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LAS MÁS APLAUDIDAS: ATRACO A LAS TRES

 



                        Seguramente, en el principio fue La jungla de asfalto (1954), y su esquema argumental el soporte para muchas películas posteriores sobre atracos, pero quizá no: quizá hubo uno o varios films anteriores en los que se planeaba al milímetro un atraco supuestamente perfecto. Sea como fuere, este tipo de películas gustó mucho durante décadas y todavía hoy se producen intermitentemente. Si nos ceñimos a las clásicas, fuesen de la nacionalidad que fuesen, tenían impuesta la obligación de que al final los malos no se salieran con la suya, aunque fueran unos santos. Se llevaba el clímax hasta el máximo y cuando todo estaba liquidado y el espectador intuía que los protagonistas habían dado el golpe perfecto, que estaban huyendo con el botín en las manos y que la película estaba por terminar, algo sucedía a los atracadores: o bien cometían un error de cálculo, o aparecía el factor imprevisto, o se peleaban entre sí o...uno de ellos perdía la cabeza por una mujer y todo se desbarataba. 


  




              De este tipo de cine podemos destacar obras como o Rififí (1954) o Atraco perfecto (1956) aunque hubo muchas más. La afición de  los espectadores por este tipo de películas tenía su aquel: habían pasado una guerra, sufrían necesidades y por un momento soñaban con pasar a ser ricos y despreocupados sin arriesgar más que el precio de la entrada del cine, pero a la vez se llevaban su ración de moralina: el criminal nunca gana (en España había un programa radiofónico que se emitía los sábados bajo este mismo título). 




            Casi contemporáneamente y en la clave de humor más acorde con el público de cada país, comenzaron las parodias. Esto no pretende ser una Enciclopedia del Cine pero vamos a citar la británica El quinteto de la muerte (1955) o las italianas I soliti ignoti (1958) o Audace colpo dei soliti ignoti (1959). Dado el éxito de público obtenido en nuestro país por la francesa Rififí, las distribuidoras patrias rebautizaron las mencionadas películas italianas con los horteras y oportunistas nombres de Rufufú y Rufufú da el golpe. Como otros ejemplos de la parodia o presentación más frívola del atraco perfecto, siempre frustrado, vamos a citar Topkapi (1964) del mismo Director de Rififí y la española Los dinamiteros (1964). Y dicho todo esto a modo de introducción ha llegado el momento de ir al grano: Vamos a hablar de la popular Atraco a las tres (1962) dirigida por José Mª Forqué y que representa la parodia española del atraco-no-tan-perfecto de la época.



  

         En Atraco a las tres lo de menos es el tipo de golpe que se pretende dar, su organización y el cómo se va llevar a cabo: en este caso se trata de un robo "desde dentro" como en la británica Oro en barras (1951). Ya desde el comienzo el espectador intuye que con tales atracadores el fracaso está garantizado. Lo que en su momento dio singularidad a la película fue el retrato de sus protagonistas, el hecho de que los espectadores se reconocieran a sí mismos al ver sus vidas reflejadas en la pantalla; sin olvidar las situaciones tragicómicas propias del entorno social del momento, reales como la vida misma. Un auténtico retrato al fresco de aquella sociedad con un humor disparatado. 

            El reparto de la película no puede ser más acertado. Una vez más nuestros excelentes secundarios mantienen el interés de la narración de principio a final. Y en cuanto al guión, al que nos referiremos especialmente más adelante, está trufado de situaciones y diálogos de lo más castizo, sumamente brillantes. No los vamos a repetir aquí, simplemente véanla, disfruten escuchándoles hablar entre ellos. José Luis López Vázquez, Galíndez, es el prototipo de soltero de la época, que vive con su hermana -Lola Gaos-, y que está en celo permanente, que requiebra -con innegable gracejo- a Katia Loritz, la vedette Katia Durán; José Orjas es Don Felipe, el prototipo de director bondadoso en la Banca de aquellos tiempos; Manuel Alexandre es Benítez, solterón dicharachero, piropeador y sablista; Gracita Morales, Enriqueta en la ficción, que se saca un dinerillo extra al llenar su salita de vecinos que pagan por ver la T.V.; Agustín González, Cordero, otro administrativo que mantiene un noviazgo eterno con Purita; Manuel Díaz González, Don Prudencio, también prototipo bancario pero que en su caso encarna a un personaje autoritario y oportunista. Está también el casi debutante Alfredo Landa, Castrillo, y Casto SendraCassen como el ordenanza Martínez, una especie de chico para todo grandote y simplón. 




