Archivo del blog

LOS JUEVES MILAGRO.






            Los jueves, milagro. Y añadimos el coloquial "si Dios quiere...." porque en esta ocasión será difícil poner algo de orden en lo que se refiere a la génesis de la película, la documentación, testimonios, entrevistas y diferentes copias del film. El cómo se gestó la idea, quien rodó qué, qué se cortó, qué se censuró. Se dan circunstancias que impregnan esta película con un toque mágico, milagrero, con guiones cambiantes, con desaparición de escenas y fotogramas y con apariciones....como la de un par de copias sin censurar aparecidas en 1994; no aquí, sino en las Filmotecas de Bruselas y Praga, o sea, casi en el Imperio Austro-Húngaro. 
            El inexorable paso de los años no ha mejorado las cosas ni ha disipado la bruma con aroma a incienso que envolvía a la película. Y por otra parte, la erosión producida por el paso de los años se ha ido llevando al otro mundo a todos o casi todos los que intervinieron en el film: guionistas, directores, productores, actores, y un largo etcétera, por lo que no podemos contar con ninguno de ellos para que su testimonio directo disipe nuestras dudas. Felizmente, disponemos de todo lo dicho por Luis García Berlanga en las entrevistas concedidas a lo largo de los años y que iremos transcribiendo. 




            Nos ponemos manos a la obra suponiendo (y esperamos que no sea mucho suponer) que los lectores hayan visto alguna vez esta película, la quinta de su Director y con un guión premiado en su día por el Círculo de Escritores Cinematográficos. Conforme a tal suposición, lo primero será repasar su argumento, sin temor de destripárselo a nadie. Aquí, como en un juego de mesa, enviaríamos a quienes no la hayan visto y quieran seguir jugando -ergo leyendo-, a la casilla de salida para que vean la película. Una vez vista, pueden regresar a este punto, donde empieza la cosa en serio. En la Red están las dos versiones, la que se estrenó y circuló por España, retocada y censurada, hasta los años 90, y la posterior que es lo que podríamos llamar "el montaje del Director", aunque lleva marcados algunos mordiscos de la Censura. Para diferenciarlas, miren Vds. la duración: La versión tradicional dura 1 hora y 23 minutos, y la nueva 1 hora y 30 minutos. 

        En un pueblo español, las fuerzas vivas (el terrateniente, el alcalde, el médico, el maestro, el barbero y el dueño de un tronado balneario) inspiradas por las noticias de apariciones de Vírgenes y Santos aquí y allá, deciden inventarse un milagro para poder así atraer oleadas de visitantes, revitalizar el pueblo y vender el agua del balneario como milagrosa. Montan la primera aparición nocturna (en jueves, siempre en jueves) ante el tonto del pueblo, a base de fuegos artificiales, música de gramófono y un San Dimas (encarnado por uno de los organizadores) nada convencido de su papel, torpón y que ha olvidado el texto que tiene que pronunciar. No obstante, su víctima (Mauro) se lo cree y despierta a toda la población para contarles que ha visto un milagro. Los conjurados montan una segunda aparición a la que acuden en total cinco personas. A partir de ese momento, ya está montado el tinglado. La gente acude en procesión al lugar de las apariciones, se empieza a vender el agua milagrosa de San Dimas, y la tercera aparición, ya ante una considerable multitud, fracasa porque los organizadores provocan un apagón general al preparar los efectos luminosos y el compinche que venía encarnando al Santo se niega a aparecerse. Al día siguiente se presenta en el pueblo un joven desenvuelto, vestido con chaqueta y corbata que parece saberlo todo, que habla con cada uno de los organizadores, que les asusta, les provoca y les tienta. Colaborará no obstante con ellos para reforzar el milagro, añadiendo con sus trucos algunos hechos aparentemente sobrenaturales y curaciones milagrosas. Irá acorralando a los autores de la farsa hasta hacerles confesar públicamente. Al final desaparece de modo misterioso dejando una declaración por escrito en la que afirma ser el auténtico San Dimas.

        A continuación vamos a transcribir la idea original de Los jueves milagro tomada de un manuscrito a lápiz de Berlanga que él mismo entresacó de sus papeles en 1996: 

El Milagro
"Si hoy no hay milagros
 es porque nadie quiere que los haya".

    Un pueblo. Una pequeña conspiración entre las fuerzas vivas. Hay que montar un milagro. A todos les interesa. Al alcalde por la importancia que adquirirá su pueblo, al médico porque si algunas aguas se convierten en milagrosas vendrán muchos enfermos. Al cura, hombre de buena fé porque cree que un milagro, aunque sea falso, puede atraer muchas almas al reino de la religión. La conjura, pues, se presenta favorable. En principio se piensa en un niño. Se llevan al ayuntamiento dos niños y dos niñas, los dos más tontos y los (dos) primeros de la escuela.  Pero el intento de preparación de aquellas almas para el fraude fracasa. Los listos porque no se les puede engañar, y los tontos porque son ellos los que no pueden equivocar a nadie. Entonces, alguien nombra a un viejo personaje, el tío Bernardo que ya tiene fama de medio santo, ermitaño o loco. Las gestiones con el hombre, van bien. Después de todo el ya afirmaba (texto de media línea tachado) ahora todo consiste en convencerle de que se le aparecerá a fecha fija. Uno de los conjurados, el boticario, es el que se encarga de la escenografía, pero la primera aparición fracasa, precisamente por fallo de este apartado. Había un juego de espejos que no ha dado resultado porque el sol sis ha nublado y otros cuantos artilugios que también fracasan de un modo lamentable. Todos se quedan descorazonados y no se va a poder dar publicidad a aquellas apariciones, va a ser imposible atraer a los turistas, a los enfermos, a los fieles. Pero he aquí que en el pueblo aparece un personaje curioso. Lleva un extraño carromato y su espectáculo es una mezcla de juegos de magia, prestidigitación, malabarismo y proyecciones con linterna mágica. Alguien ve en este personaje la solución. Misteriosamente se le cita en el Ayuntamiento. Con gran cautela se le expone parte del proyecto. Acepta complacido. Se le exige firmar un documento en el que jura no revelar aquel secreto. Por lo demás, será espléndidamente remunerado. 
    Ahora las cosas van bien. El desconocido ha preparado tan maravillosos efectos de luces, músicas inefables y apariciones de ángeles, que hasta los mismos conjurados caen en éxtasis, de tan real que resulta la escenografía. Sin embargo quedan todavía situaciones peligrosas. Autoridades de la Iglesia vienen a cerciorarse del milagro, a investigar el suceso, interrogando tenaz y hábilmente al viejo que se cree Santo. Sin embargo, el viejo triunfa de todas las pruebas, gracias a la ayuda del desconocido.
        El milagro tiene ya validez oficial. 
        Ha pasado tiempo. Vemos ante la gruta, el arroyo o el lugar de las apariciones, a una muchedumbre impresionante de fieles, orando piadosamente. Por detrás de ellos en la carretera, un carromato se aleja lentamente, cruzándose con las caravanas de coches que afluyen en peregrinación.
___________________


        Parece clara la influencia que tuvo en él la experiencia vivida por sus familiares en 1947: "La idea de la película se me ocurrió cuando una de mis tías, muy beata, arrastró a mi madre y a la mujer de mi hermano, que es muy imaginativa, a ver un milagro que se producía en un pueblo de la provincia de Castellón y que iba adquiriendo una cierta notoriedad. Decían que la Virgen se aparecía todos los jueves y esto ocasionó que comenzasen a ir autobuses y peregrinaciones. Lo increíble es que algunos llegaban a ver cosas". El pueblo a que hacia referencia era el de Coves de Vinromá, donde una niña contó haber visto a la Virgen. El supuesto milagro nunca fue reconocido por la Iglesia, que atribuyó las visiones de la niña a la fuerte impresión que le había producido la película La canción de Bernardette (1943). Aquellos fueron años en los que se dieron muchas apariciones. Al final no hubo nada, sino ruido mediático y algunas situaciones chuscas: no hubo curaciones milagrosas sino todo lo contrario, ya que hubo quien bebió, creyéndola milagrosa, el agua que corría por un arroyuelo próximo, alimentado en realidad por aguas residuales.


