía la peor combinación: la ignorancia mezclada con el revanchismo, pero eso sí: sin haberse mojado el culo. Mientras tanto, las alharacas de los premios de Juan Palomo llenan los televisores de glamour y famoseo, vestidos largos y caras guapas con los que ocultar que ese recibimiento a los americanos, los sueldos pagados a tanta gente, alquileres, decorados y comparsas, más las subvenciones para tanto cine de dudosa calidad salen de los bolsillos de todos. Los espectadores se sienten así un poco más californianos, sobre todo si se homenajea a alguien que venga de allá y pronuncie su discurso de agradecimiento en inglés. En esa Ceremonia, remedo casero de lo que acontece en el Teatro Dolby de Hollywood, se premia las lechugas más presentables dentro de la cosecha de cada año, plagada de cascajos. De paso, si hay que vender las berzas marca El Zorro, se ponen en un sitio preferente del mostrador. 

    Esta Entrada -como la mayoría de las publicadas hasta ahora- está dedicada a los aficionados a nuestro Cine Clásico que sin ser entendidos ni críticos, aprecian las buenas obras y saben situarse en el contexto histórico de su rodaje, que conocen el alcance y el peso de la historia a la vez que reconocen un buen actor. Y ahí queríamos llegar, porque La torre de los siete jorobados es, para algunos aficionados, de las mejores películas del Cine español. 

    Sobre la historia que cuenta La torre de los siete jorobados hemos de hacer algunas precisiones históricas y literarias que nunca están de más. Pero si quieren, se las saltan. Estamos en 1920. La editorial "Mundo Latino" publica la novela del mismo nombre de un escritor especialista en misterios, ocultismo, asuntos policíacos y tejemanejes del lumpen (Los muertos huelen mal, La calavera de Atahualpa): Emilio Carrere. En realidad, la obra había sido escrita con anterioridad por este mismo señor bajo el título de Un crimen inverosímil. La Editorial le dio la forma definitiva a su manuscrito con la ayuda entusiasta de un especialista en el género y pionero de la ciencia-ficción: Jesús de Aragón. Así nació esta obra desquiciada, madrileña, castiza y gótica a la vez, con sus ciudades subterráneas, sus personajes que "salen" literalmente de la luna de los armarios, conjuras y siniestros jorobados.







Emilio Carrere.

 
 


 

        Emilio Carrere, nacido en 1881, era todo un personaje. Aspirante a actor en su adolescencia y famoso por haber dilapidado una cuantiosa fortuna, ejercía de periodista en el Diario Madrid y adquirió cierta fama por loar el golpe de Estado de 1936 y el desfile de la victoria (nótese la minúscula). Era también Cronista de la Villa y al mismo tiempo deslizaba su silueta en plan teatral por las callejuelas del Madrid nocturno, siempre ataviado con chapeo y capa, perfumado por  el humo de su pipa. Él mismo aseguraba en una entrevista que "En Madrid hay muchos pasadizos subterráneos. Uno que arranca de esta casa precisamente va a parar cerca del Manzanares donde termina en una gran habitación pintada en negro. Hay muchos por el estilo y no sería extraño encontrar alguna sinagoga, una casa, una mezquita. Yo he hablado con arquitectos..." Entre los amigos de este piantado que diría Cortázar, con los que compartía tertulia en el Café Varela, nombraremos -por citar a alguno y para no aburrir con innecesarias erudiciones- a Alejandro Sawa, cuya figura inspiró a Valle Inclán al crear su personaje Max Estrella. Él y toda aquella gente honraron repetidamente a aquel Madrid que, tal y como intuían, no tardó en desaparecer. No nos vamos a enrollar demasiado porque a estas alturas habremos provocado ya el aburrimiento de varios cráneos privilegiados.


Edgar Neville y Emilio Carrere.


