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LOLA, LA MENOR DE LOS GAOS






                Es el turno de Lola Gaos, en cierto modo la madrina de nuestro Blog, porque el título está inspirado en su famoso "no firmaré jamás", que pronuncia en la primera secuencia de Esa pareja feliz (1951). Nos proponemos reivindicar su figura y su trayectoria profesional y vital, tan singulares. También esperamos corregir algunos malentendidos y desempolvar la figura de sus hermanos, gentes que habitaron en la ciudad de Valencia en tiempos pretéritos: personas cultas, progresistas, que tenían puesta su confianza en aquella joven República, antes de que el centinela de Occidente se empeñase en salvarnos a todos.  

        Para hablar de Lola deberíamos hablar antes de su entorno familiar, de sus padres y hermanos; en definitiva, de los otros Gaos. Y érase que se era... un señor llamado José Gaos y Berea, coruñés, sabio y emprendedor que en 1915 sacó el número uno en las oposiciones a Notarías y terminó ejerciendo en Valencia, después de trabajar un tiempo en Asturias y Alicante. Culto, librepensador y liberal, experto en Derecho Hipotecario, se sabía perteneciente al Siglo anterior pero no por ello cejó en su empeño de inculcar a su numerosa prole el amor a la Cultura con mayúsculas. Se casó con una asturiana que daba el tipo tradicional de aquel tiempo en su modo de pensar y actuar: Josefa González Pola y Menéndez. De los catorce partos que alumbró le vivieron 9 hijos: Los Gaos. El hogar familiar fue siempre un centro de reunión de músicos, escritores y filósofos que sin duda influyeron en el carácter e inclinaciones de sus miembros. Amigos y visitantes habituales lo fueron Max Aub y los hermanos Renau.


Esta foto fue tomada en Francia, en los primeros años treinta. El hombre sentado es José Gaos y Berea. Detrás y a la derecha se puede ver a su hermano Andrés, eminente violinista y compositor.

        De este modo iniciamos el relato recordando a quienes habitan en el Cap i Casal -es decir: en Valencia ciudad- y a sus visitantes ocasionales que el primer domicilio familiar se ubicó en la Calle del Pintor Sorolla número 5, en pleno Wall Street local (como lo llamó J.F. Mira). Que sepamos, afortunadamente la fachada continúa en su sitio. Marcharon después a un piso más amplio en la Calle de Jorge Juan número 18, enfrente del mercado de Colón. No podrán Vds. admirar este edificio o su fachada porque fue derribado en la época en que la ciudad era juguete de especuladores; el respeto hacia la antigua fisonomía urbana simplemente no existía. El número 18 de Jorge Juan alberga hoy un modernísimo y funcional edificio educativo, cuyo aspecto nada tiene que ver con el fuste señorial del entorno, rompiendo su alineada armonía. Y salvo error por nuestra parte y fruto de estos tiempos de desmemoria, ni los turistas ni la gente bien de todas las edades que se solaza por el Mercado y calles adyacentes encontrarán señal ni placa alguna que recuerde a quienes allí habitaron los Gaos. ¿Gaos? y ¿Quién diablos eran los Gaos?


De un listín telefónico de la época.

  
      
  El edificio de la derecha corresponde a la calle Jorge Juan 16.
 El número 18, ya desaparecido como se indica más arriba, estaba
 a su derecha, según se mira. No hemos podido encontrar ninguna fotografía.

  

       
 Pues vamos allá con los nueve hijos, uno por uno y de mayor a menor. La relación no está hecha a vuelapluma; ha habido voluntad de reseñar lo más importante con rigor, pero guardando el protagonismo para Lola, que al fin y al cabo es la titular de esta Entrada. De todos ellos existen apuntes en la Red además de buenos libros.

        José: Cursó estudios de Filosofía en la Universidad de Valencia y también en la de Madrid. Lector de español en Montpellier. Se doctoró en Filosofía en 1928. Tras pasar por Valencia, León y Zaragoza, marchó a Madrid tras el inicio de la Guerra Civil para ponerse a disposición del Gobierno Republicano. A sus 35 años de edad fue nombrado director de la Universidad Central; el más joven en el cargo hasta aquel momento. En Agosto de 1938 entró en México como asilado político por la ciudad de Veracruz. Estaba casado y tenía dos hijas. Fue profesor extraordinario en la Universidad Nacional Autónoma de México (la UNAM), dedicado exclusivamente a la docencia de Filosofía. La citada Universidad le nombró Doctor Honoris Causa. Todavía custodian su obra y están orgullosos de la relación que les unió.  

                             

José Gaos. (Gijón 1900/México D.F.1969)

        En palabras de Umbral: "La República no pudo hacer nada por José Gaos, borrado por Franco del censo de españoles ilustres y particulares. Vicente fue grande y maldito como un segundo romántico del XIX, Alejandro y Fernando, de destino fugaz, ilustran bien la condición caediza de la burguesía intelectual española, que siempre se muere de hambre, de exilio o de asco".


      
        Carlos: Afiliado a Izquierda Republicana. Estudió en Madrid la ingeniería de Caminos y, para evitar el enfrentamiento con su padre a causa de su decisión de estudiar en la Capital se procuraba un dinerillo haciendo traducciones del alemán. Se casó con Ana María Schmidt -de ascendencia alemana- con la que tuvo dos hijas: Amparo y Ana María. Durante la Guerra Civil, cuyo estallido les sorprendió en Málaga, desempeñó el cargo de teniente coronel de Ingenieros. En las postrimerías de la contienda reunió a los suyos en Barcelona y cruzaron la frontera. Ya en Francia fueron separados: su esposa e hijas fueron alojadas en Troyes y Carlos fue a parar al campo de Sant Cyprien cuyas pésimas condiciones, similares a las de Argelès sûr mere, han sido relatadas por muchos refugiados. Por fin consiguió un salvoconducto para que en el plazo de un mes -esto es, antes del 20 de abril de 1939- abandonase Francia. Sabemos por el manifiesto del buque Gerolstein que se encontraba a bordo con su hijo Carlos cuando zarparon de Amberes con destino a Nueva York. 


         
        La familia -desconocemos si juntos o por separado- entró en México por Veracruz, como tantos otros refugiados, y rehicieron su vida en el hospitalario País Azteca. Su hija Amparo fue una reconocida latinista y Carlos hijo llegó a ser un eminente cardiólogo mexicano. Nunca perdió el punto brillante y genial de los Gaos: se cuenta que acudió a una reunión con los mejores de su especialidad, todos serios y muy doctos, y lo primero que hizo fue contarles en tono festivo, haber soñado que asistía al funeral de su estetoscopio.


No hemos conseguido una foto de Carlos (Gijón 1902/México 1958). Este mensaje enviado desde México aceleró su traslado.


            María: (Gijón 1903/Valencia 1980), poco sabemos de ella. Permaneció en Valencia junto a su madre y los hermanos pequeños. En algún momento durante o al final de la Guerra Civil pasaron a vivir en un piso más modesto, en la Calle General Sanmartín. Se casó con Andrés Salcedo y tuvieron al menos una hija, Elena Salcedo, presente en los numerosos actos oficiales con los que, en 2021, Valencia pretendió homenajear a su tía Lola en el centenario de su nacimiento. Más vale tarde que nunca. 

        Alejandro: Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de Valencia. En 1935 lo encontramos en Madrid, opositando a Catedrático de Filosofía de Segunda Enseñanza. Saca el número 3 y le toca Cartagena. Al estallido de la Guerra Civil, afiliado a Izquierda Republicana como alguno de sus hermanos, se incorporó al Ejército con grado de capitán. Fue herido en un bombardeo y permaneció en un Hospital Militar desde enero hasta marzo de 1938. No quiso o no pudo exiliarse y el uno de septiembre de 1939 (inusitadamente tarde) el Juzgado Militar ordena su ingreso en la cárcel Modelo. Pasó allí tres meses en espera de juicio, que tuvo por fin lugar en noviembre de 1939. Condenado a muerte, se libra cuando queda claro que se le imputaban "delitos" de sus hermanos, eso sin olvidar la intercesión de muchas personalidades afectas al Régimen (se presentaron 23 avales de personas muy influyentes) Salió directamente en libertad provisional y en 1941 obtuvo la definitiva. Su destino académico fue el Instituto de Requena, donde permaneció el resto de su vida; una especie de blando destierro. Además de ejercer allí de Catedrático de Lengua y Literatura, escribió libros y envió artículos a periódicos como Levante o ABC. El caso de Alejandro personifica lo que significó ser un intelectual durante el franquismo: Hemos leído su librito de entrevistas a gentes de la Cultura (Prosa fugitiva. 1955) y en él se percibe con claridad la mordaza -cuando no alabanzas al Movimiento- en boca del autor y de los entrevistados, desde Camilo José Cela a Ernesto Jimenez Caballero. Alejandro Gaos falleció de un ataque cardíaco en el Monasterio de Piedra, al regresar de un viaje a Lourdes con profesores y alumnos de su Instituto. 
 

