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AURORA DE ESPERANZA


 

            Antes de hablar de la película que nos ocupa esta vez, no tenemos más remedio que repasar algo la Historia de nuestro País y en concreto  la Guerra Civil que enfrentó a unos españoles contra otros. Habremos de generalizar, ya que un estudio pormenorizado nos obligaría a una o varias entradas específicas sobre el cine producido durante el conflicto.

        Esperamos que los lectores tengan alguna idea del estado en que se encontraba España en los años precedentes al famoso alzamiento que provocó tanto dolor. La cuestión sindical gozaba de gran protagonismo debido al enfrentamiento entre obreros y campesinos con patronos y clases dirigentes; y es que las cosas debían cambiar, había una esperanza, la clase trabajadora reclamaba unos derechos justos y razonables pero llevaban ya muchos años de precariedad, de abusos, de abandono o de ser obligados a tomar parte en guerras coloniales inútiles y mortíferas. La revolución obrera tenía que producirse para poner remedio al conflicto, pero al mismo tiempo todas las facciones desde sus agrupaciones políticas pretendían arreglar las cosas, salvar a España. Había tantos salvapatrias que se daban casos curiosos como el de Falange Española y la Confederación Nacional del Trabajo, que compartían el deseo de un entendimiento patrón-obrero, además de los colores y las pistolas; y la misma aversión hacia las coronas, las sotanas, los comunistas y resto de partidos políticos. En cuanto se produjo la rebelión militar, el pueblo reaccionó enseñando los dientes con una unidad y una fuerza como nunca lo había hecho. 

     En Cataluña, al inicio de la Guerra Civil el personal adscrito de un modo u otro al mundo del Cinema -como se decía entonces- estaba ya sindicado, gran parte de ellos a la CNT. Así fue como rápidamente, nada más producirse el golpe de Estado, controlaron la producción y exhibición de Cine incautándose de los laboratorios, estudios y salas de todas las grandes ciudades leales a la República, colectivizando la industria; medida que fue ratificada por La Generalitat de Cataluña. El bando rebelde por el contrario, tenía muy pocos medios para hacer Cine y escasos conocimientos de cómo convertir éste en una herramienta propagandística útil.


Cabecera de las películas, con la marca del Sindicato de la
 Industria del Espectáculo, denominación que vino a sustituir al
 Sindicato Único de Espectáculos Públicos (SUEP)

     El Sindicato Único del Espectáculos públicos S.U.E.P. de la CNT, tras la incautación de la industria cinematográfica la dividió en cuatro secciones: programación, distribución, propaganda y taquilla. Los ingresos de ésta última iban a un fondo común del que cobraban todos los trabajadores. También la producción se costeaba con dichos ingresos (en 1937 produjeron un millón de pesetas). Así pudo la CNT comenzar a rodar películas (Se llegaron a rodar unas cien) en las que pretendían escenificar y potenciar su ansiada reforma social. Y durante toda la Guerra Civil la situación arriba planteada permitió al bando Republicano el rodaje y distribución tanto de documentales como de películas de ficción, en los que se apostó por un realismo que ponía sobre el tapete temas tan graves como el paro, las desigualdades entre las clases sociales, la explotación laboral, la prostitución, el alcoholismo y todo aquello que generaba la insatisfacción y degradación de la clase obrera. No ha faltado quien comparara aquellas producciones con los primeros balbuceos del neorrealismo



    Muchos años después, en 2010, se ha llevado a cabo un estudio, recopilación y clasificación de todo aquel material presentado como el Archivo cinematográfico de la revolución española, CNT 1936-1939, editado en un estuche con 9 DVD. Hasta entonces y durante el franquismo, estudiosos del Cine Español como Ángel Zúñiga, José Luis Clemente o Méndez Leite, e incluso el -en ocasiones providencial- García Escudero negaban sistemáticamente el empaque e importancia de la producción cinematográfica republicana; la daban por no existente. Exceptuaremos el digno trabajo publicado en 1972 por Carlos Fernández Cuenca, primer director de la Filmoteca Nacional. Aquí, dado que lo único que pretendíamos era contar un poco aquella situación y repasar las películas entre las que se encuentra  Aurora de esperanza, mencionaremos, aunque sea de pasada, alguna de esas otras obras, documentales o largometrajes de ficción.

