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MARCO FERRERI EN ESPAÑA: 2.- LOS CHICOS

 



            Estamos ya en 1959. Ferreri trabaja momentáneamente con posibles iniciativas surgidas de PROCUSA, TECISA y de la propia EPOCA FILMS, de cuya gestión forma parte activa él mismo. Un curioso anuncio publicado en la revista Film Ideal (núm.34/35 de Agosto-Septiembre de 1959) nos muestra algo de todo esto:




        Si nos fijamos en los dos títulos anunciados al pie de la esquela, presentados por la recién creada EPOCA FILMS, observamos, por una parte, que ya estaba lista Los chicos, con su Guionista y Director, aunque con el nombre provisional de El quiosco de los periódicos. Justo debajo se hace referencia a un espectáculo muy aclamado por aquel entonces: La revista musical "Te espero en Eslava", un auténtico éxito de público salida del magín del laborioso Luis Escobar. Al parecer existía el firme propósito de llevarla a la pantalla bajo la dirección de Ferreri, De ahí el precipitado anuncio que comentamos, pero al final ni se hizo la película ni la dirigió él. Probablemente rechazó el encargo. Pero los negocios son los negocios y había que poner alguna producción en el mercado. Así, pensando en otro producto vendible le habían encargado un guión a Leonardo Martín, especialista en películas como Calabuch, habían puesto a Marco Ferreri a cargo de la dirección y encomendaron la música a Asins Arbó, especialista en dotar a los films de un aire despreocupado y a la vez sensible. El resultado fue Los chicos, como ya se ha dicho.




     En cuanto a la Censura, por aquellos tiempos y en cintas como Bienvenido, Esa pareja feliz, la propia Calabuch, Historias de la radio, Plácido, El inquilino...pensamos que se jugaba al rey y el bufón, es decir, a encandilar a la mula inquisidora con una historia simplona, simpática y sensiblera; a ser posible con cortijos y bailes, hacerla reír y entre tanto y mediante situaciones chistosas, dejar caer frases, remoquetes y morcillas que pasaban desapercibidas o simplemente eran toleradas por la santa y satisfecha estulticia, ignorante de estar siendo puesta en evidencia. Resultaba un juego muy sutil, porque no se podía pasar del pícaro atrevimiento a la insolencia o la provocación; en este último caso la mula daba una coz y rebuznaba condenando el desacato.




        En casi todos los films mencionados se da alguno de estos ejemplos: Se pinta un Gobierno que se desentiende en casos de desamparo familiar o de salud de un ciudadano, vemos cómo el emprendedor inventor ha de conseguir financiación participando en un concurso, muchachos haciendo un servicio militar que duraba una inútil eternidad, las parejas que no encontraban vivienda, la lacra del realquiler, el abuso laboral en el llamado servicio doméstico, el machismo baboso, la violencia contra la infancia y tantas cosas más... pero todo dicho en clave de humor. Y no pasaba nada.



    
         Leonardo Ramón aseguraba en una entrevista: "Creo que el cine español que tenemos, bueno o malo, es el único que podemos tener, dadas las circunstancias en que se desarrolla." 
     ¡Pero ay! aquel cine de Ferreri no entraba en ese juego. Tanto con Leonardo Ramón como con Rafael Azcona, se limitaba a presentar las cosas como eran, ni más ni menos que copiando del natural. Una película como Los chicos, que llevaba a la pantalla con valentía, delicadeza y sensibilidad a unos jóvenes de ambos sexos en la España de finales de los 50, era algo inadmisible. La Junta Calificadora le colgó una 3ª categoría condenándola simplemente por decir la verdad. Las cosas tenían que aparecer más edulcoradas. Tampoco en esta ocasión vamos a contar el argumento, pero algo hay que explicar para quienes no la hayan visto o no la recuerden: La película nos muestra la vida cotidiana de cuatro chavales durante ocho días.