El gentío acudió a contemplar "el milagro" en Coves de Vinromá.

        Para escribir el guión, Berlanga llamó a José Luis Colina y se pusieron manos a la obra. La película iba a ser producida por Ángel Martínez, sobre una línea argumental que terminaba cuando fracasaba la tercera aparición y con una escena final en la que Mauro se quedaba solo, arrodillado y con los brazos en cruz esperando un milagro que ya no se iba a producir. Y en este punto es donde surge la primera duda sin aclarar: el mismo Berlanga reconoció en más de una ocasión que montada así, la película no alcanzaba la duración necesaria: "lo que me parece recordar es que hay una idea, no sé si de Colina o mía, que surge al ver que el guión se nos queda corto. Pues entonces pensamos: bueno, pues que baje San Dimas". Por otra parte, mientras están en pleno trabajo sucede algo que tendrá una importancia decisiva: Ángel Martínez vende su Productora a Procusa, empresa que también producía películas pero que estaba fuertemente vinculada al Opus Dei. El guión se presentó a Censura en dos ocasiones y en las dos fue rechazado. Aunque Berlanga tuvo siempre muy clara la idea de que la película era inocua porque atacaba a los falsos milagros y a quienes se aprovechan de ellos, se encontró con un rechazo frontal por parte de Procusa. Éstos exigieron, para que la película siguiese adelante, que se reforzase el contenido religioso eliminando todo aquello que resultara incómodo o poco respetuoso con la Iglesia. En vista de lo cual "José Luis Colina y yo escribimos el guión incorporando a la historia original la aparición de San Dimas.." Pero además, hizo su aparición El Padre Garau.




        La Censura, que constituía un corpus con el Opus Dei, impuso la presencia de un sacerdote dominico, el Padre Garau con plenos poderes para supervisar el guión. Este Garau era Antonio Garau Planas, censor eclesiástico y desde luego un personaje muy peculiar del que hablaremos más en profundidad. Pero no terminaba aquí la cosa, porque Berlanga, en las memorias que dictó a Jesús Franco en 2005 contaba: "(yo) decía a todo que sí, pero seguía rodando a mi manera, algo jodido por las intromisiones de aquella gente sin humor que me era completamente ajena. Entonces mandaron un embajador plenipotenciario del mismísimo San Pedro para que supervisara mi trabajo. Era una especie de agente 007 con licencia para matar al director. Se llamaba -lo juro- Paolo Moffa (....) un director fracasado (....) él iba a la proyección a mis espaldas, sin mi permiso, lo criticaba todo, mandaba mensajes de alarma ecuménica". A fin de cuentas, era una coproducción con Italia.
        
        En cuanto al Padre Garau, del que Berlanga dijo desde un primer momento que era simpático y campechano: "pasé un mes con el señor Garau, que hizo ochenta y tantas páginas, que luego ignoré todo lo que pude. Muy simpático, pero decidido a imponerme tantas correcciones que era como si el guionista fuera él. Hay una anécdota que cuento siempre, porque da una idea cabal de lo que eran esos años. Un día me dijo: ""Berlanga, usted pensará que soy un cura retrógrado, de púlpito y todo eso...Pues aquí donde me ve, Berlanga, yo he sido el cura más progresista del clero español y el más perseguido por la jerarquía. Porque aquí donde me ve.."". Y me tuvo veinte minutos preparándome para darme la prueba suprema de su rebeldía y modernidad.
        Yo me preguntaba: ""Qué me irá a contar"" (.....) hasta que me dijo muy ufano: ""Aquí donde me ve, Berlanga, yo fui el primer cura español que llevó reloj de pulsera"".
        Parece probado y testificado por alguna otra persona que, una vez estuvo lista la película, Berlanga, en un guiño muy propio de él, pidió o sugirió que pusiesen en los créditos como co-guionista del film al famoso Padre Garau.   

        Bien: primero hablaremos del dónde. Los exteriores de la película y algún interior se rodaron en los municipios de Alhama de Aragón y de Bubierca, componiendo así para la ficción el pueblo de Fontecilla. En Alhama de Aragón, de larga tradición balnearia, se rodaron muchas escenas. Sólo se intervino en su plaza, colocando una estatua de atrezzo en el centro. En Bubierca se rodó al menos una secuencia en la que se puede ver su Ermita de la Virgen de la Esperanza, con la torre ya muy deteriorada, todavía a la izquierda. Nos consta que muchos habitantes de ambos pueblos -y también de Ateca- participaron en el rodaje como extras.


Alhama de Aragón.



Virgen de la Esperanza en Bubierca.


    
         
        Y ahora toca hablar un poco en detalle de quienes intervinieron en el rodaje. La película la dirigió Luis García Berlanga, con José Puyol como asistente a la dirección. Puyol ya había trabajado con  Bardem y Buñuel y era de su absoluta confianza. Por otra parte, la Productora, en el montaje final, incluyó otras escenas rodadas por Jordi Grau (según Berlanga, Grau era por aquel entonces una especie de meritorio de Procusa). No hay ningún comentario negativo por parte de Berlanga acerca de su presencia en el rodaje o de las escenas rodadas por él. En sus memorias y entrevistas se evidencia un absoluto respeto. El director de fotografía fue Francisco -Paco- Sempere, especialista en rodajes nocturnos, que en esta película estuvo magistral por razones obvias. La música fue compuesta por Franco Ferrara, famoso Director de Orquesta en numerosas bandas sonoras del cine italiano y también europeo. Y los actores, pues sencillamente fueron los mejores del Cine Español de aquel momento, los secundarios (o actores de reparto, respetando el criterio de Manuel Aleixandre) tan apreciados por Berlanga: Pepe Isbert, Alberto Romea, Juan Calvo...pero no. No los vamos a nombrar, los vamos a presentar:


De izquierda a derecha: Don Manuel, el barbero; Don Antonio, alcalde y comerciante;
 Don Evaristo, el médico; Don Ramón, el dueño del balneario; Don José, terrateniente
 y Don Salvador, el maestro. Las fuerzas vivas de Fontecilla.
 

          Ellos son los organizadores del complot, encarnados por los actores (en el mismo orden) Manuel de Juan, Juan Calvo, Félix Fernández, Alberto Romea (en su último papel para el cine), José Isbert y el italiano Paolo Stoppa. Unos años más tarde, Paolo Stoppa y el músico Franco Ferrara coincidieron, por así decirlo, en la famosa El Gatopardo (1963); Aquel interpretando a Don Calogero Sedara y éste dirigiendo la música compuesta para el film por Nino Rota. Pero no nos vayamos por las ramas, que hay más. Sigamos con las presentaciones...

          
Mauro, el mendigo inocentón.

        Para encarnar a Mauro, se contó con un magnífico Manuel Aleixandre, en uno de sus pocos papeles dramáticos. Falleció en 2010, a los 92 años y dejando una filmografía cercana a los 250 títulos.


Doña Paquita y el cura párroco D. Fidel.

   
  
                Guadalupe Muñoz Sampedro, perteneciente a una sólida saga de actores y José Luis López Vazquez. Ambos compusieron a la perfección los papeles de la beata y el cura párroco de Fontecilla.  
                     

Carmela: imprescindible empleada del balneario,
 dando su impagable clase de gimnasia a los agüistas.


            El papel de Carmela lo interpretó Concha López-Silva. La mayor parte de su vida artística la dedicó al Teatro pero con incursiones en el cine desde 1943. Aún participó en otro film antes de fallecer, encarnando la genial Doña Martina de El Pisito (1958). 


Y los agüistas, residentes del balneario: Al fondo Dª Eva y D. Arturo. Delante de
 ellos Dª Rosaura y D. Eugenio. En primera fila está Dª Paquita; ya la conocen Vds.



