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CINE Y LITERATURA: LA TIA TULA


 

            Vamos con La tía Tula, película dirigida en 1964 por Miguel Picazo. De esta obra no se puede hablar lo justito, no es posible limitarse a  facilitar la ficha técnica, el reparto, las localizaciones y cuatro anécdotas para después repasar la película. Eso sin contar al Director, del cual hay bastante que decir. Quedan avisados nuestros respetados lectores de que vamos a hablar largo y tendido de esta obra y de su autor. Igual lo encuentran interesante.

     Eso sí, recomendamos la película a todos aquellos que, interesados en el franquismo, en su faceta social, no lo hayan vivido por ser niños o no haber nacido todavía a la muerte del Dictador. Cada vez con más frecuencia se manejan clichés y se recurre a lugares comunes al hablar de esa época. Hoy en día, además de disponer de libros y documentales, podemos contar con el Cine hecho entonces como un fiel reflejo de aquella realidad. El Cine español de aquellos tiempos, con cintas como La Tía Tula por ejemplo, no recrea la época, la realidad social y la vida de sus gentes, sino que las copia del natural. Hay pretendidas estampas de la vida cotidiana durante el franquismo en el Cine actual llenas de imprecisiones y situaciones inverosímiles. Clichés maniqueos.   La tía Tula es una película rodada en blanco y negro, material más barato en aquellos momentos pero que le viene que ni pintado al narrador porque transmite parecidas emociones a las que provoca la mejor fotografía: "cada color tiene un gris y cada gris tiene un especial significado creativo". 




    Don Miguel de Unamuno publicó su novela La tía Tula en 1921, obra que pasó bastante desapercibida: por entonces los autores escribían razonablemente pero la gente compraba y leía poco. Al parecer fue el inefable Marco Ferreri, quien sugirió a Picazo la lectura de La tía Tula. Se conocían y habían planeado alguna colaboración como se verá.


1961. Homenaje a Buñuel en los Estudios CEA de Madrid. Todos Directores: A la derecha Marco Ferreri y Miguel Picazo. En el centro este señor, comunista con coche italiano de importación, siempre bien visible, que decía cosas estupendas sobre el Cine español y del que, no obstante, sacaba provecho. Después, Buñuel y Saura.

        Picazo escribió un guión previo y lo remató con la colaboración de Luis Sánchez Enciso, Manuel López Cubero y José Hernández Miguel. Sintetizando mucho, este Guión es el relato de una relación amorosa frustrada por los desvaríos de sus protagonistas: Un Ramiro viudo, con dos hijos, una masculinidad vigorosa y poco romántica y su cuñada Gertrudis, (familiarmente Tula) quienbien por soberbia, por una caridad mal entendida o por erróneas convicciones religiosas, se cuela materialmente en sus vidas, se instala en la casa del viudo  desempeñando el rol de su hermana fallecida, pero no queriendo ver la realidad: el deseo que provoca en el viudo y que ella se obstina en no reconocer. Es la historia de dos potentes locomotoras lanzadas a toda velocidad que terminan descarrilando.

    Respecto al libro de Unamuno, no hace falta que se molesten Vds. en leerlo: Ya lo hemos hecho nosotros. El nudo narrativo y la tesis principal son las mismas, quizá más subidas de tono: Es la esposa de Ramiro, una Rosa moribunda tras su complicado tercer parto, quien pide a Tula que se case con su marido. Ésta levanta su propia casa y se va a vivir con él y los niños: Ramiro no intenta violar a Tula, pero le tira los tejos sin cortarse y ella deja siempre en el aire un "ya veremos". 

        ¿Tienes derecho, Gertrudis, a perseguirme con tu presencia? ¿Es justo que me reproches y estés llenando la casa con tu persona, con el fuego de tus ojos, con el son de tu voz, con el imán de tu cuerpo lleno de alma pero de un alma llena de cuerpo?

        Ante su insistencia, Tula llega a proponerle el plazo de un año para que ambos se los piensen. No nos alargaremos: ya hay tres niños, pero cuando se van de vacaciones a la playa, antes de vencer el año pactado, Ramiro se beneficia a una sirvienta de escasa salud a la que deja preñada y a la que en consecuencia debe desposar. Muere Ramiro, muere su segunda esposa al traer al mundo la criatura y el final de la novela es un batiburrillo de niños que ya son adultos, sus parejas, los ya crecidos y sus retoños, mientras Tula se va secando como una pasa. En el fondo, fue un libro feminista que rompía el molde según el cual se esperaba que se ajustara la mujer de su época. Era una Tula más cañera, dentro siempre del momento histórico:

    No quiso que a la niña se le ocupase demasiado en aprender costura y cosas así. ¿Labores de su sexo? -decía-, no, nada de labores de su sexo; el oficio de una mujer es hacer hombres y mujeres, y no vestirlos. 

       Miguel Picazo nos presenta una tía Tula diferente de la de de Unamuno: éste la ensalza pero aquel la castiga, la pone en evidencia. Y este hecho dividió a la crítica en su estreno, porque los conservadores (Cinestudio y Film ideal sobre todo) condenaron la película sin aclarar si les movía la desviación de la novela original o el planteamiento de una moral sexual represora; mientras que publicaciones más progresistas como Nuestro Cine, guardando las debidas apariencias, publicaron una crítica más favorable.  

        ¿No decíamos que se iba a hablar de franquismo? Pues también de sus paradojas. La película de Picazo, con el guión toqueteado por la Censura (veremos más adelante los detalles), presentó no obstante un cartel publicitario bien morboso, con la esperanza de que atrajese a muchos espectadores. No se llega a consumar ninguna violación, pero es un intento que seguro hizo relamerse a más de un espectador:





 
    El público sabía que en los libros era posible encontrar más escenas eróticas que en el Cine. Y a la Censura no le preocupaba demasiado el contenido de las novelas; no tenían tiempo de leerse tanto libro y estaban en lo cierto al pensar que el pueblo no leía tanto como para granjearse la condenación eterna. Pero ahí estaban las novelas seudo históricas tipo -Barrabás- o los líos entre enfermeras y médicos en las obras de Frank Slaughter. Unos pocos años más tarde, en 1969, Fraga tuvo la idea de crear una biblioteca básica, barata y variada con el módico precio de 25 pesetas el ejemplar. Encomendada a Salvat y con un lanzamiento anunciado en TVE, su primera entrega fue, precisamente, La tía Tula. Con las imágenes de los carteles de la película en el magín, el público se lanzó a comprar el dichoso librito para comprobar si traía algo más. 
 



       
        Hemos nombrado a Fraga y nos va a servir de pretexto para hablar de su influencia en el Cine de la época y de paso enlazar con  Picazo. Fraga venía a ser el hijo culto y estudioso, con mundo, viajado, que sin traicionar a su autoritario y zafio padre, revolucionaba algo los usos y maneras de la familia para modernizarla y que no hiciese demasiado el ridículo.


Fraga observa cómo el Dictador
 "pone en marcha" la televisión en España.

         
        Como Ministro de Turismo y Comunicaciones repuso como Director General de Cinematografía a García Escudero (ya lo había sido en 1951/1952 destituido por el escándalo de Surcos). quien, con un talante parecido al de su mentor, hizo una serie de cambios en el Cine patrio durante su nuevo mandato (de 1962 a 1968). Reformó el sistema de ayudas oficiales, y además de ampliar la dotación presupuestaria de la E.O.C. puso fin al caos que suponía una censura arbitraria, pacata y con demasiado olor a incienso. Su Código de Censura de 1963 estableció, por fin, lo que estaba o no estaba prohibido en un film, evitando los excesos de los censores y tranquilizando a Guionistas, Directores y Productores. Censura sí, pero más coherente. La influencia de Fraga llegaba incluso a los teatros que hacían revista de variedades, con sus plumas, sus vedettes y sus chistes con doble sentido, siempre en un ay! por si sufrían una inspección sobre la cantidad de carne femenina exhibida. Se hizo popular entre las coristas la siguiente copla:

Con Arias Salgado, todo tapado.
Pero con Fraga, ¡hasta la braga! 
       
