Tota Alba y Carlos Larrañaga bailan secretamente acompañados por la música que emite un transistor. Lo hacen por medio de auriculares, para no ser descubiertos. (El extraño viaje. F.F.Gómez. 1964.)

Emma Penella y Nino Manfredi bailan durante una jornada campestre aprovechando la música del transistor de una pareja muy estirada. Cuando éstos lo descubren se marchan airados: "Si quieren bailar, que se traigan su música.!". El Verdugo. L.Gª.Berlanga. 1963.
Y aquí dejamos esta introducción que puede servir para situar a los lectores en el entorno histórico y sociológico en que se ambienta la película propuesta: Historias de la Radio. Se estrenó -ya se ha dicho más arriba- en 1955 y se mantuvo en la cartelera madrileña durante 91 días.
Sáenz de Heredia, que era primo carnal de José Antonio Primo de Rivera, comenzó en el cine de la mano de Luis Buñuel, responsable de Producción de Filmófono-Roptence (Los lectores disponen de una Entrada específica en este Blog); porque le encomendó la dirección de dos películas: La hija de Juan Simón (1935)y ¿Quién me quiere a mí? (estrenada en Abril de 1936). Ambas fueron su bautizo como Realizador y obtuvieron un razonable éxito de taquilla. Tres meses después de estrenarse la segunda de ellas pasó lo que pasó y todo se puso patas arriba. Es sabido que el joven Director, que tenía entonces 25 años, se veía obligado a dormir en los parques de Madrid porque su domicilio no era seguro: Varias veces habían ido a detenerlo en plena noche. ¿Motivo? su parentesco con el fundador de Falange. De todos modos lo atraparon y también es sabido que fue precisamente Luis Buñuel quien, acompañado de empleados de Roptence, se presentó en aquel sitio de la calle Marqués de Riscal en el que estaba detenido para liberarlo y seguramente salvarle así la vida.
Todo lo que sigue lo saben muy bien casi todos nuestros lectores. Una vez rescatado, declinó la oferta de Luis Buñuel para trabajar con él, se pasó al otro bando como alférez y terminó la Guerra Civil con el grado de teniente. Pese a las diferencias ideológicas de ambos cineastas, éstos fueron amigos durante toda su vida. José Luis Borau, que se formó en el I.I.E.C. contaba que siendo Sáenz de Heredia director del Centro, invitó en varias ocasiones a Buñuel para presentarlo a los alumnos y que pudieran departir con él. Pensamos, y no somos los únicos, que de no haber mediado el conflicto bélico, Sáenz de Heredia habría continuado haciendo Cine sin más. Pero los encargos del Dictador para que llevase a la pantalla su Raza en 1941, más tarde para que la maquillase, y de nuevo en 1964 para que le pintase un retrato "a medida": Franco, ese hombre" hicieron de este Director el hombre de confianza del Régimen. A lo largo de su vida escribió 35 guiones y dirigió 42 películas. Por algunas recibió 11 premios que no nos sorprenden demasiado por ser casi todos del C.E.C. y del Sindicato del Espectáculo; pero otras fueron nominadas para los festivales de Berlín o Cannes. Seis veces.
Muerto el Dictador, Sáenz de Heredia continuó diciendo a los cuatro vientos que su mayor satisfacción en la vida había sido servirle. Aquel exceso de victoria -en palabras de Ridruejo- y de honradez le hicieron más mal que bien y la izquierda antifranquista, tan unidimensional (según de quien se trate, claro está) nunca se lo perdonó. El aficionado al Cine que sea capaz de distinguir entre ideología y oficio, de situarse en la época concreta en que se rodó Historias de la Radio y sobre todo, de apreciar una obra bien hecha, reconocerá su mérito.
Consiguió además despistar a la Censura, por entonces tan obsesionada con los besos, los escotes y el largo de las faldas.. Historias de la Radio está llena de mensajes, subliminales y no tanto, en los que se pone en evidencia la desatención al ciudadano, bien sea al investigador, al pobre que subsiste robando, al inquilino que no puede pagar la renta, a la viuda sin recursos obligada a tomar los más duros trabajos o al niño con una enfermedad rara que no recibe la debida asistencia, poniendo en duda la imagen de bienestar social que el Régimen pretendía irradiar. Seguro que Vds. descubren más detalles, siempre -claro está- que tengan un criterio propio.