            ¿Qué tenemos que decir aquí de Atraco a las tres después de tantos años? Ya se han ocupado de ella largamente los profesionales y los aficionados. pero nosotros queremos hacer un par de comentarios, comenzando por el Banco. Se ha enfatizado muchas veces el punto servil y humilde de los empleados, el abuso laboral que se percibe en la película, el tono autoritario. Se ha hablado de miserabilismo. En aquellos años de desempleo y emigración, entrar a trabajar en un Banco suponía casi, casi, convertirse en funcionario del Estado. En ellos había empleo hasta para ordenanzas y botones. Casi seguro que hoy en día los empleados de la Banca verán con envidia a estos personajes, libres del fantasma del despido, libres de la presión para vender todo tipo de seguros, pisos y cachivaches, que cobraban sus pagas extras en Navidad y Julio y puede que alguna más, que (salvo para corregir errores propios) cobraban las horas extras tal y como mandaba la Ley, y que seguramente terminarían ascendiendo con los años. Ahora bien: Directores Generales pomposos y su corte de trepas, arribistas y maltratatadores los ha habido y sigue habiéndolos. En todas partes. 

              También que estamos totalmente de acuerdo con quienes han resaltado que no todo el contenido de aquel cine era cribado, vigilado, y perseguido. Eso habría sido posible en un Régimen más policial y más inteligente, y es que a la Censura le preocupaba más un escote que una cita de Karl Marx. Esta película, como otras muchas, aportó su grano de arena, su frase dejada caer, su comentario mordaz al criticar ciertas situaciones y no faltan en ella alusiones a las revoluciones obreras o a la justicia social. Y saltando un poco de escenario ofrecemos otro ejemplo: Los dinamiteros, película que hemos mencionado más arriba, en la que tres jubilados planean y llevan a cabo un atraco a la Entidad que les paga la pensión, mísera e injusta. Claro está que no se menciona a la Seguridad Social; tampoco en Atraco a las Tres el nombre del Banco es real: "Los previsores del mañana". 

            Y vamos con el guión de este Atraco a las tres (1962). Lo firmaron Pedro Masó y Vicente Coello con la colaboración de Rafael J. Salvia. De él se ha afirmado con frecuencia que Masó se inspiró para escribirlo -casi de un tirón- en la película I soliti ignoti, Rufufú en España (1958) como ya quedó dicho más arriba. Tal aseveración es bastante inexacta: Existe un parecido mucho más evidente con la secuela de Rufufú, es decir con Rufufú da el golpe (Audace colpo dei soliti ignoti) de 1959, parecido que en ocasiones llama poderosamente la atención. Y vamos a intentar exponerlo del mejor modo posible:

            En ambas películas existe un contable seducido por una vedette. Claro está que la indumentaria y las actuaciones artísticas de ambas difieren sensiblemente en función de la Censura que tenían detrás. Katia Loritz aparece actuando enfundada de pies a cabeza con un completo super ceñido pero que no permite atisbar ni un centímetro de piel. La vedette italiana, la quinceañera Vicky Ludovici, actúa con una indumentaria totalmente distinta. Pero las dos tienen un destino similar: Están vinculadas de algún modo a los ladrones y seducirán al contable responsable de los fondos que se pretenden robar. 