    De los 39 documentales vale la pena destacar los que perseguían fines sociales: La última (sobre el el alcoholismo en la clase obrera), ¿Y tú qué haces? (denunciando a los jóvenes que no se alistaban), Bajo el signo libertario (sobre la dignidad de la mujer) y los que se pueden considerar como propaganda bélica: Ruinas y Sangre de España, Milicias en el Frente de Aragón, Madrid tumba del fascio, los Aguiluchos de la FAI o el sentido Entierro de Durruti.



    

     Algunas imágenes del documental de Mateo Santos Movimiento revolucionario en Barcelona en las que se mostraban féretros y momias de religiosos a la puerta de los templos, han sido después utilizadas hasta la saciedad por los vencedores en los films que pretendían convertir en una cruzada la guerra que provocó su traición.

 

                 

                 
                         
         He aquí los carteles de varios documentales. A continuación nos ocuparemos de los largometrajes, de los cuales se rodaron tres en el año 1937, aunque con diferentes fechas de estreno:

  Aurora de esperanza. Que veremos detenidamente en esta Entrada. 

Barrios bajos. Dirigida por Pedro Puche. Se estrenó el 22 de mayo de 1937 en el Cine Avenida. Pretendía criticar la prostitución y denunciar las tramas de captación de que se valían proxenetas y alcahuetas. Ambientada en El Barrio chino de Barcelona, contiene algunas escenas eróticas que se consideraron demasiado fuertes en su momento. No obstante, fue criticada por la cúpula de la CNT por no ser suficientemente radical en sus planteamientos libertarios. Casi toda la película está rodada en interiores salvo algunos exteriores que pretendían poner de manifiesto el  contraste entre los barrios ricos y los barrios pobres. 
 

El Valencia (José Telmo), prototipo de obrero libertario
 con su protegida, a la que libra del acoso proxeneta.

   Nuestro culpable. Dirigida por Fernando Mignoni.  Esta fue la única película producida por la CNT de Madrid. El guión ya había sido presentado a los Estudios CEA antes de la rebelión militar. Es la historia de un Rocambole a la madrileña (El Randa, interpretado por Ricardo Núñez) que se mueve por los tejados de la ciudad y accede así a las casas para robar. Se cuela en una casa y se enreda con la amante del dueño (Greta, Charito Leonís), un acaudalado banquero. Pasarán muchas cosas, pero lo más significativo es que el banquero, para que no se aireen sus líos de faldas, dará por perdida una buena cantidad de  dinero del que se ha apropiado la pareja. Intentaran devolver el dinero pero infructuosamente, ya que las partes interesadas ya tenían su culpable. La película está trufada de guiños y atrevimientos impensables a partir de 1939. Pero ahí está.


El Randa y Greta.



      Y vamos ya con Aurora de Esperanza, dirigida por Antonio Sau. Fue la primera producción del S.I.E. El periódico La Vanguardia daba cuenta el 27 de agosto de 1937 de la finalización del rodaje y de que se esperaba su estreno para la semana siguiente.

       La película pone sobre el tapete y con gran dramatismo la problemática de la clase obrera, el cómo el ignorar sus derechos y rebajar su dignidad provoca la rebelión del proletariado, dispuesto ya a tomar las armas. Marcaremos en negrita los guiños del argumento que contienen la intención propagandística.

         Se narra la historia de Juan, un trabajador de la industria que se ve repentinamente desempleado y sin recursos. Tiene dos hijos: una niña (Pilarín, Ana Mª Campoy) y un niño más pequeño (Antoñito, "Chispita", Román González).




         Con su dignidad herida y el riesgo que suponía entonces para la estabilidad y bienestar de una familia la situación de paro forzoso del progenitor, le cuenta a su esposa (Marta, Enriqueta Soler) lo ocurrido. Para un honrado cabeza de familia, el paro, el no poder sostener a su prole era motivo de desesperación.