        Todos estos prolegómenos tienen como función el dibujar el panorama reinante en aquel momento. Pero vamos ya a hablar del Director de la película y padre de la idea.



 
            Miguel Picazo De Dios había nacido en Guadalajara en 1927. Será él mismo quien nos cuente su vocación, siempre hechizado por el Cine. Hechizo que le convirtió finalmente en un Director sin apoyo financiero de la familia y en un ambiente general de penuria económica. Para ello, transcribiremos fragmentos de lo que contó en una interviú concedida a la revista Film Ideal tras el clamoroso éxito de La tía Tula.

        "Yo, en Guadalajara, iba al cine con mis amigos, con mis familiares, y empecé a darme cuenta de que sentía el cine de una manera distinta, que veía de distinta manera (...) en fin, entonces pensé que el cine para mí tenía otra significación; conforme fui creciendo me di cuenta que lo que me gustaba era hacer cine. Terminé el bachillerato en Guadalajara, no tenía posibilidades de venirme aquí a vivir a  Madrid y entrar en el ambiente del cine, que para mí era un ambiente un poco de país mágico, de país de ensueño, o sea que pensar en hacer cine era como pensar "si tuviese un tío en América y me dejara dinero". En fin, un sueño de estos irrealizables. Pero dio la casualidad que en el año 1948 cayó en mis manos una revista que se llamaba Cámara, y allí hablaba de que había un Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas que se había creado en la Escuela de Ingenieros industriales. Mi obsesión tremenda fue estudiar en esta Escuela. Terminé el bachillerato, no había dinero en casa, me tuve que colocar, me coloqué en la Eléctrica de Guadalajara, y en los ratos libres estudié Derecho y seguí preocupándome de leer, viendo cine, interesándome por el cine, cada vez con más pasión.

    (Igual que hoy en día, y perdonen la apostilla).

     (...)  y en cuanto tuve la primera oportunidad me vine a Madrid, me puse a trabajar e intenté el ingreso en la Escuela. Lo conseguí. Hice los cursos de la Escuela y ya todo siguió por un camino natural, un camino que ha tenido sus baches, que ha tenido sus contratiempos, sus horas amargas, que ha tenido su lucha, pero la meta se consigue si se está sobre ello."

        Y se graduó. Marco Ferreri, que andaba zascandileando por la Escuela Oficial de Cinematografía, en contacto con unos y otros, quedó impresionado por su práctica de fin de curso: Habitación de alquiler, hasta el punto de prometerle la financiación de su primer largometraje: Jimena. (y la de La tía Tula a continuación, tras sugerirle su lectura) El caso es que por aquel entonces (1961) Anthony Mann estaba rodando en España para las pantallas mundiales su película El Cid, con Charlton Heston y Sofía Loren. Y nuestro Picazo, con el empuje de la edad y las ganas de mostrar una versión más historicista y menos "álbum de cromos"  de Rodrigo Díaz de Vivar, se propuso contarla centrando el protagonismo en la que fue su esposa, doña Jimena. Para escribir el guión de lo que debió ser la película, recurrió a tres amigos y compañeros de carrera. Los guionistas que le ayudaron fueron Mario Camus, Joaquín Jordá y Francisco Regueiro. 

        El guión de Jimena no fue retocado, ni impuesta enmienda alguna: simplemente se prohibió. Cierto que mostraba unas relaciones entre El Cid y Jimena muy turbulentas: Contaba la muerte del padre de Jimena por orden de Rodrigo Díaz de Vivar, e insinuaba además la injerencia de las órdenes religiosas en la lucha por el poder. 

      La Censura rechazó el Guión de plano después de encargar un estudio a la Real Academia de la Historia, y ¡qué casualiad!  el estudio venía firmado por Ramón Menéndez Pidal, asesor de la versión norteamericana. 

Cómo no iban a aprovechar la fotogenia de Peñíscola?


            Si alguna cualidad tenía Picazo desde siempre era la paciencia. Su primera película, La tía Tula, tardó cuatro años en estar lista, cuatro años desde que Picazo se graduara en la Escuela. Sigamos escuchando lo que dijo en su interviú: (...) y si he creído en "La tía Tula" pues he seguido con ella hasta que la he conseguido. Mientras que quizá otros no se lo han planteado así, han sido más flexibles, han procurado hacer una película con un presupuesto más barato, en unas condiciones menos exigentes; en fin, yo creo que quizá se deba a que no han sido todo lo auténticos que debían haber sido para su primera obra. 

    También nos contó Picazo que en efecto, durante esos cuatro años no había dejado el empleo que ejercía (fuera del Cine) y que le constaba que muchos de los licenciados en la Escuela habían buscado otros trabajos al margen de la cinematografía. 

    Respecto al reparto, Picazo tuvo siempre claro que quería a Aurora Bautista para el personaje de Tula. Cuando se lo propuso y ella le dijo que tardaría un año en estar libre de sus otros compromisos, él lo aceptó. Necesitaba exactamente a esa actriz. Ramiro, el protagonista masculino fue otra cuestión: no podía ser un guaperas pero tampoco feo, pues el espectador atribuiría el rechazo de Tula a esa fealdad. Tenían que ser una pareja ideal y provocar en el espectador la convicción de que lo lógico era que se casasen.

Aurora Bautista y Carlos Estrada: Tula y Ramiro.


     Y es de justicia destacar los excelentes trabajos de los secundarios, sobre todo José Mª Prada, Enriqueta Carballeira y Laly Soldevilla. El rodaje tuvo lugar, pues, desde el 16 de septiembre de 1963 hasta el 3 de noviembre del mismo año. Se rodó en 35 mm. (ya se ha dicho) en blanco y negro y con sonido directo excepto la secuencia del río. La produjeron Surco films y Eco Films y la partida más cara fue la de los decorados, según las exigencias del Realizador. Se rodaron los exteriores en Guadalajara y Brihuega. La banda sonora de Pérez Olea y el trabajo de los montadores Argüello y Pedro del Rey contribuyeron a crear esa atmósfera de represión y fatalidad. Picazo contó también: "Mira, me ocurrió una cosa tremenda, y es que rodé el primer día y nunca tuve la sensación de que rodaba el primer día, me parecía que en mi vida había hecho otra cosa".


Picazo, con Tulita y Ramirín.


         Vamos a repasarla: La película comienza con un Ramiro ya viudo con -según la costumbre por entonces- el cadáver de su mujer expuesto en el domicilio; se rezan rosarios y llegan visitas a dar el pésame y   tomar la copita de anís. Costumbres muy arraigadas por entonces, y muy lejanas de los modernos tanatorios. A propósito de la palabreja, hay que reconocer que Eros y Tanatos son hoy en día dos florecientes negocios.

 
Ramiro con la obligada banda negra cosida sobre las
 prendas claras o de difícil tintado.


        Allí mismo comienza la cruzada personal de Tula, la perfecta, la piadosa, líder del grupo de mujeres jóvenes, muy católicas y muy reprimidas como en cualquier pequeña ciudad en aquellos tiempos. Su actitud viene alentada por los poderes públicos y en especial por la Sección Femenina, de modo que decide ponerse a vivir con ellos, entregada devotamente al cuidado de la familia y del hogar; no sólo cuidar de los niños sino también "servir" al hombre al que niega la posibilidad de un acercamiento hombre-mujer pero que atiende como a un marido, siguiendo el patrón tradicional.