Alejandro Gaos. (Orihuela 1907/Nuévalos 1958)

    
 
    Ángel: Viviendo en Valencia tomó parte en las algaradas estudiantiles que rechazaban la dictadura de Primo de Rivera. Entre unas cosas y otras tardó siete años en terminar la carrera de Derecho, que posponía siempre a su afición por la Literatura y el Teatro. Seducido por el marxismo, al estallido de la Guerra Civil se traslada a Madrid como voluntario. Participa en mítines, da discursos y más tarde escribe para la revista Hora de España. El final de la Contienda le pilla en Alicante, esperando como tantos otros aquellos buques que habían de rescatarlos. Se había casado con la grabadora Rosa Ballester Vilaseca en 1937, pero por fortuna, ella con su madre y hermanas había escapado a México tras cruzar la frontera con Francia. Llegaron al País azteca a finales de Mayo de 1939. 

Ficha de Rosa Ballester Vilaseca.

  

       Como a tantos otros, a Ángel le condenan a muerte. Después, tras la intercesión de amigos afectos al Régimen, le conmutan la pena por la de 30 años de prisión. Ingresa en el campo de concentración de Albatera (donde coincide con Peset Aleixandre) en el campo de Portaceli y en la cárcel de San Miguel de los Reyes (Valencia). Estando allí, en el transcurso de una visita reglamentaria de familiares, su hermana Lola (ya va apareciendo) trece años menor que él, le dice que quiere ser actriz y que piensa abrirse camino en Madrid. Por aquel entonces vivía con su madre y sus hermanos Vicente, Ignacio y Fernando en el nuevo domicilio familiar. Tras siete años en la prisión, Ángel saldrá con libertad condicional en 1946. Pasará ilegalmente a Francia tras dos intentos: el primero, con gran aparato de confidentes y disfraces, había fracasado. Todo muy Gaos. Llega a México en 1947, y se sabe que anduvo también por California. 

        Fernando: 
Ángel (Orihuela 1908/México D.F. 1990) Ficha del Servicio de Migración mexicano. 


        Ignacio: Estudió Derecho en Valencia pero no llegó a terminar la carrera. Durante la Guerra Civil estuvo en Francia con su padre, pretendidamente para mejorar su propia salud, bastante precaria. Debió fortalecerse lo suficiente porque llegó a trabajar -posiblemente en Perpignan y después marchó a México. Allí trabajó -al parecer más bien erráticamente- como profesor de Lengua y Literatura francesa. Bohemio y trasnochador, la decisión de regresar a España fue un alivio para su hermano José, quien sin duda le había ayudado a abrirse camino en el mundo universitario. Estuvo viviendo entre Valencia y Madrid y eventualmente marchó a Francia, en compañía de Milagros Tejón, una amiga de la familia. Vivieron en Lille y más tarde en El Barrio latino de París. Al parecer, falleció en Barcelona. 

Ignacio Gaos. (1915/1979). 

 

        Vicente.- Relatar sus primeros años como adulto nos va a obligar a hablar ya del padre de todos ellos -ausente hasta estas líneas en el relato familiar- y de sus circunstancias vitales tan peculiares, tan Gaos. José Gaos y Berea pasó la Guerra Civil en Francia, desde 1938 hasta la fecha de su fallecimiento que se produjo el 11 de octubre de 1939, concretamente en un hotel de Vernet-les-Bains,  regentado por una amiga suya. Su temor a posibles represalias no era infundado: además de su fama de liberal, fue el Notario que intervino en la incautación del Colegio de los Jesuitas de Valencia. En un principio se llevó consigo a Ignacio, de quien ya hemos hablado. En las postrimerías de la Guerra Civil fue Vicente quien acudió junto al padre, evitando así ser llamado a filas como uno más de la llamada quinta del biberón, formada por jóvenes de apenas 20 años de edad. Y fue Vicente quien tuvo que hacerse cargo de todos los trámites legales a la muerte de su padre. Al parecer, la víspera de su fallecimiento D. José pidió que le sirvieran en su habitación una abundante ración de dulces y una botella de champagne. Perfectamente conocedor de su condición de diabético, aquella decisión fue un auténtico suicidio. Así se despidió del mundo aquel hombre que pertenecía al Siglo anterior, viendo cómo la barbarie de unos y otros se había cebado con su País e intuyendo que se iba a extender por todo el mundo. Está sepultado en el Cementerio de aquella localidad.
 
Vicente Gaos. (1919/1980)

            Dicho esto, volvamos con Vicente. Regresa sin problemas a España y se incorpora al domicilio familiar. No hace el servicio militar obligatorio por ser hijo de viuda (su madre vivirá todavía hasta 1949) y se marcha a Madrid a estudiar Filología Clásica. En la capital de España trabará conocimiento y amistad con los poetas de la época, toda una generación: Dámaso Alonso, Leopoldo Panero, Luis Rosales y tantos otros. En 1946 se casa con Enriqueta Ariño y marchan a México, seguramente animados por su hermano José que ya es una autoridad en la UNAM. En México D.C. vivieron en el domicilio de la esposa e hijas de José, que se había separado. Vicente ya era una autoridad: Poeta, traductor sin atajos, crítico literario y profesor universitario. Entre 1948 y 1956 sus múltiples actividades le llevaron de México a Estados Unidos y después a la Sorbona. Vuelto a Valencia, concurre a las oposiciones  para Catedrático de Instituto de Lengua Inglesa, las gana y es destinado sucesivamente a Puertollano, Segovia y finalmente a su querida ciudad: al Instituto Isabel de Villena. 

     
        Fernando: El hermano pequeño que adoraba a Lola, y a la que hizo beneficiaria de sus derechos hereditarios. Se dedicó a la música, y siguiendo los pasos de su tío Andrés, fue violinista, compositor y pianista. Marchó a México en 1947, pero nunca llevó una vida normal por sus trastornos maníaco-depresivos. Estuvo casado, aunque por poco tiempo, con Josefina Salvador Segarra, concertista de violín. Los desequilibrios mentales de Fernando fueron un grave inconveniente. Falleció en el Sanatorio Español de la ciudad de México. Su esposa era la hermana de Matilde Salvador, concertista, compositora y profesora legendaria en el Conservatorio Superior de Música de Valencia; de grato recuerdo para quienes pasaron/pasamos por sus aulas. 


Fernando Gaos. (1920/1988)

         Ya les hemos puesto a Vds. en antecedentes. Le toca por fin a la novena y última hermana: María Dolores Gaos González-Pola, Lola Gaos. Nació en Valencia, el 2 de diciembre de 1921. Siendo una chica, la menor en una familia numerosa tan brillante e hija de un padre como el suyo (que se jactaba de odiar por igual a curas, artistas y militares) estaba destinada a estudiar Medicina, aunque soñaba con ser actriz. Llegó la Guerra Civil y con ella el exilio del padre y la precariedad familiar. A falta del cabeza de familia, que se hubiese opuesto, recurre a su hermano Ángel, entonces recluso, y en una de las visitas en la cárcel, hacia el año 1943, le confía su decisión de irse a Madrid e intentar convertirse en actriz. Esto tiene una posible explicación: Lola habría conocido ya a un amigo de Ángel, también comunista: Gonzalo Castelló Gómez-Trevijano, desterrado a Madrid por sus actividades durante la Guerra y con el que Lola terminó casándose a finales de 1945. Y a partir de ahora vamos a comprobar que en ocasiones la realidad supera a la ficción. Este Gonzalo se había casado antes (imaginamos que durante la República) con la también comunista valenciana Pilar Soler i Miquel y habían tenido una hija: Mari Luz. Pilar Soler sí que era un auténtico trueno, una antifascista convencida y militante hasta jugarse la vida: prisiones, resistencia, interrogatorios...dió a luz a su hija en terribles condiciones y terminó huyendo a Francia donde vivió bajo una falsa identidad hasta su regreso en 1971, para continuar con la lucha clandestina. De modo que la niña Mari Luz se había quedado con su padre, y cuando éste se casa con Lola aporta al matrimonio la criatura. Mari Luz no conoció a su verdadera madre hasta los 24 años; lo fue Lola desde el primer momento.


 
Pilar Soler.
Gonzalo Castelló.


 
    UN COMENTARIO ANECDÓTICO: Con el cambio de Régimen tras la muerte del Dictador, el Ayuntamiento de Valencia se apresuró a quitarle el nombre a la calle "Falangista Esteve" para devolvérselo a Félix Azzati: la calle pasó a denominarse "Periodista Azzati", quien a parte de sus escasos y pintorescos méritos (¡Tengo más votos que la Virgen!!), fue el padre natural de Pilar Soler i Miquel, a la que nunca reconoció. Y en cuanto al famoso Esteve, falangista, fue un joven que murió defendiendo sus ideales en diciembre de 1936. Ni llegó a sufrir los engaños unificadores del Gran Prestidigitador ni tuvo tentación u ocasión de acomodarse al finalizar la Contienda. Puestos a honrar a una figura política, nosotros le habríamos dedicado la calle a Pilar Soler i Miquel, feminista y antifascista.           
 