   

                                                                                    






         Hay más coincidencias entre las dos películas. En una y en otra, los atracadores planean el golpe de modo similar: Con un esquema del escenario y unos cochecitos de juguete. En adelante, las fotografías de Atraco a las tres seguirán apareciendo a la izquierda y las de Audace colpo dei soliti ignoti (Rufufú da el golpe) a la derecha. Véanse los planos utilizados por unos y otros:









        Los miembros de las dos bandas utilizan pañuelos para evitar que se les vea la cara, pero durante los preparativos, los jefes de cada una de ellas utilizan una media como recurso para no ser identificados. Los dos provocan un sobresalto a sus socios cuando, repentinamente, se dejan ver con ellas puestas:










          Hay más: En ambos casos se enmascara el automóvil a utilizar pintándolo de otro color. La diferencia está en que los españoles pintan el que han alquilado para sus propósitos a base de brocha y titanlux, mientras que los italianos utilizan un revestimiento que retiran después con absoluta rapidez. Pero las dos bandas ponen al volante al más zoquete de sus miembros y le someten a una sesión de entrenamiento previo durante la cual el coche termina estampádose contra un árbol o una señal de tráfico:





            Durante una de sus reuniones conspiratorias, las dos bandas sufren una interrupción provocada por el polvo o el humo; terminan todos tosiendo y lógicamente, la reunión queda aplazada para otro momento. 





            Creemos que ya es suficiente, pero seguro que los lectores que se presten a volver a ver las dos películas encontrarán más detalles interesantes. Para terminar, señalaremos que en ambos casos se dan magulladuras y eventuales ingresos hospitalarios, éstos últimos de los miembros más vulnerables:


     





            Hasta aquí lo que se refiere al guión. Por otra parte pensamos que la película está muy bien rodada. La coreografía y la fotografía son excelentes así como el trabajo del Director. No queríamos utilizar la jerigonza de algunos cinéfilos pero digamos que el realizador, utilizando planos-secuencia y variando la profundidad de campo consiguió que luciera el trabajo coral y que se sucediesen las escenas de modo que "saliera" el mayor número de protagonistas posible en cada cuadro. Se estrenó en Madrid el 10 de diciembre de 1962 en las salas Callao y Richmond, y está considerada como una de las mejores obras españolas de la década de los 60, como un icono de aquel cine de mero entretenimiento. 


Anuncio en la prensa de Diciembre de 1962.


          Se lanzó en DVD en 2003 gracias a lo cual pudo ser conocida y apreciada por muchos aficionados que ignoraban su existencia, aunque ya se había emitido en TVE varias veces e incluso se le dedicó un programa de Versión española en 2013. Es una película que apreciamos, que sabemos estimada por el público y por los aficionados a nuestro cine clásico, pero estaríamos más satisfechos con un guión y una factura más originales. Abundando en la eterna cuestión de la crisis de guionistas, hemos podido ver además cómo se lanzaban años más tarde secuelas, obras de teatro y otros productos oportunistas que creemos que no muestran sino falta de creatividad y la intención de aprovecharse de la inocencia o la ignorancia del potencial espectador.    
              
  



















            

            











                 


ESTRELLAS FUGACES: MARTA DEL VAL




              

                Como en otras ocasiones, es probable que a la mayoría de los sufridos lectores de este Blog no les diga nada ni el nombre ni la cara de esta muchacha. Pues bien, fieles a nuestros principios nos ponemos manos a la obra con la intención de evocar su figura y su efímero paso por nuestro cine, de "hablar de ella" aunque hayan pasado muchos años y no le interese al común de los cinéfilos. O sí, y ese caso pueden llevarse una agradable sorpresa. 

            Para hablar de ella, forzoso es comenzar hablando del Director (y guionista, dibujante y pintor)  Francisco Regueiro (1941), y de su ópera prima El buen amor (1963). Regueiro había estudiado en la Escuela Oficial de Cinematografía y había dirigido dos cortos (la silente Historia de un ciprésSor Angelina, virgen) como prácticas en la mencionada Escuela, y tenía cierto empeño en que su cine fuese  realista, fresco, con actores cuya interpretación se alejase lo más posible de la profesional. Acorde con ello, se puso a buscar a la protagonista femenina, y -claro está- no en las oficinas de los Representantes de actores, ni entre sus recientes compañeras de la E.O.C., sino en la calle, y concretamente en la zona universitaria. Se dice que estuvo observando detenidamente el ir y venir de los estudiantes por las distintas Facultades  de la Universidad de Madrid. Concretamente buscaba una muchacha que aparentase unos 17 años, con aspecto de auténtica estudiante, con un cierto aire actual (Estamos hablando de comienzos de los años 60) pero con un físico no especialmente llamativo. De este modo fue a fijarse en una alumna de Económicas que resultó ser de nacionalidad francesa y llamarse Monique de Longeville. La versión oficial que explicaba el cambio de nombre y que apareciese como Marta del Val fue que "no gozaba de la preceptiva autorización sindical para participar en la película". 