    Pasan los años y aquí entra Edgar Neville. Conocedor de la obra de Carrere, tenía una fascinación muy especial con Madrid, sus secretos y sus alamares castizos y costumbristas; sus leyendas, sus tipos de Carabanchel o sus chulos, majos y manolos que pululaban alrededor de Las Ventas. Decidido a llevar al Cine la novela de Carrere, echó mano del mejor colaborador posible para convertirla en Guión: José Santugini, quien después colaboraría felizmente y mucho con Ladislao Vajda. Como resultado, Neville consigue plasmar en una cinta la amalgama engendrada por Carrere, retocada por Aragón y repasada por Santugini y por él mismo. Acerca de todo lo que se ha escrito sobre la posible influencia del expresionismo alemán en las escenas de los jorobados trogloditas, del manierismo y demás minuciosidades como el parecido del villano con el Doctor Mabuse o el malvado Rotwang, no decimos ni que sí ni que no, simplemente dejamos el asunto en manos de los expertos, que suelen hacerle una autopsia completa a las películas que consideran interesantes. Lo nuestro es contarlas y rogar para que no caigan en el olvido.
 
Edgar Neville, Barreyre, Pepe Martín y Encarnita Jimenez escuchan
 las explicaciones de Santugini.





    Antes de encender el proyector nos falta decir que la película se estrenó en noviembre de 1944. En los créditos iniciales se da cuenta de que la produjeron España films y Judez films, de que la fotografía la llevó Enrique Barreyre y que los decorados fueron cosa de Canet Cubel; no se nombra -más adelante le haremos justicia- a Pierre Schild. Dura 81 minutos y sus principales actores son Antonio Casal, Félix de Pomés y su hija Isabelita (¿porqué aquella manía de las Isabelitas, Amparitos, Lolitas, Manolitas y tantas actrices hechas y derechas, estupendas, con sus nombres infantilizados?) Sigamos: Está el malo interpretado por Guillermo Marín y están también las eternas colaboradoras de Neville: Las Julias, Lajos y Pachelo. Redondean el elenco Antonio Riquelme, José Franco y unos cuantos jorobados, reales o simulados. Todos ellos dirigidos por el genial Edgar Neville.

    Se apagan las luces. Comienza la sesión: 

    El protagonista es Basilio Beltrán, un joven enamorado de una artista de variedades (La Bella Medusa) que, como sucedía a veces, en su lote oferta venía incluida la mamá. Se espera de Basilio que las lleve a cenar opíparamente y que pague la cuenta; costumbre ésta horriblemente anti-feminista aunque muy extendida. Esta mamá tiene apetito de tiburón y Basilio debe recurrir a los juegos de azar para poder costear lo que engullen entre las dos.
 

Antonio Casal, Julia Lajos y Manolita Morán.

  
       Nuestro hombre acude a un salón de Juegos con su humilde capital y prueba a jugarse a la ruleta la única ficha que ha podido comprar. Es este el momento en que hace su aparición el espectro de Robinson de Mantua, saliendo de un espejo en el vestíbulo del casino....


Magnífico Félix de Pomés
 y unos efectos especiales sorprendentes.

    
    ...ha puesto sus ojos en Basilio y con el bastón le hace las indicaciones precisas para que gane un montón de dinero. Como es un espectro, se aparece a quien le da la gana, de modo que es Basilio el único que le ve. 





    



    
    Apostando siempre al número 3 que insistentemente le señala Robinson, Basilio gana una pasta gansa. Acompaña a su benefactor hasta su casa. Éste, antes de despedirse, le cuenta que fue asesinado, que hay una banda de jorobados que se ocultan en el subsuelo de Madrid, que a él le asesinaron rebanándole el cuello y que secuestraron a su amigo Zacarías. (Antonio Riquelme). A cambio de sus favores con la ruleta, quiere que Basilio proteja a su hija Inés (Isabel de Pomés) que corre peligro y que rescate a Zacarías. Para todo ello debe penetrar en la torre de los jorobados, dedicados a falsificar dinero y capitaneados por el Doctor Sabatino, (Guillermo Marín) una especie de Moriarti a la española. Para sí mismo, lo único que pide el Señor de Mantua es recuperar su Venus de Milo, efigie de la que está enamorado hasta los huesos. 





    Al encontrarse con tanto dinero en los bolsillos, Basilio vuelve a invitar a las dos damas, que otra vez comen y beben sin tino. Él bebe más que come y termina yéndose a la cama con las tripas revueltas. Cuando despierta, se le aparece de nuevo Robinson de Mantua. Esta vez le insta a que acuda a su casa y prevenga a su hija, porque teme que Sabatino la esté hipnotizando. 