        Sigue el relato: Lola y Gonzalo, casados y con niña, viven en Madrid, en una corrala de la calle Ventosa. Aquí toca ya aclarar algo que se ha dicho erróneamente: ella jamás estuvo exiliada en México. Tras varios abortos, da a luz a una hija propia: Inés, quien con los años estudiará periodismo y fallecerá en 2003. Cuando en 1982 disuelvan el matrimonio, Gonzalo acusará a Lola de haber maltratado a su hija Mari Luz, circunstancia que ella misma desmentirá. Las revistas de las peluquerías sacaron buen jugo del litigio y como es habitual, las versiones de los cónyuges fueron muy dispares. Pero volvamos al Madrid de la posguerra: A Gonzalo se le van arreglando poco a poco las cosas y comienza como pasante en el despacho del prestigioso abogado Antonio Pedrol Rius. Le va bien, prospera, y a comienzos de los años 50 encontramos a la familia viviendo ya en un buen piso de la Calle Ríos Rosas número 54, con servicio doméstico y todo. Como anécdota citaremos que tenían de vecinos a Camilo José Cela y a César González Ruano. Y aquí comienza también la trayectoria de Lola como actriz. 
        Empezó como tantos otros haciendo Teatro, relacionándose y esperando oportunidades con las Compañías de Mary Carrillo, Guillermo Marín o Mercedes Prendes





Abril 1959. Abajo Marzo 1958

   
La casa de Bernarda Alba. Marzo 1950
Abajo: Febrero 1959



        

    






       

  
        Lo reseñado fueron sólo sus comienzos, pero siguió haciendo Teatro esporádicamente hasta los años 80. Su último papel lo encarnó en Los abrazos del pulpo, de Molina Foix en 1985. Fruto de sus contactos teatrales fueron algunos papeles de reparto en el Cine y su aparición en Televisión Española en 1957. Allí, en el Paseo de La Habana, protagonizó junto a Luis Morris y María Fernanda D'Ocon la serie Los Tele-Rodriguez, escrita por Arturo Ruiz Castillo. El realizador era Mario Antolín y ¡se emitía en directo!. Estuvieron algo más de un año en antena y no se conserva ni una sóla imagen. A aquella aparición siguieron otras muchas a lo largo de los años sesenta y setenta. De hecho, Lola era uno de los llamados rostros habituales de la pequeña pantalla: Teatro de Siempre, Estudio 1 Novela, Fábulas, Tengo un libro en las manos, Las doce caras de Eva y las producciones Historias para no dormir o Historia de la frivolidad, ambas del -para nosotros-  sobrevalorado Narciso Ibañez Serrador.
 


            Y hablemos de Cine: se ha repetido muchas veces que la primera aparición de Lola fue en la película El sótano, escrita por Camilo José Cela y dirigida por Jaime de Mayora en 1949. Es una cinta realmente curiosa, porque permite ver a un jovencísimo Camilo José Cela hecho todo un actor; pero de Lola Gaos, ni rastro. La hemos visionado como tres o cuatro veces y ni está en los créditos ni aparece en toda la película. Lo cierto es que su primer papel fue algo posterior:


Pareja feliz. 1953

        ¡No firmaré jamás! El contexto en que pronuncia estas palabras es humorístico, pero representan el carácter rebelde, el levantarse contra la injusticia, el talante liberal de esta mujer, la menor de una familia de la burguesía ilustrada, rota y diseminada por la Guerra Civil, perdida ya la voz y la palabra pero no la memoria ni el amargo recuerdo de las esperanzas rotas, de una República a la que "entre todos la mataron y ella sóla se murió".; todavía hoy mencionada entre el cliché fácil y la ignorancia. 
 
        Lola tuvo un físico y una vis dramática que no tenía nadie, o casi nadie. Eso es lo que la hizo especial e imprescindible. Porque nadie podía, como ella, mostrar aquel físico enjuto, hablar con su voz, ronca y dura, meterse en la piel de oscuros, raros y negros personajes. De este modo se convirtió en la actriz imprescindible para hacer de bruja, de monja siniestra, de criada respondona, de patrona malvada o simplemente de mujer fea y desgraciada. Y como pretendemos homenajearla, pues aquí van algunas de sus actuaciones:


Enedina haciendo "la foto". Viridiana.  

     
          
Indigente en Tres de la Cruz Roja. 1961

            Lola trabajó en muchas películas. IMDB le censa -incluyendo las apariciones en TVE- casi cien papeles. Largometrajes, digamos que fueron unos cincuenta. Trabajó mucho durante los años sesenta y los setenta. De esa época son sus apariciones a las órdenes de Buñuel (Viridiana, 1961 y Tristana, 1970), Berlanga (El verdugo, 1963), Jaime de Armiñán (Mi querida señorita, 1972) Angelino Fons (Marianela, 1972) José Luis Borau (Furtivos,1975), Manuel Gutierrez Aragón (Sonámbulos 1978) y finalmente, tras varias cintas ochenteras de diversa calidad, Gran Sol en 1989 a las órdenes de Ferrán Llagostera. En los años 70 y parte de los 80 y como tantos otros profesionales tuvo que hacer varias películas alimenticias de las que tanto nos avergonzamos y nos avergonzaremos. Miren: por respeto no las vamos a reseñar, porque a fin de cuentas ella siempre interpretaba el papel opuesto a la diva de turno.


Saturna en Viridiana. Con Catherine Deneuve.


Patrona pensión con su sobrina (Chus Lampreave)
en Mi querida señorita.


En uno de sus papeles más difíciles. con Ana Belén en Sonámbulos.



Pensamos que Furtivos (que le procuró algún premio) no fue ninguna película emblemática de la Transición. Enseñó el feo y arcaico culo de aquella España eterna de señoritos cazadores y sumisos sirvientes al igual que Los Santos inocentes, sin tonto, o La escopeta nacional sin risas.  


       
 
         Traemos de nuevo la palabra de Umbral, quien representa toda una época -como Lola-, y a quien además conocía y tenía por amiga. Respecto al mencionado cine alimenticio que nos arrolló a finales de los años setenta y buena parte de los ochenta, dijo en 1979: "Frente a la ola de erotismo que nos invade, Lola es el revés de todos los pornodesnudos femeninos. La mística de la fea, que la guapa ni siquiera desea, porque no la sospecha. Lola Gaos tiene esa belleza hecha solo de inteligencia y vehemencia que no tienen las de la carita boba. Es latigazo y réplica de toda la feminidad estabulizada y lechal. Mejor que leyes anti-libelo y anti-porno, nos cura de tanta guapa del mes esta fea del siglo". 
        
            Respecto a la vida política, Lola fue ni más ni menos como sus hermanos, pero no le sacó partido al rebufo de la Transición afiliándose a algún partido político, como otros actores con mucho Morbo. Eso sí: las cosas las decía bien alto y con todas las letras, y si tenía que protestar por algo lo hacía, que para algo era una Gaos. No enmudeció ni como actriz ni como ciudadana. Pero ya se podía adivinar en el ambiente que la República que se perdió no tenía cabida  en la nueva España presa ya del hedonismo, el chaqueteo, unas izquierdas que ya nunca serían izquierdas, el maniqueísmo y el olvido. No obstante, del árbol caído todo el mundo hace leña y aún hay gacetilleros con carné que al hacer su semblanza la arriman a su sardina. Y Lola no quiso ir detrás de ninguna bandera. 
        Después, con la edad llegaron los achaques que en el cómico son más duros: menos trabajo, precariedad económica, más años encima y de paso alguna enfermedad con sus obligadas intervenciones. Todo se le presentó a Lola, una cosa detrás de otra. Resumiendo, entre finales de los ochenta y principio de los noventa, su salud y la calidad de su vida diaria se resintieron hasta ceder, fatalmente, el 4 de julio de 1993. En 1983, (citamos por última vez a Paco Umbral) éste hizo pública una carta que había recibido de Lola en la que le pide por favor que interceda por ella: "He estado hospitalizada cerca de dos meses, con una enfermedad que me ha imposibilitado para trabajar, aun en el no muy probable caso de que tuviera trabajo. De mi marido, del que estoy separada, cobro 40.000 pesetas mensuales de las que hemos de vivir mi hija Inés y yo. Inés, licenciada en Periodismo, se halla en paro. La pensión que te he dicho corre el riesgo de quedarse en 10.000 pesetas. Se trata llanamente de trabajar para comer".
 
        



1973. Recibe el premio del C.E.C. de manos de Silvia Tortosa.


        A Lola la premiaron varias veces: el Círculo de Escritores Cinematográficos en dos ocasiones: En 1973 medalla a la mejor actriz de reparto por el conjunto de su carrera y en 1975 como mejor actriz protagonista por Furtivos. También en 1975 recibió el Premio San Jorge por su actuación. En Málaga se la homenajeó en 1989, en su Semana Internacional de Cine de Autor, con la proyección de Viridiana, Sonámbulos y Tristana. Tiene una calle con su nombre en Valencia desde 2014, y también en Aldaia (donde nació Jorge Mistral); otra en Collado Villalba y una más en Roquetas de Mar. 
            

            In memoriam.




Bibliografía consultada: Los Gaos. El sueño republicano. de Margarita Ibañez Tarín.
Notas y agradecimientos:
-Gracias una vez más a las Autoridades Mexicanas por la facilidad de acceso a su prolijo censo de españoles exiliados.

-Hemos preferido dejar fuera de foco a Max Aub. También el tan traído y llevado tema de la secuencia con el perro en Furtivos. Que nos disculpe quien esperara alguna mención a gallinas ciegas o perros apaleados.