            Los actores fueron, en el mismo orden, Julia Delgado Caro, Mariano Ozores (padre), María Gámez y Nicolás D. Perchicot. En la foto, detrás de Carmela está Luisito, por eso no pueden Vds. verlo. Es nieto de Dª Eva y D. Arturo y en ese momento está explorando la cascada. Aquí  lo tienen encarnado por un jovencísimo Luis Varela.



"¡Luisito, las cascadas no se tocan!.
 Acuérdate que las hicieron los romanos".


                No fue el único niño ya que un buen número de ellos hicieron de extras. Descataremos a Jesús Rodriguez que es el niño menos listo de la Escuela y a Paquito Amor, que sale con sus muletas de entre la legión de tullidos que esperan un milagro. Más actrices y actores en el reparto fueron Josefina Bejarano, Félix Briones, Pedro Beltrán o Paz Robles. Pero no nos podemos dejar a los protagonistas de la película, cuyos nombres aparecen destacados y en primer lugar en los créditos de la película. En realidad ambos encarnan al mismo personaje: San Dimas.


¡Escucha tú, oh Mauro!


Y Martino, el auténtico San Dimas,
 encarnado por el actor Richard Basehart.


          Este actor norteamericano se movía con frecuencia por Europa, por lo que no es extraño su contrato en la coproducción con Italia. Allí había actuado para Fellini en La Strada un par de años antes y en España, además de en Los jueves Milagro, participó casi a la vez en Moby Dick, filmada en Gran Canaria. Los lectores que eran jovencitos en los años sesenta le recordarán siempre como el Almirante Nelson, comandante del submarino nuclear Seaview en la exitosa serie de T.V. Viaje al fondo del mar de Irwin Allen. Para Los jueves milagro le prestó su voz el doblador Paco Arenzana (también actor en films como Surcos (1951). Por cierto que, dentro del esquema argumental utilizado con frecuencia por Berlanga, esta es la segunda vez que un actor extranjero encarna al personaje carismático que llega llega a un pueblo para solucionar problemas, dejando al marcharse que todo vuelva a la normalidad. Por ejemplo, Edmund Gwenn en Calabuch (1956). 

        Vamos con la película. Aunque más adelante detallaremos las diferencias encontradas entre las dos versiones, hay algunos aspectos a destacar para entender la muy particular idiosincrasia de la Censura de aquellos años. Por un lado, pese a la poderosa propaganda franquista, en esta como en otras películas de la época se permitían las críticas constantes y burlonas a la RENFE, por sus habituales retrasos, o a la CTNE por lo carísimo y difícil que era establecer una comunicación telefónica interurbana (llamada por entonces conferencia). También en esta cinta (en ambas versiones) se hacen bromas sobre los productos de fabricación nacional por su baja calidad (el médico al hacer su truco de química recreativa) o sobre la población española tildándola de ignorante, (el pregonero defendiendo la autenticidad de la segunda aparición) a la Benemérita por guardar una fórmula casera de abrillantador para el charol junto a las fichas policiales, o a la Autoridad en abstracto: (El alcalde, al verse multado: "si es que en esta España no se puede vivir")Llama poderosamente la atención el maltrato infantil en la escuela, tratado como cosa normal o incluso como algo gracioso. Lo malo es que, en Los jueves, milagro, el maestro golpea e insulta repetidamente a sus alumnos durante toda la película, pero no como castigo a una supuesta falta de aplicación, sino como un modo de descargar su habitual mal genio. También el cura párroco suelta alguna colleja. Estos detalles no escandalizaban en absoluto a la Censura en su protección a la infancia. Otra cosa eran los cortes: cuando querían eliminar algo que les parecía censurable, cortaban por lo sano sin importarles que se notara un salto, que la imagen y el sonido perdieran coherencia. Actuaban sin el mínimo respeto a los espectadores o al cine como arte. Ellos a lo suyo. 
Por cierto, la película se publicitó en un primer momento como autorizada para todos los públicos. Más tarde y debido a la polémica que desató en ciertos estamentos, se marcó como tolerada para mayores. La Iglesia fue más lejos: la calificó con un 3R. Vamos a explicar esto ya que solo lo recordarán los lectores de mayor edad. La Iglesia (La Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad) había establecido la siguiente tabla:

1: Todos, incluso niños. Obras moralizantes.
2: Jóvenes. Obras moralizantes.
3: Mayores. Permite tesis no inmorales.
3R: Mayores, con reparos. Tesis contra el dogma católico o la moral. 
4: Gravemente peligrosa. Tesis contra el dogma católico o la moral.

Detalle de una Cartelera de los años 60


           

           Se estrenó en Madrid el 2 de febrero de 1959, en el cine Capitol. Duró en la cartelera tan sólo diez días recaudando una cantidad irrisoria. Según parece los italianos la vieron antes como Arrivederci, Dimas, en 1957, pero hemos comprobado que en España, el estreno en Barcelona se produjo más de un año antes que en Madrid, el 13 de enero de 1958. Desconocemos los motivos.


                                   
La Vanguardia. 11 de enero de 1958
                                  


ABC 1 de febrero de 1959.
                                       

        
        Y llega el momento de detallar las diferencias que hemos observado entre las dos versiones. Se sabe que entre la censura previa que sufrió el guión y la mano negra en la mesa de montaje más tarde, cambiaron diálogos, añadieron o movieron unas secuencias y quitaron otras, modificando detalles de todo tipo sin coherencia alguna. No obstante, hay alguna excepción que detallaremos. En adelante nos referiremos a la versión que se estrenó como la versión "B" y a la restaurada por la Filmoteca Nacional la versión "A" que comienza con una introducción muy al estilo de Bienvenido Mr. Marshall (1953) o de Calabuch (1956), presentando el ambiente en que se va a desarrollar la historia y a sus personajes. Vemos una panorámica de Alhama de Aragón, atravesada en ese momento por el ferrocarril y, hasta aparecer los créditos, la cámara nos mostrará también un puestecillo callejero y el interior del balneario, mientras se escucha una locución a la que puso voz el actor Rafael de Penagos. Aquí la tienen: 
    
        ¿Lo ven? Hasta el humilde tren correo de las 6,45 atraviesa este pueblo sin detenerse. Claro que esto no ocurría hace 50 años. En aquella época, para que un expreso se pudiera llamar de lujo, tenía necesariamente que parar en Fontecilla. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?. ¿Porqué, como en tantos pueblos de España los grandes expresos solo dejan al pasar por aquí un breve temblor en los cacharros de las alacenas? Y sin embargo, hay cosas que no han cambiado. Por ejemplo la gente de Fontecilla. Aún esperan que la Diputación les instale nuevo alcantarillado. Los hombres labran todavía el mismo trozo de tierra. Y las mujeres siguen como siempre con su fe sencilla pidiendo cosas sencillas al cielo. Lluvia, por ejemplo. ¿Qué es lo que ha cambiado desde entonces? ¿Qué ha podido suceder para que los trenes pasen de largo?. Sencillamente, que ya no está de moda el famoso Balneario de Fontecilla y nadie compra sus tarjetas postales ni bebe sus aguas calcio-nitrogenadas que lo curaban todo.
(Se escucha un trueno y en la calle, una mujeruca que vende postales y revistas en un puestecillo tapa precipitadamente su mercancía).
        ¿Oyen? Las buenas gentes de Fontecilla se van a alegrar. Esa lluvia que pedían no ha tardado en venir. La cosecha será mejor. Enhorabuena. Pero nunca llueve a gusto de todos. Y al viejo balneario no le sienta bien el agua limpia que cae del cielo. 
(la cámara recorre a continuación la planta baja del balneario. Se ven cacharros de todo tipo recogiendo el agua de las goteras).
        Sí, el balneario no es más que una ruina. Y para devolverle la vieja prosperidad, su dueño, Don Ramón, está dispuesto a todo. Tal vez a hacer trampas con la Ley. O algo peor. Mucho peor todavía.