                    


            Su compañero de reparto y co-protagonista fue un jovencísimo Simón Andreu, actor de 22 años que había aparecido ya como secundario en cinco películas. Tenemos la satisfacción de decir que sigue activo con una filmografía en su haber de casi 200 títulos, entre el cine y la televisión. También ha hecho Teatro, y mucho.   



 

             Vamos a relatar brevemente el argumento de la película El buen amor con cuidado de no destriparla y fastidiar a los que se animen a verla: Una pareja de novios -Mari Carmen y Jose- ambos madrileños y universitarios, decide irse a pasar todo el día en Toledo. Es una escapada, sobre todo para ella, que ha tenido que inventar una excusa en casa. El viaje lo hacen en tren, en tercera clase. Durante toda la jornada tendrán ocasión de hablar de mil cosas, hacerse confidencias, enfadarse, reconciliarse, tropezar con -inocuos- conocidos y por supuesto visitar la ciudad. Y nosotros de ir conociéndoles poco a poco,  al igual que a una serie de personajes que ilustran cómo era la España de entonces, amén del gran escenario que resultó ser Toledo.

            El buen amor tuvo una fría respuesta del público y de la crítica española. Del público no nos extraña demasiado, de la crítica sí, ya que hubo quien no supo reconocer una obra llena de originalidad y frescura. Por ejemplo, al estrenarse en Madrid (Pompeya y Palace 23-11-63) Gabriel García Espina concluye su reseña crítica en ABC diciendo: "ya hacia el final tenemos ganas de que vuelvan a sus casas, crezcan, se casen y nos dejen en paz". Respecto a Film Ideal (núm.133), referente cinematográfico de la época, el mismo Regueiro ha dicho en alguna ocasión: "Los gerifaltes de Film Ideal no hicieron ni caso". Y de su amigo Jesús García de Dueñas, cuenta que "hizo la crítica en Nuestro Cine y me puso a parir". No fue así el caso de Barcelona: Cuando se estrenó en el cine Windsor de la Ciudad Condal, también el 23 de noviembre, Pedret Muntanyola le dedicó una crítica moderadamente elogiosa en La Vanguardia. El recorte de prensa que incorporamos, del mismo rotativo, habla por sí mismo.



       
 

                    Y en efecto, como es sabido, la película representó a España en el Festival de Cannes de aquel año. Y no fue mal acogida aunque no se trajo ningún premio. Regueiro recibió los saludos de Max Aub, Georges Sadoul (el gran historiador del cine mundial), y del Director de la Cinémathèque Francesa (Henri Langlois) -que abrió su temporada en septiembre con El buen amor- entre otros. Siempre según Regueiro: "parecían emocionados con la película". No habló con Buñuel, pero éste escribió un manuscrito hablando de la película que se publicó al día siguiente de su proyección en la Revista del Certamen. Decía no haber visto en muchos años una obra de tal pureza. Años más tarde elegiría también Toledo para su Tristana (1970). 

          El interés por esta película puede variar y mucho según la edad e intereses del espectador. Para los que fueron jóvenes en aquel momento, con la misma edad del Director o de los protagonistas, o a lo largo de los años posteriores hasta entrados los años 70, tendrá un doble valor: el documental: al reconocer en muchos detalles cotidianos cómo era aquella España y el sentimental: porque no será nada difícil que hayan tenido una relación de noviazgo similar. 




         En cuanto al primer valor, el documental, ahí están bien retratados los trenes de tercera (en el que transcurre el primer tercio de la película), la pareja de la Guardia Civil con sus  mosquetones, los vendedores de falsificaciones, las monjas con postulantes excursionistas, los curas, los frailes, labradores y una maestra nacional que Regueiro, haciendo un guiño, nos muestra leyendo La codorniz, revista cómica en la que él dibujaba. Y llegados a su destino,  la bonita e interesante ciudad de Toledo, con sus monumentos y parajes más conocidos: el Puente de Alcántara, el Paseo del Miradero, Capilla del Condestable, la Tarasca, el Alcázar, la Campana Gorda, Santa María la Blanca, el Arco de la Sangre, Zocodover...la lista es interminable. Una suerte para la ciudad ya que permite contemplar su paisaje y su paisanaje de 1963. Suerte que, como señalábamos en otra entrada de este Blog, no tuvieron otras ciudades como por ejemplo, Valencia. 





