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ESTRELLAS APAGADAS: MERCEDES DE LA ALDEA



                                Esta Entrada la dedicamos de un modo especial a las gentes del Teatro y concretamente a las últimas generaciones; a los cientos de jóvenes de ambos sexos que, ilusionados, salen cada año de las Escuelas de Interpretación de nuestro País, públicas o privadas. Creemos sinceramente que en estos tiempos de incertidumbre y aparente abandono no estaría de más mirar hacia atrás y conocer, comprender y admirar a alguna de las personas que nos precedieron. Aprender de ellas. El encabezamiento ya  anticipa que vamos a hablar de Mercedes de la Aldea. Aquellos lectores que sepan quién fue estarán de enhorabuena, porque nadie parece recordarla; Les gustará que se recupere su persona, su ejemplar paso por los escenarios, su vida. Y para quienes el nombre de esta mujer no les diga nada, esperamos que al conocer su trayectoria vital y profesional abran los ojos para mirar nuestra historia reciente desde otra perspectiva. 

             Mercedes de la Aldea nació en Barcelona en 1931, pero no nos ha sido posible averiguar la fecha exacta. Poco o nada sabemos de su niñez y adolescencia, pero sí tenemos noticia de los pasos que fue dando para dar salida, a borbotones, a la actriz que llevaba dentro.


                     


               En 1948, con 17 años de edad, ingresó en el Institut del Teatre de Barcelona. Ya había actuado en alguna ocasión. Un año después fundó junto a Jordi Grau y Àngel Carmona Ristol, el grupo de teatro Yorick. (por el bufón de Hamlet). Jordi Grau era compañero suyo en el Institut y años después se dedicó a dirigir películas. Àngel Carmona, algo mayor, se  consagró como dramaturgo y en 1959 fundó el grupo de Teatro La Pipironda. 
            Pero, ¿cómo era aquella Barcelona, aquella España? Pues era la que había justo en la mitad del llamado primer franquismo (1939-1959). Vamos a dar cuatro pinceladas para describirla: En 1947 se había cerrado el último campo de concentración, en Miranda del Ebro. 6.000 maestros habían perdido su empleo, y otros 6.000 sufrieron sanciones como jubilaciones anticipadas o traslados forzosos. De 580 catedráticos, 150 habían sido expulsados, 96 exiliados y 20 habían sido ejecutados. Estaba prohibido hablar en público en catalán, en gallego o en vascuence. En Barcelona, a menudo había que burlar a la Autoridad dando las representaciones teatrales en domicilios particulares, pero anunciando, por ejemplo, que se iba a representar Los intereses creados. El divorcio se había prohibido. Los derechos que la mujer había adquirido durante la República habían desaparecido. La mujer casada no podía trabajar sin permiso por escrito de su marido, ni abrir una cuenta corriente. Los confesionarios actuaban a menudo de cómplices en casos de infidelidades y malos tratos. Se vigilaba en los bailes, las piscinas y las playas. En éstas últimas estaban prohibidos tanto el simple slip a los hombres como los bikinis a las mujeres. Hasta dos años después -seguimos en 1947- no se volvió a reconocer a España como miembro de la O.N.U. Franco se paseaba en el Azor y en la radio triunfaban las voces de Juanito Valderrama, Jorge Sepúlveda, Celia Gámez o Antonio Machín. En las carteleras de casi todos los cines se anunciaban películas folklóricas o de exaltación política y religiosa. La gente joven no existía salvo como objetivo de los pescadores de almas. Todavía faltaban 10 años para que empezara la música pop, el fenómeno ye-yé y los pelos largos.
         En la Noche de San Juan de 1956, los ojos azules de Teresa Serrat golpearon por vez primera el corazón del Pijoaparte. 

            Con este panorama nacional, Mercedes de la Aldea debuta oficialmente como actriz en la obra El hombre que murió en la guerra, de los hermanos Machado. Después actuó en Mi corazón está en las montañas de Saroyan, dirigida en ambos casos por Angel Carmona. Joan Brossa, el poeta y dramaturgo, la recordaba en los años 90 del pasado siglo: "fue ella quien estrenó mis primeras piezas, en 1947, en el Teatro Olimpo de la calle Mercaders. Allí la conocí en el estreno de Nocturns encontres. Vino a verme antes de subir a escena. Una muchacha muy joven, menuda, con tejanos, cabello negro y grandes ojos negros. Muy apasionada: hablaba, miraba y se movía a una velocidad distinta a la de todos los demás. Quería escribir, quería conocer otros textos míos y dirigirlos. Lo que más recuerdo es como se transformaba, como crecía al subir a un escenario".