      Las cosas se irán poniendo cada vez peor; apuran los últimos ahorros, el casero les apremia a pagar el alquiler, Marta empeña su anillo de bodas y termina aceptando el único trabajo que le ofrece una casa de modas: lucir prendas de ropa interior a la vista del público. Tiene sus dudas pero la necesidad apremia. Cuando Juan se entera, acude al establecimiento y monta un escándalo protestando contra la explotación de la mujer, acusando a los que se aprovechan de la necesidad ajena en menoscabo de su dignidad: "¿Para vender esto tenéis que comprar la decencia de una mujer? Bien explotáis la miseria, mercachifles asquerosos." 

    


        La solución para Juan, en vista de que no consigue trabajo de ninguna manera consistirá en enviar a su mujer y los niños al pueblo. La marcha de la ciudad al medio rural fue, en toda España, un remedio en aquellos tiempos en que faltaba lo primordial: el sustento; antes, durante la Guerra Civil y después.


                              

         Y a partir de ese momento comienza el calvario de nuestro hombre. Sigue buscando trabajo sin éxito. En su búsqueda, mete la nariz en un club de alterne, para ver cómo viven los ricos, su despreocupación, sus vicios. Coincide con un señorito ocioso (y suponemos que vicioso) entrando en un club con sus putitas. El primer gesto de aquel, al observar la mirada insolente de Juan es hacer que lo echen a la calle, pero una de las muchachas se compadece y lo evita. Lo llevará a beber unas copas y al marcharse le dejará una cantidad de dinero, compadecida por su situación. Esta secuencia redime en cierto modo a La tanguista, al fin y al cabo otra mujer explotada que se solidariza con el desesperado obrero.
 
 
Con La Tanguista (Pilar Torres)
                             

        Juan se enfrenta después a un empresario al que exige en su desesperación que le de un trabajo. Aquí se pone de manifiesto lo sagrado del derecho al trabajo de cualquier ciudadano. ¡Que no digan que no hay trabajo. Que se lo saquen de la manga aquellos que tienen los recursos y la obligación de tener empleada a la población!






La película incide especialmente en cómo, a causa del paro, Juan va siendo arrastrado por la degradación y la soledad y cómo se resiste a caer, sacando fuerzas de flaqueza para conservar su dignidad. Le sucederán muchas cosas:



 


   
         Para poder comer, se une a quienes hacen cola para mendigar la sopa boba. Indignado al ver a tanta gente en las mismas condiciones, nace el otro Juan, el rebelde, que protesta, que pronuncia discursos animando a la gente a rebelarse. Embravecido, acude a un restaurante y después de saciar su hambre confiesa no tener dinero para pagar la cuenta. Llaman a la policía pero el agente que se lo lleva lo deja libre de inmediato en plena calle. Este detalle es un guiño sobre la comprensión de las fuerzas del orden, que a fin de cuentas, son parte del pueblo y están (o deben estar) de parte del trabajador. De todo hubo: Guardias de Asalto y Guardias Civiles, unos cayeron hacia un lado y otros, pues hacia el otro.
 



   
        La paciencia de Juan, del pueblo, ya ha llegado al límite. Pronuncia arengas y se une a una marcha "del hambre". Ante la reacción de alarma de las autoridades, los manifestantes se arman. Acorralarán a un señorito (precisamente el juerguista del club) pero no lo tirarán al río con coche y todo; revolución sí, pero sin violencia innecesaria. El caso es que hubo demasiada, por ambos lados, precisamente en ese comienzo revolucionario. 
 


       Este mitín espontáneo que da Juan iba a ser rodado sin más, pero terminó disuelto a porrazos por la auténtica Guardia de Asalto republicana. Lo sucedido formaba parte del argumento, pero la secuencia terminaba con el grito de uno de los manifestantes: ¡La policía!, a la que ni siquiera se llegaba a ver. Al producirse el rodaje en mitad de la Guerra Civil, con un orador cabreado reclamando derechos laborales y trabajo, ocurrió que un vecino llamó a la auténtica policía creyendo que aquello era real. Las fuerzas del orden, que no habían sido avisadas del rodaje, entraron a saco, repartieron palos y así quedó la película.
 







La familia de Juan se une a la "Marcha del hambre" cuando ésta pasa por el pueblo. 