El Negro, el Chispa, Carlos y Andrés.


     Tienen casi superada la adolescencia pero son todavía menores de edad. Los chicos son un quiosquero el "Chispa" interpretado por José Luis García; el "Negro" aprendiz en un taller de mecánica (Joaquín Cáscales), el botones de un hotel, "Andrés" (José Sierra) y Carlos (Alberto Jimenez) un estudiante perteneciente a una familia de clase media con ínfulas pero de ajustados recursos. La película refleja la vida de estos muchachos a los que se permite trabajar recibiendo un trato discutible, fumar, beber alcohol, ser acechados por alguna prostituta,  pero no se les permite la entrada a un cine donde se proyecta una película "para mayores", es decir, para mayores de 21 años. Tienen bien pocas distracciones y están hartos de oír hablar de una Guerra que ni les va ni les viene. Llama la atención su relación, el trato que dispensan a las chicas de su edad, impregnado ya del machismo que campa por doquier. También sus familias aparecen retratadas, con sus estrecheces, sus desvelos, sus errores. 


Admirando un muslamen en el cartel del cine Callao. Al final, es
 el portero el que les prohibe la entrada por ser menores de edad.
Los porteros y los guardas de parque cuidaban de la moral pública.
                                       

                  
        La Distribuidora aprovechó la ocasión que proporcionaba la  celebración en abril de 1960 de la Quinta Semana de Cine Religioso y Valores Humanos de Valladolid, para presentar Los ChicosAquello no era gran cosa y su denominación sonaba demasiado a sacristía, pero siendo un Certamen similar a otro que ya se celebraba en Viena, podría normalizar la imagen que tenía el clero sobre el Cine; todavía se voceaban desde algunos púlpitos los peligros que representaba el satánico invento del cinematógrafo. En la Semana Interacional de Valladolid eran muchos los films presentados por diversos países y al final se concedían una serie de galardones para premiar éste o aquel aspecto moral o artístico. También la Productora y toda la profesión implicada en la película Los chicos pretendía normalizar su trabajo de aquel modo porque la 3ª categoría que les habían endilgado suponía, entre otras cosas, como trabas para su exhibición, la prohibición de presentarla en certámenes extranjeros. Esta era la situación. Lo que sucedió tras su proyección en el Certamen, es también Historia: Así nació la SEMINCI, a la que  fueron poniendo y quitando a lo largo de los años lo de "Cine religioso". 




     La intransigente mula oficial removía con su palo la charca del Certamen, mientras las ranas croaban en círculo desde la orilla, cada una con su charleo pero guardándose bien de recibir un trancazo. Como era habitual, las ranas de la prensa en general estuvieron mudas o amnésicas, cuando no beligerantes: la rana cronista de El Norte de Castilla pedía el desahucio del film. Alguna rana más sensata pidió desde su rotativo un trato digno para Leonardo Ramón y su obra. Y las pertenecientes al C.E.C. lamentaban no poder enviarla a Cannes. Otro batracio plumilla apuntaba en su crítica que eran sucedidos de barrio marginal (cuando el quiosco, centro de toda la acción, estaba situado en la confluencia de Alcalá y Goya). Otra rana, ésta eclesiástica y periodista, intentó templar gaitas diciendo que no se puede polemizar sin saber de lo que se habla, pero evitó mojarse a favor o en contra. Entre las ranas que habían asistido a las sesiones, hubo tanto calurosos aplausos como enérgicas protestas. Algunas patearon Los chicos y lo mismo hicieron con la francesa Los cuatrocientos golpes, premiada con la Espiga de Oro (que pasaba a engrosar un palmarés de seis premios internacionales). Las ranas cultas y algo rojillas, agrupadas en la Federación Nacional de Cine-Clubs y con derecho a otorgar un Premio Especial, dedicaron éste a Los chicos, pero ciertos rotativos no mencionaron tal galardón. Las sufridas ranas cinéfilas protestaron por aquel decreto de noche y niebla, pero con media lengua, tal y como se podía protestar por aquel entonces. Otro sapo pelotillero decía que si los organismos entendidos y rectores le habían concedido la 3ª categoría, no entendía tanto empeño en decir que era una buena película. Citaremos por último a un batracio, padre de familia, que mostró su indignación católica y española por Los chicos, tan alejada según él de la realidad. 
         Paradójicamente, nadie escuchó a los chicos y chicas españoles de la misma edad de los protagonistas para averiguar cual era su opinión. Claro que, ¿Cómo iban a dar su opinión sobre una película a la que tenían prohibido asistir por razón de su edad? Todavía faltaban unos años para la moda yé-yé, los pelos largos, los bluejeans, los botines, los chaquetones marinos y los grupos musicales, con su negocio de microsurcos y tocadiscos. Entonces sí empezó a interesar la juventud.  

