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CUENCA EN EL CINE. CARLOS SAURA.

 

Del documental "Cuenca" de Carlos Saura. 1958.


        Nos gusta Cuenca. Sentimos una profunda simpatía por esa ciudad. Durante muchos años del pasado siglo sufrió la desatención de los de arriba y la indiferencia de los de abajo. Sus autoridades y prohombres han intentado siempre promocionarla, darla a conocer, deshacer la cultura popular de los españoles que cuando oían hablar de Cuenca recurrían al chiste fácil e insultante. Pura ignorancia. Muy acertado estuvo el Director de cine Luis Lucia cuando dijo públicamente: "El Crimen de Cuenca es no conocerla." También Luis Gª Berlanga declaró en más de una ocasión que le gustaba la ciudad y que hubiera querido situar en ella alguna de sus películas. Concretamente, Plácido.




    Cuenca ha estado siempre apartada, como escondida, alejada de la carretera nacional -hoy autovía- y recientemente privada de su histórica estación de ferrocarril en la que paraban los trenes del trayecto Valencia-Madrid: Los responsables del trazado de la línea de alta velocidad han castigado a Cuenca cambiándole su estación por un desangelado apeadero en medio de la nada, a 4 kilómetros de la ciudad. 

    Sin embargo y pese a todo, esta ciudad no ha dejado de crecer. Declarada por la UNESCO en 1996 como Patrimonio Cultural de la Humanidad, atrae turismo, atrae residentes, atrae cultura. Los españoles deberían estar orgullosos de que en 1966 esta ciudad española contara ya con un Museo de Arte Abstracto único en el mundo por aquel entonces. Elegida por artistas como Fernando Zóbel, Antonio Saura,  Antonio Pérez y tantos otros que la hicieron su residencia y la designaron como heredera de su obra. No hace falta que digamos mucho más: Su Semana Santa, tan digna y tan particular como otras más ponderadas, su Semana de Música Religiosa que se celebra puntualmente desde 1962 y convoca a músicos y melómanos de todas partes del mundo; sus vertiginosos paisajes, la belleza de su entorno urbano, su amplia y alabada oferta hostelera, sus restaurantes: tanto los populares como los celebrados con estrellas. Y pese a todo, sus calles siguen respirando la misma paz de siempre, el río Júcar sigue cruzándola mansamente y sus habitantes siguen siendo igual de hospitalarios.




    Dicho todo esto -y más que se podría decir- volvemos a poner los pies en el suelo, en la página, porque esto es un Blog de Cine clásico español y a ello vamos. Durante años y años, las espabiladas gentes del Cine han utilizado a Cuenca por su indudable fotogenia, la han filmado, pero en general sin reconocerlo en los créditos de sus películas. Esta -pensamos que injusta anomalía- se ha repetido demasiadas veces hasta que, pasado el tiempo, la ciudad y sus imágenes más emblemáticas se han hecho universalmente conocidas y el detalle de mencionarla o no ha perdido importancia.    

   Un aplicado bloguero apuntó el dato de que IMDB tiene censadas 125 películas con exteriores rodados en Cuenca o poblaciones de su amplia provincia. Hay de todo. La belleza y espectacularidad de muchos paisajes ha permitido a los cineastas recrear batallas y narrar sucedidos de tiempos pretéritos o actuales. Castillos, monasterios, casas señoriales y una geografía cambiante y sugerente han estado con mucha frecuencia frente al objetivo de las cámaras. Pero sobre todo destacan los numerosos filmes rodados en La Ciudad Encantada, un conjunto de rocas calcáreas de caprichosas formas y 90.000 años de antigüedad, muy próximo a la capital. De muestra un botón: El príncipe encadenado película española dirigida por Luis Lucia en 1960. Se le había adelantado Stanley Kramer quien utilizó el mismo plató natural para algunas secuencias de su Orgullo y Pasión en 1957.


En aquella Cuenca, todavía ignorada por muchos, la mencionada El príncipe encadenado
 se estrenó con gran solemnidad.


Orgullo y pasión. 

  
    Hay muchísimas más, hasta una de James Bond: El mundo nunca es suficiente (1999). Pero a nosotros nos interesan en concreto las primeras películas rodadas en la ciudad de Cuenca y el impacto producido por los trabajos de Carlos Saura.
    