        La versión "A" empieza aquí, con los cacharros recogiendo el goteo, y en las dos, la versión "A" y la versión "B", comienzan a verse los créditos sobre-impresos a la imagen de Don Ramón, filmado de espaldas, que está sentado hojeando un tomo encuadernado de la revista La Esfera. Va pasando las hojas y, al tropezar con la noticia a plena página del Milagro de Fátima, la arranca, la dobla y se la mete en el bolsillo. Esto se ve claramente en la versión A, mientras que en la B la imagen da un salto -bastante burdo- con el fin de que no se llegue a notar lo sucedido.




    ESCENA: LOS RESIDENTES HACEN GIMNASIA FRENTE A LA CASCADA.

... siguiendo las instrucciones de Carmela. De repente, doña Paquita sufre un vahído. Todos se arremolinan a su alrededor tratando de ayudar. ¡Hay que llamar al médico! dice alguien. Doña Paquita les rectifica pidiendo la presencia del cura:
Versión A.- "No. A don Fidel, que estoy en pecado".

Versión B.- "No. A don Fidel, que me muero".

  ESCENA: LOS CONJURADOS PLANEAN, PUNTO POR PUNTO,
 CÓMO LLEVAR A CABO EL FALSO MILAGRO.

     Al llegar al segundo punto:

Versión A.- "El más importante. La aparición deberá verla alguna persona". (Don Ramón se saca del bolsillo la hoja que arrancó de la revista. La desdobla) "Es verdad. Si ya no me acordaba. Aquí en éste fueron tres niños. Véanlo. (El maestro replica: "a nosotros nos bastará uno sólo".

Versión B.- La escena descrita está cortada. No hay segundo punto.

ESCENA: EN LA ESCUELA

     ...donde van a evaluar hasta qué punto el niño más tonto de la escuela puede ser la víctima idónea para presenciar el milagro. El maestro le hace un manido truco de magia con una moneda. Le dice: ¿Quieres que vuelva a aparecer? Y añade:

Versión A.- "Tienes que pedírselo al niño Jesús".

Versión B.- "Tienes que pedírselo a los angelitos".
 
     ESCENA: PRIMERA APARICIÓN DE SAN DIMAS.

         Don José, muy patoso, ha olvidado lo que tiene que decir a Mauro. También ha olvidado la palmera que debe empuñar y para colmo, un bicho se le sube por la pantorrilla. El maestro se la acerca y tapándose con la palmera, hace de apuntador.
Versión A.- "Yo soy San Dimas, al que los antiguos llamaron el buen ladrón. ¡Oh!. ¡Escucha tú!. ¡Oh!. Escucha tú la palabra del bienaventurado Dimas ya que fuiste tú por la divina (se le atasca la palabra misericordia) misericordia...esto...esto...Oh escucha tú. Oh. escucha tú. Escúchame, Mauro. Soy Dimas. Grandes males aquejan al mundo. Pero yo te digo que el hombre no está sólo en esta hora incierta y tenebrosa. Es voluntad de quien me envía que tú y los que reciban tu testimonio, cumplan el mandato de San Dimas. Primero: deberéis iniciar una colecta y depositar vuestro óbolo en el Ayuntamiento de Fontecilla. En verdad os digo que mi corazón se henchirá de gozo y aquí mismo (señala el suelo, de su propiedad, hasta el que se ha desviado intencionadamente) precisamente en estos terrenos (se agacha y dá un manotazo a una planta, diciendo para sí: "¿qué bicho es éste? tendré que sulfatar") La fe del pueblo español, siempre a la vanguardia de la cristiandad, ha de erigir un santuario que sea puesto bajo mi advocación. Vé y di a las gentes que la hora es llegada, de acudir en incesante peregrinación a este lugar donde todos los jueves consentiré en aparecerme. Vecinos y forasteros, venid y confiad en que dando vuestro óbolo y bebiendo el agua milagrosa de las Termas de Fontecilla serán curados vuestros males y aliviadas todas las desventuras. Este ha sido mi mandato, da testimonio de él.




Versión B.- "Yo soy San Dimas, al que los antiguos llamaron el Buen Ladrón. ¡Oh!. ¡Escucha tú!. ¡Oh!. Escucha tú la palabra del bienaventurado Dimas. Escucha, ya que fuiste tú el elegido por la divina (se le atasca la palabra misericordia) misericordia... Escúchame, Mauro. Soy Dimas. Pero yo te digo que el hombre no está sólo en esta hora incierta y tenebrosa. (....) ¡Oh! en este día, en que tú y los que reciban mi testimonio, cumplan el mandato de San Dimas. Lo primero deberéis (CORTE) Cómo sigue..cómo sigue... que todos los jueves consentiré en aparecerme. Venid, hermanos todos. Españoles y extranjeros. Venid y confiad en que dando vuestro óbolo y consumiendo el agua milagrosa de las Termas de Fontecilla, serán curados todos vuestros males y aliviadas todas vuestras desventuras. Este ha sido mi mandato. Dá testimonio de él".

  ESCENA: EN LA SACRISTIA DE LA IGLESIA.

        El cura y el sacristán descubren, arrumbada junto a otros trastos, la imagen de San Dimas.

Versión A.- El sacristán: ¿Porqué no lo saca Vd. para afuera? Sólo tiene rota la palmera y echándole un remiendo...
El cura: Es verdad. Venga. Carga con él. ¿eh?
El sacristán: Podemos ponerle junto a la puerta. Tiene agujeros para echar limosna. Con lo de Mauro, a lo mejor le salen devotos.
El cura: Mira: aquí, junto al cepillo de la Milagrosa. Siendo el buen ladrón puede que imponga respeto a los del gremio y el tío ese que mete el cuchillito..


A la izquierda, Pedro Beltrán, al cual 
se le dedicó una Entrada en este Blog.



Versión B.- El sacristán: ¿Porqué no lo saca Vd. para afuera? No está bien tenerle en este rincón. 
El cura: Es verdad, lo teníamos olvidado.
El sacristán: Podemos ponerle junto a la puerta. Es donde ha estado siempre. Y ahora con lo de Mauro..a lo mejor le salen más devotos.
El cura: No me hables de Mauro. Aquí, que se ve desde toda la iglesia. Como es el buen ladrón a lo mejor convierte a ese tipo que siempre está robando en el cepillo de la Milagrosa.


   ESCENA: SEGUNDA APARICIÓN DE SAN DIMAS.

     Han acudido para presenciarla doña Paquita y Carmela. Se les une el pregonero del pueblo, bastante borracho. Mauro está adelantado a todos ellos, de rodillas y con los brazos en cruz. Algo después, Don Salvador, el maestro, se incorpora al grupo con la intención de dar fe de lo sucedido como Cronista Oficial de Fontecilla que es. Las versiones son idénticas salvo que:

Versión A.- Don José, ya ataviado como San Dimas, se dispone a cumplir con su cometido. Se arremanga la vuelta de la túnica, ciñéndosela como el torero hace con su capote y se arranca en un paseíllo hacia los congregados a la vez que pide: ¡Música, maestro!

Versión B.- No aparece la escena descrita.


                 


   VARIAS ESCENAS: PREPARATIVOS Y FRACASO DE LA TERCERA APARICIÓN.

     En la Escuela, Don Salvador arenga a los niños sobre la importancia de las apariciones, diciéndoles que deben asistir el jueves y llevando una vela cada uno. 

Versión A.- Muchachos, Fontecilla ha sido elegida por el Niño Jesús, que tanto os ama....

Versión B.- Muchachos, Fontecilla ha sido elegida por el buen San Dimas....
        
         Mientras el pregonero anuncia en la plaza a los allí congregados que el Ayuntamiento va a poner un vehículo a disposición del público para ir a ver la aparición... 
Versión A.- Se escucha el pregón desde una casa -que suponemos situada en la plaza- en la que Don Evaristo está auscultando a un hombre mayor. El hijo de éste dice: "No se fatigue, padre". Se ve a D. Evaristo acercarse a la ventana para escuchar mejor el pregón.