        Las últimas secuencias, feliz desenlace con la esperanza puesta en  los corazones de los manifestantes, ponen el final a este film. Sus artífices consideraron cumplido sobradamente el objetivo de denunciar el sistema capitalista y sus injusticias, aunque a costa de ello, la película no deja de parecer un documental, eso sí, realista y muy bien hecho. 

              

     
     Con frecuencia se la ha señalado como precursora del neorrealismo europeo. Todo nos parece bien, excepto que se aireen a los cuatro vientos eslóganes como "somos cine, cultura europea" y el espectador, que a fin de cuentas es quien paga la Televisión Pública, ignore su patrimonio fílmico, su Historia. Se diría que alguien tiene interés en avergonzar al público manteniendo un programa como Cine de Barrio, con la artera excusa de homenajear a uno de nuestros actores o actrices clásicos. Las películas que programan son o bien una exaltación de la España atrasada pero feliz tipo "vivan las caenas" o bien una pasarela de conductas machistas que rozan lo baboso. No pedimos que pasen cine de autor tipo El espíritu de la colmena, pero tampoco bodrios más bien guarros como El abominable hombre de la Costa del Sol, por citar una mínima muestra de la ingente producción cinematográfico-basurera de aquellos años que produjo, a aquellos que movían los hilos de la industria, unos pingües beneficios.  

    Volviendo al Cine del SIE, éstos largometrajes producidos en 1937, con Aurora de Esperanza a la cabeza, no tuvieron continuidad en las siguientes producciones de la CNT, es decir, ya no se plantearon del mismo modo. Destacaremos Nosotros somos así dirigida por Valentín R. González (comedia musical con el texto en verso) que todavía se filmó en 1937 y ¡No quiero, no quiero!  De Francisco Elías en 1938. Aunque de contenido político anarquista, éste viene más diluido, impregnando argumentos más comerciales que en definitiva eran más del gusto del público; un público deseoso de acudir a las salas de Cine para evadirse de los rigores de la Guerra.  





ESTRELLAS FUGACES: ANTONIA BRONCHALO LOPESINO.




 

"La que se casa, en su casa.
 La soltera, donde quiera". (México)
          

        Le toca a esta mujer: Antonia Bronchalo Lopesino. Algunos lectores ya la habrán reconocido como Lupe Sino, renombrada por su relación sentimental con un célebre torero en aquella post-guerra tan carente de las cosas más comunes y tan ávida de mitos. El fútbol ganaba día a día nuevos aficionados, modernizando el concepto de culto popular con sus semi-héroes, aquellos muchachos frescachones de vida privada sana y transparente que -como los del resto de Europa- defendían su equipo dando patadas históricas sin más atavío que el calzón corto y la camiseta con los colores de su club; abriendo una inocente rivalidad regional o Nacional. Mientras tanto, el mundo de los toros con su arcaísmo y su sacralidad seguía manteniendo una menguante parcela en el culto popular. Entender de toros era un saber solitario, íntimo, de pequeñas tertulias. Los toreros vivían en medio de una aureola hecha con sus rasgos personales, sus fortunas, sus amoríos y el fervor de sus partidarios. Y estaba también la muerte y toda la parafernalia que proporcionaban a la fiesta su brillo y su dramatismo ancestral, provocando de vez en cuando tragedias que el pueblo vivía con la intensidad de un Viernes de Dolores. Vaya por delante que no somos ni taurinos ni anti-taurinos. Pensamos que esos festejos -todos- desaparecerán, si tienen que desaparecer, cuando el público deje de acudir a las Plazas o de divertirse con los toros por las calles de sus pueblos. 