-Como hemos hablado varias veces de cambios de nombre en las calles y en concreto de las valencianas, no viene mal anotar aquí que recientemente se ha cambiado el nombre a la hasta ahora Avenida General Urrutia. El nuevo nombre hace justicia a Amado Granell, Comandante de "La Nueve", la primera columna que entró en París para liberarla de los nazis. Nacido en Burriana, pasó a Francia al terminar nuestra Guerra Civil pero siguió luchando contra el fascismo.
 



 
 
             
        
        


        




         






         

LAS MÁS DESCONOCIDAS: ESPOIR, SIERRA DE TERUEL.





 

            Esta va a resultar, quizá, la Entrada más extensa de nuestro Blog. No hace falta decir que en la Red -y también en numerosos libros- existe ya abundante información y testimonios sobre Sierra de Teruel, (1938/1939) película producida en su mayor parte con fondos de la República Española con un equipo mixto formado por españoles y franceses. Como seguramente sabrán muchos lectores, la película narra uno de los varios episodios de nuestra Guerra Civil aparecidos en el libro L'Espoir (exactamente en su tercera parte)del francés André Malraux vividos por él mismo durante la Contienda. Se publicó en 1937. La vocación de este Blog -ya lo hemos dicho en varias ocasiones- es la de divulgar algunos films de los que quizá se haya oido hablar, pero que no se han visto, incidiendo especialmente en determinados detalles y anécdotas. También tratamos de proporcionar una visión de los argumentos valiéndonos de una selección de imágenes. Comenzaremos con una breve semblanza del autor (el adjetivo es quizá exagerado), de su historia personal, en ocasiones rocambolesca y de cómo terminó en España implicándose seriamente en la Guerra Civil desde el bando republicano.

        Nacido en París en 1901, a los 18 años dio por terminados sus estudios y comienzó a frecuentar la Escuela de Lenguas Orientales, en la que, no obstante, no se llegó a matricular. Por aquel entonces tuvo relación con los vanguardistas: Breton, Aragon, Eluard, Jacob y Gide, entre otros. En 1921 se casó con la que fue su primera esposa -contrajo matrimonio tres veces durante su vida- Clara Goldsmith, de origen judío. En 1923 marchó a Camboya -según se ha dicho- para traficar con antigüedades. Fue descubierto y procesado pero, aunque nunca llegó a cumplir pena de prisión, aprovechó el proceso para denunciar el estado del patrimonio arqueológico y sobre todo, la segregación racial en Indochina. En 1926 le cerraron el periódico (Indochina encadenada) que él había utilizado para proteger a la población autóctona contra el colonialismo. Su implicación en la defensa de los más débiles influyó poderosamente en su libro La condición humana, publicado y distinguido con el Premio Goncourt el año 1937. 

        El 20 de Julio de 1936 se subió en París al último avión con destino a Madrid, ignorando si la capital de España estaba todavía bajo control republicano o había caído en manos de los militares rebeldes. Malraux había estado en España el año anterior, como turista, y no hablaba ni una palabra de nuestra lengua (Otras fuentes le sitúan en Madrid ya el 17 de Mayo como delegado de la Asociación Internacional en Defensa de la Cultura). Su instinto y su inclinación comunista le hicieron ver la importancia capital de aquel conflicto, su peso en la lucha contra el fascismo, que crecía amenazadoramente por aquellas fechas. En Madrid, José Bergamín le puso en contacto con el Gobierno Republicano y éste le encargó una misión: la compra en Francia de los aviones necesarios para hacer frente a la aviación rebelde, ya que casi todos los pilotos, civiles y militares, se habían unido al otro bando con sus aparatos. Malraux cumplió satisfactoriamente su misión, reclutando además el personal necesario -mercenarios, pilotos civiles y voluntarios- para hacer volar los aviones: 14 cazas D-372 y 6 bombarderos Potez 540. Formada la escuadrilla, a la que bautizó Escuadrilla España, se le confió su mando a pesar de que él mismo no era piloto. 


Malraux -en el centro- con los miembros
 de la Escuadrilla España.


         Tras meses de preparación sí participó en varios raids aéreos de la escuadrilla en Madrid, Albacete y Valencia hasta que un accidente sufrido en el aeródromo de Chiva le impidió volver a volar. Antes de la llegada de los rusos, con los que tuvo algunos desencuentros por la inspiración más bien libertaria de su escuadrilla, licenció a los mercenarios y se quedó únicamente con pilotos voluntarios. Existen otras versiones menos benévolas. 


Malraux junto a uno de los 6 bombarderos Potez 54
 que se trajo de Francia.


        En 1937 viajó a los Estados Unidos y a Canadá con la intención de dar conferencias sobre la guerra de España y recaudar fondos con destino al mantenimiento de hospitales y adquisición de ambulancias. Pero su paso por Hollywood fue el detonante que le movió a montar y dirigir una película. Puede decirse sin temor a errar que en 1938 Malraux no tenía ningún conocimiento práctico sobre la técnica cinematográfica, pero no obstante ello, a comienzos de aquel año el Gobierno Republicano le dio carta blanca para realizar una película sobre la Guerra Civil. Existía un precedente: por iniciativa de Archibald Mac Leish, entre John Dos Passos y Lilian Hellman habían financiado un documental de Joris Ivens, rodado en España en abril y mayo de 1937 titulado Tierra de España. Pero como resultó evidente, un documental no tenía por aquel entonces las mismas posibilidades de distribución y difusión que una película. A ésta se le ofrecían en cambio unas 1.800 salas de los Estados Unidos para su exhibición. En todo caso, el Gobierno Republicano, que estaba perdiendo la guerra, más que un film de propaganda quería emitir con él una llamada de auxilio. Si estallaba la -ya muy previsible- Segunda Guerra Mundial antes de que las tropas de Franco liquidaran a sus adversarios, quizá cabía la esperanza de una intervención aliada que invirtiera tan penosa situación.   

        Y pasamos ya a Sierra de Teruel. La primera idea argumental se basaba en relatar un episodio de la novela L'Espoir en el que un bombardero republicano, al regresar de una  misión,  se estrella en las montañas de la sierra turolense. Hemos leído que en septiembre de 1936, un campesino llegó a cruzar las líneas e informó haber visto un campo de aviación de los rebeldes en Olmedo. También se ha publicado que uno de los bombarderos de la Escuadrilla España fue atacado en Valdelinares por aviones enemigos, yendo a estrellarse en las proximidades de Mora de Rubielos. Y que Malraux montó una operación para rescatar a los tripulantes, en su mayoría muertos o heridos, subiendo al lugar del siniestro por un camino de mulas. Como aquel relato no daba para llenar un largometraje convencional, se complementó añadiendo algunos episodios relacionados con el ya mencionado, proporcionando al conjunto el suficiente empaque. Se rodó con un equipo mayoritariamente francés salvo excepciones como Max Aub que hablaba francés a la perfección y


Malraux -a la izquierda- y Max Aub. 


 que asistió en todo momento a Malraux; los operadores segundo y tercero Manuel Berenguer y Jaime Piquer; el escenógrafo Vicente Petit y un puñado de asistentes entre los que destacaron tres secretarias españolas de las que hablaremos en su momento. En la cabecera digamos


Las tres secretarias españolas 


oficial, el Director era el propio André Malraux, con Denis Marion como Ayudante (y el imprescindible intérprete Max Aub, que transmitía las instrucciones del Director a actores y equipo y que además asumió muchas otras tareas). Como escenógrafo consta Boris Peskine; la fotografía estaba a cargo de Louis Page (famoso por ser capaz de trabajar en las peores condiciones) y Georges Grace figuraba como responsable del montaje. La música, que aparece sólo en las escenas finales, era obra de Darius Milhaud. 

        El rodaje se llevó a cabo principalmente en Barcelona, Tarragona, Collbató y Banyuls en unas condiciones sumamente complicadas. Los Estudios estaban en Montjuïch, a los que únicamente se podía acceder en automóvil. Faltaba de todo: película virgen, trípodes, baterías para el camión de iluminación (Max Aub hizo algún viaje a París para conseguirlas) automóviles para algunas escenas o para el transporte de medios de rodaje y un sinfín de elementos precisos para rodar aprovechando el poco tiempo que quedaba. Hubo complicaciones en la construcción de decorados, en la necesaria colaboración (La Seguridad Militar compartía los locales y no atendían más que a sus propias necesidades) y lo peor: los cortes de luz que impedían trabajar en el interior de los estudios. Los encargados del suministro eléctrico, siguiendo instrucciones para la ocultación de la ciudad, lo cortaban cada vez que había una alarma de bombardeo nocturno -al menos una diaria- pero inexplicablemente cortaban también el suministro en caso de alarmas diurnas. era necesario enviar el negativo impresionado a Pathé de París y éstos devolvían el positivo correspondiente. En fin, muchas complicaciones encabezadas por la peor: el ejército rebelde les pisaban ya los talones. En una ocasión, Andre Malraux no pudo evitar estas palabras: "Esta película debería titularse Canto fúnebre por los muertos de la Guerra de España". Gran parte del equipo humano con todo el material posible, huyó hacia la frontera francesa al ser tomada Barcelona. El rodaje de algunas escenas imprescindibles y la post-producción se hicieron en Francia, una vez evacuados.