    Durante la entrevista aparece allí también el espectro de Napoleón Bonaparte (un magnífico José Franco), convencido de que le han convocado durante una sesión de espiritismo. Aclarado el error se marcha excusándose: a todo el mundo le da por llamarlo y quizá ha sido en otra casa de las proximidades. Con exquisita elegancia se despiden el uno del otro.



     Basilio acude a la Plaza de la Paja, donde se las compone para tropezar con Inés de Mantua, a quien debe proteger. Ya en su domicilio, y tras desconcertar al portero y familia preguntando por Robinson de Mantua, consigue disipar el recelo de Inés. Ésta intentará -sugestionada por Sabatini- matar a Basilio con un puñal. Durante el rodaje de esa escena, Isabel de Pomés se hirió de verdad en una mano.


El portero y familia observan a Basilio subiendo a la vivienda
 de los Mantua. El cuadro nos recuerda el paso de Neville por Hollywood.

     Ambos encuentran accidentalmente un papel en el estudio con un mensaje críptico que no saben resolver. Quizá se trate de una pista para aclarar la muerte del padre de InésBasilio contacta con su amigo el comisario Martínez. Éste le facilita la traducción y le acompaña al lugar indicado por el mensaje.








   
    Acude junto a su amigo Martínez al lugar en que supuestamente se encuentra el escondite. Se introducen en la casa con la ayuda del sereno y encuentran un laberinto de túneles, estancias y paredes falsas. A estas alturas, Inés ya ha sido secuestrada por el malvado Sabatini y llevada hasta allí. Los dos amigos se separan en el laberíntico escondrijo de los jorobados, pero es Basilio quien termina encontrando el arranque de la famosa torre invertida que se hunde en el suelo 40 metros. 


Pierre Schild utilizó para este trucaje una técnica de su invención,
 insólita para la época. (Basilio comienza el descenso)


     Al llegar al fondo de la torre, descubrirá los manejos de los enanos falsificadores de billetes, que intentan trajinar a una Inés desvanecida. También encuentra a un Don Zacarías que desvaría en su encierro, pero él termina enfrentándose a Sabatino y rescatando a su amada. La acción, trepidante, termina con el villano destruyendo los cimientos de su imperio que se hunde para siempre en las sombras. 
    






                 

    Todo termina felizmente como era de esperar. La pareja se ha enamorado, ¡faltaría más!. Robinson de Mantua ve satisfecho la felicidad de su hija; ha liberado a su colaborador Zacarías, ha vencido a Sabatini, ha desbaratado la pandilla de malvados jorobados y...recupera su amada Venus de Milo; con ella en brazos da paso en la pantalla a la palabra FIN.  

 





    Si no conocían esta película, ya tienen Vds. una idea. No dejen de verla si pueden. Es una rara joya de nuestro Cine, insólita en su época y a la altura de películas tan dignas como las de Tod Browning. 

    NOTA.- Esta Entrada está dedicada in memoriam a Rafael Chirbes, cuyos acertados comentarios sobre el Cine Español nos han resultado en todo momento muy inspiradores. 



 

  

    

 

    

IRREPETIBLES: FÉLIX DE POMÉS.

 



                    Ya se lo decíamos a Vds. en la primera entrega: ¿Que para qué El honor de Palencia? La respuesta es sencilla: Para divulgar nuestro cine, sus gentes y sus obras, o sea: "Poner al alcance del público algo". Y eso es lo que hacemos. Buscar en la Red, en las Hemerotecas, en los libros. Tratar de contactar con personas, sean familiares o sean profesionales relacionados con la persona cuya semblanza estamos construyendo, dotar a todo el material reunido de una línea narrativa...en fin: hacer el trabajo necesario para que los lectores tengan a su alcance el mayor número de datos. Nos dedicamos con especial cariño a los más débiles, por haber fallecido, por haber sido ignorados o ya prácticamente olvidados.  