        Pero, vamos a lo que vamos: Antonia viene a cuento en este Blog porque fue una actriz del Cine español de aquellos tiempos. Una mujer que deseaba una vida mejor, ascender en la escala social y hacer realidad sus sueños en un mundo machista, cínico y cruel. Nació un dia del mes de marzo de 1917, en Sayatón, pueblecito de la provincia de Guadalajara. Cuando tenía 14 años sus padres se trasladaron con su numerosa prole (siete chicas y dos chicos) a Madrid, nada insólito en aquellos tiempos si se tenían muchas bocas que alimentar y las pocas oportunidades que les esperaban en el medio rural. A Antonia, que era la segunda hija, la pusieron a servir en una casa de postín donde es muy probable que intentaran meterle mano todos los habitantes masculinos de la casa, costumbre de la época que solía provocar la aparición en algunos hogares de muchachas con su mezcla de ignorancia, juventud y un silvestre sex-appeal como el de Antoñita, su melena negra, su cuerpo proporcionado y sus exóticos ojos verdes. Poco sabemos de sus andanzas posteriores por aquel Madrid, ya crecidita y consciente de lo que la hacía tan atractiva a los hombres, de modo que se hizo artista de cabaré y empezó a alternar. Estalló la Guerra Civil el mismo año en que ella cumplía 18 años.



        

            Hay un relato sobre su vida durante aquellos años que la supone casada en 1937 con un alto mando republicano al que habría conocido en Chicote, un tal Verardini. Eso sí: no existe documento ni fotografía alguna que respalde la noticia. El mismo relato cuenta que se separaron, que ella se quedó en Madrid y que él se exilió a Francia -vía Orán- para luchar contra Alemania en la Resistencia. Existe otra versión según la cual ambos marcharon a Francia al término de la Guerra Civil. El resto es igual salvo que ella pasó por París antes de regresar a Madrid "trayendo abrigo de pieles y todo". Y continuó alternando para lograr su deseo de hacer cine. Ya entonces, pagaba el colegio de dos de sus hermanas y puso a Emilio, el hermano más enfermizo, una carbonería. Los testimonios de sus familiares hablan siempre de generosidad y preocupación por los suyos, pero a lo largo de toda la Entrada veremos cómo el cinismo, el machismo, la envidia y la crueldad la acecharon desde el primer momento en que cruzó su mirada con la de Manolete. Y era una chica como tantas. 


"Talento, figura y salero, pa poder esta vida arrastrar"

            La coyunda, el sexo, son tan antiguos como el propio mundo y en aquel Madrid del "ya hemos pasao", de revancha, cárceles atestadas, camisas azules y saludo fascista, había una descarada tolerancia por parte de las Autoridades hacia las diversiones de muchos altos funcionarios, ricos estraperlistas, gentes de buena familia, artistas, toreros, actores famosos y demás. Disponían de una serie de locales en los que encontrar la oferta que demandaban, bien fuera sexo, alcohol e incluso drogas. Si eran adictos al Régimen, se toleraba su tren de vida. Los pobres y las gentes de bien se casaban y se acostaban temprano, tenían los hijos que Dios les enviara y trabajaban como mulas. Los que eran solteros acudían a casas económicas a pillarse unas purgaciones, mientras que los privilegiados a los que nos referíamos se movían por aquella intrincada serie de establecimientos en los que guitarristas, palmeros, bailaoras y muchachas muy atractivas se buscaban la vida, sacaban adelante a sus familias o intentaban relacionarse con gente importante, por ejemplo del mundo del Cine o de la Moda. Había mucho sexo a cambio de dinero, puterío fino, galanteo de lujo. En palabras de Gil de Biedma: "Por la noche, las más hermosas sonreían a los más insolentes de los vencedores". Eso ya se ha contado antes con nombres y apellidos y solo citaremos una anécdota: Muchos años después de todo aquello, Fernando F. Gómez le confesaba a Paco Umbral: "Las putas de Riscal, Paco, estaban muy ricas. El problema es que todas vivían en Vallecas y entonces Vallecas era el extranjero. Bueno, pues había que llevarlas hasta Vallecas".




         Repasaremos el nombre de unos cuantos establecimientos y son sólo una muestra: Primero el popular Chicote (foto superior), coctelería en la que Ava Gardner pagaba con dólares y decía cosas como ésta: "Este es un bar de putas y yo soy una puta", antes de irse a la cama con un galán o un torero. El resto de la oferta era amplia: para bailar y alternar el Pasapoga, y para lo que se terciara los multidisciplinares Villa Rosa, Abra, Los Gabrieles, Lara o Riscal. Entre aquellas muchachas estaría Antonia buscando un patrocinador que utilizase sus influencias para lanzarla en el Cine. Y alguien lo hizo, empleando dinero y contactos para que Antoñita fuese actriz. Casos similares son de sobra conocidos, aunque sus protagonistas fueron más afortunadas. Nadie daba nada a cambio de nada; entonces no había lugar para la dignidad de un "me too" ni cosa que se le pareciera. Nuestra querida Antoñita, como una Alicia en el mundo de las Maravillas del Alterne, se come la galleta apropiada y entra por una puerta pequeñita en los platós. Antes, coge su costurero y en un plis-plás convierte su segundo apellido en otro más artístico pasando a ser Lupe Sino