¿Porqué quiso Sáenz de Heredia que la película arrancara con la alocución matinal del Padre Venancio Marcos? De este sacerdote se conocía su ideología falangista desde antes de la Guerra Civil. Sus charlas radiofónicas dirigidas a la población, sin distinciones, le hicieron sumamente popular...e incómodo.
No obstante fue noticia en el 41 aniversario del 18 de Julio. Ofició la misa en la Basílica del Valle de los Caídos por el alma del Dictador, pero se negó a pronunciar homilía alguna. Eso le valió silbidos y abucheos de los asistentes.
El Guión.
Está construido sobre tres "cortos" independientes, tres narraciones que tienen en común precisamente La Radio como centro generador de las mismas a través de concursos, en emisiones de cara al público. Es decir, los tres sketches involucran a los presentadores en el escenario, al público que asiste en la sala y a los radioyentes, que o bien se unen al espectáculo acudiendo al plató y protagonizando la historia en cada caso, o bien están viviendo la experiencia desde sus hogares. En los tres episodios, la Radio emite un desafío y en los tres casos aparecen unos radioyentes que han recogido el guante y acuden a la Emisora. De este modo, la pantalla nos muestra cómo viven, con qué sueñan, qué necesitan; porque en los tres casos el premio es en metálico y en aquellos tiempos de estrecheces e ilusiones, el dinero movía más montañas que la fé; El salario medio era de unas mil pesetas mensuales. El Director lleva la película con maestría elevando las emociones hasta llevarlas al límite en el último tramo.
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El locutor Gabriel Matilla (Paco Rabal) invita a una muchacha del público a señalar un número al azar en el listín telefónico. |
Para dar cohesión a las tres historias, toda la estructura, como si se tratara de un puente, está sostenida por unos cables anclados aquí y allá a lo largo del film. A saber: dos señores entrados en carnes, huéspedes de una Pensión, abren y cierran la película escuchando la emisión matutina de gimnasia. Un presentador, Gabriel (Paco Rabal) que aspira a un mayor protagonismo, mantiene cierto amorío con una presentadora, Carmen (Margarita Andrey) que tiene sus altibajos con rival incluido (Juanjo Menéndez). También aparecen aquí y allá un matador de toros (Rafael "El Gallo"); una cantante de Copla (Gracia Montes); un futbolista (Luis Molowny) y un grupo musical (Los Xey), todos ellos muy populares y visibles gracias a la película.
Por cierto, en la segunda historia, Sáenz de Heredia se adelanta más de treinta años a Woody Allen, director de la célebre Radio days. Durante un robo en un domicilio estando los propietarios ausentes, suena el teléfono y el/los intrusos no pueden evitar la fascinación que produce la Radio y sus concursos. Se atiende la llamada y se obtiene el premio aunque a fin de cuentas es para el dueño de la casa.
Y de los actores, ¿Qué podemos decir? Muy pocas películas de nuestro Cine clásico reúnen a tantos y tan buenos profesionales. Sus desempeños, desde los protagonistas hasta el último secundario, impecables. Simplemente geniales. ¡Y además, están todos!. Podríamos destacar hasta una docena de secuencias absolutamente memorables. Las vamos a señalar porque son antológicas. Nosotros nos unimos a quienes piensan que la película está a la altura de algunas comedias de Frank Capra.
Encendamos el proyector: (Es el momento de dejar de leer esta Entrada quien no quiera que le destripemos la película.)
Ya se ha comentado más arriba que el film arranca con dos radioyentes que cada mañana tratan de perder peso siguiendo la emisión
Gimnasia todos los días. Mientras se preparan se escucha la Oración matinal del Padre Venancio Marcos. Uno de ellos (Juan Calvo) dice: "parece que el curita cada día se alarga más."