         Vamos a repasar el elenco de actores y comentar alguna curiosidad. Lo que es la película -no hace falta que insistamos- vale la pena que la vean Vds. incluso que la vuelvan a ver si ya lo hicieron. 


La familia de Carlos -de pie a la izquierda- al completo: El padre Félix Dafauce leyendo, en el centro Conchita Gómez Conde, su hermana, y la madre Tote García Ortega a la derecha. Y niños por todas partes. ¡Los que Dios mande! 


            Pocas veces nos hemos enfrentado a un reparto tan difícil de identificar. Salvo actores ya consagrados como los padres y madres de los protagonistas juveniles, ha sido difícil reconocer a muchos de los actores y actrices, más o menos secundarios, que intervinieron en el film. Las crónicas que repasan la película incluyen un reparto  poco detallado para identificar actor y personaje. Algunos los hemos podido reseñar y así salvamos para siempre al actor y su desempeño en la obra. A otros no ha habido manera. Vamos allá:
            José Luis García, alias el Chispa, sólo había actuado en otra película, años atrás: fue el Zurdo en la producción Hay un camino a la derecha de 1953 (¿Hacia dónde, si no?). Jamás volvió a ponerse ante las cámaras.
 
el "Zurdo"
"


El "Chispa"


        Sabemos por alguna entrevista concedida por Ferreri que anduvo buscando actores y actrices jóvenes en la Escuela de Arte Dramático. Sea como fuere, la mayor parte de ellos no hicieron más cine, salvo algunas excepciones.
                   


        
        En la fotografía, Joaquín Cascales con Mary Carmen Aymat, su novia en la ficción. Es el Negro", no tiene padre y vive amargado por la vida sentimental de su madre (María Luisa Ponte). Él trabaja de aprendiz en un taller de coches, donde recibe un trato áspero y autoritario. De este actor nunca se volvió a saber. En cambio, la Aymat tuvo un cierto reconocimiento. Bordó su papel durante todo el film, dando al personaje la ternura que éste exigía. Debutante también ella, llegó a ser portada de la revista Film ideal, aunque su carrera posterior no fue gran cosa.



      


        

    Sigamos. José Sierra da vida a otro de los chicos, Andrés. También huérfano de padre, trabaja de botones en un hotel frecuentado por las gentes del toreo. Tiene la secreta ambición de llegar a ser un matador de los que alcanzan fama y fortuna. Para ello está dispuesto a echarse durante una corrida; "saltar a la arena como espontáneo" era un método desesperado utilizado en la época por los que suplicaban una oportunidad. Tampoco él repitió ante las cámaras.


Andrés, dándose a conocer a un apoderado.

          Nos falta Alberto Jimenez, Carlos, hijo de una familia de clase media que vive muy cerca del quiosco. Es un estudiante mediocre. Está enamorado de una vedette que vive en su propia finca, pero claro, ésta tiene un novio al uso, maduro y mundano. Lo encarnó Adriano Rimoldi. A ella la interpreta Irene Dayna, vedette de Revista también en la vida real. 