        Vamos con su filmografía:



 

        Su primera aparición fue en Tierra y Cielo, dirigida por Eusebio Fernández Ardavin en 1941 para lucimiento de Maruchi Fresno. Lo cierto es que, aunque se conserva la película, no hemos podido identificar claramente a Lupe Sino entre las muchachas de reparto que aparecen en el film. Se rodó en los estudios C.E.A., (Cinematografía Española Americana), que contaban con las más modernas y amplias instalaciones y estaban considerados como "de lujo". Hemos leído en algún sitio que Antonia vivía en un chalé enfrente de la C.E.A. Bueno, pues a saber...




        
          Al año siguiente llegó la gran oportunidad: Antonia protagonizó la película La famosa Luz María. Compartió cartel con el siempre aplaudido Manolo Morán y les dirigió Fernando Mignoni. El dinero lo pusieron Germán Gómez Prieto a través de su Productora y Filmófono




        El argumento es de lo más simple, el típico de las películas en las que se presenta al público una nueva estrella: Luz María trabaja en una Compañía Lírica. Enterada de que el empresario es un pájaro de cuenta que utiliza el tinglado como tapadera de sus turbios negocios, se despide. A pesar de los celos de su novio y etc encontrará su oportunidad en otra Compañía en la que, por supuesto, triunfa como primera figura. Al final, todo se arregla. Disponemos de alguna foto, pero la película no la hemos encontrado.  
               

                       


        Pasarán dos años antes de que la vuelvan a llamar para un papel de reparto. Ladislao Vajda dirigió en 1944 una comedia titulada El testamento del Virrey. ¿La trama? Un rico hacendado que hizo su fortuna  en algún País sudamericano gasta una broma a sus herederos: lega su fortuna a aquellos que estén vivos cien años después. Por lo visto hubo un caso real en Barcelona (Bonet S.A.) que inspiró al guionista. Son siete herederos y cada uno con sus historias y trapisondas. El ya prestigioso Director y un reparto de lujo para aquel entonces (Mercedes Vecino, Manolo Morán, Raúl Cancio, Irene Caba Alba, Pepe Isbert, Milagros Leal, Manuel Luna) dieron como resultado una película que merece la pena ver. Esperamos que nuestros lectores tengan más suerte; nosotros no la hemos encontrado. Sí tenemos algún material gráfico:


Del cartel anunciador...



Trabajo nos ha costado encontrar este fotograma
 de Lupe Sino (Teresita en la ficción) y Pepe Isbert.



            Hemos de hacer un inciso porque a estas alturas Antoñita Bronchalo, Lupe Sino, se ha enamorado ya de Manuel Laureano Rodriguez SánchezManolete, y éste de ella. No queremos aburrir a los lectores con relatos que abundan en Internet, incluso existe más de un libro sobre aquella relación y una acertada canción de Sabina evocando el ambiente de posguerra que la trae a cuento (De purísima y oro), pero en general, casi todo el material es a propósito del diestro. Ante la posibilidad de dejar a algún lector in albis, haremos un breve repaso: En 1943 (hay quien apura más la fecha: el 27 de octubre) se conocen en Chicote. Les presentó Pastora Imperio, amiga de ambos. Y saltó el chispazo porque a partir de aquel momento vivieron una historia de amor, de lo más intenso, que desmiente el mito tan repetido de "los desgraciados amores de Manolete y Lupe Sino", o "Lupe Sino, el sino de Manolete" y demás lugares comunes del mismo jaez: Amores breves sí, desgraciados ni hablar.