Versión B.-  Sólo se ve y escucha al pregonero. No existe la secuencia en casa del enfermo.

             La tercera aparición ha fracasado. Sus organizadores provocan un cortocircuito que deja el pueblo a oscuras. Don José deserta, arroja La corona de su disfraz en la vía y se quita la túnica, tirándola en un rincón. La multitud se retira. Todos se marchan.
 
Versión A.-  La procesión de niños y curiosos desfila, cantando, por detrás de Doña Paquita. Se la ve arrodillada en un rico reclinatorio, con velo, misal y un vistoso rosario. La cámara la mantiene en el centro del plano durante 6 segundos. 





Versión B.-  Describe lo mismo pero la presencia de Doña Paquita queda en un segundo plano y apenas se aprecia.

        En ambas versiones, al amanecer pasa un tren junto a un solitario Mauro, que sigue arrodillado con los brazos en cruz.



   ESCENA: MARTINO APARECE EN FONTECILLA

      Martino, tras conversar con un reticente Mauro al que ha privado de su hogar empujando el vagón abandonado vías abajo, se dirige al Balneario. Allí, al registrarse, tiene una conversación con Don Ramón referente a las molestias en sus muñecas por haber llevado puestas las esposas. ¿Quién es él? Y contesta:

Versión A.- Un viajero sin equipaje. el primero que llega a Fontecilla atraído por el milagro.

Versión B.- Sí. Soy un ladrón, pero un buen ladrón que ha llegado aquí atraído por el milagro. 

            Martino ya ha puesto nerviosos a todos los conjurados, demostrando que está por completo al corriente de la maquinación. Ello provoca que le ofrezcan ocupar la "Suite Regia" del Balneario. Le acompañan todos y una vez allí, preguntado si le gusta, responde:

Versión  A.- El silencio de un hombre no cuesta demasiado.

Versión B.- Me gusta, pero no crean ustedes que han comprado mi silencio.
Don Ramón: ¿Le parece poco, un sitio destinado a príncipes, o a bailarinas..? ..
Martino: Eso ya no existe en el mundo.
Don Ramón: O para ladrones.

  ESCENA: EN LA SUITE REGIA.
 
Martino señala una mesita y dice:

Versión A.- En esta mesa quiero tener siempre para invitarles una botella de champán.
Don Ramón: ¿Francés?
Martino: No. Bastará con que lo sea la etiqueta

Versión B.- En esta mesa quiero tener siempre una botella de agua de Fontecilla.
Don Ramón: ¿Porqué?
Martino: Me interesan sus virtudes curativas.

           Continúan en la Suite Regia. Martino señala un gran espejo que cuelga de la pared, junto a su cama. Pide que lo inclinen hacia delante. ¿Para qué?

Versión A.- Me gustaría ver los árboles del parque desde la cama.

Versión B.- Es para verles a Vds. mientras juegan a las cartas. Les conviene sentirse observados, todo mejora cuando uno sabe que le miran.

     ESCENA: EN EL CAMPANARIO DE LA IGLESIA.

         Martino, que lleva unos prismáticos comenta con Don Manuel el prodigio ocurrido minutos antes abajo, durante la misa: Una luz centelleaba iluminando la pared tras la imagen de San Dimas. En ambas versiones, Martino explica a D. Manuel que ha sido un truco muy fácil, con un espejito. Pero que el verdadero milagro es la vida que hay en la naturaleza que rodea el pueblo, en la armonía de sus gentes. Un remanso del río, la gente paseando, pescando, bañándose..Y le invita a mirar por los prismáticos.

Versión A.- (Martino) A veces pienso que el mayor milagro es que todo funcione de esta forma, con tanta sencillez. (le ofrece los prismáticos) ¡Compruébelo!
(Don Manuel, enfadado mira hacia un punto en la lejanía) ¡Corcho! ¿Y la ley de la ventaja? ¡Fuera! ¡No se puede consentir!
(Martino) ¿Consentir qué? ¡Que haya un remanso en el río?
(Don Manuel) ¡No se puede consentir que el árbitro nos robe un partido! ¡y estamos cero a cero! ¿Comprende? Es la liguilla de ascenso a segunda regional. Si no logramos un punto estamos perdidos. ¿No podría usted hacer nada?
(Martino) En fin, nunca me interesó el futbol. (levanta al aire su espejito) Captaremos un rayo de sol y lanzaremos a puerta. Don Manuel ve a través de los prismáticos cómo Martino ha deslumbrado al portero al que de inmediato marcan un gol). ¡Bien! Uno a cero.




(Don Manuel) Uno a cero, sí. Pero contra nosotros. Usted se ha confundido de equipo.
(Martino) Le suplico que me perdone. Pero a la temporada próxima el Fontecilla será el campeón.
 
Versión B.-  (Martino) A veces pienso que el mayor milagro es que todo funcione de esta forma, con tanta sencillez. (le ofrece los prismáticos)
(Don Manuel) Sí, sí.
(Martino) ¡Compruébelo!" Todo está en su sitio. ¿Le parece fácil? Pues, ande. Prúebe usted. Prúebe. (ríe).

La secuencia del partido de fútbol no existe.

Ambas versiones coinciden a partir de ese momento con el plano de Martino bajando las escaleras.

  VARIAS ESCENAS: LAS CURACIONES.

     En el balneario. Son las doce, hora en que según Martino empezarían los prodigios. Don Evaristo, (que sale de la habitación de Doña Paquita con el estetoscopio al cuello) anuncia: Infarto de miocardio. Don José y Don Ramón comentan que esa vez va en serio. Se abre la puerta y aparece Martino. Lleva una bandeja de camarero con una botella de agua de Fontecilla. Se la ofrece a Don Ramón y le invita  intentar la curación de la enferma con el agua. Éste le obedece. Ante la incredulidad de D. Evaristo, el médico, Martino le pide que le ausculte el corazón.

Versión A.-
(Martino) No oye nada, ¿Verdad?
(Don Evaristo) No.
(Martino) Y sin embargo estoy vivo, completamente vivo. Mi medicina tiene un secreto fácil: No hacer trabajar al corazón. (Se dirige al balcón, lo abre y pide al médico) Déme un poco de esparadrapo
(Don Antonio) ¿Para qué lo quiere? ¿Qué va a hacer?
(Martino) Vengan a ver.. (pega su espejito con esparadrapo a la celosía del balcón) San Dimas ya está bien iluminado. Ahora sólo hace falta iluminar el agua. Dirigiremos un rayo más o menos simbólico sobre la fuente a la que todos han de acudir. Caballeros, desde este momento las famosas aguas de Fontecilla se han hecho milagrosas.

Siguiente escena DOÑA EVA Y LUISITO.

             

Versión B.- 
(Martino) No oye nada, ¿verdad?.
(D.Evaristo) No.
(Martino) Y sin embargo ya ve, estoy vivo. Completamente vivo. Mi medicina y la de todos es la luz. (Se dirige al balcón, lo abre y pide al médico) Déme un poco de esparadrapo, Don Evaristo. 
(D.Antonio) ¿Qué va a hacer?
(Martino)  (Pega su espejito a la celosía plegada del balcón con el esparadrapo). San Dimas ya está iluminado. Ahora sólo hace falta iluminar el agua. Dirigiremos un rayo de sugestión directa sobre la fuente que todos han de beber para que produzca un reflejo. Señores: desde este momento las famosas aguas de Fontecilla se han hecho milagrosas, es decir, pueden ya de verdad curar enfermedades. 
(Don Evaristo) Pero ¿qué enfermedades? Si este pueblo es tan sano que, a parte de Doña Paquita, no se ha conocido... 
(Martino) ¿Cómo es eso que no hay enfermos? No se puede consentir. (Pensativo. Intenta convencer a Don José para que se meta en la cama por problemas de vesícula. Éste protesta diciendo que ya se la quitaron y   afirma: "Don Salvador sí que es propenso").  
(Martino, al médico) Está bien, encárguese de que esta noche acuse síntomas, entumecimientos y dolores.
(D.Evaristo) Descuide. el cólico será un éxito. 
(Martino) Quisiera un enfermo de apendicitis...a ver...(Señala a D. Antonio) ¿Usted?
(D.Antonio) No. Yo no. Don Manuel sí que está paliducho (le señala) Fíjese, fíjese. 
(Martino) Bueno, no importa quien sea con tal de que se cure por el espíritu. El espíritu tiene sed y allí está su agua. (sale al balcón) ¡Asómense! ¡Miren! Pero no tapen el rayo y veamos qué ocurre con Doña Eva.