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Juan Calvo y Juan Vazquez. |
Y arranca la primera de las historias. La Emisora pone en marcha uno de sus concursos habituales, patrocinado por una marca comercial: desafían a quien se presente en sus Estudios con algún disfraz exótico o portando algún objeto estrafalario. En esta ocasión, el premio de 3.000 pesetas será para el primero que se presente vestido de esquimal, con perro y trineo.
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José Orjas, Tomás, convence a Pepe Isbert para que se presente al concurso. Él se encargará del traje y del trineo. |
Estos dos inventores precisan esas tres mil pesetas para patentar su pistón "a doble deflector". De no hacerlo, se les adelantarán "los de la Aeronáutica". De modo que José Isbert, muy a pesar suyo, sale a la calle preparado ya para ir a la Emisora de Radio. Había perdido el taxi que le esperaba porque alguien ofreció más dinero al conductor (al parecer había muy pocos taxis y mucha picaresca). Sufre las burlas de unos señoritos, sale alguien en su defensa y terminan todos a golpes. (El guión pone su dedo acusador también en esas gentes desocupadas, que por el supuesto gracejo madrileño son capaces de burlarse de un anciano. La pelea muestra la facilidad con que unos ciudadanos pueden liarse a golpes con otros). El conductor de una camioneta, conocedor del asunto por haber escuchado el desafío en la Radio, le recoge movido por la compasión al verle caminando. Para evitar que se adelante otro esquimal de un coche próximo, lo inmoviliza provocando un accidente.

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Pepe Isbert ayudado por Tony Leblanc. |
En las escaleras del edificio de la Radio, Pepe Isbert lucha escalón a escalón con el otro esquimal. Intentan retomar el aliento en un tramo de escalera y tienen la siguiente conversación:
-¿Porqué quiere tanto dinero?
-Para un invento importante. ¿Y usted?
-Para una señorita.
-¿Está enferma?
-¡Qué va! Está imponente.
-No sé si le he comprendido. ¿Tiene usted un lío?
-No señor, quiero tenerlo.
-Comprenda que lo mío es más importante.
-Usted no conoce a esta señorita.
-¡Aunque sea una Venus!. Un invento es algo de interés nacional.
-Mi interés está en esa señorita. ¿Lo de usted qué es? ¿Otra bomba?
-Un pistón a doble deflector.
-Con pistones podemos vivir todos, pero sin señorita....
-Yo vivo sin señorita.
-Claro, por eso inventa usted pistones.
Finalmente Pepe Isbert logra eliminar a su contrincante de un silletazo y se presenta en el Estudio. Al hacerlo, se cruza con otro esquimal que se adelantó a ambos y sale muy contento con el dinero del premio. El público se ríe al verle entrar y él acepta resignado la noticia del locutor, quien le ofrece (muy frecuente también por entonces) el saludar a alguien por el micrófono:
A través del mismo, se dirige a su socio, Tomás, para explicarle todo lo acontecido. Entre lágrimas cuenta hasta qué punto, un científico como él, dedicado a la investigación y sin ninguna ayuda,ha tenido que ponerse en ridículo para nada. Curioso. Porque desde entonces hasta ahora venimos a vueltas con el famoso I + D. Y han pasado un montón de años.
El público asistente pasa de la risa a la compasión y el locutor, conmovido, le entrega otras 3.000 pesetas. Termina así la primera de las "historias".
En la segunda, y como hemos adelantado más arriba, aparece un hombre registrando un despacho en el que evidentemente ha entrado para robar. Es domingo y el dueño de la casa, que resulta ser el casero del ladrón, está en misa. Cuando finalmente encuentra una caja con dinero, suena el teléfono. Duda, pero termina por descolgarlo. La llamada proviene de una Emisora de Radio que, al azar, ha elegido precisamente el número de ese domicilio. El ladrón (Angel de Andrés) responde y consigue el premio de dos mil pesetas. Desecha el dinero que pensaba robar y se dirige a la parroquia, donde sabe que encontrará a su casero (José Mª Lado). Quiere ponerse de acuerdo con él para ir a la Emisora y cobrar el premio.
