Archivo del blog

DA TRIESTE IN GIÙ

 




             La hemos colado, pero no sin motivo. Porque aunque Raffaella solo participó en un par de films españoles de los años sesenta (En 1965 en la película de Romero Marchent El caballero de la rosa roja  y en 1969 en Comando al infierno de José Luis Merino) esta mujer italiana, de Bolonia (che freddo che fa..!) que componía, cantaba, bailaba, hacía Cine y mucha Televisión, estuvo ligada con frecuencia a nuestro país. Hubo un cariño mutuo. Y tenemos algo que decir.


En El caballero de la rosa roja. 1965


            Fue a finales de los años setenta. Desde 1975 la ciudadanía estaba despistada, desorientada. Como una troupe de focas amaestradas, huérfanas repentinamente de domador y libres ya sin remedio. El machismo campaba por toda la piel de toro y se hacían revistas guarras, cine guarro y espectáculos guarros, amasando fortunas a base de dar carnaza a un público mayoritariamente masculino, hambriento, dispuesto a tomarse una triste revancha, consumiendo auténtica basura simplemente ...porque hasta entonces había estado prohibido. La venganza es un plato que siempre se come frío, aunque entonces el duralex estuviese siempre caliente.

            Y entonces apareció ella. Llenó la televisión encandilando a los carcas con sonrisas y piernas, ganándose el afecto de todo el mundo y lanzando al cantar (sobre todo a las mujeres, por afinidad y por simpatía) un mensaje de libertad que rompía los moldes de la canción ligera y cambiaba el rol de la mujer frente a las relaciones sexuales. ¡Aire! Aunque en España se cambió la letra (traduttore traditore) para que el texto encajase con la música y para mitigar el mensaje, Raffaella cantaba, gritaba, a los oídos de los italianos y  españoles de ambos sexos: "qué bonito es hacer el amor" "Lo importante es hacerlo con quien quieras tú","felicidades a quien tenga abundancia de amantes, tanto en el campo como en la ciudad". "Y si te deja...buscate otro más bueno, vuélvete a enamorar". "Y si te deja, ¿sabes lo que tienes que hacer? Búscate otro más guapo, que no tenga problemas". Se tradujo de otro modo. La letra amañada al español sonaba a algo así como "Soy un pendón y el Sur una Babilonia", pero daba igual. El mensaje estaba ahí, fresco, liberador. 




            Sin excusas, sin coartadas, sin represión, mucha gente se soltó el pelo, se desmelenó. En Italia, desde Trieste hasta bien abajo,  como anunciaba la letra de la canción. En España de norte a sur. Era un  empujón hacia delante, por encima de la vergonzante cultura del destape. En nuestro País casi nadie conocía la letra original: Muy poca gente había estado en Italia, salvo para ir a Roma y al Vaticano. Y los jóvenes de entonces no contaban con el Erasmus, aunque después lo hicieron posible para futuras generaciones.    

            El escándalo que provocó esta extraordinaria mujer, con naturalidad y con su perenne sonrisa, llegó hasta muy arriba. Irritó al Vaticano y pilló con el paso cambiado a todos los centinelas de Occidente que en el fondo hubieran preferido que siguiese por siempre la eterna dualidad: el amor sacramentado y de vez en cuando una visita al trastero. 

             Descanse en paz, Raffaella Carrà.