        
    Toca hablar de su hermana Elena. Es una chica pretenciosa que lleva de cabeza a sus padres para no ser menos que sus amigas. También tiene mareado a El Chispa, enamorado de ella hasta los huesos pero sin valor para declararse. La actriz fue Conchita Gómez Conde. También ella fue una excepción, una joven promesa que llegó algo más lejos. Protagonizó un corto De Francisco Regueiro (Sor Angelina,virgen), participó en algún otro film  y también tuvo su portada en una revista.
 
 




    No queremos olvidarnos del resto de chicas: Son cuatro, amigas entre sí y siempre van en grupo. En la foto que viene a continuación sabemos que están Ana María Vidal y Carmen Francoy, que junto a Mari Carmen Aymat (la novia de el Negro) suman tres. No hemos podido averiguar más.  

Aymat a la izquierda. La segunda por la derecha debe ser Ana María Vidal o Carmen Francoy.  

        Tampoco tenemos certeza en cuanto a la identidad de esta actriz, una tal María Pilar en la ficción que podría ser Matilde Asensio (o Asencio). Puede tener la edad del resto de chicas pero su atuendo y su estilo de vida son diferentes (sale de noche, sola, viste elegantemente y sube a un automóvil que la espera). Se la encuentran el Chispa y el Negro a la salida del cine. Por su breve conversación nos enteramos de que es una vieja conocida que abandonó el barrio tiempo atrás.
  
 


La enigmática Maria Pilar. El Chispa
 le regala una rosa antes de que se marche.

       
     Y volvemos al mundo de los adultos. Tampoco hemos podido establecer con certeza qué actor interpretó al jefe del Chispa, dueño del quiosco. No se dice en ningún momento pero es evidente que no tiene familia. La mañana en que marcha al hospital para que le practiquen una intervención deja todo en manos del Chispa, con una solemnidad casi testamentaria. Le aprecia como a un hijo, pero no puede exteriorizarlo. Acudirá también a despedirle un amigo "de la Guerra" interpretado por Carlos Díaz de Mendoza. (a la derecha en la fotografía inferior).







        Tras muchas indagaciones y comparaciones fotográficas, podemos aventurar que la muchacha del bar que no quita ojo a nuestros jóvenes protagonistas la interpretó Tilma Galy.
 


 
        No pueden faltar algunos elementos que, precozmente, hacen más suya la película de Ferreri, le ponen su sello. Destacaremos dos retrasados mentales, ambos vistos desde el quiosco: uno declarado y el otro difuminado en su ambigüedad. Son el vendedor freelance de periódicos (que exaspera a el Chispa pero que termina empleándolo) y el hombre que come una sandía con cuchara y escupe al suelo las semillas. La respuesta del Director al porqué incluyó a estos personajes fue que le divertía. No hay crueldad, ni burla, sino reflejo de la realidad, a veces insólita.





      Ferreri declaró repetidamente en más de una entrevista que no le gustó los Chicos. Vamos a transcribir un fragmento de la larga interviú que concedió a una revista cuando todavía estaba en España: "Los chicos es una película fallada (sic) y una película que no nació de mí. Fué que me hablaron de hacerla. Es una película así, de intentos bastante nobles, pero completamente fallida".

       Hoy por hoy tienen la palabra aquellos que tenían la misma edad o parecida por aquel entonces, con los mismos sueños, con parecidos problemas. A nosotros nos parece que esta película, sin llegar a la fuerza revulsiva de El pisito o la posterior y última El cochecito, logró un relato melancólico de aquel Madrid y aquellas tardes de domingo, a menudo lluviosas, vistas por lo ojos de este grupo de jóvenes. Resumiendo y en versos de Joaquín Sabina: "Nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos. Cada vez con más dudas, más viejos, más sabios, más primos".


"Sobre los duros andamios de la tarde".
  (Rien en le dimanche) de Juliette Greco.