En la obra de Unamuno, Tula deja su casa y se va a vivir a la de
 los huérfanos. En la película, se deja caer que es al contrario.



 
No eran propiamente "reglas a seguir" (esta sería la número 5), pero sí sugerencias. 



       
         A lo largo de la película veremos a ambos comportándose como un hombre y una mujer que conviven, con una proximidad física obligada pero sin la más mínima concesión por parte de ella. Asisten a la primera comunión de la niña como el resto de progenitores. Tula, por añadidura, establece una guerra de sexos de su invención, que delata su represión sexual: ella protege a la inocente Tulita de las trastadas del brutote Ramirín y de su cómplice, el insensible padre. 


         
        

        Poco a Poco, Ramiro va cayendo en un tedio que tiene mucho que ver con Tula, ya que de ésta no recibe más que coces y un continuo rechazo a la menor insinuación de boda para normalizar su convivencia. Si cae enfermo, ella le trata cariñosamente -como a un niño- pero rechaza airada cualquier caricia de agradecimiento. Además, nuestro hombre tiene que templar gaitas con Emilio, un acomodado amigo de la familia que pretende a Tula desde siempre. Sus inútiles intentos de aproximación son -toda la película lo es- una estampa de cómo eran las cosas por aquel entonces. Hasta Emilio, en una especie de rendición, reconoce que al final Ramiro le ganará por la mano. Sería lo lógico a ojos de todos.
 

Emilio, interpretado por Chiro Bermejo (en esta ocasión
 no hace de Guardia Civil), expone sus cuitas amorosas a Ramiro.


         Ramiro no encuentra sosiego. Algún domingo se acerca a un paraje próximo donde concurren muchachas fáciles, profesionales, clientes y mirones. Al final se encuentra solo, mientras se aleja el petardeo de las motos y las voces de unos y otros. Esta secuencia, retocada por la Censura, mostraba la proximidad de la base americana de Torrejón de Ardoz, como evidencia de cierta evolución hacia la modernidad, así como la música de un twist que suena de fondo. Una joven adolescente (empuñando un cayado!) se queda mirando a la lejanía a la vez que escucha la música y es rápidamente sacada de plano por su madre, que la recrimina.


Demasiado joven para morir,
 demasiado viejo para el rock and Roll.


        La olla hierve a toda presión y Ramiro se lanza materialmente a intentar obligar a Tula. Tras una noche de agitado insomnio decide pasar de la paciencia y las buenas palabra a los hechos. 



   



        


        Siempre se ha dado por sentado el supuesto intento de violación de Ramiro. Estamos de acuerdo porque hay un intento de doblegar su voluntad, de forzar un contacto sexual. Pero vemos durante la secuencia, que dura nada menos que 37 segundos y que abarca desde que abraza a Tula por sorpresa hasta que ésta se encierra en el cuarto de baño, no a un violador al uso, que golpea a su víctima, que impone su fuerza, que derriba una puerta, sino más bien a un niño rechazado por su madre, como castigo a no sabemos qué falta. En el guión original, Ramiro golpea la puerta del baño gritando: ¡Beata!

        Tula acude a exponer lo sucedido a su confesor (un magistral José Mª Prada). Éste, durante una larga sesión de confesionario, se muestra inflexible en su análisis de los hechos, utilizando argumentos contundentes ("le lavas la ropa, convivís bajo el mismo techo y no olvides que te ha pedido matrimonio") que ella, no obstante, va rechazando. Tula tiene dos posibilidades según él: o casarse, o marcharse de esa casa. Y no, no puede llevarse a los niños consigo. La contestación de Tula es la demostración palmaria de su sexualidad reprimida y su obcecación:


 Los confesionarios los llevaban experimentados conocedores
de la vida. Sus terapias eran elementales y gratuitas.   

 
"Padre, yo no soy remedio de nadie". "No es soberbia, es más bien respeto de mí misma".
        
         Es ella quien da por finalizada la confesión, al no recibir el apoyo que fue a buscar, se levanta y se marcha airadamente, sin más.
   





        Algo medita Tula, desde luego, porque cuando marcha toda la familia a veranear a casa de los familiares del pueblo, tiene ya algún gesto, un cambio casi imperceptible, al morder una pieza de fruta, al pasear por el jardín, al sentir el aire del verano, la naturaleza, al oír el chapoteo y el regocijo de los baños en el río, la música verbenera que se escucha en la noche, el insomnio que producen las hormonas pero que se achaca a cualquier otro motivo. 

         






        A pesar de que pretende que nada ha cambiado, se cruza con Ramiro en la cocina durante una de esas noches de insomnio. Ambos han ido a beber un vaso de agua. Hay como un intento, como un "ahora sí", pero Ramiro ha perdido ya toda esperanza. Dirigirá sus pasos a la habitación de Juanita (Enriqueta Caraballeira) la hija adolescente del tío Pedro, el familiar que les hospeda). Ramiro la desea desde que la vió lanzarse al río, vestida, fuera de sí, para unirse al goce de baño, del sol, de la libertad de los cuerpos.



  
             Se cuela como decíamos en la habitación de la joven. Es una secuencia brevísima: vemos a la muchacha en la cama y a Ramiro que la asalta desoyendo sus ruegos. Nadie se entera. Hasta aquí todo parece un acercamiento forzado, un abuso ocasional aprovechando el temor reverencial de la joven. Cabría preguntarse si el asaltante convence a Juanita, dando paso a un placer compartido, o si hay más visitas en las siguientes noches; la respuesta no se puede colegir de lo que vemos en la pantalla. Apenas, quizá, en las imágenes que nos muestran cómo se comporta la joven, escondida en su habitación el día en que se despiden los veraneantes.



 
        
      De regreso al hogar, vemos ya a Tula como transfigurada. Ha abandonado el luto en su vestuario y se comporta como liberada, como si con las ropas oscuras se hubiese quitado de encima un peso enorme. Ha acudido a una fiesta de despedida de soltera que daban ella y sus castas amigas a la novia, quien se casa por poderes y marchará a Venezuela. Hay un refrigerio en el que no falta de nada, incluso licores: cantan, bailan y hacen el payaso. Incluso una de ellas se pone un poco piripi. Buen retrato de cómo era la vida de aquellas mujeres, aunque incompleto por haber sido censurada sin piedad la secuencia del retiro para meditar y la de su actividad evangelizadora con mujeres descarriadas.  
 

Tula, en el centro, no parece la misma.

Laly Soldevilla, genial. Esta gran actriz llenaba
 la pantalla con su presencia. Nos dejó prematuramente.



        Ya en casa, todavía chispeante, se encuentra a Ramiro cabizbajo y muy serio. Él le dice que tiene que hablarle, que por eso ha salido antes del trabajo. 
 

"Está aquí el tío Pedro, con Juanita". "He preferido decírtelo yo: he de casarme con ella, está embarazada". "He pedido el traslado en el Banco".


         Él trata de justificarse diciendo que la buscó a ella primero, de buena fé, que le propuso matrimonio. Lo cierto es que ha tenido muy mala suerte en su desahogo veraniego, si hemos de creer que sólo ha habido aquella única vez. Tula reacciona con violencia (¡con una niña, Ramiro, qué vergüenza!) para después llorar amargamente. Ha descarrilado la segunda locomotora.