             Imparable, en 1951 y junto a  Jordi Grau funda el Teatro de la Juventud y estrenan Las palabras en la arena de Buero Vallejo, quien se había dado a conocer con Historia de una escalera dos años antes. A continuación, y ya como actriz además de ayudante a la dirección, participa en La Anunciación a María de Paul Claudel. La prensa de la época ya habla de ella como "la más brillante, apasionada y prometedora de su generación. Y llegamos al año 1952, el más importante en su trayectoria teatral porque es el año del Teatre Grec.


El Teatro Griego de Barcelona. El Teatre Grec, "El Grec"



            De nuevo tenemos que poner en antecedentes a nuestros lectores. El teatro griego, El Grec como es conocido en el mundo de las artes escénicas, no era propiamente un teatro griego, una herencia del pasado como, por ejemplo, las ruinas de Empùries. Había sido construido en 1929, tomando como modelo el de Epidauro -probablemente modelo de otros muchos teatros griegos y sin duda el más icónico- y fue una más de las muchas edificaciones monumentales que se erigieron con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona. En 1932 Margarita Xirgu presentó allí la Electra de Sófocles. Y desde el fin de la Guerra Civil no se había vuelto a utilizar.
             También en los años 90 del pasado Siglo, Juan Germán Schroeder rememoraba: "En mayo del 52, Mercedes había montado Edipo Rey, protagonizado por Lluís Tarrau, en el patio del Hospital de la Santa Creu, con mi asesoría. (...) mucha gente se quedó sin poder entrar, así que decidimos reponerlo en un aforo más amplio. El Grec estaba cerrado desde antes de la Guerra. Era una ruina, un agujero negro que no interesaba a nadie. Cuando pedimos el permiso nos miraron como si estuviéramos locos, pero nos lo dieron. En pocas semanas encalamos paredes, improvisamos camerinos, limpiamos de escombros las gradas y el escenario, y el 6 de julio, a las siete de la tarde para aprovechar al máximo La Luz natural, porque no nos quedaba dinero para focos, presentamos la función. Fue un enorme éxito, hasta el punto de que el Ayuntamiento costeó la reinauguración oficial del recinto, que tuvo lugar de nuevo con Edipo Rey, el 21 de septiembre. Pero nadie parece acordarse de eso, ni de la labor de Mercedes". 
          Desde aquel Edipo Rey se ha utilizado casi ininterrumpidamente (siempre en verano), al principio con intérpretes de la talla de Esteve Pons, Adolfo Marsillach o Núria Espert. Allí se hacía Ópera, Zarzuela, Danza, conciertos de música, etc. pasando por gestión municipal y privada, hasta que en 1976 se celebra el Primer Festival Grec, promovido y gestionado por el Ayuntamiento. Hoy en día,  el Festival convoca cada año a profesionales de todo el mundo, de la Danza, la Música y el Teatro. Si no andamos errados, va por la 46ª edición. 

             


La Vanguardia. 21-09-1952


               Dado que este es un Blog de Cine, más de un lector se preguntará: Pero, ¿hizo Cine? ¿Qué películas?. Contestaremos a eso diciendo que sí, que intervino en tres films, en papeles secundarios que fueron creciendo en importancia. Pero antes convendría destacar que siempre simultaneó los rodajes con más Teatro: En 1953 estrenó y dirigió otro Saroyan, La hermosa gente. Como actriz hizo también Tres sombreros de copa de Mihura, con el Teatro de Cámara y Asesinato en la Catedral de T.S. Elliot con el Teatro Estudio de Schroeder mientras participaba en su primera película, La hija del Mar, dirigida por Antonio Momplet y rodada en Cadaqués, como adaptación para el cine de la obra homónima de Guimerá. También intervino, con un papel de poca entidad en el film La canción del Penal. 


Mercedes, en la misma película.
Una escena de La hija del Mar.

             En 1954 más Teatro: Dialogos de carmelitas de Bernanos, con la Compañía Lope de Vega, en la que por aquel entonces actuaban Ana María Noé, Asunción Balaguer y Laly Soldevilla, entre otros. Tenía ya escritas dos obras -que siguen inéditas- y ensaya Santa Juana de Bernard Shaw a la vez que participa en el rodaje de Lo que nunca muere. 




            Lo que nunca muere había sido un famosísimo serial radiofónico, género que triunfaba en aquella España de la postguerra, todavía sin televisores. La programación congregaba a las familias, pobres o ricas en torno al aparato de radio, entretenía a las gentes de talleres y obradores, a los taxistas y a los corros de mujeres, reunidas cada tarde para coser. La trama se seguía y comentaba  en todas partes. A los lectores con buena memoria y la edad necesaria les sonará haber escuchado en la radio  aquello de "Guillermo Sautier Casaseca". 
            Mercedes tenía puestas grandes esperanzas en aquella película, adaptación del serial, de la que esperaba le abriera con mayor amplitud las puertas del Cine. Vamos a destripar sucintamente el argumento de la película, dirigida por Julio Salvador y susceptible de ser clasificada como perteneciente al cine-patriótico-anticomunista. El protagonista masculino era el indiscutible galán de la época Conrado San Martín. Le acompañaban entre otros Vira Silenti, Marion Mitchel, Gerard Tichy, Ramón Martori y Marta Grau: 