        Y vamos a presentar a los protagonistas, alguno de los cuales no aparece en ningún reparto accesible en la Red, ni en los créditos del film ni en las muchas monografías sobre éste. No queremos que se pierda su memoria y trataremos de rescatar del olvido a cuantos nos sea posible. Comenzaremos por los aviadores:

 



 
                                                






         Primera fila, siempre de izquierda a derecha: Julio Peña, José Santpere y Andrés Mejuto
            Segunda fila: Serafín Fierro, Nicolás Rodriguez y Pedro Codina
        Abajo, sólo y caído en combate, Marcelino Rivelli.  Desconocemos el nombre real del actor, pero su personaje está claramente inspirado en Giordano Viezzoli.
 
            Julio Peña Muñoz -Attignies- da vida a uno de los pilotos.  Había estado en Hollywood interviniendo en varios films que  quisiéramos sacar a la luz en el futuro: por una parte La fruta amarga (1931), versión para el público hispano de Min and Bill, y que nos vendrá al pelo para una Entrada dedicada a las dobles versiones de Hollywood. Y por otra parte, su presencia en el reparto de Angelina o el honor de un brigadier (Hollywood 1935) obra de Enrique Jardiel Poncela cuya singularidad hará que la incluyamos en otro trabajo específico: "La otra generación del 27 y el Cine"
                     Sierra de Teruel, fue su película número 18 de un total de 102. Vuelto a España tras la Guerra Civil, se incorporó sin problemas a las producciones nacionales dirigidas por Perojo, Sáenz de Heredia, Juan de Orduña o Neville. falleció en 1974 a los 60 años, de un infarto fulminante.  
            
            José Santpere Pey. Es el Comandante Peña. Afamado actor de Teatro catalán. (Sí, era el padre de Mary Santpere). Contaba 64 años cuando se rodó Sierra de Teruel, última de las 8 películas en las     que intervino. Falleció al año siguiente.

            Andrés Mejuto Carballo. Da vida al Capitán Muñoz. Debutante en esta película aunque más adelante llegó a participar en 86 títulos. Estaba encuadrado en el ejército republicano cuando se le llamó para el rodaje, seguramente por haber formado parte del Teatro Universitario La Barraca. Al finalizar la Guerra Civil se exilió a la Argentina. Volvió a España en 1956 donde redondeó y terminó una exitosa carrera entre el cine y la T.V. Falleció en 1991. Aparece también en nuestra Entrada Hispano América y nuestro cine: El exilio.

            Serafín Fernández Fierro. En el reparto (IMDB) de Sierra de Teruel aparece como Serafín Fierro e interpreta a Saidi, mecánico de vuelo y responsable del visor en los bombardeos. Fue la única película de este joven gallego que se relacionó con poetas, intelectuales y diplomáticos en el Madrid de los primeros años treinta. El estallido de la Guerra Civil le cogió en Galicia, pero se pasó en cuanto pudo al bando republicano, alcanzando el grado de teniente. Terminada la Contienda pasó a Francia y de allí a México, donde falleció a los 43 años. También él tiene su espacio, más detallado y con sorprendentes detalles, en nuestra Entrada dedicada a los exiliados.

               Nicolás Rodriguez Menéndez.   Es el Piloto Márquez, personaje que encarnó a sus 40 años. Fue esta su 3ª película de un total de 110. Se exilió a México donde desarrolló una ingente labor como actor de Radio y Cine. En el País azteca se le considera uno de los grandes de su Epoca de Oro cinematográfica. Falleció en México D.F. a los 68 años. Aparece igualmente en nuestra Entrada Hispano América y nuestro cine: El exilio.

                                          Pedro Codina Girbau. Su personaje es Schreiner, un veterano aviador que, tras dejar inservible un avión de entrenamiento, debe renunciar a pilotar cualquier aparato por problemas de visión. No obstante ello, participará en las misiones como servidor de una de las ametralladoras del bombardero, con una -pensamos- inexplicablemente puntería. Terminada la Guerra Civil debió pasar a Francia y de allí a la Argentina donde intervino en dos películas más. Seguramente hizo el viaje a bordo del Massilia, al igual que su compañero Mejuto. Consta como fallecido en Buenos Aires en abril de 1952 e inhumado en el Panteón de Actores del Cementerio de Chacarita. (Curiosamente, se publicó una esquela en La Vanguardia en abril de 1952 sobre las exequias y traslado al cementerio de Sant Gervasi de un tal Pedro Codina Girbau, viudo.)
            
        Y ahora toca hablar de los otros personajes, guerrilleros en su mayoría.


  

 

                 
        Otra vez de izquierda a derecha, José María Lado, Miguel del Castillo, un actor desconocido y  más abajo: José Telmo. 
        

          José María Lado Rodriguez, Es José, el campesino,  personaje que interviene a su manera en ayuda de los pilotos. Cuando se le contrató para Sierra de Teruel era un actor y cantante que, al inicio de la Guerra Civil pesaba más de cien kilos. Las privaciones le habían dado el aspecto que muestra en el film. Su buen hacer profesional hizo creer a todos los críticos que se trataba de un verdadero campesino, no de un profesional. Era ya su onceava película de una filmografía que llegó a los 81 títulos. Por razones que ignoramos no le fue mal con el advenimiento del Régimen franquista ya que poco después estaba trabajando como actor de cine y haciendo Teatro en las mejores salas madrileñas. Gozó de una gran popularidad, casi siempre en papeles de villano o de hombre hosco y sin escrúpulos. Falleció en 1961 a los 66 años. Si quieren saber más, búsquenlo en la Entrada Hispanoamérica y nuestro cine, porque nació en Cuba.

            Miguel del Castillo es Carral, el valeroso guerrillero antifascista, de conducta heroica en los enfrentamientos con el enemigo. Era casi un novato cuando intervino en Sierra de Teruel: su segunda película de un total de 105. Desconocemos más datos de su vida, salvo que hizo mucho cine patrio sin destacar especialmente en ninguna obra y spaghetti western, tanto en España como en Italia. 

           Actor desconocido por el momento no hemos podido averiguar su filiación. En el film aparece identificado como Agustín. Acompañará a Carral como chófer conduciendo ambos un automóvil. 

            José Telmo, actor ya experimentado por aquel entonces. En la película (a 3ª de un total de 10) es González, guerrillero con cierta autoridad y bien situado en la clandestinidad. Había dado vida a El Valencia, personaje del reparto de la cinta Barrios bajos, película de 1937 encuadrada en el cine libertario promovido por CNT-FAI. De José Telmo tampoco hemos podido averiguar más datos personales y biográficos.

               
           Y nos permitiremos añadir un protagonista más, inanimado pero no menos importante: El avión en el que transcurren muchas de las secuencias y acciones de Sierra de Teruel. Se trata de uno de los Potez 540 que Malraux se había traído de Francia. Lanzado al mercado en 1933 adquirió pronto el sobrenombre de Ataud volante o Fabricante de viudas. Bimotor monoplano de ala alta, su fuselaje era de madera, las alas tenían revestimiento metálico y contaba con tres puestos para su defensa: dorsal, frontal y ventral armados con ametralladoras ligeras. Tenía capacidad para transportar casi una tonelada de bombas. En España llegó a albergar hasta 6 tripulantes. La poca efectividad de su armamento, el hecho de volar en solitario o como mucho en pareja reduciendo así su capacidad de ayuda mutua, las dificultades de comunicación entre sus tripulantes por hablar diferentes lenguas y el mal uso de sus capacidades (volaba a menudo a baja altura cuando podía alcanzar los 10.000 metros, 2.000  por encima del techo de su enemigos) hicieron que recibiera tan tristes apodos. Los jefes de la aviación republicana, Hidalgo de Cisneros y Nuñez Maza dieron todas las facilidades para el rodaje. En la desbandada que provocó la huída a Francia de todo el equipo, éste se llevó consigo la mitad de la carlinga de un Potez 540 para poder terminar algunas secuencias en su interior. Aquí lo tienen:



           



                    Vamos ahora a "ver" la película, como tenemos por costumbre.  El film arranca con un Potez que regresa a su base envuelto en llamas. A uno de sus tripulantes, fallecido en el combate, se le rinden honores y es inhumado en Chiva, población próxima al campo de aviación La Señera. El muerto es Rivelli, quien iba a bordo como comisario político. Según el discurso-panegírico que pronuncia el Comandante ante sus camaradas y algunos lugareños, representa la figura del brigadista que se había levantado una y otra vez, aquí y allá, derribado y encarcelado, evadido y vuelto a la acción, en su lucha particular contra el fascismo.



        
        La situación y expectativas de la escuadrilla es la siguiente: Por una parte, dispone de muy pocos aviones para enfrentarse al enemigo, algo así como ocho contra uno; y además sus adversarios parten de un aeródromo muy próximo pero hábilmente disimulado. Por otra parte, se han pasado al bando rebelde varios pueblos aragoneses, a los que se accede por un puente, situado en la población de Linás y que conviene destruir, cortando de ese modo la línea de suministros al enemigo. El capitán Muñoz muestra deseos de lanzarse sólo a tal aventura pero su comandante le disuade.         
  