            Al final, llega el adiós. La familia se marcha y Tula acude a la Estación a despedirles. Al fondo del encuadre vemos a Juanita, que lleva unas gafas de sol (quizá para disimular un defecto en un ojo, previsto en el guión pero que no se nombra en la película) y un peinado más sofisticado, no sabemos si para disimular su edad -por el evidente estado de gestación- o porque son peldaños que la alejan de su vida anterior, encerrada en el pueblo.
 




Este final viene a ser el castigo a la protagonista por no
 aceptar sus verdaderos deseos, en aras de una ética muy endeble,
 desmontada incluso por su propio confesor.



        Bueno, pues ya está. Si no la han visto, ya se pueden hacer los lectores una idea. Que nos disculpen si no están de acuerdo con alguna interpretación de lo contado en el film.
     Hablemos ahora de la Censura: A Picazo le molestó mucho que su película perdiera tanto en los cortes impuestos por los censores, algunos de casi 6 minutos. Esos cortes no sólo roban imágenes, también mutilan y privan de profundidad la historia que se narra y a sus personajes. Veamos:
En el entierro de Rosa, se elimina el cortejo fúnebre encabezado por tres curas con monaguillo, acompañados de ancianos del asilo. (Trapalón..!).
La secuencia en que Tula y otras mujeres salen de misa en la catedral. Tras doblar cuidadosamente su velo junto al misal, se detiene a comprar unos churros. Por su lado pasa una cuerda de presos custodiada por la Guardia Civil. 
Dos cortes en la visita al Pueblo:
El primero durante el recorrido por el jardín, el día de su llegada y las miradas que, furtivamente, intercambian Ramiro y Tula. Ésta corta una rosa que después abandona sobre el muro y Juanita se la devolverá, detalle que anticipa el triángulo erótico que se iba a desarrollar.
El tío Pedro narra las vicisitudes que pasaron durante la Guerra Civil.  Cuenta que había plantado perejil en algunos cascos de los italianos "por lo menos sirven para algo". Recordamos a los lectores que la llamada Batalla de Guadalajara fue motivo de desprestigio para el Corpo di truppe volontarie, y que lo más gordo sucedió precisamente allí, en Brihuega. Lo de los cascos era una clara alusión a la cantidad de material bélico italiano abandonado en el campo de batalla, en la que se dieron numerosas bajas.
Además, se obligó a cambiar el texto del trabalenguas que Juanita le canta a Ramirín: Su canción infantil habla de "la mujer de un canónigo". Finalmente hubo que poner en su lugar "la mujer de un mándigo" para conservar la rima y la musicalidad. (y la podredumbre intelectual, añadimos) 
Otro corte en el Cementerio (porque se alcanza a ver un texto pacato y anacrónico): 

"Cementerio, lugar sagrado . Se prohibe el paso en el Cementerio a las señoras y señoritas que vayan sin medias, y a las parejas que no guarden la debida
 compostura y moralidad".


        Se eliminaron unas escenas que el Director consideraba necesarias, cargadas de sensualidad, en las que Tula se arregla en la intimidad de su habitación. Habían de aparecer tras la secuencia de la primera comunión de Tulita. Se ha conservado las foto-fija:

        



       

         Pero el corte que más molestó a Picazo fue aquel en el que Tula y sus castas amigas participan en un retiro espiritual centrado en la castidad y la virginidad, como atributos de "excelencia moral". En su lugar, el relato salta a la despedida de soltera, privando al espectador del completo cuadro de aquellas mujeres y sus actividades en Acción Católica. Un apostolado activo por fuera y un íntimo terror a la soledad de la eterna soltería. Y es que España era así, la influencia de la Iglesia llegaba muy lejos y nunca sabremos cuantas vocaciones forzadas, cuantos docentes cualificados únicamente por vestir sotana, cuantos adulterios disculpados, cuantas desviaciones sexuales son fruto de aquella omnipresencia en todos los ámbitos de la sociedad.

        ¿Y qué más sucedió? Pues que en 1964 la película fue distinguida en el Festival Internacional de Cine de San Sebastian en el que le otorgaron el premio "Perla del Cantábrico" a la mejor película en Lengua española y a la mejor dirección. El rencontre cinématographique de Prades le concedió el Premio a la mejor película extranjera. Y ese mismo año, el Sindicato Nacional del Espectáculo premió a Aurora Bautista con el trofeo a "La Mejor Actriz". Al año siguiente siguieron los triunfos: El C.E.C. le otorgó los premios a Mejor Director, Mejor Película, Mejor Actor de Reparto a José Mª Prada y Mejor Actriz de Reparto a Enriqueta Carballeira, mejores decorados  a Luis Argüello y mejor labor musical a Antonio Pérez Lea.  Los Premios Sant Jordi la distinguieron como Mejor Película Española y a Aurora Bautista con el Premio a la mejor Actuación. En Junio de ese mismo 1965 la película se estrenó en Nueva York obteniendo el Premio de la Crítica de dicha ciudad. Y como recibió apoyo en su propio País, se la tuvo en cuenta para enviarla a Hollywood para competir en los Premios de la Academia en su 38ª edición. Finalmente no fue una de las cinco nominadas. En 2012 se presentó como la Película de Oro en el Festival de Cine Español de Málaga...y seguro que nos dejamos alguna distinción.


Aurora Bautista y Carlos Estrada, en San Sebastián.

        La película, estrenada el 21 de septiembre de 1964 se benefició de los cambios que había introducido García Escudero. Con su flamante calificación "de Interés Especial" (hasta entonces "de Interés Nacional") le correspondió un 50 % de subvención. 

       Pese a su exitoso lanzamiento, no ha recibido después demasiada atención. El paso de los años, que ha relegado gran parte de aquel Cine a una especie de cuarto trastero, ha hecho que se contemplen  obras como esta con cierta condescendencia y un miope complejo de superioridad. No vamos a comparar ni los medios, ni las facilidades, ni las posibilidades que proporcionan el soporte video y la omnipotente informática, ni el color, ni la ausencia de Censura; circunstancias que debían hacer que el Cine actual tuviese muchísima más calidad. Si no interesa ya la tesis que expone esta película, tiene sin duda un enorme valor sociológico para la comprensión de aquella época, muestra las identidades de género, de clase y de generación acordes con el momento en que se rodó la película. 

        Y se preguntarán: ¿qué fue de Picazo? Pues además de dirigir algunas películas y trabajar ocasionalmente como actor, fue requerido con frecuencia para trabajos en TVE, donde dirigió 5 episodios de Crónicas de un pueblo, Cuentos y Leyendas, Hora once, 16 episodios de Novela, 16 episodios de Cuentopos, 13 episodios de Las aventuras del Hada Rebeca, Sonatas, Paisaje con figuras, y un etcétera que incluye lo que se nos haya pasado. Tenemos que reconocer que, haciendo cine, su caso es paradigmático al describir qué paso con nuestro Cine justo antes y  después de morir Franco: Oscuros sueños de agosto en 1968 ( título insinuante y cartel sugerente) y la no menos oportuna para 1977 Los claros motivos del deseoExtramuros su último trabajo ya en 1985, recibió numerosos premios y distinciones.

 

        
        En 1997 le otorgaron el Premio "Goya de Honor". Estuvieron acertados esta vez los organizadores del juanpalomista reparto de cabezotas: No acudió enfermo, ni en silla de ruedas ni con un pie ya en el otro lado. Falleció 19 años más tarde.   
 







 


      

             



LAS HERMANAS RUIZ

 

        

Tragicomedia policíaca sin mayor interés que el de
 reunir en la pantalla a las tres hermanas. 