ESCENA: DOÑA EVA Y LUISITO.

(Vemos a doña Eva, tejiendo sentada junto a la fuente, pendiente como de costumbre de Luisito, al que no deja hacer nada. Tras reñirle por acercarse al lago, se bebe un trago de agua y a continuación permite al niño que se puede acercar, "pero sin meter la mano en el agua" (*)

ESCENA: CURACIÓN DE DOÑA PAQUITA.
              Esta escena es indéntica en ambas versiones.

(Don Fidel pasa con su ciclomotor junto al edificio del balneario. Doña Paquita, desde una ventana, le llama, le hace parar y le explica que el agua es milagrosa, que le ha salvado la vida).


Versión A.-

   ESCENA: VUELVE LA ACCIÓN AL BALCÓN 

... en el que Martino ha pegado el espejito.
(Martino) Como ven ustedes, Doña Paquita ya está salvada. Este agua podrá por fin curar enfermedades. 
(Don Evaristo) Pero, ¿Qué enfermedades vamos a curar? Tendremos que fingirlas y eso...
(Martino) ¿Y porqué no atreverse con las auténticas? Vamos a ver, veamos. (Reflexiona por un momento y se dirige a Don José) Sus tres apariciones al relente le han producido dolor de lumbago.     
(don José) Sí, sí. Pero ¿Para qué quiero un milagro si el lumbago ese me lo curo con un poco de calor, ¿Verdad, Don Evaristo?
(Martino) En vista de la falta de fervor del enfermo se lo traspaso a Vd. doctor. 
(Don Evaristo) Es muy sencillo, una cataplasma y ya está. 
(Martino) (Pensativo, mirando al D. Antonio y D. Manuel) Veamos, uno sólo, un enfermo para el milagro..¡usted! (señala a D. Antonio) 
(D.Antonio) ¡No!. Yo no. Don Manuel sí que está paliducho. Fíjese, fíjese. 
(Martino) Un caso de pulmonía se está incubando pero las aguas le curarán. Y señala a la fuente donde:
 
     ESCENA: SIGUEN DOÑA EVA Y LUISITO.
Sigue Versión A.-

(Doña Eva da otro sorbo de agua de la fuente y le dice a Luisito:
(doña Eva) Qué gracioso...échate al agua. Un niño bien educado hace todo lo que quiere.
(*) En la versión B toda la escena se desarrolla a partir de aquí, sin dividir en dos secuencias.


        
      ESCENA: PREPARANDO EL MILAGRO EN CASA DE DON MANUEL
                 (Esta escena no aparece en la versión B).
Versión A.-
       
     Don Manuel, en su casa, sentado en la cama, desvistiéndose). Está don Salvador y también don Evaristo, de pie junto al lecho. Va depositando en la mesilla de noche varias cajas de medicinas.
(D.Manuel) Sí, pero Martino dijo que yo iba a tener pulmonía.
(Don EvaristoMartino dirá lo que quiera, pero la apendicitis es más fácil de imitar.
(D. Manuel) Sí, pero haciendo como que toso..
(D.Evaristo) ¿Y la fatiga? ¿Y la fiebre de cuarenta grados? Nada, nada. Apendicitis.
(D.Salvador) ¡No hay derecho!
(D.Evaristo) ¿A qué no hay derecho?
(D.Salvador) A que ese hombre no se haya acordado de mí. Imito las enfermedades mejor que nadie. 
(D.Evaristo) ¡Caramba, es verdad! Serían dos enfermos en vez de uno, ¿comprende? ¡Dos milagros!
(D.Manuel, ya metido en la cama protesta) Martino dijo que iba a tener pulmonía.
(D.Salvador) No me repita lo que dijo Martino. Nosotros también podemos tomar iniciativas. 
(don Evaristo y don Salvador sopesan las diferentes opciones hasta que el primero dice: ¿Y unas buenas tifoideas?
(D.Salvador) Ajá..Eso es. unas buenas tifoideas.


ESCENA: DON SALVADOR FINJE ANTE SUS ALUMNOS
(Esta escena se reproduce igual en la Versión B)

         Todos los escolares contemplan a Don Salvador, que está en la cama, tembloroso y con cara de enfermo. Llama al niño que parece el más aplicado -Joaquín Sapena- y le dice que se acerque.
(D.Salvador) Ah..niños, al permitiros asistir a mis últimos momentos os estoy dando la mejor lección teórico-práctica sobre la fugacidad de la vida. (Se fija en un niño que está metiéndose el dedo en la nariz y le afea su conducta, amenazándole con un cachete) brrrrr....brrrrr .! niños, vais a presenciar la defunción de un hombre que lo dio todo por la enseñanza, y a falta de manuales sobre la materia, transforma en encerado su propio lecho fúnebre (tirita exageradamente).(al niño) Tú eres el primero de la clase, tócame la frente. No tengas miedo. Toca y calcula en grados centígrados mi fiebre. ¡Calcula!. (el niño lo hace)
(El niño) Yo, yo no noto nada de calor.
(D.Salvador) ¡Sapena! Tú eres el primero de la clase. Te doy un cachete... Tú debes de saber que mi fiebre es muy elevada. ¿Qué temperatura tengo?
(el niño) No sé.  
(Don Salvador) brrrrrrr ¡¿Qué temperatura tengo?!


   ESCENA: SIGUE LA PREPARACIÓN EN CASA DE DON MANUEL
   (Esta escena se reproduce igual en la versión B)

         Contraplano muy de Berlanga: D. Evaristo consultando el termómetro:
(D.Evaristo) Eh...¡treinta y nueve y medio!. (dirigiéndose a la mujer de Don Manuel) Esto empieza a ser alarmante. Sí, muy alarmante, muy alarmante... (A Don Manuel le confía en voz baja: No se asuste, que lo traía preparado. (A la mujer) En fin. Los síntomas son evidentes. Nunca he tropezado con un caso tan claro como éste. 
(La mujer) ¿Usted cree que es algo grave?
(D.Evaristo) Puede serlo. Puede serlo. Por lo pronto, que no se mueva. Absoluta inmovilidad. Y no se olvide de ponerle bolsas de hielo en la región abdominal. (se sienta en la cama junto al enfermo) Vamos a ver, Don Manuel..
(D.Manuel) Pero si a mí lo que me duele es la espalda. Yo creo que lo que tengo es pulmonía. 
(Don Evaristo tras comprobar que la mujer ha salido de la habitación) Usted tiene apendicitis, apendicitis. 
(D.Manuel) Que no. Que lo que tengo es pulmonía. Estoy seguro. 
(D.Evaristo) Pero hombre, acuérdese. Don Salvador fiebres tifoideas y usted a-pen-di-ci-tis.


   ESCENA: EN EL ALMACÉN DEL BALNEARIO 
             (Esta escena se reproduce igual en la versión B)

 Martino y Don Ramón cuentan botellas de agua de Fontecilla en cuyas etiquetas se lee: "Agua milagrosa de San Dimas". Martino hace ver a Don Ramón que debe tener a punto un litro de agua por cada hombre de este mundo. Un cálculo superficial arrojaría una cifra de unos dos mil millones, a lo que don Ramón responde si no sería posible dejar por   esta vez a los chinos.
(Martino). También nuestras botellas están llegando a su objetivo.


 ESCENA: CURACION MILAGROSA DE DON MANUEL.