        Si nuestros lectores tienen además la debilidad -o la inclinación- de aproximarse por curiosidad, cariño o  nostalgia al cine de nuestros pioneros, nuestra satisfacción será la suya. Las ansias de saber, de conocer, de aprender lo que se ignora, de descubrir, terminan cultivando a cualquier individuo, cuanto más a los expertos



            Como ya anticipa el título de esta Entrada, vamos a hablar de Félix de Pomés I Soler (1893/1969): Un personaje único, irrepetible; un artista cuya andadura por este mundo podemos calificar de singular.
            Félix nació en el seno de una familia de la alta burguesía catalana, con raíces en Santa Coloma de Queralt. Pelegrí Pomés Pomar (1862/1900) y María Isabel Soler Batlle (----/1898) residentes en la calle Trafalgar de Barcelona tuvieron cuatro hijos: Pelegrí, Rafael, Félix e Isabel, todos nacidos entre 1890 y 1895. El padre se había labrado una posición en el comercio importando todo tipo de géneros, en especial abonos -guano- y fosfatos. Desde su acomodada posición y como miembro de la Asociación Catalanista d'Excursions Cientìfiques, se dedicó a viajar publicando después sus experiencias.
 

Calle Trafalgar de Barcelona. Hacia 1900

  
            En el año 1900, cuando Felix de Pomés tenía sólo siete años, su vida familiar dio un vuelco por segunda vez: Su padre falleció sin testar, habiendo sobrevivido a su esposa apenas dos años, supuestamente arruinado y dejando cuatro niños a merced de la hacienda y la buena voluntad de sus hermanos. De ellos, sabemos de la existencia de una tía -Mercé-, y unos tíos: Rafael, químico y Benet -Benito- un prestigioso abogado que al parecer se hizo cargo de las deudas del finado y, que sepamos, de al menos una de las cuatro criaturas: Isabel. No nos alargaremos innecesariamente en detalles de su biografía, pero fue miembro de la Academia de Jurisprudencia, consiguió un titulito nobiliario de la Santa Sede y lo peor: actuó en 1910 como testigo en el proceso que terminó condenando a muerte a Francesc Ferrer i Guàrdia, dado su carácter de firme defensor de la fe y contrario a todo tipo de enseñanza laica.
        Volvamos a Félix. No sabemos cual de sus tíos o tías le acogió, pero sí que estudió interno en los Escolapios de Sarrià. Y que debió ser un alumno brillante, a juzgar por algún detalle de su actividad escolar que ha llegado hasta nosotros:




           También durante su época escolar se despierta en él la afición por los deportes. Comenzó a practicar el futbol en el equipo del Colegio. Cumplida la edad de acceder a la Universidad y al tiempo que prueba en las Facultades de Medicina y Farmacia -en las que se matricula y estudia algún curso- se une al equipo Universitario de fútbol (1911-1912), pasando después a un Club de vida efímera: el Casual Club. A partir de 1914 comienza a jugar en el Real Club Deportivo Español, primero de portero y después de mediocampista. Según su propio relato, el jugador Patricio del Irún le rompió la pierna izquierda durante un partido. Al no poder apoyarla con firmeza en sus otras actividades deportivas, se hizo zurdo artificial, lo que más tarde le supondría una ventaja como contrincante poco usual. 





         Durante este tiempo cursa y finaliza los estudios de Derecho. Fiel a su espíritu inquieto, durante los años 1913 y 1914 prueba suerte también en el mundo del boxeo aunque encontrará su más duradera dedicación deportiva durante la década siguiente, al convertirse en un consumado esgrimista, tanto en la especialidad de sable como en la de florete. De sus éxitos como tirador dan cumplida cuenta los periódicos de la época: Fue campeón de España en numerosas ocasiones y compitió en las Olimpiadas de París y Amsterdam (1924 y 1928 respectivamente) como miembro de la representación española. 

            
La fotografía corresponde al esgrimista cubano Ramón Fonst (izquierda),
coetáneo de Félix de Pomés, también olímpico, con parecida constitución física e
idéntico éxito con el brazo izquierdo. 