           Esto de las tres hermanas ya lo sabía la mayor parte de los lectores, estamos seguros, pero el motivo de empezar por aquí, por esta singular conjunción de actrices y a la vez hermanas, era repasar sus carreras individuales tanto cinematográficas como teatrales y  también hablar -algo- de sus vidas privadas. La película es de 1963 y ya entonces supuso un fuerte reclamo el presentarlas por primera y única vez trabajando juntas; por aquel entonces las tres gozaban ya del favor del público.

     Las hermanas Ruiz Penella no fueron tres, sino cuatro. Emma Penella (Manuela Ruiz Penella) fue la mayor, nacida en Madrid en 1931; vino después Elisa Montés (Elisa Rosario Ruiz Penella) nacida en Granada en 1934 y la tercera de ellas, María Julia Ruiz Penella, nacida en 1937 entre Elisa y Terele Pávez (Teresa Marta Ruiz Penella), María Julia se mantuvo alejada de focos y bambalinas (y de España, porque casó con un militar estadounidense y marchó a los USA). La menor, Terele, nació en Bilbao en 1939. En el momento de escribir esta Entrada, únicamente sigue viva Elisa, a quien deseamos muchos años más entre nosotros.


De izquierda a derecha....Terele, Emma y Elisa.


         Existe una versión muy extendida sobre el origen de sus diferentes nombres artísticos: Al parecer no hay duda sobre la implicación de su padre, Ramón Ruiz Alonso, como denunciante de Federico García Lorca, propiciando así su detención y asesinato. Este hecho habría provocado que cada una de las hermanas, por vergüenza, tomase un nombre artístico bien diferente de aquel infamante Ruiz. No estamos muy de acuerdo con tan kafkiana explicación y aclararemos el porqué con un par de argumentos: Creemos que el motivo no fue la vergonzante conducta de su padre, sino el evitar llamarse todas Ruiz, como nombre artístico antepuesto a su nombre de pila. Difícilmente, habiendo nacido todas a caballo de la Guerra Civil española, hubiese supuesto lacra alguna llevar aquel Ruiz de apellido. Y tampoco en sus respectivos debuts artísticos, acaecidos todos ellos en los primeros 50. Además, hasta bien entrados los años 60 (siempre del pasado Siglo) no teníamos por aquí a Ian Gibson, cuyo estudio sobre la muerte del poeta tuvo que esperar mejores tiempos; nadie nombraba para nada el Barranco de Viznar y la voz de Ruedo Ibérico sonaba muy lejos. En todo caso, sí hubo gente con buenas intenciones y valor, como los -entonces- jóvenes juglares del grupo Aguaviva (Cada vez más cerca. 1970).  El hecho es que nuestras tres hermanas, revolviendo en el baúl familiar echaron mano de su abuelo materno Manuel Penella Moreno, compositor de música popular y concretamente de la célebre zarzuela El Gato montés.


Los abuelos maternos, Manuel Penella
Moreno
y Emma Silva Pávez.


        Hoy en día la Zarzuela no está de moda, pero en la juventud de nuestras protagonistas, sí. Y los nombres de obras y compositores eran tan populares como los del balompié en nuestros días. De este modo nacieron para la historia de nuestro cine Emma Penella, quien utilizó su segundo apellido igual al de sus abuelo y bisabuelo compositores; Elisa Montés (el Penella ya estaba pillado así que tiró mano del gato zarzuelero) y por fin Teresa, quien tuvo que conformarse con el segundo apellido de su abuela materna, la esposa del compositor, convirtiéndose en Terele Pávez. Ninguna de las tres se acogió al Silva, primer apellido de la citada abuela y nombre artístico de su tía, la célebre tiple cómica Teresita Silva o quizá por eso, su fama y personalidad debió influir en las tres. El siguiente argumento por el que no nos creemos esa explicación tan políticamente conveniente es que su tío Manuel Enrique Penella De Silva, fue un falangista de pro (en 1940 le enviaron a Berlín como Jefe de Falange en el país germano y fue corresponsal de El Alcázar). Después se desdijo, como es sabido, y se convirtió en un activo anti-nazi. De modo que esperamos haber despejado esas paparruchas. 

 

Teresita Silva.


        Empezaremos por Emma, la mayor. En 1949 y siendo una colegiala, además de conseguir meterse como meritoria en el María Guerrero, se puso por primera vez ante las cámaras como doble de luces de Amparito Rivelles en La duquesa de BenamejíLe llegó su debut profesional en una película de exaltación de los valores castrenses de La Legión (Truhanes de honor, estrenada en 1952). Sabemos por García Maroto, su director, que se rodó en Dar Riffien, en el entonces Marruecos español y que Millán Astray - visiblemente enojado por lo de "truhanes" y con el pistolón sobre la mesa- les entregó una cuartilla con las enmiendas que debían realizar en el guión. Al final hubo película, muy del gusto de la época, pero un incendio en Madrid Film destruyó años después los negativos de imagen, de sonido y positivo, privándonos para siempre de ella porque como es sabido, las copias que viajaban por toda nuestra geografía, de sala en sala, terminaban estropeadas y perdidas con los años. De modo que no podremos ver el debut de Emma a sus 21 años. A no ser que aparezca una copia por ahí...





        Su gran oportunidad surgió poco después, con un papel secundario en Los ojos dejan huellas (1952) de Sáenz de Heredia. Los protagonistas, además de nuestro Julio Peña, fueron los italianos Raff Vallone y Elena Varzi, quienes después contrajeron matrimonio. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió a la Película, al Director, al Guión...y a la mejor actriz secundaria: Emma Penella. También el Sindicato Nacional del Espectáculo premió el film; quien sabe si porque en el film se exhibió a los moros a caballo de Franco en un cambio de guardia a la española. 






          Y ha llegado el momento de hablar de la voz de Emma y los doblajes. Su voz, tan particular, estaba causada por unos nódulos en su garganta que la obligaron a pasar varias veces por el quirófano. Se ha repetido muchas veces que siempre la doblaban porque no gustaba su voz. No es del todo cierto: mayoritariamente, la voz de Emma que escuchamos en sus películas es la suya, pero sí hubo doblajes ocasionales impuestos por no sabemos qué motivos. Por ejemplo en esta su primera película: la dobladora fue María Teresa Campos. Elsa Fábregas lo fue en otras cuatro ocasiones, pero salvo en alguna  película más no llegaron a 10 los doblajes en una filmografía que pasa los 60 títulos. 
 
           Siguiendo su trayectoria profesional, y con varias -seis- películas por en medio, la volvemos a ver como Marga (y con su propia voz) en Cómicos (1954) de José Antonio Bardem. Esta película que nos recuerda el mal viajar de Luces de Variedades (1950 Fellini) o la encarnizada lucha por reinar en el escenario de All about Eve (1950 Mankiewicz) es además de lo mejorcito del hijo de Rafael Bardem. Hablando de otra cosa: en otra ocasión trataremos el tema de las traducciones, como ese hortera "Eva al desnudo".


Esta Marga que mira la función desde las bambalinas
 tiene ya toda la fuerza que imprimirá a sus personajes.


      
     


        No vamos a detenernos en todas sus películas, pero hay dos, inmediatamente posteriores, que nos muestran ya una Emma protagonista, en las que se evidencia su calidad interpretativa y la agridulce firmeza que imprimía a sus personajes. La primera de ellas es un policíaco de Nieves Conde: Los peces rojos (1955) para la cual se contrató como co-protagonista al mexicano Arturo de Cordova, figura importante del Cine internacional. En Julio de 1955 y a punto de regresar a su País, concedió una entrevista de dos páginas a Primer Plano, en la que nombra España por arriba y por abajo, nos cuenta que sus padres eran gallegos emigrantes, que Nieves Conde es un director estupendo, que el ayudante de Dirección y mozo para atenderle en todo momento durante su estancia de tres meses ha sido eficacísimo....pero no nombra a Emma Penella -ni a nadie del resto del equipo- para nada. Suponemos que entonces las cosas eran así. Por no nombrar, no dice ni el título de la película.   