        En principio, son los guerrilleros de Teruel los encargados de la demolición. Disponen de pocas armas de guerra y una dinamita con la que tendrían que fabricar los explosivos necesarios. Además, para poder salir de Teruel y cumplir su misión deben hacerlo por un punto protegido por tropas y una pieza de artillería. El valeroso Carral y su compañero Agustín se apoderan de un coche aparcado en la calle y lo lanzan contra el cañón como kamikazes. Logran su objetivo pero mueren ambos a causa del impacto. De este modo los guerrilleros de Teruel consiguen salir camino de Linás donde son recibidos con pesimismo por el poco material que traen. No obstante ello, minarán el puente con sus improvisados explosivos. Para el rodaje de la escena del coche a toda velocidad, del que los especialistas debían saltar en el último momento, se disputaron su ejecución el Sindicato de Actores y el de Acróbatas, ganando el privilegio estos últimos. Todos empujaron para lanzarlo cuesta abajo, pero hubo que repetir la escena con un nuevo coche. Los acróbatas, que resultaron ilesos, se disculparon diciendo que lo suyo no era conducir.


Para el rodaje, el coche se consiguió
 en un desguace, sin motor, y hubo que 
empujarlo cuesta abajo.
Los valerosos Carral y Agustín,
 a punto de estrellarse contra el cañón
.


Los guerrilleros consiguen huir gracias
 a la estratagema de Carral.


            Paralelamente, un campesino de Linás, José, (el encarnado por José Mª Lado) se entrevista con el alcalde y le asegura que en sus andanzas por el bosque ha descubierto el campo de aviación del enemigo. Se ofrece además para conducir hasta allí al ejército. Se le asigna un acompañante, Pío, para que le guíe hasta Chiva. Tras una accidentada y sangrienta travesía para cruzar las líneas, llega sólo al campo de La Señera donde se pone a disposición del comandante Peña para enseñarle dónde está el campo en cuestión, en el que ha visto al menos seis aviones. 
       


José habla con el Alcalde, el cual le envía
 a al campo de Cheste para que ayude a los aviadores.


"Yo sé dónde está escondido el campo de aviación"
 
        Y llega el momento para el Comandante Peña de analizar la situación. Piensa bombardear no sólo el aeródromo de los facciosos, sino también el puente de Linás. Y ha de hacerse a primera hora de la mañana, para pillar desprevenidas las defensas enemigas. 

        Para un despegue nocturno de sus aparatos, antes del amanecer,  el Comandante dirige una operación desesperada que recorre los pueblos de alrededor: necesita automóviles que iluminen la pista de despegue con sus faros. Finalmente, tras pedirlos en varios pueblos, consigue su propósito. Vamos a reproducir el fotograma de su lista manuscrita. Quizá los actuales paisanos de esos pueblos tengan interés en conocerla.


Chiva, Barracas, Caudiel, Jérica, Viver,
 El Toro, Torás, Rubielos, Manzanera...

                 


           
Los dos bombarderos se dirigen a su objetivo.


    
            Despegan pues dos Potez. El uno, comandado por Márquez. En el otro Pujol a los mandos acompañado de Muñoz y Schreiner. El Comandante Peña se ha subido también en el primero de ellos con José para que, desde una ventanilla, le indique la posición del campo enemigo. Sobrevuelan Teruel y el campesino empieza a reconocer  el terreno y a orientarse...


Vista aérea de Cervera -en la ficción, Teruel-. Para filmar ésta y las siguientes escenas aéreas, Malraux y Max Aub se subieron a un viejo Latécoère al que habían sustituido las ametralladoras por cámaras. De vuelta a su base fueron descubiertos por unos cazas que les persiguieron, obligándoles a volar a ras del agua por un riachuelo que zigzagueaba entre los montes. 


 


¿Reconoce el terreno? ¿Vé algo?
"¡Ahí está. Ese es el campo.!"



   

El mecánico suelta las bombas.


            
Destrucción de la pista de aterrizaje.


  Bombardeo del puente. Al igual que en la foto precedente, 
para estas escenas se utilizaron imágenes de archivo.
            


Los cazas enemigos se lanzan al ataque.




            El resultado del raid es complejo. José consigue señalar el objetivo que es bombardeado con éxito. También se bombardea el puente con un eficaz picado sobre el objetivo. Con sus misiones cumplidas, ambos aparatos se encaminan a su base pero aparecen los cazas enemigos. El bombardero que lleva la peor parte es el pilotan Attignies y Muñoz. Aunque se defiende como gato panza arriba (Schreiner derriba varios cazas con su certera puntería) lleva tocados los dos motores, no puede ganar altura y termina estrellándose en los montes de la sierra.


Las cumbres de Montserrat, figurando ser
 los montes turolenses.

Montserrat, proyectado tras la carlinga del avión.
Se rodó desde el funicular que da acceso al Monasterio.


           El otro bombardero ha aterrizado en la base, donde el Comandante Peña recibe las malas noticias. Le informan que sus compañeros se han debido estrellar por la zona de Villarejo o Valdelinares. Pide ambulancias y se monta una expedición conjunta con la población civil para bajar del monte a las víctimas, unas mortalmente heridas o desfiguradas, otras muertas, en una vistosa hilera humana que zigzaguea montaña abajo. El pueblo saluda puño en alto a los protagonistas de tan triste cortejo.



El Comandante Peña informándose y pidiendo ayuda.


            
Se ha considerado estas escenas como una representación
 del clásico "Descendimiento"
                


Parte del cortejo.
Attignies herido y desfigurado.


La ametralladora sobre el ataúd, 
 espada sobre el sepulcro del guerrero.

Schreiner mortalmente herido.


Vista parcial del cortejo de paisanos que acuden al rescate.




La afamada "Z" de la película. Para componer esta cadena humana se contó
 con la ayuda de numerosos soldados francos de servicio.


           
  

            La película ha dado que hablar y mucho a los estudiosos. Pero nosotros no vamos a diseccionarla, a analizarla. Busquen y encontrarán críticas, comparaciones, la relación entre el libro y el film, la posible inspiración de tal o cual director del cine revolucionario soviético, la anticipación al cine neorealista, o que la película no gustó, y sobre todo sufrió las críticas de los comunistas por dos motivos: El primero, que faltaba una llamada al pueblo español para que continuase la lucha a toda costa; el segundo que el cortejo fúnebre tenía una carga simbólica muy pesimista. En realidad, vista la película, a nosotros nos parece que toda ella está llena de guiños pesimistas, al igual que el pesimismo que inundó el rodaje, con carencia de muchas cosas y con la guerra prácticamente perdida. Pero si pueden, véanla y saquen sus propias conclusiones. 

           A continuación queremos traer hasta aquí el testimonio de una de las secretarias que asistían a Malraux, Elvira Farreras Valentí (1914-2005), testigo directo de todas las vicisitudes del rodaje. Es algo extenso pero creemos que vale la pena conocerlo: 
 