         Don Manuel está acostado con los ojos cerrados y visiblemente enfermo. Una docena de personas de pie, en la habitación, contemplan la escena: Doña Paquita le da a beber agua de San Dimas. Le pide que la beba con devoción y despacio, a sorbitos, y a todos los congregados, que recen un padre nuestro A San Dimas. Desde la puerta, Don Evaristo y Don José comentan que lo que debía ser un ataque de apendicitis fingido se ha convertido en una verdadera pulmonía doble. Don Manuel bebe unos sorbos de agua mientras Don José le hace unas señas:

                                       


Versión A.-

(Don Evaristo) Pero ¿Qué hace usted?
(Don José) Estoy haciéndole señas para que finja que se ha puesto bueno de repente. ¡No se me ocurre otra cosa!. 
(Don Evaristo). ¿Con cuarenta grados? Si entendiese usted algo de medicina no diría esas sandeces.

 La versión B difiere en el diálogo descrito:

(Don Evaristo) Pero ¿Qué hace usted?
(Don José) Estoy haciéndole señas para que termine de beber el agua.   ¡No se me ocurre otra cosa!. 
(Don Evaristo). Y ¿eso de qué puede servir? Pero hombre: si entendiese usted algo de medicina no diría esas sandeces.
 
                                 - - -   
(En ese momento, Don Manuel se incorpora, como despertando de un mal sueño, y pregunta qué hacen todos allí. Está curado). 
(Don Evaristo le toca la frente, incrédulo. A continuación le ausculta) ¡Esto es inexplicable!
(Doña Paquita) ¿Será posible? El agua. Ha sido el agua. ¡El agua de San Dimas!.
(Doña Eva) ¡Milagro!. ¡Milagro!
Doña Paquita, convencida del papel que según ella le ha asignado San Dimas, sale en busca de enfermos, blandiendo su botella. Don José sugiere que vayan a ver a Don Salvador, que se está muriendo de fiebres tifoideas.

                    ESCENA: CURACION ESPIRITUAL DE DON SALVADOR

Versión A.-
        Primer plano de Don Salvador, en la cama. Consulta su termómetro. Y dice:
(Don Salvador) Ajá. Esto se llama fiebre. (Se dirige a los escolares, que están de pie contemplándole)  Suele acompañar a todos los procesos infecciosos. brrrrrr....Cuando alcanza, como en mi caso, cifras superiores a los cuarenta grados, significa...peligro de muerte. (Llama al niño al que, creyéndole tonto, sometieron a una serie de pruebas fallidas)
(Don Salvador) José Rodriguez Lafuente. Haga el favor de repetirme todo lo que acaba de oír sobre la fiebre. 
(El niño) Pues la fiebre...es un calor...que entra...cuando uno se está muriendo.
(En ese momento aparece Doña Paquita blandiendo su botella de agua, con don Evaristo y otras personas)
(Dª Paquita) ¡Todos de rodillas! Don Salvador (que continúa tiritando) ¿Habrá algún vaso por aquí? (coge un vaso de la mesilla de noche) Ah, sí. Beba usted. Beba despacio y rece a cada sorbo conmigo, es el agua de San Dimas.
(Don Salvador, que sigue fingiendo y tiritando) ¡Déme! Me encuentro...muy mal. Me encuentro muy mal. Pero creo, ¡creo! Y me encomiendo con todas las potencias..de mi alma..al dulce y piadoso San Dimas. (Bebe del vaso).
(Dª Paquita) Muy bien. Ya vamos a rezar las letanías de San Dimas. Gloriosísimo San Dimas (Lo repiten Don Salvador, los niños y todos los que han llegado, incluido D. Evaristo) permite que por tu divina intercesión (todos continúan repitiendo sus palabras) todos los que a aquí nos encomendamos recobremos la salud. Así del alma como del cuerpo, y lleves La Paz a los corazones (*****) que en tí confían. Amén. (todos hacen la señal de la cruz. Doña Paquita se dirige al enfermo:
(Dª Paquita). Tenga esperanza. Este agua me sanó a mí. ¿Siente algo, Don Salvador?
(Don Evaristo sale del grupo y se acerca a la cama) Perdone usted Doña Paquita, perdone. Vamos a ver...(le explora) hígado normal, ni asomo de esplenomegalia...nada de timpanismo...¡Es imposible! ¡La ciencia se resiste a admitir una curación semejante!
(Doña Paquita y Don Evaristo exclaman ¡Milagro! ¡Milagro!) Todos los presentes se marchan. Se queda Don Evaristo sentado en la cama. Comprueba de reojo que ya no queda nadie allí y le susurra a Don Salvador:
Por poco estropea el milagro...Diga algo, hombre.
(Don Salvador) Algo, sí. Que estoy curado. (primer plano de su rostro) Curado para siempre.(La fe de cuantos le rodean le hace ver  lo infame del falso milagro..)

                

La versión B es igual hasta el momento marcado con un (*****) en que cambia por completo:  
(La voz de Doña Paquita disminuye en esta última frase hasta desaparecer. Sólo Don Salvador escucha en su interior una voz, muy solemne, cada vez más fuerte, que repite hasta cinco veces: Así del cuerpo con del alma). Se da a entender que una intervención sobrenatural le ha abierto los ojos sobre la infamia del complot. Falta el resto de la escena.
  
         En las dos versiones, comienza la locura desatada de la gente en sus ansias por beber el agua. Doña Paquita le afea a Don Ramón que cobre por ir a beber a la fuente "porque pertenece a San Dimas". Él replica que la mitad se le va en impuestos. Hay un niño solitario que pretende entrar a beber pero no tiene la peseta. Don Ramón le deja pasar, aunque le advierte: "pero me la debes". A un grupo que desfila saliendo del balneario les interpela Martino. Porqué se van? Porque no tienen dinero.
    Martino les explica que él es una especie de ingeniero del agua y sabe perfectamente que el agua circula bajo tierra. (Un aldeano le pregunta ¿cómo un río que va bajo tierra?) Este personaje sale varias veces y creemos que lo encarnó Vicente Llosá, Secretario de Dirección en la película. Martino sugiere a los lugareños pobres que, como San Dimas se apareció en la Estación, allí hay una manguera con la que repostan agua las locomotoras. Y hacia allí se dirigen en masa, cargados de cacharros para transportar el preciado líquido.
    Mauro está en la Estación recogiendo agua del surtidor para hacer su comida. Llega el gentío que comienza a llenar los recipientes que trae cada uno, ante la atónita mirada de Mauro. Pasa lentamente un tren del que salta el perrito del niño tullido, que lo abraza emocionado.  El convoy desaparece de la vista pero se ha soltado el coche de cola, deteniéndose. Es el vagón-vivienda de Mauro.





    En el frenesí, la gente va y viene con recipientes y la administra a unos y a otros. Todo el mundo bebe el agua, se la da a los enfermos, a los animales, se riega el huerto con ella, se rellena el radiador de la camioneta; riegan los pies de un muerto al que están velando.. e incluso alguien se la instila en los ojos con un cuentagotas. Las versiones son iguales salvo que:

Versión A.- Se ve cómo alguien llena el depósito de una lavativa con una botella de agua de San Dimas.




Versión B.- Ese detalle no aparece. 

 Don Salvador, en trance, se dirige a la iglesia, con el resto de fieles. Le intercepta Don Ramón y lo lleva junto a los demás compinches. 
    El gentío entra en el templo y pretende sacar a San Dimas en procesión.  Ya lo llevan en volandas cuando don Fidel los detiene y los echa a la calle. Una vez lo ha hecho, cerrando las puertas tras ellos, las versiones cambian:

Versión A.- (Aparece un hombre que Don Fidel no había visto. Le pegunta)
(D. Fidel) ¿Y tú? He dicho que a la calle todo el mundo. 
(El hombre) Es que me he dejado allí la boina. (señala al interior. Don Fidel le toma del brazo y le replica) Es lo mismo. Ya la cogerás otro día. Todo el mundo a la calle. ¡Fuera!*

Versión B.- La escena descrita no está
Al quedarse sólo, Don Fidel, descorazonado se dirige a la imagen de San Dimas.
¿Porqué no, porqué no, Dios mío?