Qué cara pondrían Productor y Director al leer la entrevista, llena de elogios hacia España y los españoles y ni una palabra sobre su trabajo.



    La siguiente película, ya en 1956, fue decisiva en la carrera de Emma Penella y un hito en el Cine español de la época. Hablamos de Fedra (dirigida por Mur Oti) con ella de protagonista. Oficialmente, la película era una revisión del mito de Séneca, Fedra, hija de Minos y Pasíafe, pero trasladado a un pueblecito de pescadores de la costa levantina. Rodada en Barbate, Fuengirola y Estepona, es en realidad una especie de matryoshka: Fedra-Estrella es una joven de exuberante belleza que vive en un pueblecito costero, acosada y piropeada por todos los machos en celo y a la vez criticada por todas las viejas...y esto sucedía en aquel 1956 dentro de un País en el que todos los varones hétero estaban más salidos que un balcón y si había una joven guapa y desenvuelta era acosada, deseada.. y víctima de todos los cotilleos seniles. El éxito de la película se basó en eso: Emma Penella atrajo a las salas del País a un montón de gente a la que importaba un bledo el Teatro, la Talía esa y los mitos griegos, el ya reputado actor Diosdado y el popular Vicente Parra. Lo que querían era comprobar lo maciza que estaba la Penella y lo tolerante que había sido la Censura. Pero sí: todo un éxito. ¡tiempos aquellos!





        Y cómo no: Emma tuvo el Premio a la mejor Actriz del C.E.C. por su interpretación. Película y actores viajaron a Grecia, País muy interesado en la recreación de sus mitos culturales, y la fama de la actriz creció como la espuma. Por cierto, Emma se llevó a su hermana Elisa. Las dos habían de coincidir en varias películas posteriores. 




                     
        
        En 1957 Emma lleva ya 13 películas. Antes de terminar los años 50 participará en cuatro producciones más. De entre ellas queremos destacar Un marido de ida y vuelta, del mismo 1957. Dirigida por Luis Lucia (por favor, no digan Lucía); esta obra de Teatro de Jardiel Poncela, con su particularísimo humor, ya había sido un éxito clamoroso antes de ser llevada al Cine. Además de una hábil dirección y el  desempeño de los protagonistas Emma Penella Fernando F. Gómez, es también una muestra del buen hacer de nuestros secundarios. Quizá ahora, que se respeta más la figura de Jardiel y parece que le han levantado el castigo por no ser bastante rojo, sea el momento de verla y disfrutarla. Emma está estupenda. 



 


        Hasta La cuarta ventana (1963) por la que nos hemos asomado  para hablar de las hermanas Ruiz, Emma participó en numerosos rodajes y con frecuencia en papeles protagonistas. No nos vamos a extender demasiado: Casi siempre eran papeles trágicos y quizá el más significativo fue el de Juana en El amor de los amores (1962), dirigida por Juan de Orduña (no lo puede negar) y que juntó de nuevo a Emma con el mexicano Arturo de Cordova, redondeando el reparto Jorge Mistral. Se trata de un drama rural al que no le faltan tintes religiosos;  nos presenta a una señora estupenda casada con un hombre mayor y además ciego. Aparece un aventurero y...se desatan las pasiones aunque, como era normal en aquella época y pese a que llegan a escapar juntos, terminan recibiendo su merecido castigo con los renglones torcidos y todo eso.



        El mismo año 1963 verá la luz una de las películas más populares y -entonces- controvertidas del Cine Español: El verdugo, dirigida como todo el mundo sabe por Luis Gª Berlanga. En ella, Emma   encarna a la perfección a Carmen, la hija de Amadeo (Pepe Isbert), el ejecutor. Por aquel entonces, gran parte de las jóvenes influenciadas por la sociedad y por la Iglesia, debían cazar o pescar marido; sólo como esposas y madres su vida continuaría teniendo algún sentido y la necesaria seguridad. Los otros caminos eran vías muertas: o el convento, o el lupanar, o una vida tras los visillos.  Aquí, la Penella recrea un personaje lleno de ternura, inocencia y también determinación: no es nada fácil para ella encontrar a alguien que la acepte como hija de un verdugo. No se trata, como en tantos y tantos papeles anteriores y posteriores, de una mujer que toma lo que quiere; aquí acepta feliz lo que la vida le ofrece. La película, multi-premiada dentro y fuera de España distinguió especialmente la interpretación de Emma. Valdría la pena dedicar una Entrada exclusivamente a este film. Fue también este 1963 el año de su accidente de automóvil con Paco Rabal, que dejó a éste con el rostro desfigurado de por vida. 
      




       

         Llega 1966 y con él dos películas que siguen sacando partido de esa Emma capaz de encarnar personajes duros como el pedernal. La primera de ellas La busca, dirigida por Angelino Fons que adapta la   trágica novela de Pío Baroja, ambientada en los desbaratados arrabales del Madrid de 1.900. Ni siquiera la presencia de una jovencísima Sara Lezana consigue romper la dureza de este film en el que, de nuevo, Emma Penella encarna a una desesperada más de los bajos fondos, revuelta con elementos de la peor extracción social.
 


 


        La segunda película de aquel año fue Lola espejo oscuro. Dirigida por el debutante Fernando Merino (con el apoyo de Sáenz de Heredia) adapta una novela de Darío Fernández Florez. En dicha obra se trataban las andanzas  de Lola, una prostituta de lujo en el Madrid de los años 60. Y para regocijo del morbo nacional la película venía que ni pintada. Una vez más, nuestra Emma tiene que sacar dureza y desparpajo en su interpretación, dando vida a un personaje al que lo único que le interesa es conseguir la pasta de sus clientes de altos vuelos. Tampoco era ni será la única. 

         En 1967, si no andamos errados, Emma Penella se casó con el Productor Emiliano Lapiedra, con el que tuvo tres hijas: Emma, Lola y Emiliana. Nuestra Emma siempre dijo que se había casado por amor y que Emiliano fue en todo momento el hombre de su vida.


Con su marido y sus hijas: Emma, Lola y Emiliana.

  

        Nos vamos a detener en 1970 con otra de sus películas. Se trata de Fortunata y Jacinta, una digna adaptación de la célebre novela de  Benito Pérez Galdós. La dirigió Angelino Fons y la produjo Emiliano Lapiedra, adelantándose 10 años a la célebre serie para TVE que dirigiera Mario Camus, muy bien hecha, por cierto. Con todo, recibieron tanto Emma como la película, numerosas distinciones.


                       

        La cinta de Angelino Fons, con todo su buen hacer y sin perder de vista que diez años de entonces eran mucho, quedó arrollada por la serie de Camus:  un formato serie de 10 capítulos da mucho más de sí a la hora de adaptar un novelón como el de Galdós; el reparto de la serie no pudo ser más acertado y los personajes/actores mejor escogidos, salvo en el caso concreto de Fortunata. Tal y como la describe el autor de la novela, Fortunata es Emma Penella. Demasiado tarde ya para dar la imagen que le venía como anillo al dedo en la película. 