 


        
        Manolete y Antonia están en boca de todos. Se les ve salir de copas, se les ve juntos en los toros, se les ve enamorados. De modo que nadie duda de lo intenso de esa relación, pero hay ese retintín en el aire, ese cotilleo-comadreo ibérico en el que intervienen todos los allegados al diestro: apoderado, cuadrilla, y sobre todo Doña Angustias, la madre, que desaprueba con desprecio a la muchacha: ejemplo de que no hay nada más perjudicial para el género femenino que una mujer machista. Hasta juró no acudir a la boda. Sí que daba angustia, sí.


Doña Angustias rodeada de su familia. Era viuda de un torero muerto en el ruedo. Se dice que para lanzar la carrera de Manolete hizo prostituirse a dos de sus hijas.

         


       
        El argumento contra Antonia es el de siempre: "Esa tía es una puta, una buscona, una lianta gastosa y despilfarradora". En los corrillos la llaman La bicha, la serpiente, la víbora. El motivo era muy sencillo: si seguían juntos, Manolete dejaría los ruedos y eso perjudicaría a todo el personal del circo montado a su alrededor. Pero la pareja está enamorada y ella le acompaña a México; no se separarán mientras él hace las Américas.



 
Anverso y reverso de la ficha mexicana de inmigración, donde se autoriza su estancia
 como acompañante durante seis meses, mientras duran los compromisos del diestro. La ficha es de 1946, pero ha sido utilizada con frecuencia erróneamente como
 perteneciente a la entrada de Antonia en México en 1949.


         Antonia mima a Manolete, se preocupa por su salud y le lleva a conocer su pueblo natal y a visitar Fuentelaencina, vecina localidad donde residía una hermana de Antoñita. Allí pasaron tan ricamente una larga temporada. La experiencia le prueba al diestro: a base de baños en el río Valdefuentes, vida de familia, partidas de dominó, paseos en burro...a Manolete se le ve sonreír, contradiciendo su fama se hombre de hielo.
 

    
           



       
         Este pequeño Álbum es de lo más elocuente. Y en Madrid, vivieron juntos en el domicilio de ella, en el número 26 de Hilarión Eslava hasta 1947, año en que, terminada la temporada taurina, planeaban casarse. Pero se produce la muerte de Manolete. Y hemos de contar el drama, así, por encima: El 28 de agosto de 1947 Manolete toreaba en la Plaza de Toros de Linares. Antoñita estaba en un balneario en Lanjarón, haciendo una cura de aguas. Aquella tarde, al entrar a matar al quinto toro, -un Miura de nombre Islero-  el diestro sufrió "un pisotón", una terrible cogida. Antonia se entera por una llamada telefónica y acude al Hospital de los Marqueses de Linares. Entre Camará, apoderado del torero y el rejoneador Álvaro Domeq, del lado de Doña Angustias, impiden a Antonia todo contacto con el destripado torero, temiendo una boda in articulo mortis. Al final no fue la herida por asta de toro sino una transfusión de sangre inadecuada lo que acabó con la vida de Manolete. Antonia no pudo despedirse de él...vivo. Y le desaconsejaron que acudiese al entierro.




     
            Aclarado todo esto, como era de rigor, sigamos con la filmografía de Antonia actriz: 

            
El pueblo de Madrid no debería ignorar la figura de este personaje,
 cuyo nombre bautiza todo un barrio y una plaza de la Ciudad.


        En 1948, es decir, un año después de la tragedia, Edgar Neville estrena su película El marqués de Salamanca.  Y sí, hay un papel para Lupe Sino. En los créditos aparece su nombre destacado junto al de Guillermo Marín, y en los fotogramas se aprecia una madurez y una naturalidad en Antonia que -entendemos- merecía mejor suerte.
 

Una convincente Pura junto a Alfredo Mayo.