    "En junio de 1938, yo trabajaba en Barcelona en el subsecretario de Armamento, como intérprete de un oficial ruso que hablaba alemán. Cuando se fue de España, una gran amiga de nuestra familia, la Señora Gutierrez Abascal, esposa del director del Museo de Arte Moderno de Madrid, refugiado en Barcelona, me dijo que un escritor francés, que había ganado el Premio Goncourt y que había combatido como voluntario en la aviación republicana, buscaba una secretaria que hablase el francés y supiese taquigrafía, para la realización de una película sobre la guerra civil. Sin saber si sería capaz de optar al empleo, decidí presentarme. Trabajar con un gran intelectual, héroe de guerra, prestigiado por sus novelas inspiradas en el Extremo Oriente, me deslumbraba. Además el panorama futuro era mucho más apasionante que rellenar, en el despacho de Armamento, las interminables listas de bombas, granadas, obuses y etc.
    Desde que me presenté en las Oficinas (Avenida del 14 de Abril 442-bis), Malraux me sentó frente a una máquina de escribir para dictarme cartas y secuencias del film. Sin pasar el más mínimo examen había sido contratada. Estaba tan excitada que seguramente hacía un montón de faltas pero Malraux fingía no darse cuenta. 
    Yo había imaginado, Dios sabrá porqué, que me iba a encontrar frente a un personaje algo sofisticado, del estilo del barón von Richthofen (1). Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que era un hombre muy sencillo y que se dirigía a mi con la mayor gentileza, incluso después de comprobar que ni mi francés ni mi mecanografía eran perfectos. Jamás me hizo ningún reproche, y eso que siendo un trabajo totalmente nuevo para mi, al principio hacía un montón de faltas. Jamás me habló de su actividad durante la guerra ni de sus experiencias precedentes.
    (....)
    La película se rodó en los Estudios Orfea y exteriores: Calles de Barcelona, sobre todo Santa Ana y Moncada, aeropuerto de Canudas en el Prat de Llobregat, Pueblo Español en el parque de Montjuich (construido para la Exposición de 1929, que mostraba las construcciones típicas de todas las provincias) calles de Cervera y de Tarragona. El descendimiento de la montaña se rodó en Collbató.
    A menudo había que suspender los trabajos cuando sonaban las sirenas antiaéreas. Las cámaras y utillaje se guardaban entonces en casas y refugios, a la espera del fin de la alarma. Malraux hacía gala en todo momento de una gran serenidad, igual que Max Aub y Denis Marion, pero no todo el mundo hacía lo mismo. Los Estudios estaban situados en la parte alta de Montjuich, al suroeste de la ciudad. Justo al otro lado de la colina estaban los depósitos de gasolina, objetivo de los bombarderos. Así pues, en caso de alerta, los más prudentes -y yo la primera- salíamos del edificio y nos tumbábamos en el suelo, sobre la hierba del parque, mientras silbaban las bombas que caían por doquier, muy cerca. Un día los aviones acertaron de lleno en los depósitos. El humo del petróleo cubrió durante bastantes días la mitad de la ciudad, tapando el sol. El humo impedía el acceso a los Estudios. Malraux aprovechó para rodar las escenas en la montaña de Collbató, cerca de Montserrat. Era digno de ver cómo Malraux explicaba a los figurantes el sentido de las escenas en las que participaban y cómo éstos escuchaban las traducciones al español que les hacían Fernando B. Mantilla y su ayudante López Marín. 
    Gracias a su cordialidad, Malraux no tuvo nunca ningún problema con sus colaboradores españoles, un colectivo de lo más heterogéneo imaginable.
    El principal era Max Aub, asistido por Maria Luz Morales, crítica de cine del periódico barcelonés La Vanguardia y directora de doblaje de la Paramount antes de la guerra. Los actores fueron Josep Santpere, actor de vodevil en el Paralelo que mostró la necesaria dignidad y emoción en las escenas dramáticas. Andrés Mejuto y Julio Peña que ya habían debutado en el cine. Pedro Codina y José Lado eran actores de Teatro. El operador Manuel Berenguer tenía de asistente a Federico Ramirez. Serramia, el delegado del sindicato de actores de la CNT  hizo su papel lo mejor que pudo. Y para terminar, las tres secretarias, Marta, Zoé y yo, Elvira (2). 
    Malraux jamás hizo reproche alguno a nadie. Cuando algo no salía bien, su tic (3) se acentuaba y se iba para buscar en otra parte la solución a la dificultad que se había presentado. Estaba siempre dispuesto a complacer a sus colaboradores. Cuando los técnicos franceses tenían ganas de hacer una escapada a París, siempre encontraba un pretexto para enviarles a traer algún accesorio necesario.
    Cuando llegó el momento de rodar los exteriores en Tarragona, le pregunté a Malraux si me permitía acompañar al equipo. Yo tenía un hermano que era médico en el hospital militar de La Sabinosa y al que hacía mucho tiempo que no veía. Mi presencia no era necesaria, pero Malraux me dio su permiso inmediatamente, encargándome diversas tareas (entre otras atender el teléfono) para que no tuviese la sensación de estar allí de más. Guiándome por el texto del guión, yo le había escrito a mi hermano diciéndole que nos encontraríamos en la calle Móstoles. Él, en cuanto pudo quedar libre, buscó por toda la ciudad aquella calle que nadie conocía. Finalmente tropezó con un hombre que hablaba francés y que no era otro que André Malraux. Le hizo la misma pregunta y Malraux se echó a reír y le dijo que la calle Móstoles era una invención suya, una clave para ser entendida por él y sus colaboradores. A continuación le indicó dónde podía encontrarme.
    Toda la producción estaba instalada en el Hotel de París. Mi oficina estaba en el tercer piso y cada vez que sonaba el teléfono, en cumplimiento de mi tarea, tenía que bajar y después volver a subir, lo que constituía una excelente gimnasia.
    Las escenas con el cañón fueron rodadas en Tarragona, con tal grado de realismo que un obús fue a explotar en la playa, a pocos metros de una barca que los pescadores preparaban para hacerse a la mar. Ello hizo además correr la creencia de que el frente se encontraba ya a las puertas de Tarragona y que ya se luchaba calle por calle. 
    Al desplazarnos en coche desde Barcelona a Tarragona, atravesamos muchos viñedos. Era septiembre, la uva estaba madura pero no había modo de encontrarla en los mercados de los pueblos. Detuvimos el coche y pusimos en práctica el dicho de la época "la viña pertenece a su dueño y la uva a quien la coge". Denis Marion no pudo resistir la tentación y, sin esperar a lavarlo, se comió un racimo allí mismo. La viña había sido sulfurada y amaneció al día siguiente con las manos horriblemente hinchadas.
    Durante la estancia en Tarragona, visitamos los pueblos de alrededor para localizar exteriores. La iglesia de Constantí había sido convertida en almacén: sobre los altares podían verse montones de almendras y avellanas.
    Al llegar el invierno, las dificultades para recibir el material y las copias reveladas aumentaron. El ejército republicano necesitaba hombres. Algunos actores y técnicos fueron llamados a filas. Malraux firmó los documentos necesarios declarando que aquellos hombres eran necesarios con lo que consiguió que no fuesen movilizados hasta poder terminar la película. Lo mismo ocurrió con los chóferes.
    Algunas escenas previstas no pudieron rodarse, por falta de medios y material. El único despacho del que disponíamos estaba siempre lleno de gente, pertenecientes al rodaje, que no dejaban de parlotear en voz alta sobre las dificultades de avituallamiento y de la propia película. Un coche me llevaba con mi máquina de escribir -que no era portátil- al hotel Ritz donde Malraux se alojaba. Paseando a lo largo de la habitación me dictaba las nuevas escenas destinadas a reemplazar aquellas que ya resultaba imposible rodar. Después, el coche me volvía a llevar, siempre cargada con mi máquina, al Hotel Majestic donde Max Aub (quizá asistido por Maria Luz Morales) me dictaba la traducción al español del texto para ser utilizados a partir del día siguiente. 

    A comienzos de enero de 1939, se hicieron esfuerzos desesperados para terminar la película. Cada plano exigía sacrificios cada vez mayores para todos los que trabajaban en él. El Estudio estaba tan cerca del puerto y de la carretera de acceso a Barcelona por el sur que se encontraba en el centro de posibles objetivos militares. 
    El 20 de enero comenzó el desfile por las calles de Barcelona de los habitantes de la región del Ebro donde el frente había cedido. Las carreteras que llevaban hasta la frontera francesa pronto se vieron completamente atestadas por el flujo de refugiados. Fue entonces cuando se cargó en un camión el material y la media carlinga del avión que permitiría terminar la película en Francia. También fue el momento de decir adiós, aunque todos tenían la esperanza de volver a verse pronto. Por lo que respecta a Malraux y Max Aub, yo he tenido que aguardar durante veintinueve años. 
    El 24 de enero me pasé por el despacho donde ya no había nadie, salvo el conserje, ni documentos, salvo dos fotografías tomadas en Tarragona que me llevé a casa. Las calles estaban llenas de mujeres y niños que volvían de saquear los depósitos de alimentos y que llevaban abrazados paquetes de arroz, azúcar, leche condensada y demás. Los obuses disparados desde las líneas franquistas silbaban al pasar sobre la ciudad, yendo a caer en los barrios de San Andrés y Horta, por los que discurrían los caminos tomados por los fugitivos. 
    El 26 de enero, cesaron los bombardeos. Pasaron a escucharse detonaciones de fusiles y ametralladoras. Subí a la azotea de nuestra casa y vi cómo bajaban desde las montañas los soldados moros y legionarios. Para Barcelona, la guerra había terminado.


(1) Elvira había estudiado en el Colegio Alemán de Barcelona: conocía mejor la historia y cultura alemanas que la francesa. 
(2) Sobre Marta Santaolalla, no sabemos todavía si se trata de la que fuera después actriz y musicóloga española. No menciona aquí Elvira Farreras a Maria Luz Morales Godoy como secretaria, pero sí como asistente de Max Aub. La tal Zoé, bien podría ser la prima de Maria Luz: Zoé Godoy. Juntas habían colaborado en diversas traducciones. 
(3) Como es sabido, Malraux padecía el Síndrome de Tourette. Se caracteriza porque quien lo sufre, emite sonidos y hace movimientos mecánicos totalmente involuntarios.

       
    
        ¿Y qué sucedió entonces? 

Ya en Francia, se terminaron de rodar las escenas que faltaban, nada menos que once secuencias y algunos planos de las ya rodadas. Denis Marion cuenta en su libro que faltaba un tercio del film. Puestos a trabajar, con actores franceses sustituyendo a los españoles, se rodaron los interiores y las transparencias en los Estudios de Joinville, utilizando la mitad de la carlinga, y para las escenas que debían suceder en la plaza de Linás, con su Iglesia al fondo, se desplazaron a Villefranche-Rouerge.
 

Plaza de Villefranche-Rouerge.
Plaza de Linás en el film.



 

Iglesia de Linás en el film.




      
         
Catedral de Villefranche-Rouerge.
        

   Malraux contó para dar término a su trabajo con la cooperación de un importante personaje: Croniglion Molinier, aviador como él, aventurero y Productor ocasional. Su financiación permitió -aunque en una proporción mucho menor que la del Gobierno Republicano- que la película se terminase. Con la ayuda de George Grace y la máxima celeridad, se procedió al montaje del film dándole la mayor coherencia posible. En Julio de 1939 la película estaba lista para ser exhibida. La Guerra Civil española había terminado meses antes. 