Emma Penella (Fortunata) coincidió en la película
 con su hermana Terele Pávez (Mauricia"la dura")
  

        
        Para los límites temporales de este Blog poco más hemos de añadir. Ahí quedan las películas que fueron importantes y que ahora despiertan escaso interés. Hasta su muerte en 2007 con 76 años siguió trabajando, haciendo Cine y sobre todo Televisión, con trabajos adaptados a su edad y desempeñados impecablemente, entre los que destacan los 91 episodios de la serie Aquí no hay quien viva. Ese material resulta fácilmente accesible para cualquier aficionado. Por último, no podemos terminar su semblanza sin recordar que, además de los muchos premios que acumuló a lo largo de su carrera, se le concedió la Medalla de Oro a las Bellas Artes en 1997.       



Elisa Montés.

     
        Debemos seguir adelante y vamos con la segunda de las hermanas: Elisa Rosario Ruiz Penella, conocida en el mundo del Cine y el Teatro como Elisa Montés, nacida en Granada en 1934. Debutó en el Cine en 1954, con la película Elena. Ese mismo año se puso ante las cámaras en dos películas más: El mensaje y Once pares de botas. De su trayectoria profesional hemos de destacar varios aspectos: El primero de ellos, su proximidad al clan profesional de los Ozores que le proporcionó amor, cine y televisión; el segundo es su maleabilidad como actriz que la llevó muy temprano más allá de nuestras fronteras a participar en películas de variado género y en numerosos westerns; y el tercero su gran capacidad como actriz de Teatro. 
        Vamos con el clan de los Ozores. El primer contacto del que tenemos noticia se produce en la película La vida en un bloc, dirigida por Luis Lucia en 1956. En ella coincide, casi de refilón con José Luis Ozores. Ese mismo año viaja a Italia para hacer una comedia (Noi sismo le colonne) que aquí se tradujo como Adiós juventud.




     Por entonces, aquello de ser contratada para rodar en Italia no era cualquier cosa y además abría puertas, como se verá más adelante. Coincide en el film con Vittorio de Sica (al cual atraían poderosamente las españolas) y con Franco Fabrizi quien ese mismo año puso de los nervios a Berlanga durante el rodaje de Calabuch.
        Al año siguiente, Elisa coincide con su hermana Emma en el rodaje de El batallón de las sombras, un film machista presentado como todo lo contrario. Lo mismo sucederá con Eva 63 (1963). Y un año después, en 1958 bajo la batuta de Pedro Lazaga, protagoniza El aprendiz de malo, flanqueada por José Luis y Antonio Ozores.


Aprendiendo a lavar en el río...


         Parecido reparto presentó la película El puente de La Paz, pero esta vez ya con los tres hermanos. La dirigió Rafael J. Salvia, por lo que la presencia de Mariano fue la de mero actor. 


Elisa Montés y José Luis Ozores en una
 secuencia de El puente de La Paz.

        
        1959 será un año pleno en acontecimientos cinematográficos y sentimentales para Elisa. Por un lado, protagoniza el film Las dos y media y...veneno. Es una película clave porque ya la dirigió Mariano Ozores. El reparto reunió a Elisa con José Luis y Antonio Ozores y...con su hermana Terele Pávez.




         También será el año de su compromiso con Antonio Ozores, que  se materializó en boda al año siguiente. El público se quedó un tanto desconcertado, porque era Jose Luis -y no Antonio- el antihéroe eternamente enamorado de Elisa en todas las películas. De los dos hermanos, Antonio daba siempre la nota cómica de caradura desenvuelto, mientras que José Luis basaba su comicidad en la cortedad y timidez, con tartamudeo incluido si venía al caso.

 



        En 1960 otra película que solo podemos entender en la España de entonces. Vino un japonés -Toshio Masuda- y rodó un film que venía a ser una mezcla de samurais y toros de lidia. Por supuesto, salvo alguna excepción, se trajo todo el equipo y fueron escasas las contrataciones de actores y actrices españoles. Una de ellas fue Elisa.


"El hombre de los toros".


   
     Siguió trabajando en colaboración con el clan Ozores, ahora ya casada con uno de ellos. El siguiente film que salió de tan curiosa asociación familiar fue Salto mortal de 1962.


                        
  

           Dirige Mariano, actúan José Luis, Antonio y su joven esposa; también hay un papel de camarera para la hermana pequeña: Terele Pávez.
 La cinta viene a ser un drama circense de ambientación rural, con el proceloso trapecio, imán para el público pero fuente de rivalidades, y una muchacha en silla de ruedas. A destacar el papel de ilusionista cara dura de Antonio Ozores, brillante siempre en tantísimas películas. Unicamente Tony Leblanc podía disputarle aquella jeta hecha de profesionalidad e instinto aprendidos en la calle.
 

Terele y José Luis en Salto mortal.



        Uno de los últimos films que reunieron a Elisa con el clan Ozores fue Suspendido en sinvergüenza, en 1963. La película presenta la tesis de lo difícil que resulta a una buena persona comportarse como un sinvergüenza sin escrúpulos. Ejem...
 


            
          Hasta el final de la década de los sesenta, Elisa hará todo tipo de cine: producciones nacionales y mucho spaghetti western -unos 15 aproximadamente- fruto de sus contactos en Italia que la hicieron  allí muy popular. También estuvo rodando en Alemania películas de espías, aventura y misterio. Además, su presencia en TVE era cosa corriente. Durante esos años participó en la programación de Estudio 1, Teatro de siempre, Teatro de Humor, NovelaGran Teatro, y lo que es más importante: en la TVE supuestamente aperturista. Vamos a explicarnos: Durante los años 60 las gentes que hacían Televisión tenían la boca bien cerrada, pero se dieron unos casos que podemos agrupar bajo la denominación de bocanadas aperturistas: la Censura las permitía porque ofrecían al exterior una imagen liberal (incluso se las premió en algún Certamen fuera de España); sus avispados y sobrevalorados creadores alcanzaban altísimas cotas de popularidad entre los televidentes y éstos se iban a la cama pensando que algo estaba cambiando. Vienen a cuento porque Elisa estuvo en el reparto de alguno de ellos. Vamos a repasarlos, porque no fueron muchos: Historia de la frivolidad en 1967 y El irreal Madrid en 1969; algo más tarde, en 1972 y sin Elisa, La cabina, con su famoso mensaje subliminal.

Jefa del salero en el Irreal Madrid.
 Cortijera en Historia de la frivolidad.





        En 1968 sucedieron muchas cosas. El matrimonio con Antonio Ozores se deshizo. Por acuerdos o desacuerdos de la pareja, la hija de ambos, Emma Ozores, que contaba siete años de edad se fue a vivir con su padre. Aquí no hurgamos en los entresijos de las familias, pero la célebre coletilla de Antonio Ozores: "!No hija, no.!" debió ver la luz por aquel entonces. Coinciden numerosas versiones en que Emma era una niña difícil. Nosotros añadimos: "Cómo tantos otros"; Después crecen, cambian, y todo se olvida. No hace falta añadir lo que todo el mundo sabe sobre esta magnífica actriz y su trayectoria profesional, continuadora de la saga.


Emma Ozores.

            
        En mayo de aquel mismo año falleció José Luis Ozores, alias  Peliche, después de luchar durante mucho tiempo con una esclerosis múltiple que lo confinó en una silla de ruedas y se lo llevó poco a poco. Ojalá hubiese podido vencer a la enfermedad con un K.O. como el que propinara al boxeador Molina. Toda España lloró su pérdida.




         Dos años antes se había estrenado la película Hoy como ayer, que fue un poco de todo: su despedida de los platós actuando ya sentado en todas las secuencias, el trabajo de sus hermanos y la despedida de muchos actores que están en el reparto por cariño y amistad. Si deciden  verla, sean ustedes condescendientes; El guión es malo y a los dos hermanos -Antonio y Mariano- se les ve ya el plumero del cine casposo-baboso que harían más tarde en la Transición. Los actores, genial.


