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CURAS DE CINE 1









                                        Nuestro cine clásico y sobre todo durante el tiempo que duró el nacional-catolicismo, está repleto de referencias eclesiásticas. Y no sólo se hacían películas netamente religiosas, como vidas de santos, célebres milagros, epopeyas misioneras, o heroicos apostolados de barriada, sino que la omnipresencia de la Iglesia y sus representantes era tan notoria, tanto en el cine como en la vida civil, que resulta verdaderamente difícil encontrar una película, bien sea un drama, una comedia, o un musical, a la que le falte el cura de rigor. Y hay que ver cómo se lucieron nuestros queridos actores, muchas veces simples actores de reparto. Lo hicieron muy bien y el cine, hasta el más respondón, reflejó la realidad del momento. 

              La lista sería interminable. Además, resultaría difícil encontrar un solo actor que no hubiese hecho alguna vez el papel de cura; O una película sin su correspondiente tonsurado. Y como tenemos que empezar por alguna, porqué no por la célebre y aplaudida Historias de la Radio (1955). En esta cinta tenemos dos sacerdotes, y además de lujo: Pedro Porcel Barés (1910/1969) que interpreta a un cura de parroquia urbana, seguro de sí mismo y fogueado en la guerra contra el pecado (También fue Fray Lorenzo en Fray Torero -1966-) y a José Luis Ozores Puchol (1923/1968) “Peliche”, que aporta su comicidad encarnando a un cura de pueblo, simpático y timorato.



                              En ocasiones se trataba de cameos. No le falta su curita a la no menos célebre Atraco a las Tres (1962) interpretado por Miguel Madrid Ortega (1933/1966). Se presenta en el Banco a cobrar el donativo de un alma caritativa justo en el momento en que ha de darse el planeado atraco.


                También tiene sus curas, más bien frailes, El Cochecito (1960) interpretados por Saura y Azcona que seguramente se divirtieron de lo lindo marcándose un cameo en aquellos paños.



            Varias películas contaron con la presencia del inefable Sergio Mendizábal (1920/2005) para estos papeles. Hermenegildo Igarzabal Sánchez, se estrenó haciendo de San Antonio en el medio-metraje La lágrima del Diablo (1962) y de "páter" de la O.J.E. en Del Rosa al Amarillo (1963), de fraile en El buen amor (1963) además de cura a secas en Grandes Amigos (1967) y de regalarnos interpretando al mejor capellán castrense de nuestro cine en La Vaquilla (1985), en la que también se lució el entrañable Valeriano Andrés Pascual (1922/2005) haciendo de párroco que intenta evitar el “baile agarrado” en las fiestas y que bendice con arrobo el paso de la aviación "nacional". También se había puesto la sotana en Las secretas intenciones y en Gloria Mairena (1959) (1970).



       

            

        
                           Y ya que estamos con Berlanga, pocas películas se libran. En Los jueves, Milagro (1957) tenemos un cura párroco, Don Fidel, encarnado por uno de nuestros más versátiles actores: José Luis López Vázquez 922/2009. En esta ocasión, con la voz del doblador Antonio García Quijada.               

         


      Ya había hecho de sacerdote en La lupa (1955), de Don Fermín en Esa voz es una mina (1956) -derecha, doblado por Eduardo Calvo- y de Padre Rebollo en Todos a la cárcel (1993), también a las órdenes de Berlanga, como es sabido.
                                                
                         



       A Don Félix, cura párroco de Calabuch (1956) lo interpretó maravillosamente Félix Fernández García (1899/1966). Magnífico actor secundario, con unas dotes interpretativas que no se explican sino viéndole actuar. Por cierto, que en la versión italiana (no hay que olvidar que fue una coproducción) el título de la película fue Calabuig. Qué cosas...


         
                                    

      Había vestido el hábito en otras ocasiones: Hizo de cura en El crimen de Pepe Conde.. 



          
...(1946), de Padre José en Sor Intrépida (1952),a  la izquierda, de Padre Juan en Ángeles sin cielo (1957),de párroco en La luz viene de lo Alto (1959) de sacerdote en Un ángel tuvo la culpa (1960) -centro- y por fin de cura una vez más en la casposa comedia Los derechos de la mujer (1963), a la derecha. Se despidió haciendo de Hermano Saturio en Fray Torero (1966). Si no estamos equivocados, ostenta el récord. Trabajó a las órdenes de los mejores directores y participó en 170 películas.



         Tampoco a El Verdugo (1963) le faltan su cura y su curita. El primero (arriba) es el que casa a José Luis y Carmen en una secuencia hilarante que critica la diferencia de trato a pobres y a ricos. Berlanga contó que la secuencia fue una copia casi exacta de lo sucedido en su propia boda. El segundo es  el enviado a la prisión por la Iglesia para asistir al reo. No hemos podido dar con su filiación. Sí podemos recordar que, en la vida real, nunca se oyó gritar “¡no matarás!” desde un púlpito, ni supimos de protestas eclesiales, altas y claras, oponiéndose a la pena capital.



            
     Para encarnar a Don Cosme, el inolvidable cura párroco de Villar Del Río en Bienvenido Mr. Marshall (1953), se contó con Luis Pérez de León (1893/1962) quien componía unos personajes eclesiásticos muy creíbles. Fue también el padre Prisco en Las aguas bajan negras (1948), que le valió el Premio Nacional de Interpretación, y el padre Tiburcio en Bajo el Cielo de Asturias (1951).




     En Plácido (1961) el cura aparece brevemente y “en acción”, es decir, intentando incorporar la salvación de un alma extraviada a su hoja de servicios. En realidad es requerido -al igual que el vecino dentista- ante la inminente muerte del Pascual, el ancianito pobre que hace vida marital con Concheta. No se puede consentir que vivan en pecado y entre todos se empeñan en casarlos in extremis aunque haga falta arrancar al moribundo un sí más que dudoso. El actor fue Angel Company.


     Berlanga incorporó al reparto de La escopeta Nacional (1978) y sus secuelas a Agustín González Martínez (1930/2005) para que encarnara el personaje del Padre Calvo, capellán del marqués de Leguineche. Agustín, entrañable actor de reparto con una carrera salpicada de momentos muy brillantes, recreó un personaje inolvidable: Porque “lo que yo he atado en la tierra, no lo desata ni Dios en el Cielo.!!"



      En Vivan los novios (1969), película que se desarrolla alrededor de una boda con un despropósito tras otro, el cura no podía ser más acertado. Berlanga llamó para ese papel a su amigo Luis Ciges Martínez (1921/2002) quien lo bordó. No hay que olvidar que estaba terminando la década de los sesenta y soplaban aires post-conciliares.



     En el inicio del medio-metraje Se vende un tranvía (1959), que narra las trapisondas de un grupo de estafadores, hay una declaración de principios de uno de sus cabecillas, José Luis López Vázquez, manifestando que él “no es un carterista de esos, como “el Rizos” que le quitan la cartera a un cura y total.. para nada”. Pues aquí está el cura palpándose el bolsillo ya vacío, interpretado por José María Rodriguez. José María ya había hecho de monje en Marcelino Pan y Vino (1955), y de sacristán en Los ladrones somos gente honrada (1956).



     (CONTINUARÁ CURAS DE CINE.2)

(Nos encantará rematar el refrán de "no hay dos sin tres", pero ya veremos...)