        
            Nunca ejercerá como abogado. Se inicia en el mundo del Periodismo colaborando con artículos y dibujos en El día gráfico de Barcelona y en Fígaro de Madrid, sobre todo escribiendo crónicas deportivas -especializado en el boxeo- e intercambiando correspondencia con algunos lectores. Y antes de que pasemos a hablar del Félix de Pomés actor, cuya carrera empieza ya en 1928, hemos de dejar constancia de otra faceta más de nuestro hombre: la de pintor. En 1926 expone con razonable éxito en la Sala Arenas de la Ciudad Condal. También en Madrid. He aquí una muestra de sus obras:

                                    

          Y hay algo más, un hecho que añade una nota de misterio a la vida del joven Pomés cuando contaba 31 años. El 10 de abril de 1924 nace en Barcelona una niña: Isabel de Pomés López. Sólo sabremos que es hija de Félix de Pomés y de una mujer apellidada López. La niña, bautizada con el mismo nombre de su abuela y de su tía, llegará con el tiempo a ser una cotizada actriz, reconocida por todo el mundo como heredera de las dotes artísticas de su padre y compartirá reparto con él en más de una ocasión. Pero acerca de la madre, de quién era, de su relación con el padre y de lo que fue de su vida, el silencio es absoluto. Ni la más mínima mención. Ni el menor rastro.

 


            Y llega el cine: La filmografía de Félix de Pomés como actor, que comprende en sus más de 75 títulos una enorme variedad, puede esquematizarse en varias épocas: En la primera, entre 1928 y 1929 lo encontramos en Alemania, donde participa en el rodaje de 5 películas producidas por ese País. 

 
Un fotograma de la misma.
Cartel de la película.

                 Segunda época: Durante los años 1930 y 1931 firma un contrato con la Fox para las versiones en español de sus producciones. Como ya se explicó en anteriores entradas de este Blog, éstas se llevaban a cabo en Joinville (París) y en los Estados Unidos. Félix de Pomés, participó así en unos diez films rodados a ambos lados del Atlántico. A destacar Doña Mentiras (1930) dirigida por Adelqui Millar en la que obtuvo su primer papel como galán y Sombras del Circo (1931), del mismo Realizador, en  cuyo reparto coincidió con Alfredo Hurtado y Amelia Muñoz, titulares de sendas Entradas de este Blog. Seguramente aprendió -o perfeccionó- su inglés en los Estados Unidos y ello le facilitó ser contratado más adelante para las grandes producciones de Hollywood filmadas en España.


Con Eugenia Zuffoli en El secreto del doctor. 1930



                Tercera época: En España durante la Guerra Civil. Fueron cerca de diez películas en las que por lo general actúa de protagonista. Rodadas en Estudios radicados en Barcelona, vale la pena detenerse en alguna de ellas y relatar las peripecias que acompañaron a su producción. En 1936 Félix de Pomés será uno de los protagonistas (El industrial) de la película Nuevos ideales, cuyo guión fue obra de un diputado de Esquerra Republicana y en la que se anticipa el caos que supondría una guerra civil.




 En 1937 se presenta una cinta rodada dos años antes: Hombres contra hombres. Fue una película insólita para el momento en que se exhibe y contiene muchas imágenes de archivo de la I Guerra Mundial con un mensaje anti belicista. Está desaparecida, entre otras causas por no ser del agrado del nuevo Régimen post-bélico.

               De entre ellas vale la pena destacar una en concreto: Die Schmugglerbraut von Mallorca. Literalmente "El contrabandista de Mallorca". Rodada íntegramente en la Isla, concretamente en Cala San Vicent, ha merecido recientemente la atención del mundo cultural insular. Existe constancia de una proyección especial, dado el interés que la cinta tiene para el público y los especialistas mallorquines en el cine sobre Mallorca hecho por los alemanes: Se exhibió en 2012, en una sala de Palma, con todos los honores y acompañamiento al piano -como corresponde a un film silente- a cargo del especialista y musicólogo Miquel Brunet. En el reportaje del evento, accesible en la Red, no se menciona en ningún momento la participación de Félix de Pomés.