        A partir de entonces, las vicisitudes sufridas por la película, fueron, como se dice vulgarmente, de película. Vamos a tratar de explicarlas siguiendo un orden cronológico:

        En 1939 unos días antes de que Alemania invadiese Polonia dando así comienzo a la II Guerra Mundial, en el cine París de los Campos Eliseos parisinos se pasó la película para las autoridades republicanas en el exilio.

El cinema Paris en 1939.


    En junio de 1940 las tropas alemanas ya se pasean por París. En virtud del pacto germano-soviético firmado en agosto del año anterior, todo el material, toda la propaganda anti-fascista de los frentes populares estaba proscrita. Se destruyó una cantidad ingente de películas y Sierra de Teruel reunía las condiciones para sufrir el mismo destino. Y así fue como la Gestapo entró a saco en la sede de Pathé y destruyó el negativo y todas las copias de la película que encontraron...menos una. Algún empleado de la firma, por error o intencionadamente, había metido en las latas que debían contener Drôle de Dame (1937 Michel Carné), una comedia insustancial, las bobinas de Sierra de Teruel.  Esta copia "lavande" en francés, fue la que sirvió para proporcionar más adelante nuevas copias.
    En los Estados Unidos, una iniciativa privada -el Emergency Rescue Committee - una vez reunidos los fondos necesarios situó a un hombre en Francia: el periodista Varian Fry. En el mes de Agosto de aquel año, Fry encontró de modo fortuito a Malraux y le ofreció la posibilidad de abandonar Francia. Malraux declinó el ofrecimiento.

    En enero de 1941 fue Malraux quien contactó de nuevo con Fry. Sabía que los alemanes habían destruido el negativo de su Sierra de Teruel y pidió a Fry que hiciese las gestiones necesarias para poner a salvo  una copia existente en su poder. Fry lo intentó acudiendo al Consulado de los EEUU en Marsella pero no logró su propósito. No obstante...


Varian Fry, conocido como El Rescatador, o el Schindler
de los intelectuales europeo
s, consiguió sacar de la
 Francia ocupada entre 2.000 y 4000 personas.



        ...Malraux había mencionado a Fry que conocía a Archibald Mc Leish, director de la Library of Congress, el cual desde su puesto podía ayudar para rescatar la película. El 19 de julio, Malraux redactó un documento en el que autorizaba a Fry para que realizara las gestiones que fuesen precisas con el fin de que la copia de Sierra de Teruel viajase a los EEUU para su custodia. Fruto de tales gestiones, el Departamento de Estado consultó a la Library of Congress si Mc Leish autorizaba el envío. Pero cuando la respuesta afirmativa llegó a Marsella, Fry ya había sido expulsado de Francia por las autoridades de Vichy. Malraux acudió entonces al Consulado con la película, pero los funcionarios le contestaron que no podían hacerse cargo del envío mientras no se les garantizase la no inflamabilidad de la película. Fry se enteró al llegar a los EEUU de que la película seguía en un limbo administrativo y entonces se puso en contacto con Mc Leish. Éste tomó la iniciativa reclamando la película a través del Secretario del Departamento de Estado. El resultado fue que el 19 de diciembre éstos enviaron la correspondiente reclamación al Consulado de Marsella. 
    El 17 de enero de 1942 se recibió una comunicación del Consulado de Marsella en el que se hacía constar que "la no inflamabilidad de la película había sido certificada".
    El 2 de junio se recibieron en la Library of Congress dos paquetes conteniendo cada uno cuatro latas de película etiquetadas como Sierra de Teruel. 

 


    

  1944.- Un empresario/distribuidor francés cuyo nombre nunca se ha sabido, se hizo con la lavande salvada de la destrucción, que sirvió de base para todas las copias posteriores y la arregló. Veamos en qué términos:

-Añadió un parlamento introductor de Maurice Schumann, prestigioso dirigente de la Resistencia francesa, que enfatizaba la similitud entre los esfuerzos de los republicanos en España y el Maquis en la Francia ocupada.


Schumann saluda sentado desde un Jeep tras
 la liberación. Delante de él, el General Charles De Gaulle.


-En los créditos iniciales (que Malraux supervisara en su día) aparecen Croglinion Molinier y Roland Tual. Para hacerles sitio, se eliminan el nombre del escenógrafo valenciano Vicente Petit y el de los Laboratorios Pathé.  
-Encargó a Denis Marion, colaborador muy próximo de Malraux, que modificase los subtítulos de la copia lavande. Es cierto que en la película se utilizan con frecuencia términos como rebeldes (refiriéndose al enemigo) o milicianos para referirse a las tropas republicanas que podían confundir al espectador francés, acostumbrado ya a ver a Franco en el poder. Denis Marion en su monografía de 1970 reconoce la autoría de los nuevos subtítulos, seriamente criticados en algunos círculos, asumiendo su responsabilidad.
-Modificó, contraviniendo los deseos de Malraux, el nombre del film al que tituló Espoir, Sierra de Teruel. De este modo aprovechaba la fama de la novela sin entrar en conflictos de propiedad intelectual con la Editorial. Simplemente, elimina el artículo. Ya no es L'espoir.
-Eliminó unos 100 metros (tres minutos más o menos) de la secuencia final, que consideraba excesivamente larga y pesada para el espectador.  

    En 1945 la película se estrenó en el cine Max Linder de París, con una fría acogida. Aun siendo una auténtica rareza, su calidad y frescura la hicieron merecedora del premio Louis Delluc. Lo cierto es que los hechos narrados en la película habían conmovido a millones de personas cuando sucedieron, pero la II Guerra Mundial, que habían sufrido amargamente con tantos muertos y asesinatos, quitaba todo interés a nuestro conflicto. 
        
       En 1955 una Sala parisina la puso brevemente en cartelera. Después se pasó por diversas televisiones de habla francesa. 

        En 1965, en el Festival de Venecia se proyectó la película. En la revista Bianco e Nero, en su número de octubre-noviembre de ese año aparece un artículo firmado por Giacomo Gambetti titulado La Speranza di André Malraux en el que habla de Sierra de Teruel como de un film semi-clandestino. La Guerra Civil española empieza a interesar a unos y a otros como hecho histórico singular.

      En 1970 el mundo ha cambiado sustancialmente y con él la industria cinematográfica y el interés del público. La película pasa a las Salas de Arte y Ensayo, fuera ya de los circuitos comerciales, en las que priman el cine de autor y el cine militante. Obtiene un merecido éxito...25 años después.

      En enero de 1973, el estadounidense Walter G. Langlois publicó  en el número trimestral del Journal of the Library of Congress el artículo titulado: "Sierra de Teruel" de Malraux: Un Tesoro olvidado de la filmoteca de la Libería del Congreso, en el que cuenta a sus compatriotas el periplo sufrido por la película y el orgullo de conservarla en sus fondos. Más adelante, mientras se procedía a una comprobación del estado del material se pudo constatar que esta copia es la única fiel al montaje de Malraux: El título es Sierra de Teruel; en los créditos aparecen V.Petit y los laboratorios Pathé. Y la secuencia final dura tres minutos más.
   
    En 1977 la película se exhibe en un cine español por primera vez. Todavía hoy se sigue manejando la copia francesa que se retocó en su día.
    
    En España se ha reconocido su mérito y se ha repuesto en numerosas ocasiones. En 1996 Antonio Giménez-Rico quiso honrar la obra de Malraux en su película Sombras y Luces, comprobando que no se conservaba en los archivos cinemaográficos españoles material alguno.

 (Pero, ¿Y Malraux? ¿qué hizo durante todo ese tiempo? En 1941 había sido internado en un campo de prisioneros, del que escapó. En 1944 lo encontramos luchando al final de la Guerra como Coronel de la Brigada Alsacia-Lorena. En 1947 se une al círculo de colaboradores de De Gaulle quien le nombra Ministro del Interior. En 1958 es nombrado Ministro de Cultura. Estuvo ajeno a las manipulaciones de su obra hasta que la vio de nuevo con Denis Marion en 1969; no reconoció su montaje original y criticó el torpe uso que se había hecho del acompañamiento musical compuesto por Darius Milhaud. Como detalle para reflexionar añadiremos que en 1969, este incansable enemigo del fascismo, renegó de los sucesos de Mayo del 68, criticando lo que consideraba el nihilismo de los estudiantes. Malraux falleció en 1976 a los 75 años).


                   


    No nos queda mucho más por decir. Quien quiera profundizar en el tema, puede empezar por informarse de los numerosos y sorprendentes cambios de mano en la propiedad y distribución del film. También como dijimos más arriba, hay estudios y opiniones para todos los gustos. Si ven la película, les recomendamos que se sitúen en el momento del rodaje y del devenir de nuestra historia en aquellos momentos. Les llamará la atención algún detalle. Reflexionarán sobre si es o no una película de guerra al uso, si es cierto que no se narra con maniqueísmo, si verdaderamente se trató de un grito desesperado pero tardío.


Extras de la película: el abuelo y el nieto.
 (del libro de Denis Marion)


    
 Bibliografía consultada:

 "ANDRÉ MALRAUX par Denis Marion". Cinéma d'aujourd'hui.Seghers. 1970

"Malraux's "Sierra de Teruel": A Forgotten Treasure of the Library of Congress Film Collection". Walter G. Langlois. The Quarterly Journal of the Library of Congress. Enero 1973.