En los años 70 y estuvieses donde estuvieses (en "la mili", viajando -es un decir- con la inefable RENFE, en una tasca o en la cafetería de la Facultad) no era nada raro tener a mano un ejemplar de ese libro que marcó a toda una generación: Últimas tardes con Teresa. Esa Teresa, creación de Marsé al igual que su héroe/anti-héroe Manolo (El pijoaparte), se quedaron para siempre como un matiz más, brillante reflejo arrancado de lo que era por aquel entonces Barcelona, esa Barcelona que fue y que ya no volverá. Aún no estaba la Sala Zeleste y Antaviana era todavía un sueño. Oriol Maspons, fue un fotógrafo que formaba parte de la troupe de pintores, cantantes, actores y actrices, escritores, empresarios y mecenas de la llamada gauche divine, que se movía por el Stork Club, el Bocaccio o Ca L'Estevet. Él fue quien proporcionó a la editorial Seix Barral la foto de la portada.
Las tapas de cualquier libro tienen eso: que se identifica la persona, animal o cosa que exhiba en la cubierta con todo lo que te cuenta el interior, tan desnudo de imágenes. Esa chica del coche, era en realidad Susan Holmquist a quien va dedicada esta entrada. Se dice que Gianni Ruggiero, un milanés-barcelonés arquitecto, fotógrafo y diseñador, le prestó a Oriol Maspons para tan célebre foto la novia y el coche, un Innocenti amarillo. Otras versiones sostienen que el coche era de Susan, adquirido en Italia con sus primeras ganancias como modelo. La foto se hizo desde uno de los balcones del edificio La Pedrera, donde vivían los padres de Susan.
Al tiempo que Susan se convertía en la Teresa de las últimas tardes a causa de la famosa foto, Joan Manuel Serrat, nuestro germá gran (hermano mayor), añadía magia al mito contando en una canción sus escasas aventuras y muchas desventuras con Susan. La canción, de todos conocida, se llama Conillet de vellut, no era una aventi y no la vamos a transcribir -y menos a traducir- porque eso ya lo han hecho otros. Busquen y hallarán.
Y ahora vamos con Susan: Había nacido en Aalborg (Dinamarca) en 1946. Tenía los preceptivos 18 años que se exigía a las concursantes cuando se presentó al certamen Miss Naciones que se celebró en Palma de Mallorca el 1 de julio de 1964, presentado por el maleable José Luis Uribarri. Y ganó.
En sus primeras declaraciones a los periodistas manifestó estar a punto de terminar la licenciatura en Ciencias Matemáticas y ser multi-lingue: Además del danés explicó que hablaba correctamente el francés, el inglés el alemán y el español. También contó que su padre era un Ingeniero de Caminos y que habían vivido en diversos países de Europa y América del Sur. Por último, que la familia se instalaría en breve en Barcelona, concretamente en el edificio de La Pedrera mientras el padre cumplía un compromiso laboral de dos años de duración.
Los periodistas, además de reseñar las medidas corporales de Susan y el color de sus ojos y cabellos, dieron cuenta de que esa misma noche los festejos se cerrarían con el solemne Baile de la Coronación, en las terrazas del majestuoso Hotel del Mar. Hemos de añadir que hubo protestas por considerar injusta la adjudicación de tan alta distinción.
Hablemos ahora de Susan y el cine. Su primera aparición fue como una figurante más en la película de 1965 Vivir al sol, de Germán Lorente. En 1967, Jacinto Esteva rueda Dante no es únicamente severo y en 1968 Carlos Durán dirige "Cada vez que me enamoro..." Los dos films lo eran ad maiorem gloriam de la musa del momento: la italiana Serena Vergano, pero en las dos películas podemos ver y escuchar a Susan, y corroborar lo que de ella dijo su compañero sentimental: "además de su belleza, había en ella algo especial, casi salvaje". Si se animan a ver las películas sean condescendientes con el estilo narrativo, tan de la época, por el op-art y el ojo con lo que dices; pero aprovechen para ver y escuchar a la Holmquist. Y como nota curiosa, añadiremos que en ambos repartos aparece nada menos que Luis Ciges.
Descanse en paz Susan Holmquist, presente en la memoria de aquellos que fuimos jóvenes cuando todo envejecía alrededor. |
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