    La primera película de la que tenemos noticia es La sobrina del cura, film silente dirigido en 1926 por Luis R. Alonso. Entre los exteriores -difíciles de ubicar- aparece una casa; hemos leído en alguna parte que se trata de la próspera finca Casa Blanca, ya desaparecida y localizada en la actual urbanización Casablanca de la capital conquense



    La vamos a dar por buena de momento, aunque las fotografías de la época que todavía existen nos muestran una Casa Blanca de aspecto muy diferente. Quizá algún conquense curioso y bien informado nos aporte más datos. 

    Viene a continuación El milagro del sacristán, rodada en 1954 por José Mª Elorrieta. El comienzo de la película no ofrece dudas de dónde se ha rodado. Pero no se menciona en ningún momento.


                                 


        Le toca a Señora ama. Rodada en Cuenca en 1955 por el mexicano Julio Bracho. En ella aparecen unos conquenses corriendo a caballo por el campo y por la Ciudad Encantada, pegando tiros. Pero no cabe duda de que utilizó la ciudad. Juzguen ustedes. En los créditos, ni mención.





  Llega 1956 y Juan A. Bardem, tirando mano de la obra teatral La señorita de Trévelez de Carlos Arniches y rodando buena parte de los exteriores en Cuenca, produjo Calle Mayor; al visionarla nos recuerda mucho I vitelloni de Federico Fellini. Muchos expertos en Cine Español dicen que es una obra maestra. Nosotros ni entramos ni salimos, solo queremos constatar que tampoco este Director quiso reconocer ante los espectadores conquenses que había rodado buena parte en su ciudad.
 

Archifamosa imagen de Betsy Blair y José Suarez. 

    
    Hará falta esperar hasta 1958 para que se haga la luz. Ese año se estrena el documental Cuenca de Carlos Saura, encargo del Ayuntamiento de la ciudad como propaganda turística. En él, su Director hace un respetuoso homenaje a Cuenca y a las gentes de los pueblos de su provincia. A su modo de vida. A la dureza del trabajo en el campo. Rodado en color y con una duración de 44 minutos, contó con la narración en off de Paco Rabal. En su estreno en la capital conquense al que acudieron todas las autoridades gustó a todo el mundo. ¡Y eso que se quiso ver cierta similitud con Las Urdes de Buñuel!. Fue premiado con una mención especial en el Festival de San Sebastián, con una medalla en el festival de Bilbao y otro premio del C.E.C. De este bellísimo documento hemos insertado un fotograma en la cabecera de la Entrada. Aquí tienen otro.

Del documental Cuenca.1958



     Pero ¿quién era aquel jovencísimo Carlos Saura? ¿Qué relación tenía con Cuenca?. Carlos Saura Atarés, nacido en 1932 en Huesca, había salido de la Escuela Oficial de Cinematografía en 1957 con  el título de Director bajo el brazo. Su trabajo de fin de carrera fue el mediometraje La tarde del domingo. Y un año después ya estaba rodando el mencionado documental: Cuenca.

Con su padre. 1946

     Él mismo explicó su relación con la ciudad, que se remontaba a su primera juventud durante los años cuarenta: "Mi hermano Antonio estaba enfermo de tuberculosis ósea, estaba muy débil y no se llegó a morir porque justo por aquellos años se había inventado la penicilina o no sé qué medicamento que le paró la enfermedad. Pero a mi padre le recomendaron los médicos que nos fuéramos a vivir con mi hermano a una ciudad tranquila, de cierta altura y con una atmósfera limpia. Para entonces mi padre ya conocía Cuenca y nos vinimos aquí. Compramos una casa en la calle San Pedro, 27, donde pasábamos todos los veranos. Veranos largos. Recuerdo que bajaba con mi madre una cama de madera para que mi hermano estuviera en el jardín porque estuvo inmovilizado varios años. Luego la casa se la quedó mi hermano Antonio y se quedó allí a vivir". 

Casa de los Saura en la calle San Pedro. Fue después la vivienda de Antonio, pintor consagrado. Antonio fue otro enamorado de Cuenca, donde falleció y fue enterrado. 

     Durante aquellos años, Saura sencillamente se quedó prendado de la ciudad. Incansable, recorría la ciudad y sus parajes, las hoces, descubriendo y recorriendo el antiguo acueducto, el Juego de bolos, fotografiándolo todo con su Leica. Quizá se cruzó con César González Ruano, que también veraneaba en Cuenca, o con el pintor local Luis Brieva, cargado con su caballete y su caja de pinturas por las orillas del Júcar, o con Federico Muelas, poeta oficial de Cuenca y también guionista cinematográfico, con Gustavo Torner, o con Gerardo Rueda


Saura, de joven.


