Aquí estamos de nuevo desempolvando la imagen de buenos cineastas españoles y alguno de sus mejores trabajos; gentes que hicieron un cine valiente en una época de tuberculosis, chinches, sotanas y tragaderas. Si el Cine es cultura -y hay quien no deja de dar la matraca con eso de "Somos Cine, cultura europea" el trabajo de los que abrieron camino con coraje no debería estar relegado a ese cuarto trastero que llaman Historia de nuestro Cine. La televisión pública, ese medio tan poderoso y de contenido a menudo frívolo, proyecta de vez en cuando alguna cinta de calidad y organiza una tertulia en la que se confunde la simpatía condescendiente de los participantes con el respeto debido a aquellos cineastas que sin tanta pamplina hicieron obras muy superiores a la mayor parte de la producción actual. A veces aparece todavía algún superviviente de aquellos críticos que negaron el pan y la sal a gentes como Jardiel Poncela, Miura o Edgar Neville, entre otros, o que quizá relegaron a Ana Mariscal por haber sido una estrella en Raza. Eso sí: bendicen sin ruborizarse toda esa colección de películas nacidas al calor de la gusanera del Dictador muerto: films que se sustentan a base de falangistas malvados y milicianas recién planchadas; así consiguen que las nuevas generaciones se enteren bien de quien era el bueno y quien era el malo. Buenos y malos, difícil reconciliación. A ver quién tiene lo que hay que tener para adaptar para el cine una obra como Madrid, de Corte a checa, de Agustín de Foxá. Pero ojo! se merece una calidad similar a Las bicicletas son para el verano o La lengua de las mariposas. ¿Cómo era aquello de la otra mirada?
Mientras, esa misma televisión sigue exponiendo nuestras vergüenzas en un Cine de Barrio que llega implacable cada semana. Los que de verdad sacaron beneficio de aquel gallinero alborotado fueron los Productores, Distribuidores y algunos Directores; se mantenían detrás de la pantalla contando el dinero mientras se proyectaban aquellos films vergonzantes. Para colmo, los expertos han tenido la desfachatez de etiquetar aquellos babosos productos como landismo, poniendo sobre los hombros de un único (y excelente actor) la responsabilidad de un cine pésimo y guarro, pasto de un público zoquete que, obligado a refrenar su sexualidad, terminó por convertirse en mirón. No fue Alfredo Landa el único que, para comer, hacía el ridículo persiguiendo en calzoncillos a mujeres inalcanzables: la lista sería tan larga, que no habría aquí sitio para tanto nombre y tanta actuación estelar. Todos lo saben pero injustamente -pluribus unum- a él le cargaron el muerto.
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Ana Mariscal en un hombre va por el camino. 1949 |
Llegada la década de los 50, funda su Productora, Bosco Films, y comienza su labor en la dirección espaciando sus apariciones como actriz. Ella intervenía activamente en el guión definitivo, producía y dirigía. Y ser mujer no fue ninguna ayuda. Después de las pioneras Helena Cortesina, Elena Jordi y Rosario Pi, fue la primera mujer que dirigió una película después de la Guerra Civil, y además neorrealista. En 1953 se lanzó, como se ha dicho, con Segundo López, aventurero urbano. Se casó al año siguiente con Valentín Javier y podemos concluir con unos datos contundentes: A lo largo de su vida fue actriz en 59 películas, dirigió 11, se ocupó del guión en 7 y produjo 9. Fue profesora del IIEC y publicó en 1984 el libro Cincuenta años de Teatro en Madrid y en 1992 Hombres. Terminaremos esta breve semblanza (en la Red encontrarán los curiosos muchos más datos) con una frase suya:"Yo tengo un hermano falangista y otro comunista. Y mi padre era republicano y ateo. O sea que yo, aunque no odio a nadie, tampoco me he decidido por una opción política concreta". "Porque para mí, lo más importante es eso, el ser humano. La vida del ser humano." Pues para que vean: a propósito de El Camino (1963) ahora se descuelgan algunos diciendo, que el gran público ha redescubierto esta película porque en Cannes, en 2021 pasaron una copia. ¿Qué es eso de redescubrir si la mayoría no la descubrieron nunca?
Y vamos con Segundo López. Es un film neorealista, castigado por el Régimen porque cuenta la verdad, la realidad social de un momento aunque con otra mirada, la que se recrea exponiendo los hechos a su modo, bien sea en forma de fábula o de cuento, y a menudo espolvoreando amargura, evidenciando el contraste entre los dos mundos reales que convivían en el Madrid de la postguerra. Se ha hablado siempre de lo que la opera prima de Ana Mariscal puede tener en común con Milagro en Milán (1951). Juzgue cada cual y mejor si considera ambas obras con el debido cariño. Nosotros pensamos que en ambas cintas el protagonista es el frío, la vida a la intemperie física y social que castiga a los personajes, chisteras aparte. El frío y el hambre.