             También en 1937 se presenta el film Aurora de esperanza, bien conocido por el público. Narra las peripecias de un obrero barcelonés -encarnado por nuestro protagonista-  que se queda sin trabajo, toma conciencia de clase y participa en mítines y manifestaciones previas a la Guerra Civil. La película fue promovida por la FAI, que controlaba el cine en la retaguardia, y pretendía denunciar las injusticias y exaltar el espíritu revolucionario que inflamaba aquellos tiempos.
             En la siguiente película, Liberación (1937) será el ciego que redime a una prostituta; melodrama muy del gusto del público y que abundaba en uno de los propósitos anarquistas: liberar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución. Existen dudas acerca de si se llegó a proyectar en las salas. Como se verá, estas cosas sucedían con frecuencia. 
            En 1938 nueva película. En este caso se trata de la comedia ligera Las cinco advertencias de Satanás, adaptación de la obra de teatro de Jardiel Poncela. Pomés encarna a un hombre de mediana edad de vida disoluta. 


Pastora Peña y Félix de Pomés en una escena de la película.








 
Fotograma de El deber.


            Para terminar, en el año 1939 actuará en dos películas más. La primera, El deber, un inocuo melodrama familiar que se estrenará tardíamente en Barcelona pero que se proyectará en el resto de España después de la Guerra Civil. Respecto a la segunda película de este año, Usted tiene ojos de mujer fatal, también una adaptación de la obra de Jardiel Poncela, vale la pena comentar alguna trapisonda.




         Visto su argumento, se trataba de una excelente comedia que ponía en ridículo el machismo, con la acidez y estilo propios de su autor. El Director, Juan Parellada se quejó de que el montaje final había sido tejiversado, apuntando a la censura militar como probable autora del desaguisado. En todo caso, terminó siendo proyectada únicamente en el bando Nacional. 
            Cuarta y última época: Comprende desde el fin de la Guerra Civil hasta el retiro de la actividad profesional de nuestro hombre, dos años antes de su fallecimiento. O dicho de otro modo, desde los 46 a los 76 años de edad. Buenos valedores debió tener Félix de Pomés, porque el año 1941 recién terminada la Guerra Civil y pese a sus antecedentes de clara inclinación republicana, escribe y dirige la película Pilar Guerra, en la que también actúa como protagonista. Repetirá al año siguiente con La madre guapa, película en la que dirige a su propia hija, Isabel de Pomés


Con Pilarín Ruste en Pilar Guerra. 1941





        
            Padre e hija coincidirán como actores en el reparto de media docena de películas, como por ejemplo Ley del mar (1952) rodada enteramente en Ibiza; pero la más recordada por el público por su singularidad fue La torre de los siete jorobados, estrenada en el año 1944. 


Robinsón de Mantua en
  La Torre de los siete jorobados. 1944


            Quizá la caracterización y la enigmática personalidad de Robinsón de Mantua configuren la imagen más extendida de Félix de Pomés. De La torre de los siete jorobados hay numerosas entradas y reseñas en la Red, además de haber merecido los elogios de todos  los historiadores del cine patrio. Con todo, no descartamos dedicarle una entrada específica más adelante. Es probable que hagamos otro tanto con Isabel de Pomés, fallecida no hace mucho y cuya filmografía de más de 40 títulos contiene obras de calidad y éxito de público. 
            Volviendo a nuestro protagonista, en esta última etapa profesional que estamos desarrollando hizo prácticamente de todo, casi siempre en papeles secundarios o de mera composición. Cine de propaganda política: (Murió hace quince años (1954), El canto del gallo (1955); comedias: Ha entrado un ladrón (1950), Once pares de botas (1954) La vida por delante 1958, La vida alrededor (1959)... 


Con Estrellita Castro en La patria chica. 1943



Murió hace quince años. (1954)
La casa de la Troya. (1959)



          ... iniciativas cinematográficas como La torre de los siete jorobados (1944) o Vida en sombras (1949); ladrillos inclasificables como Parsifal (1951) o El secreto de los hombres azules (1961); y gracias a su porte, su dilatada experiencia y a su conocimiento de  la lengua inglesa, trabajó también en algunas superproducciones de Hollywood rodadas en España como Orgullo y pasión (1957), Salomón y la reina de Saba (1959), Rey de Reyes (1961), y Los centuriones (1966). Pero casi todos ellos fueron papeles alimenticios, pasando del co-protagonismo a la mera composición, personajes ajustados a sus buenas condiciones pero también condicionados a su edad. Lamentable pero habitual epílogo para un actor de excelentes cualidades. Su último papel fue -tristemente- el de un anciano fisgón en la película Una historia de amor. (1967).  