                Finalizada nuestra Guerra Civil, un militar entra a formar parte de los Servicios de Información. Se le encomienda que neutralice un comando terrorista soviético que pretende volar una presa cuya construcción está llevando a cabo España en Marruecos. Como en cintas similares de la misma época, se da el mito de Caín y Abel, ya que un hermano del protagonista, evacuado a Odessa durante la Contienda, forma parte del mencionado comando. No vamos a contar todo el argumento (aunque resulta bastante previsible) por si alguien quiere darle un vistazo a la película. Siempre se aprende algo. Lo que sí nos interesa es el papel de Mercedes de la Aldea. En el film encarna a una enfermera, enamorada sin ninguna probabilidad (y no es la única del reparto femenino) del aguerrido protagonista que no tiene tiempo para sentimentalismos. Muere alcanzada por las ráfagas que le disparan desde una avioneta. Exhalará un último suspiro en brazos de su amor imposible.
 




                                      
 






                La escena bélica, con la película prácticamente terminada, había de rodarse en el pequeño aeropuerto de Sabadell. Allí, Mercedes pidió o aceptó el ofrecimiento de un piloto para volar por primera vez en su vida. Era una experiencia excitante. El motor estaba en marcha, la hélice ya girando, el ruido obligaba a comunicarse por señas y Mercedes se aproximó a la avioneta por el lado contrario al de la entrada. Un ligero movimiento del aparato que el piloto no pudo evitar hizo que la hélice golpeara fatalmente la cabeza de Mercedes, destrozándola. Como una burla fatal del destino, falleció en brazos de Conrado San Martín, al igual que en la película, a bordo del vehículo que la llevaba a toda prisa a la Clínica Platón. Ocurrió a primera hora de la tarde del 28 de octubre de 1954. Tenía 23 años.


Avioneta Piper tipo "Pacer". Probablemente igual
 o similar a la involucrada en el suceso.
 



      



        
 
        La noticia cayó como un mazazo sobre la familia y los compañeros de Mercedes. Todo el mundo teatral expresó su dolor. En el entierro, sus compañeros de reparto colocaron sobre el ataúd la espada de madera de Santa Juana. Ese mismo año, el C.E.C. (Círculo de escritores cinematográficos) le concedió un premio a título póstumo por su papel en Lo que nunca muere. También en 1954, la revista Primer Plano le dedicó un emotivo homenaje en su número de noviembre; se trataba de un reportaje efectuado en el domicilio de la actriz poco antes de su muerte. A dicho reportaje corresponden las fotos que reproducimos a continuación. 






        Esperamos haber contribuido para que no se la olvide de modo irreparable ya que, hasta ahora mismo, su figura ha sido prácticamente invisible. Fue una joven que hizo mucho para su edad, en una época realmente difícil, dura. No vamos a pontificar ni a dar consejos a los jóvenes actores: nos damos por satisfechos si han llegado a leer esta Entrada.

Nota.- Continuamos nuestras pesquisas para averiguar su fecha de nacimiento. En el Certificado de Defunción del Registro Civil de Barcelona no consta la fecha en cuestión; en ese espacio (que normalmente especifica el día, mes y año) se anotó "de veintidós años de edad". Viene después el domicilio, en Barcelona, en la calle Roger de Flor. Menciona los nombres de los padres, confirma que falleció en la Clínica Platón y que recibió sepultura en el cementerio del Sud-Oeste. (la esquela publicada en la Prensa por la familia habla de 23 años de edad y cita como deudos a sus tres hermanos: Purificación, Federico y Amparo, de lo que se desprende que sus padres, Federico e Hilaria habían fallecido con anterioridad). 
       P.S.- La Dirección de Régimen Jurídico y Titularidad Funeraria  de Cementerios de Barcelona, S.A., nos ha confirmado la inhumación de Mercedes de la Aldea en el Cementerio de Montjuïc, con una exactitud digna de alabanza habida cuenta de los años transcurridos. Pero no nos ha podido facilitar la fecha que buscamos porque no les consta. Sí han aportado, no obstante, un triste dato: en los años 80 el nicho que contenía sus restos fue vaciado -lo normal en estos casos es por reiterado impago- y su contenido trasladado al osario general. Queremos agradecer desde aquí la eficacia y el excelente trato recibido por parte de dicha Dirección.


Bibliografía consultada:
Juegos Reunidos. de Marcos Ordóñez. Libros del Asteroide. 2016.

Agradecimientos:
 Al Repositori de la Filmoteca de Catalunya por las instantáneas de foto-fija pertenecientes al film La hija del mar.
 Al periódico La Vanguardia por la reproducción de los fondos de su Hemeroteca.