Así lo hacen, pero tras el cobro del premio, se separan. El casero quiere denunciarlo a la Policía mientras que el ladrón ha intentado hacerle ver que, de no ser por él, no habría ganado el dinero. El uno se va a la parroquia buscando el amparo del cura párroco (Inigualable Pedro Porcel). Le cuenta a éste que trataba de robar a su casero para pagarle el alquiler; si no lo hace le pondrá en la calle. El otro se va a su despacho para comprobar la intrusión y el posible robo. Estando allí, recibe una llamada del párroco invitándole a que se pase a verle. Le convence y tratará de ponerlos de acuerdo.

Y lo consigue, pero no sin vencer la obstinación del más poderoso. Queremos destacar el siguiente diálogo entre el párroco y el casero:
-Pero, vamos a ver: ¿Usted estuvo esta mañana en la iglesia?
-Si señor. En misa de una.
-¿Oyó mi plática?
-Sin duda. Toda.
-Y qué le pareció aquello de que al final de la vida será más rico el que más haya dado y más pobre el que se enterró con su dinero?
-Me pareció bien. Pero ni yo soy millonario ni pienso que me entierren con mi dinero.
-Hay muchas maneras de ser millonario y muchas también de ser ladrón.
Hay que ver la rabiosa actualidad de esa reflexión. Vivienda, alquileres y todo eso. Bien. El caso es que al final ambos rechazan el dinero del premio y deciden que se lo quede la parroquia. Confianza por confianza, el sacerdote les participa un secreto: él también tiene un ladrón en el templo, un pobre al que alimenta poniendo a su alcance una generosa hogaza de pan cuando entra a robar. Lo que el cura intenta, además de socorrerle es comprar su fé. Los tres atisban sin ser vistos desde un rincón y comprueban que, en efecto, el pobre ya va a misa.
No deja de tener su aquel el hecho de que un padre de familia, seguramente desempleado y sin recursos, pase por el aro para poder comer. La historia se supone que termina así felizmente. ¡Era una época de conversiones, misioneros y bautizo de chinitos!.
Y vamos a por la tercera "historia". El guión, la dirección y los actores componen un relato que rueda in crescendo hasta explotar en un final que, como dijo alguien, haría llorar a un perro de escayola. Juzguen Vds. mismos cuando la vean.
Todo empieza en un pueblecito de la Sierra de Madrid que en la ficción se llama Horcajo de la Sierra. En realidad se rodó en La Herguijuela y en Navarredonda de Gredos, municipios de la Provincia de Ávila, a cuyos habitantes saludamos desde aquí.
De Estocolmo llega una carta dirigida a la Sra. Eulalia, viuda sin recursos que sale adelante lavando ropa en el río. Tiene además un hijo postrado en cama por padecer una enfermedad rara. La carta la remite un famoso cirujano holmense, contestando a la solicitud del médico del pueblo, (Nicolás D Perchicot) quien le envió el historial de la criatura pidiéndole ayuda: Aquel se presta a operarlo gratis si se lo llevan a su clínica. Se calcula el coste del viaje en avión y se comprueba que hacen falta de diez a doce mil pesetas para llevar al chico y traerlo de vuelta.
(No es casualidad que el narrador de esta historia final fuera José Luis Pecker. Este locutor destacó en la Radio por el programa Ustedes son formidables, en el que se exponía un caso de enfermedad, de exclusión social o de grave falta de medios pero dirigido a todo el País. Durante el programa el público llamaba a un número de teléfono y ofrecía su donativo. Sí. Así eran las cosas: la gente respondía y el Estado lo veía complacido).
Reunidas las fuerzas vivas del pueblo en consejo, ante la gravedad del tema y por ver la posibilidad de darle una solución, se decide iniciar una recogida de fondos entre todos los vecinos. Durante la reunión se produce el siguiente diálogo:
El maestro:
-Nos va a llenar de vergüenza. (...) Un hombre que no es vecino nuestro, que ni conoce a la madre, que ni siquiera es español, está dispuesto a darle, él sólo, mucho más que todos nosotros juntos. ¿Qué pensará ese hombre de nosotros, y de todos los españoles..."
Un vecino:
-Pues yo digo...que para eso está el Estado.
Le responde el alcalde:
-El Estado está para otras cosas, hombre. Para hacernos los caminos y pantanos y para rascarnos los bolsillos. No para suministrarnos el amor propio que tiene que tener cada uno.