No hace falta decir que la película se hizo con escasos medios, (reuniendo el dinero de aquí y de allá, con préstamo de un amigo agraciado en la Lotería) y fuera del ala protectora de García Escudero, quien poco antes había dimitido por desavenencias con la Censura. Era un momento en el que, a la espera de nuevas normas, nadie producía, pero la Mariscal y su novio se lanzaron a rodar su Segundo López. Los dos principales protagonistas eran un contratista de obras de Cáceres (doblado por Eduardo Calvo) y un aprendiz de mecánico. Contó con la presencia de Carlos Fernández Cuenca, del Director Manuel Mur Oti, y de la propia Ana Mariscal que se reservó un personaje; también hizo su cameo el propio Leocadio Mejías, autor de la novela que inspira la película y que su autor calificó como "golfa, bonita, alegre y sentimental".
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Leocadio Mejías, autor de la obra. |
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Camino de Madrid. Comparte coplas y coñac con unos soldados a los que no quitan la alegría ni la larguísima mili de entonces ni los duros bancos de madera. |
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No está demasiado claro que esta secuencia apareciese en el guión original. |
Cuando no están cuidando de Marta, nuestros héroes urbanos se van por ahí de juerga. La película tiene mucho de documental cuando nos muestra las churrerías abiertas para los noctámbulos, que toman allí "la última": una copa de cazalla, considerada el complemento ideal de los churros.
Se refugian en la azotea de un edificio medio derruido por los combates de la Guerra Civil en el Paseo de Moret (Parque del Oeste). Allí se le declara a Chirri lo que seguramente sería un severo enfriamiento o una gripe. Segundo lo deja al abrigo del agujero en que se habían instalado y se marcha a conseguir dinero.
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Por el agujero bajo la escalera se accedía a una covacha, cedida para el rodaje por un matrimonio con un hijo que vivían allí. |
Con las mil pesetas, Segundo y Chirri compran dos jamones, contratan a unos músicos callejeros y van a agasajar a Marta a la Pensión. La cruda realidad se ha impuesto y Marta ha fallecido. Segundo queda deshecho.
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"Ya no queda nada que hacer aquí en Madrid. Mañana te vienes conmigo a Cáceres." "Lo que usted mande". "Mañana tomamos el tren".
A Ana Mariscal le soplaron que la Junta de Calificación consideró su película "como un tiro e la barriga". En consecuencia, aquellos impresentables calificaron la película como de tercera categoría y limitada a "mayores de 16 años", que era un modo elegante de darle la patada y arruinar a su promotor. Además, imagínense, para rebajar la dureza de la calificación y que pasase a ser autorizada "para todos los públicos", de once rollos hubo de ser reducida a nueve. Respecto a la imposición del añadido final y la visita a la Virgen del Puerto, lo escrito en el informe no ofrece dudas: "Se espera que de ese modo la película tenga otro mensaje, "elevando la tónica moral de los personajes y dándole un nuevo final más de acuerdo con nuestra moral católica."
Mientras tanto Severiano Población se volvió a Cáceres donde siguió como constructor. Su obra magna y que le llenó de orgullo fue la construcción en su ciudad de una sala de Cine. Tras muchos desvelos consiguió que se abriera al público el 13 de junio de 1963. Aquel fue el Cine de Verano de San Blas, en el barrio del mismo nombre. Y la primera película que se proyectó fue... la suya propia. ¡faltaría más!
El estreno tuvo lugar en el cine Rex de Madrid, el 4 de Febrero de 1953 y después en el Postas, y el Cinema Chamberí, entre otros. ¿Y la crítica? Pues hubo de todo, pero en general más alabanzas que reproches, aunque se aprecia en los cronistas una sorpresa, desorientados ante algo que no se esperaban, que no saben cómo nombrar. En definitiva les gusta, porque es real y llama a las cosas por su nombre. Y toda la crítica, unánimemente, elogió la fotografía de Valentín Javier. Durante un tiempo, el matrimonio distribuía la película por Madrid y parte de España, del siguiente modo: él iba en moto a negociar la posible proyección; ella le seguía en el coche con las latas de la película. Ayudaba mucho el gancho de que en caso de ser contratada la proyección, Ana Mariscal hacía antes una presentación ante el público. Lo mismo sucedió en Cáceres, con la colaboración de Severiano Población.
Y hasta aquí esta Entrada ¡que hace la número 60.! Muchas gracias a los autores de las casi 20.000 visitas y especialmente a los SEGUIDORES cuyo número proporciona ánimo y energía a la máquina que mueve el Blog. Esperamos que les hayan entretenido las anteriores Entradas y continuar con nuestra labor, para que no se olvide el buen Cine Clásico Español y aquellos que lo hicieron posible.