¡Querida Concha!
 También ella quiso salir y cantar en Hoy como ayer.



     José Luis dejó tres hijos: Adriana y los gemelos Mariano y Pelayo.  Al igual que su prima, Adriana también quiso ser actriz. Lo es. Y de las buenas.
 



        Vinieron después otras películas, con chulos, ambiciosas, fulanitas con y sin menganos, guateques y polvos mágicos; fue el cine que arranca un poco antes de la muerte del dictador, que se prolongó durante bastante tiempo después y que tanto nos avergüenza. En honor a la verdad no todo fue así: Elisa tuvo el papel de madre de Bea en Verano Azul, serie por la que se han interesado los servicios de espionaje de varios países como herramienta para hacer confesar a sus presos a base de hacérsela ver cien veces seguidas: En cuanto se escucha la sintonía, comienzan a largar. 

    Por último hablaremos del Teatro. Elisa Montés hizo Teatro y lo hizo muy bien. Ejemplos pueden ser El baile de los ladrones de 1960 o La noche de los cien pájaros en 1972. Pero hemos de referirnos a Las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos. En 1983, su autor el P. Martín Descalzo confió a Elisa y su Compañía la obra mencionada.
  


  
        
     En el momento de escribir esta Entrada, Elisa Montés, es la única de las tres que sigue viva con 88 años. A lo largo de su vida profesional recibió bastantes distinciones, pero queremos destacar los recibidos por el C.E.C. en 1954, el de Mejor Actriz en la Seminci de 1956, otro del Sindicato Nacional del Espectáculo en 1975 y un Premio Especial del Almeria Western Film Festival en 2017. 

        
    Y vamos con Terele (Teresa Marta Ruiz Penella), la menor de las tres hermanas.

Debut en Novio a la vista como Pecas. 1954

    

       Ya la tienen Vds. ahí: en el reparto de Novio a la vista. Había nacido 15 años antes en Bilbao. Al parecer comenzó haciendo Teatro y  una vez metida en ese mundo, tuvo una discusión con Miguel Narros: éste la abofeteó y ella le denunció obteniendo una sentencia a su favor. Sigamos con el Cine: Unos años más tarde -en 1959- fue Manuela en Quince bajo la lona, una comedieta sobre los amoríos, sueños y trapisondas de unos aspirantes a alférez durante su estancia en el campamento. Y ya tenemos a Terele lanzada, porque ese mismo año participa en dos películas más: Las dos y media y veneno, en la que coincide con su hermana Elisa y el clan Ozores y como Pili en Tenemos 18 años

Las dos y media y veneno: "chica morena en consulta veterinario".
Por aquel entonces podría hacerle sombra a sus hermanas.


Con Isana Medel (dcha) en Tenemos 18 años.



        En 1962 la encontramos de nuevo en Salto Mortal, compartiendo reparto con su hermana Elisa:


Camarera en Salto mortal.


        
          Tras La cuarta ventana, película de 1963 que ya hemos glosado aquí, comenzó la que sería una carrera dedicada a la Televisión. Hizo Primera Fila (1963), Estudio 1 (1966/1967), Fábulas (1968), Teatro de Siempre (1966), Juan y Manuela (1974) El Teatro (1974) Novela, Cañas y Barro (1978), Noche de Teatro, La barraca (1979), y un largo etcétera. No obstante, seguía haciendo cine y en 1964, por ejemplo, aparece en dos películas: El espontáneo y La boda era a las doce, protagonizada ésta última por Concha Velasco y Pepe Rubio

        En 1970 participa en el rodaje de Fortunata y Jacinta de Angelino Fons en papel de Mauricia "La dura", como ya ha quedado dicho más arriba al hablar de su hermana Emma


Mauricia "La dura" camelando a la monjita carcelera.

        
        Vinieron después varias películas, como El día de la bestia en 1995, y el año siguiente una Celestina que provocó los mayores elogios de la Crítica pero que no llegó a optar a los premios Goya. Hizo también varios capítulos de la exitosa serie Cuéntame cómo pasó, y en 2013 se puso ante las cámaras para hacer de Maritxu en Las brujas de Zugarramurdi. Para nosotros, la mejor Terele está hincada en el corazón de Régula, personaje de Los santos inocentes dirigida en 1984 por Camus. Su capacidad de encarnar el personaje es una cualidad más bien escasa en nuestros días. Y no hay ningún secreto: En cuanto sale en la pantalla te olvidas de que es Terele y es Régula


Régula (Terele) en Los Santos inocentes.

Ya los conocen Vds, pero por si acaso: de izquierda a derecha Terele, Camus, Juan Diego, Alfredo Landa y Paco Rabal. La foto se tomó en Cannes en 1984. Se les ve muy contentos porque se trajeron premios ex aequo al mejor Actor para Alfredo Landa y Paco Rabal. Desgraciadamente ya están todos muertos. ¿Quién tomará tan precioso testigo?

           

        Si examinamos la carrera de Terele, salta a la vista que ha brillado más en el Teatro y en la Televisión. Aunque madre natural del Teatro, la Dramaturgia también comparte, y mucho, con las series televisivas. También con el cine, pero menos. Durante los años 60 y 70, pisó las tablas en varias ocasiones, aunque seguía con apariciones esporádicas en TVE. En 1964 con Diálogos de la Herejía, de Agustín Gómez Arcos; en 1968 con La casa de las chivas, de Jaime Salom y ya en 1978 con La Celestina en la versión de Cela. 






Con Paco Valladares en La casa de las chivas.



        En cuanto a la vida privada de Terele, y teniendo siempre el respeto como inspiración de cuanto digamos, tenemos noticia de que mantuvo cierta relación con el pintor Ruiz Balerdi a mediados de los años 70. Poco después se casó con el editor José Benito Alique y tuvieron un hijo: Carolo, nacido en 1973 y tristemente fallecido en 2022. Madre e hijo estuvieron siempre muy unidos porque tras la disolución de su matrimonio, Terele lo crió sola. Su ex se volvió a casar, nada menos que con la entonces Ministra Cristina Alberdi, pero en los años 80 este hombre pasó a mejor vida. Poco antes del accidente vascular que se la llevó por delante en 2017, Terele había llorado el fallecimiento de su hermana Maria Julia (la de los Estados Unidos). Diez años antes, ya tuvo que decir adiós a Emma. Con todo, las vueltas de la vida le evitaron el doloroso trance de perder un hijo, porque Carolo apenas la sobrevivió cinco años, y no llegó a cumplir los 50. 



 
        Nos queda hablar de los galardones que Terele recibió a lo largo de su vida y que -se supone- premian los trabajos bien hechos. Vamos allá, y si nos dejamos alguno, seguro que ella nos lo perdona: de 6 nominaciones en los Premios Goya a la mejor actriz de reparto, se le entregó el del año 2013 por Las brujas de Zugarramurdi. La Unión de Actores fue más generosa: En 1996, premio a la mejor protagonista por La Celestina. En el año 2000 mejor secundaria (cine) por La comunidad. En 2002 premio a la mejor secundaria de televisión por Cuéntame cómo pasó. El C.E.C. la distinguió en 2013 como actriz de reparto por Las  brujas de Zugarramurdi. El mismo año e idéntico galardón le fue concedido en los Premios Sant Jordi. También, años antes, la distinguieron como mejor actriz española por su papel en La Celestina.

 

Teresa Marta Ruiz Penella. Terele Pávez. 



        Y hasta aquí casi toda la vida y obra de estas tres magníficas actrices. Un orgullo para nuestro Cine.