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En el centro, el maestro (Alberto Romea), el alcalde (Adrian Ortega) de pie, detrás el sargento de la Guardia Civil (Xan das Bolas) y el párroco (José Luis Ozores) |
Una vez finalizada la cuestación vecinal, lo recaudado no llega a la cantidad necesaria: Al llegar a casa, el maestro le cuenta a su mujer que se han reunido nueve mil setecientas cincuenta y ocho pesetas; siguen faltando unas dos mil. También confiesa a su mujer que viajó el día anterior a la capital para empeñar su reloj. Al poco rato, se presentan en la casa los organizadores de un complot: quieren convencer al maestro para que vaya a Madrid, a un concurso de cultura general de la Radio (Doble o Nada), donde -están seguros- el maestro, que es un sabio, contestará a todo sin dificultad.
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El alcalde: "habrá visto Vd. que la Guardia Civil no tiene malas ideas......algunas veces". |
Sí. Porque la idea ha sido cosa del sargento de la Guardia Civil que explica: "a mí se me ha ocurrido de dónde puede salir ese dinero. Yo tengo menos luces que una bicicleta, pero de vez en cuando se me ocurren cosas. En su mano está, Don Anselmo."
Don Anselmo accede, ante la presión general y la necesidad de conseguir el dinero que falta, pero su modestia le hace pensar que es una tontería. Todo el pueblo sale a despedirle.
Una vez en el plató, la cosa va funcionando como le interesa a la Emisora. Comienzan con una pregunta fácil, por quince pesetas. La acierta y a la pregunta de si quiere doblar, contesta "que dobla". Sigue así, insistiendo en que dobla y las preguntas comienzan a ser cada vez más difíciles, pero Don Anselmo que posee una amplia cultura las va contestando todas. Hasta le ponen un disco de música clásica para que diga el compositor. También lo acierta.
El presentador se va poniendo nervioso porque Don Anselmo lo contesta todo. Cuando llega a novecientas sesenta pesetas, van literalmente a por él, porque insiste en doblar. Ante la posibilidad de que el concursante doble acercándose peligrosamente a la cifra de dos mil pesetas, sacan una pregunta difícil, seguros de que aquel pobre anciano no la iba a saber contestar.
Mientras, en casa de la Eulalia (en la foto a la derecha), escuchan la radio emocionados. Vemos al niño (Carlos Arévalo), a la mujer de Don Anselmo (Matilde Muñoz Sampedro) y al párroco que reza y se trabuca. Simultáneamente, en la plaza, donde se ha instalado un altavoz, se sigue la marcha del concurso con gran interés. A cada acierto del concursante se le corea, lazando las boinas al aire. "Viva la madre que lo parió!"
La pregunta con la que piensan rematar a nuestro concursante es la siguiente:
-Quién fue el delantero centro que marcó el primer gol oficial en el antiguo Campo Ciclista de San Sebastián, cuando se inauguró?
Al escuchar la pregunta, Don Anselmo sufre un desmayo. Le atienden, le ofrecen detener el concurso y anular la pregunta, llevándose el dinero conseguido hasta el momento. Pero Don Anselmo, declina el ofrecimiento. Estando aún en el suelo, le repiten la pregunta. Se pone en pie, y con la mano en el pecho, contesta:
-"¡Yo! Anselmo Oñate, Pichirri, en mil novecientos quince, y de penalti."
(echa mano al bolsillo interior de su abrigo para sacar su cartera) Aquí tiene mi identidad y una fotografía de aquel gol.!
El júbilo en la plaza del pueblo se desborda. Y desfilan por las calles hasta casa de la Eulalia portando en hombros al sargento de la Guardia Civil. Éste lo consiente, aunque procura no perder la compostura ni la dignidad del uniforme.
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¡Alirón,alirón, Don Anselmo el campeón! |
La historia se cierra con un avión que despega camino de Estocolmo.
La película termina con la clase de gimnasia que presenciamos en el comienzo. Pero hay una confusión, porque mientras el locutor Gabriel se declara a Carmen, nuestros gimnastas siguen extrañados las indicaciones que reciben.
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