*Al parecer, basándonos en el Guión que después se volcó en un librito sin importancia (y sin firma) que mencionamos al final y que se ajusta a la versión sin censurar, el diálogo era de este modo:
(D.Fidel) Y usted, qué?. No se quede ahí. He dicho que a la calle todos.
(El hombre, disculpándose confuso) Pero si yo...me estaba confesando.
(D. Fidel) ¿Y a mi qué? ... ¡Fuera! ¡Tres avemarías y una padrenuestro! ¡A la calle!         
        
ESCENA: ARREPENTIMIENTO EN LA SUITE REGIA.
 
 Martino habla a los conjurados: Apartado A: les ofrece dinero (lanza billetes por todas partes, a manos llenas) por la exclusiva del milagro. Todos los compinches están sentados, cabizbajos, arrepentidos. No le hacen caso. Aparece Don Salvador y se dirige a Martino: 
Usted habló de un apartado A: beneficios económicos. ¿Cual es el apartado B?
(Martino) Apartado B? Beneficios espirituales. (Se dirige a la pandilla, que sigue sentada y cabizbaja) eh, amigos?

Versión A.- 

(Martino) ¿Oyen? Un egregio visitante acaba de llegar. ¿reconocerá oficialmente el milagro o no lo reconocerá? Grave cuestión. 
 




(Don Salvador se asoma al exterior del balneario para ver cómo, abriéndose paso entre la multitud, avanzaba un prelado de noble e inteligente aspecto, flanqueado por dos canónigos y por Don Fidel).

Versión B.-  
         
Martino.- ¿Oyen? Un ilustre visitante ha llegado. ¿Tenemos derecho a jugar con todos ellos? ¿Qué les parece?
(La cámara pasa de nuevo a un primer plano de Don Salvador. (La secuencia del prelado está eliminada).
- - -  
(D.Salvador, a Martino) No le tengo ningún miedo. Ningún miedo, ¿sabe? Voy a decirlo todo. 
(Martino) Está bien. Vaya...
(el resto de compinches se levanta de la mesa. Don Antonio dice: "Hay que hacerlo. Es preciso". Salen todos de la suite regia menos Don Evaristo que va rezagado. Se dirige a Martino: "Me queda la duda de quién es usted. ¿Me lo dirá?"
(Martino): Cualquier día. 
(D.Evaristo) No sé dónde será. 
(Martino): Ese es mi secreto.   
Se marcha Don Evaristo. Martino se dirige al balcón, en el que sigue pegado el espejito. Pasa la mano por delante, arriba y abajo, como comprobando el reflejo o provocando algún efecto. 
            
Salen todos juntos a la calle. Desde una terraza que domina el parque, se dirigen a la multitud que se agolpa allí. Confiesan su artimaña pero la gente no les cree. Unos exhiben sus miembros curados, otros dicen que han ido hasta allí buscando una curación.
     Sólo falta en la versión B una imagen de varios enfermos en camilla. Uno de ellos enarbola una Cruz. Están custodiados por una monja.




            Martino contempla todo desde el balcón. Entra y lo cierra. Los conjurados, en la calle, insisten en decirle a cuantos se cruzan con ellos que todo ha sido un fraude, que ellos lo inventaron en beneficio del pueblo y que después llegó Martino... En su marcha son interceptados por Don Fidel que les pregunta quién es ese Martino del que tanto hablan. 
        Llaman a voces a Martino desde la calle. Como no contesta entran en el balneario junto a Don Fidel. Suben hasta la Suite Regia. Miran sin éxito hacia todos lados. Allí no hay nadie y el aspecto es de abandono, polvoriento y con telarañas. Allí no ha habido nadie en mucho tiempo. Por fin, ven sobre las teclas del desvencijado piano un sobre. Don Salvador se acerca, lo coge y lo abre. Va dirigido a los confabulados. Es una carta de Martino diciéndoles que han despertado la fé en la gente y que esa fé le ha traído a él. Añade que le adviertan a Don Fidel que el San Dimas de su iglesia no se parece en absoluto al verdadero. Que por si le quiere cambiar la fisonomía adjunta foto y señas personales del auténtico San Dimas.

Versión A.-  Se adjunta una ficha policial de Martino.





 Versión B.-  Se adjunta una fotografía de Martino.



  

FIN 
 

         Decíamos al principio que existe una enorme dificultad para poder aclarar muchos porqué de esta película. Pero vamos a apuntar algunos comentarios. El más importante es que el realizador reconoce que el guión se queda corto y decide que baje San Dimas y por otra parte duda que la idea fuese cosa suya. Pero insistimos: entre su avanzada edad a la hora de hacer declaraciones sobre el rodaje cuando apareció la copia -supuestamente- no censurada y lo kafkiano de la intervención eclesiástica, cada uno que se quede con lo que quiera.

    Primero: Una cosa son los cortes y cambios impuestos por la Censura y otra muy diferente las sugerencias. Es decir, "Aceptemos pues, que los cortes son todos de censura, pero lo que no puede decir la censura es ""Puede esto, y esto, y esto"" Eso sólo lo podía hacer Procusa".  Y eso mismo creemos nosotros: Berlanga, como dejó dicho, no rodó con libertad, porque en el guión a seguir, a pie de cámara y en la sala de montaje, se le hacían cambios y se suprimían escenas. Y ese no era el modo de actuar de la Censura convencional.
 
    Segundo. Respecto a la introducción de la versión "B", el tren atravesando la población, etc, Luis Gª Berlanga dijo: "El tren del comienzo, que a mí me gusta, es una imposición. Yo arrancaba con el goteo del agua sobre un recipiente para dar idea de la decrepitud del balneario".  Comentemos también que algún experto atribuye su rodaje a Jordi Grau pero citaremos nuevamente las palabras de Berlanga: "No. La del tren me acuerdo haberla rodado yo y recuerdo además lo que nos costó subir a lo alto del monte". De todos modos, no aparece en la versión que hemos llamado "A". En cambio, sí recordaba Berlanga que Grau le habló de "un día o dos de trabajo (de Grau) en que se rodaron cosas de cuando suben a una ermita". 
 
    Tercero: Es muy posible que Grau, quien "..trabajaba para Procusa, no sé si era una especie de meritorio"  rodase algunas escenas o planos que Berlanga había rechazado, como por ejemplo el cambiazo de la ficha policial. 

    Cuarto: La visión de ambas versiones, tarea obligatoria para poder ofrecer a los lectores este trabajo con la necesaria minuciosidad, ha provocado en nosotros una reacción que circula, digamos, en dos direcciones: Por una parte, las carcajadas cuando no la más sincera lástima por los responsables de tanta pusilanimidad. Y por otra parte  la repulsa hacia esa especie de Santa Inquisición que tenía el poder y el dinero para doblegar a su gusto el arte, para manipular la mente de las personas, del público y según los casos, hacer desaparecer esta u otras películas. 
 
    Quinto: Berlanga relató también varias veces la confianza que tenía puesta en que el guión no sufriera ningún corte, toda vez que lo que hacía era denunciar los falsos milagros y a las gentes que se aprovechaban de la inocencia ajena. "Yo tenía dos slogans preparados como defensa: uno, el que ya he (hemos) expuesto), dos, que si Dios es el número uno en todo, tenía que serlo también en el sentido del humor. Y puede que sí, que naciese de ahí la aparición de San Dimas, porque baja un poco de cachondeo".

    Nosotros pensamos que a ese Dios que nombraba Luis, le gustaría más la versión sin manipular. 
  
       

Bibliografía consultada

Jesús Franco. Bienvenido Mr. Cagada. Aguilar. 2005.
Los jueves, milagro. El Club de la Sonrisa. Taurus. 1958.
Revista Nickel Odeon. Número tres. 1996.