              



                Familiarizada ya con la vida en México, en 1949 Antonia marcha al País azteca, huyendo de las críticas, del morbo popular, de la prensa, de las revistas y -según algún estudioso- de las Productoras españolas, invitadas a no incluirla en ningún reparto. Una vez en México volverá -por última vez- a ponerse ante las cámaras. Estamos en 1949 y el film, dirigido por Miguel Morayta, tiene dos nombres que encontraremos juntos o por separado: La dama torera o un corazón en el ruedo. El protagonista fue Luis Procuna y vemos en el reparto algunos exiliados españoles. El argumento trata los desvelos de un torero de origen humilde que se ve enredado en un triángulo amoroso. Sabemos que Luis Buñuel, quien a la sazón hacía cine por aquellas tierras, rechazó el proyecto en varias ocasiones. Además, tenía la peor opinión sobre Morayta. Bueno, pues esta tampoco la hemos encontrado.  
 


       
                    En 1950 encontramos a Antonia todavía en México. Ha cumplido 32 primaveras y sigue siendo una mujer atractiva, con un encanto especial. Ese mismo año la lleva al altar un simpático abogado mexicano, hijo y nieto de banqueros que además ganaba muchísimo dinero en el negocio inmobiliario. Se llamaba José Rodriguez (qué casualidad) Aguado. Se casaron por lo Civil y por la Iglesia, pero el matrimonio no duró ni dos años. Ellos sabrían porqué.


Antonia, a la izquierda, en una foto con lo mejorcito de México D.F.
Su marido posa de pie, detrás de ella.

       
        A finales de 1952 Antonia regresa a España. Viene con dinero, porque se compra un piso en el Paseo de Rosales. Y comienza una nueva vida que pensamos, no sería muy diferente de la que llevaba 10 años atrás; Quizá menos intensa y ya olvidada por casi todo el mundo. Estamos llegando al final del relato, porque siete años después, el 7 de septiembre de 1959 sufre un accidente a bordo de su descapotable, en la zona de Puerta de Hierro. Iba acompañada del actor Arturo Fernández, aquel que tenía fama de guapo, elegante, chulo y ligón. Como resultado del impacto, Antonia sufrió un golpe en la cabeza al que no dieron mayor importancia, pero una semana después falleció estando sola en su domicilio, a causa un derrame cerebral provocado por aquel tonto cabezazo. No sabemos quien de los dos conducía. Arturo era doce años más joven que ella. 
 

El reportero, más respetuoso y prolijo que la breve gacetilla del ABC,
  no se muerde la lengua y es un ejemplo de discreción y simpatía hacia Antonia.



            A fin de cuentas, Antoñita fue una perdedora, una valiente mujer que luchó por su libertad, por su derecho a escoger y por lograr su ambición con las armas que tenía. Era atractiva, inteligente, moderna y dio su amor a un personaje famoso, intentando liberarlo de la condición de títere en un tinglado de intereses creados. Al final fue una actriz de Cine que no llegó lejos..sin apellido famoso, sin la familia y los medios a sus pies...como tantísimas otras. Y por eso mismo en este Blog reciben un reconocimiento a su esfuerzo. Nos dejó a los 42 años y sus restos reposan en el Cementerio de Hortaleza.   




    Que sepamos, en Sayatón, su pueblo natal, nada hay que la recuerde. Ni una calle, ni una chapa en el muro de su casa natal, si es que sigue en pie.  



        

        En cambio los de Fuentelaencina sí hicieron algo para que el mundo recordara las jornadas en las que Manolete estuvo allí tan a gusto. Hasta tienen un recorrido para senderistas bautizado como "Las pozas de Manolete". 
        
        Han pasado muchos años. Con esto de la crisis de guionistas, de creadores de nuevas historias, (que raro es ver una película que no avise en los créditos: "basado en hechos reales") pues también le tocó a Manolete. Y hubo película. Al protagonista lo encarnó Adrien Brody y a Antoñita...Penélope Cruz (no había otra?). En 2006 se inició el rodaje de la película con tan carismático nombre. Por lo que sabemos, la película sufrió una serie de cogidas en diversas plazas internacionales -Canadá, Francia- y finalmente se estrenó en España el 24 de agosto de 2012. No la hemos visto por lo que no podemos opinar. En IMDB hemos encontrado una reseña que -traducimos- se resume así: "Aburrida y cansina biografía de Manolete, que utiliza demasiado la tormentosa relación con su amada". también unos datos que nos limitamos a transcribir: "Coste de la película, 28 millones de dólares. Recaudación, unos 724.785 en la misma moneda".