        En los años siguientes, Carlos Saura ya estaba metido de lleno en el oficio. Así vieron la luz -del proyector- Los golfos en 1960, Llanto por un bandido en 1964, La caza en 1966 y Peppermint Frappé en 1967. Y a esta última queríamos llegar, porque en ella Saura rinde nuevamente homenaje a Cuenca, sitúa en ella la acción. Las cosas habían cambiado algo por entonces, no mucho. Pero él contribuyó a darle un cierto toque de modernidad a la ciudad que tanto apreciaba. A que se la conociera.

Oso de Plata en el Festival de Berlín.
                                 

            En esta ocasión no vamos a repasar la película. Ni la opinión de la crítica del momento. Ni el mensaje que pretendía transmitir, ni los reconocimientos que obtuvo. Los protagonistas ya los ven Vds. en el cartel. Geraldine Chaplin -que hace dos personajes- José Luis López Vazquez y Alfredo Mayo. Nos vamos a centrar en los exteriores, en la ciudad. 


     Por primera vez una película que presenta en los créditos iniciales a la otra protagonista: la ciudad. 



             

Como domicilio del protagonista (que aquí sube a su Seat 850) se utilizó esta casa.
 En ella vivieron las familias "Sánchez Sicilia", "De la Vega-Almagro" y "Belenguer-Márquez". Se filmó desde el Jardín del Escardillo.

     

    Incluímos esta otra fotografía (no perteneciente a la película) en la que se aprecia el vetusto edificio en todo su esplendor. Situado en la calle de San Juan Bautista (entonces General Mola). Tiene varias plantas bajo tierra con luz hacia el Júcar.



  

            Vemos como el automóvil enfila la calle Palafox. En el edificio que aparece al fondo se encontraba por entonces la Audiencia Provincial, hoy sede de la U.I.M.P. 



 

Calle Palafox núm. 1. Detalle de la fachada.

 

Los protagonistas se encaminan a la Cruz de los Descalzos,
 en la que la huella de una mano, coloreada por el verdín,
 nos recuerda la leyenda de D. Diego y el diablo.


Es el momento de mostrar los espectaculares exteriores. Puente de San Pablo
 y al fondo, las emblemáticas casas colgadas en las que ya estaba ubicado
 el Museo de Arte Abstracto.



Saura nos muestra orgulloso los encantos de su ciudad de adopción,
 pero enlazando unos y otros en el relato para no caer en la simple postal.

                                       

Antes de acceder al Museo, la protagonista se asoma para contemplar el puente y al fondo, el Convento de San Pablo, hoy Parador de Turismo.



Grupo escolar de niñas con su maestra-guía en la puerta del Museo. A la izquierda el Mesón, ya desaparecido. El espacio que ocupaba permitió ampliar las actividades del Museo. 


                                        



    Ya en el interior de la Galería, la cámara se detiene en el espectacular cuadro de 2 X 2,5 metros titulado "Brigitte Bardot" de Antonio Saura. Podemos disculpar a Carlos esta complicidad con su hermano, aunque en honor a la verdad la mayoría de los visitantes a lo largo de los años, reconocen que éste es el cuadro que mejor recuerdan. Creemos además que Antonio, que dejó bien claro su amor por Cuenca, se merecía este pequeño reconocimiento. Corría el año 1967. No lo olvidemos.

    Sólo nos queda recordar, abundando en el propósito que nos ha movido a escribir esta Entrada, que el año anterior a Peppermint Frappé, es decir, en 1966, Pedro Lazaga dirigió Operación Plus Ultra, cometiendo una tropelía más. En ella, al narrar un incendio en la casa de uno de sus niños-héroes, utilizó una imagen de Cuenca, fácilmente reconocible, con una humareda no sabemos si fruto del foto-montaje o de una maniobra inconfesable. Ahí la tienen. El peligro siempre acecha.



 
   Y aquí termina nuestro cometido. Carlos Saura tuvo una larga vida y dejó una filmografía de 52 títulos, unidos para siempre a la historia de nuestro Cine. Falleció el 10 de Febrero de 2023 a los 91 años de edad.
    Sirva esta entrada como respetuoso homenaje.