  
                
            Nuestros lectores quizá se pregunten qué fue de sus tíos y hermanos, cómo fue la vida familiar de los Pomés y Soler. Hay muchas conjeturas y suposiciones, pero vamos a ajustarnos a los datos conocidos. Creemos que fue el tío Benito quien se hizo cargo del sostenimiento y educación de los cuatro niños, quizá contando con el apoyo de sus propios hermanos. La vida que llevó Félix de Pomés en su juventud, como deportista de élite y pintor bohemio, en la que no faltaron lances amorosos con las consecuencias descritas más arriba, debió ser sustentada por la potente economía de su tío. En cuanto a sus hermanos, el primogénito, Pelegrí, fue marino, se casó con una montevideana y juntos montaron un negocio de ferretería en Argentina. Arruinados, decidieron poner fin a sus vidas. Rafael estudió medicina. La I Guerra Mundial le pilló en Francia, donde se casó con una infirmière de nombre Suzanne que le ayudó a desintoxicarse: como otros muchos médicos militares, sólo pudo soportar el horror de los quirófanos y las guardias de 24 horas inyectándose morfina. Al estallar la II Guerra Mundial regresó a España con su compañera, pero le tocó revalidar su título de doctor estudiando durante tres largos años. No tuvieron hijos y ella nunca llegó a sentirse a gusto con el cambio de residencia. De Félix hemos hablado por largo en esta entrada a él dedicada. 
                ¿E Isabel? Pues como muchas jóvenes de su época dedicó sus mejores años a cuidar de los familiares ancianos o delicados. A su abuela, Isabel Pomar, a su tía Mercè Pomar que vivía cerca de su domicilio y también a su tío Rafael. En realidad es la verdadera heroína de esta historia, porque sus ideas progresistas y liberales unidas al hecho de ser una mujer hicieron que fuese apartada de la vida familiar por su piadosísimo tío. Tras la Guerra Civil española, se refugió en El Barrio del Guinardó, donde sobrevivió medio escondida dando clases particulares en un piso de dos habitaciones. Tenía una gran cultura y dominaba suficientemente el francés. Querida y respetada por sus vecinos, fue madrina de la hija de una de sus amigas del barrio.  Al parecer, sólo su hermano Félix la visitaba algunos domingos y le llevaba golosinas, además de ayudarla económicamente cuando le era posible. A decir de sus vecinos de confianza, se quejaba con frecuencia por haber sido desposeída de su herencia familiar.




                ¿Y el tío Benito, el cabeza de familia, Conde de Santa María de Pomés? Pues hemos de decir que tuvo un final desgraciado. Ya había rozado una severa depresión a raíz de la muerte de dos de sus hijas cuando eran unas niñas. En 1938, su hijo Benito que contaba 22 años fue asesinado por motivos ideológicos. Ignoramos si militaba en alguna formación política o si simplemente era de familia acomodada y católica por añadidura. Y la puntilla la recibió años más tarde al fallecer por peritonitis su hija Anita. En aquel 1947, en la peor década de la postguerra, su hundimiento personal le inhabilitó para trabajar, lo que provocó la falta de ingresos y el declive familiar. 
                Aquí terminamos de momento la semblanza de Félix de Pomés. Ojalá con el tiempo se llenen algunas lagunas y se despejen las incógnitas sobre su vida y milagros. Siempre estamos abiertos a corregir o enriquecer lo expuesto. 


Agradecimiento: Queremos dar nuestras más expresivas gracias a Carme, nuestra interlocutora del Blog Memòria dels barris, (Història gràfica dels Barris dels Districtes Horta i Guinardó), accesible en la  Red como memoriadelsbarris.blogspot.com por su amable ayuda en la obtención de datos para la composición de la presente Entrada, en especial en lo concerniente a Isabel de Pomés I Soler.