        Respecto al valor sentimental, la película retrata lo que había: La pareja es joven, inmadura, se quiere, se desea sexualmente pero es conformista -o resignada- y acepta la castidad que aconsejan la Iglesia y la sociedad. No obstante, a su manera es feliz aunque normalmente vive rodeada y vigilada por familiares y vecinos en medio de un ambiente opresivo. Además, las familias tenían mucho peso, incluso a la hora de trazar el futuro de los jóvenes. Los protagonistas representan a muchas parejas de una época no tan lejana. La cámara nos lo cuenta a cada instante. Nos hace conocerlos íntimamente, con sus sentimientos y debilidades a base de convivir con ellos durante toda la jornada. Y no había otra: era un tiempo en el que los jóvenes se alimentaban más de emociones que de sensaciones. Hoy por hoy, creemos que muchas veces viene a ser al revés. A los espectadores más jóvenes, muchos de ellos nacidos ya en la España de los últimos años, les parecerá que la protagonista, cuya naturalidad y simpatía quedan bien patentes, se comporta con un pudor asombroso: le inquietan los besos en la boca, las caricias o los abrazos en momentos en que pueden ser vistos. Y las conversaciones entre ambos, quizá se les antojen también ridículas o ñoñas en algunos momentos. 







        Para los aficionados al cine español y su historia, El buen amor es un documento muy interesante a la hora de conocer cómo ha ido cambiando y enriqueciéndose nuestro cine. No nos vamos a poner pesados contando la Historia: Muchos lectores ya conocen lo que vamos a decir y los que tengan alguna duda, simplemente busquen en la red "García Escudero". Este señor fue el encargado por el Régimen para, en Agosto de 1962, dar otro aire a nuestro cine, rebajar algo el poder de la Censura regulando lo que podía y no podía ser filmado y definiendo los límites de lo permisible. (No obstante, sepan Vds. que García Escudero luchó a brazo partido por la película Surcos, cuando ostentaba el mismo cargo diez años antes) Con él, también el IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas) cambiará de nombre y a partir de entonces será la  EOC (Escuela Oficial de Cinematografía) que estará bajo una dirección más liberal, transparente y democrática. Esta Escuela permitirá a los jóvenes profesionalizarse y hacer un cine que refleje con más veracidad la realidad española. Y ahí queríamos llegar, porque significó el pistoletazo de salida para las primeras obras de Directores como Regueiro, Martín Patino, Summers, Camus, Angelino Fons, Borau y Victor Erice entre otros. Por su parte, Cataluña aportó, agrupados bajo la denominación de Escuela de Barcelona a Jacinto Esteva, Pere Portabella, Bofill, Nunes, Jordá y otros no menos relevantes. Todos ellos comenzaron a hacer el otro cine, el llamado Nuevo Cine Español

        Marta del Val/Monique de Longeville fue una estrella fugaz de la que ni el público ni la crítica volvieron a tener noticia. De una de las escasas entrevistas que se le hicieron, nos contaba el periodista: "Después de protagonizar "El buen amor" fue objeto de la atención lógica de los periodistas españoles. Sus respuestas han llevado siempre el sello de la espontaneidad. Así, por ejemplo, expresó que su deseo máximo es casarse y tener hijos. De hacer más películas en el futuro, piensa que han de ser sobre temas inteligentes y con actores inteligentes". 

        Como quiera que hemos enviado mensajes y hecho indagaciones con el fin de averiguar alguna cosa más acerca de ella, lo haremos saber añadiéndolo a esta entrada. 

 


        


"Era y no era. Era un mundo feliz y no lo era, quizá en realidad
 todo era tristísimo, pero tampoco, nadie podía robarte el sol,
ni el mar, ni la piel del otro
." (Mª Aurelia Campmany).